El 31 de mayo de 1950, durante la primera presidencia del General Juan Domingo Perón (1946-1952), se creó la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), y se dio así el puntapié inicial para el desarrollo nacional soberano de una energía menos contaminante que las provenientes de los hidrocarburos (nafta, diesel, GNC). Desde aquel entonces, el Estado argentino ha creado y mantenido en pleno funcionamiento a uno de los sistemas energéticos pioneros en América Latina, en materia de producción, radiación y seguridad nuclear.
La CNEA ha sido el ente rector en materia nuclear desde 1950 hasta 1994, fecha en la que el gobierno de Menem creó el Ente Nacional Regulador Nuclear, activo hasta 1997. En este último año, la Ley Nacional 24804 estableció la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), una entidad autárquica que responde a la Presidencia de la nación. En la actualidad, Argentina cuenta con tres reactores nucleares: Atucha I, puesta en marcha en el año 1974; Embalse que funciona, en las sierras cordobesas, desde 1984; y, la tercera central, Atucha II, la cual comenzó a funcionar en el sistema nacional a partir de 2014.
Valga remarcar que, el gobierno de Macri también respaldó el desarrollo nuclear argentino, no llevó adelante ninguna iniciativa relevante, pero tampoco era contrario al desarrollo con fines pacíficos de la energía atómica. En este sentido, podemos afirmar que el desarrollo nuclear en nuestro país es una Política de Estado consolidada. El gobierno de Alberto Fernández, no sería la excepción, y, el mes pasado, en abril de 2021, diversas autoridades argentinas mantuvieron reuniones con la Agencia Nacional de Energía de China (NEA) y con la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC) para avanzar en la construcción de una nueva central nuclear, esta sería la 4ta. del país austral.
En Argentina, la energía de tipo nuclear representa aproximadamente un 6% de la matriz energética.
¿Cuál es la matriz energética de Argentina?
La matriz energética de cualquier país expresa las fuentes y los tipos de Energías de que dispone, produce y/o consume un Estado. En el caso de Argentina, su oferta interna de Energía, está conformada en un 87% por hidrocarburos (petróleo 34% y gas 53%). Sin embargo, el gobierno argentino se ha propuesto desarrollar una Agenda energética verde o limpia, lo cual implica la reducción del consumo de petróleo, gas y la reducción de la emisión de C02 (carbono), a la par del aumento de la producción y consumo de biocombustibles, algunos de ellos llamados energía renovable: bioetanol, biodiesel, hidrógeno verde, hidráulica, solar, eólica, biomasa, geotérmica, energía nuclear.
El desarrollo nuclear con fines pacíficos cuenta con más de 70 años en la Argentina y es una Política de Estado totalmente consolidada.
Nuestro país es firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y del Tratado de Tlatelolco, es decir, forma parte de la Organización para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe (OPANAL), que establece a la Patria Grande como zona libre de armas nucleares.
Sin embargo, a lo largo de los años, el desarrollo nuclear argentino ha recibido fuertes críticas, internas y externas, no tanto por su objeto -que siempre ha sido con fines pacíficos o uso civil- sino por los sujetos internacionales con quienes se ha relacionado. La mayor controversia, ocurrió en la década de 1980, en 1985, Argentina e Irán, en aquel momento en guerra con Irak (1980-1988), entablaron conversaciones para que Buenos Aires construyera una central nuclear a Teherán, esto no prosperó, pero en 1988, sí se firmaron dos convenios para la elaboración de combustible nuclear. Por supuesto, esto no hizo feliz ni a Estados Unidos ni a Europa.
Ya en la década de 1990, con los atentados terroristas contra la Embajada de Israel en Buenos Aires (1992) y la Mutual AMIA (1994), agravaron la situación y abonaron a la idea de una relación bilateral maquiavélica, que nunca se ha podido comprobar, pero, que lejos de perder fuerza incorpora más actores. En la actualidad, se habla de una triangulación Buenos Aires, Caracas, Teherán, según la cual Irán estaría “construyendo la bomba atómica” con ayuda de Miraflores. En modo jocoso, Irán exportó a Venezuela, una bicicleta llamada “Atómica”, que el propio presidente Chávez promocionaba en sus alocuciones dominicales.
Valga mencionar, ya en tono más serio, que Venezuela -al igual que Argentina- siempre ha respaldado el derecho de la República Islámica al uso de la energía nuclear con fines pacíficos y ha abogado por el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de Irán y el G5+1 (EEUU, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania). Estados Unidos se retiró del acuerdo, en 2018, durante la Administración Trump.
Reflexiones finales
Más allá del manto de misterio que la energía nuclear aún representa para una parte importante de la sociedad argentina, queremos rescatar el pensamiento estratégico del General Juan Domingo Perón, al decidir que Argentina iba a darse para sí, el mismo derecho soberano que otras naciones del mundo se han dado para su propio desarrollo científico y tecnológico.
En ese sentido, el rol de la energía nuclear en Argentina es una política de Estado consolidada, la cual -apostando en la investigación y en el desarrollo científicos- ha sido y es elemental para alcanzar una soberanía nacional plena, a la vez, que, es fundamental para dar pasos concretos hacia la transición a una matriz energética alternativa, responsable con el medio ambiente, y, por tanto, aunque no ideal, más sustentable.
Finalmente, la Argentina, que ha forjado su libertad e independencia en las guerras que libertaron no solo la nuestra, sino otras naciones de Nuestra América, es un país amante de la Paz, por ello, así como ha desarrollado una considerable experticia en materia de energía atómica; ha rechazado, tanto, la producción de las armas nucleares, el uso de las mismas en conflictos bélicos, y, con más razón, los ilegales ejercicios o patrullajes por parte de potencias imperiales en las Islas Malvinas y los territorios antárticos argentinos.
Notas:
* Micaela Ovelar es politóloga e internacionalista argentina venezolana.
Fuente: colaboracion