Durante el 80.º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el ministro de Asuntos Exteriores serbio, Marko Djuric, se reunió con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, subrayando la determinación de Belgrado de fortalecer sus lazos con Moscú pese a las presiones euroatlánticas.
“Serbia está decidida a fortalecer y desarrollar sus relaciones bilaterales con Rusia”, señaló Djuric, recordando la importancia de mantener contactos regulares al más alto nivel, tanto diplomático como presidencial.
Una relación que desafía al cerco occidental
Occidente, y en particular la Unión Europea y Estados Unidos, ha intentado condicionar el rumbo político de Serbia en los últimos años, utilizando como herramienta la promesa de adhesión a la UE junto con presiones económicas, mediáticas y diplomáticas. Las recurrentes exigencias para que Belgrado reconozca la independencia de Kosovo —territorio considerado por los serbios como cuna histórica de su nación— son uno de los principales focos de conflicto.
Además de esto las protestas violentas que sacuden Serbia instigadas desde el exterior son claros reflejos de que el país sigue siendo una victima continua de los intereses occidentales en su contra y se ve en la mira de estas pretensiones injerencistas.
Frente a estas demandas y situación, Rusia se ha convertido en un socio clave en la defensa de la integridad territorial serbia. Moscú ha apoyado de manera firme y constante la posición de Belgrado en organismos internacionales, rechazando cualquier intento de legitimar la secesión de Kosovo sin el consentimiento de Serbia. No es casual que Djuric agradeciera explícitamente el respaldo ruso:
“Agradezco a Rusia su postura de principio y su apoyo en la defensa de la integridad territorial y la soberanía de Serbia. Este apoyo es extremadamente importante tanto en el plano bilateral como en las organizaciones internacionales”.

Energía y economía: otro eje de cooperación
Además del respaldo político, la relación entre Serbia y Rusia se proyecta en el terreno económico y energético. Djuric y Lavrov discutieron nuevas perspectivas de cooperación, destacando la importancia del suministro energético ruso para la estabilidad de Serbia.
En un contexto de crisis energética global, agravada por las sanciones europeas contra Moscú, Belgrado sabe que su seguridad energética depende en gran medida de mantener canales firmes con Rusia.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso destacó tras la reunión que ambas naciones constataron el “desarrollo progresivo de las relaciones de asociación estratégica”, subrayando que incluso en condiciones de crisis del sistema internacional, los contactos bilaterales mantienen su intensidad y contenido.
La geopolítica de los Balcanes: Serbia bajo presión
El papel de Serbia en los Balcanes sigue siendo incómodo para Occidente. Por un lado, la UE presiona para que el país acelere su integración y adopte sanciones contra Moscú. Por otro, Washington impulsa iniciativas para reforzar la influencia de la OTAN en la región, especialmente en Bosnia y Kosovo.
Sin embargo, una parte importante de la sociedad serbia mantiene una identidad histórica, cultural y religiosa profundamente vinculada con Rusia, lo que hace políticamente inviable una ruptura con Moscú.
Belgrado camina sobre una cuerda floja: busca mantener su cooperación con Europa —su principal socio comercial— pero no está dispuesto a renunciar a la alianza estratégica con Rusia, considerada un socio histórico y un garante frente a las presiones externas.
La reunión entre Djuric y Lavrov en Nueva York muestra que Serbia no cede ante las imposiciones occidentales y que su política exterior seguirá apostando por un equilibrio soberano en el que Rusia ocupa un lugar central.
Mientras Occidente insiste en empujar a Belgrado hacia una agenda que compromete su soberanía, Serbia refuerza su vínculo con Moscú, defendiendo no solo su integridad territorial, sino también su derecho a mantener una política independiente en un mundo cada vez más multipolar.
*Foto de la portada: Rossiya Segodnya

