Su primera gran aparición pública, lejos de reforzar los vínculos bilaterales, dejó la sensación de que Washington ha enviado a un cobrador de deudas en lugar de a un diplomático.
Sinha, un cirujano ortopédico sin trayectoria en política exterior, llegó a su misión con un discurso calcado de la retórica maximalista de la administración Trump. En una entrevista con The Straits Times, afirmó que el arancel del 10% impuesto por Estados Unidos a Singapur era una forma de “pedir ayuda” a un aliado que —según él— se había beneficiado durante décadas de la “protección militar estadounidense” y del supuesto rol de Washington en el “milagro económico” singapurense.
Las palabras cayeron como una bofetada en un país extremadamente celoso de su autonomía y de su reputación como uno de los Estados más eficientes y estratégicamente independientes de Asia.
En pocas horas, analistas, empresarios y funcionarios del gobierno expresaron en privado lo que la prensa local insinuó con diplomacia, el nuevo embajador se comporta más como un extorsionador que como un representante de un país amigo.
Soberbia injustificada: Singapur no es quien debe favores
La narrativa presentada por Sinha —Estados Unidos como garante del éxito económico de Singapur— es vista en la ciudad-estado como una mezcla de arrogancia e ignorancia. Singapur ha construido su modelo de desarrollo con disciplina interna, planificación estatal y un sistema meritocrático que no depende de caridad externa.
Además, el argumento del “favor” ignora un dato fundamental, es precisamente Estados Unidos el que obtiene un enorme beneficio económico de su relación con Singapur.
- Superávit comercial de bienes con Singapur en 2024: 1.900 millones de dólares
- Superávit comercial de servicios: 25.100 millones de dólares
Es decir, Singapur ayuda a compensar los déficits estructurales de Estados Unidos con China, México, Canadá y la Unión Europea. No es Singapur quien “le debe” a Washington: es Washington quien gana miles de millones al año gracias al mercado singapurense.
Por eso, el tono condescendiente del embajador ha sido interpretado en círculos gubernamentales como una falta de respeto diplomático y un desconocimiento básico de cómo funciona Asia.
Aranceles que ahogan el crecimiento regional
La imposición de aranceles estadounidenses —justificados por Sinha como medidas para “reequilibrar” la economía global— está impactando negativamente a Singapur, una economía profundamente integrada en las cadenas globales de valor.
Los efectos ya se sienten en las proyecciones económicas:
- Crecimiento del PIB en 2024: 4,4 %
- En 2025: 4 %
- Para 2026: proyección a la baja de 1 % a 3 %
La caída no solo es atribuible a la desaceleración internacional, sino también al clima de incertidumbre creado por la política arancelaria estadounidense. Sectores clave como los semiconductores y los productos farmacéuticos —pilares del comercio singapurense— son especialmente vulnerables.
Trump ya ha impuesto aranceles del 100 % a los medicamentos de marca (actualmente en pausa), y Singapur teme que los chips sean el próximo objetivo.
Un tono que daña una relación histórica
Los observadores consultados por This Week in Asia coinciden en que el discurso del embajador replica al pie de la letra la lógica de la administración Trump, presentar a los aliados asiáticos como beneficiarios de la “protección” estadounidense para luego exigir concesiones económicas.
Pero en Singapur, ese enfoque no solo es mal recibido, se considera insultante.
El país ha mantenido durante décadas un equilibrio fino entre China y Estados Unidos, evitando plegarse completamente a ningún bloque, y su diplomacia se caracteriza por defender su autonomía con elegancia y firmeza.
Así, que el nuevo embajador llegue hablando como un cobrador de favores ha generado alarma y cansancio. Varios funcionarios, off the record, lo describen como “soberbio”, “desinformado” y “peligrosamente torpe”.
Una relación en riesgo por el estilo Trump
Aunque Sinha insiste en que la relación empresarial y económica seguirá creciendo, en Singapur reina la preocupación. Washington está tensando a un socio que históricamente ha sido pragmático y ampliamente cooperativo. Y lo hace justo cuando Estados Unidos necesita mantener aliados en el Sudeste Asiático ante la creciente influencia económica de China.
El problema no es solo el arancel del 10 %, sino el tono de amenaza disfrazada de petición que lo acompaña. Si la diplomacia estadounidense continúa con este estilo, podría terminar empujando a Singapur —uno de los centros neurálgicos del comercio global— a profundizar aún más su aproximación hacia los mercados asiáticos, especialmente el chino.
Por lo que el gobierno de Singapur percibe que los últimos movimientos de Washington no son los de un aliado confiable, sino los de un actor frustrado que presiona con brusquedad. La paciencia de la ciudad-estado tiene límites, y Sinha, en apenas unos días, ya ha puesto a prueba varios de ellos.
*Foto de la portada: The Straits Times

