Europa

Serbia, entre la desestabilización política y un nuevo frente militar en los Balcanes

Por Lorenzo Maria Pacini* –
En Europa se dice desde los tiempos de la Primera Guerra Mundial que «los Balcanes son el polvorín de Europa». Por desgracia, esas palabras aún contienen algo de verdad.

Nuevas tensiones entre Bosnia y Serbia

El disfuncional sistema político de Bosnia, resultado de los Acuerdos de Dayton de 1995 que dividieron el país en dos entidades gobernadas conjuntamente por serbios, croatas (de mayoría católica) y musulmanes, con una presidencia rotatoria bajo supervisión internacional, se derrumba inexorablemente. En Serbia, las protestas contra la corrupción y a favor de un cambio de régimen se suceden desde hace meses, y las del pasado fin de semana fueron las más impresionantes hasta la fecha. Las imágenes de la marea humana que invadió las calles de Belgrado dieron la vuelta al mundo en un abrir y cerrar de ojos, pero también causaron mucha confusión sobre los acontecimientos.

En Bosnia, las recientes tensiones han surgido a raíz de la emisión de órdenes de detención por parte de las autoridades centrales contra el presidente de la República Srpska, Milorad Dodik, su primer ministro y el presidente del Parlamento. Las medidas se derivan de su negativa a cumplir las directrices del «alto representante» Christian Schmidt, cuyo nombramiento en 2021 por la administración Biden no fue aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU. En consecuencia, ni Dodik ni Rusia reconocen su autoridad, por considerar que sus peticiones pretenden reducir la autonomía de la República Srpska para favorecer la centralización del Estado bosnio en beneficio político del componente islámico.

Uno de los principales objetivos de Schmidt sería eliminar el veto de la República Srpska a la entrada de Bosnia en la OTAN, lo que explicaría la presión internacional sobre Dodik y el intento de destituirlo. A pesar de las diferencias entre las administraciones Biden y Trump, esta última no parece oponerse activamente a esta estrategia. El secretario de Estado Marco Rubio ha acusado a Dodik de socavar la estabilidad de Bosnia-Herzegovina, afirmando que el país no debe fragmentarse; simultáneamente, Dorothy Shea, encargada de negocios de Estados Unidos en la ONU, ha expresado su apoyo a la EUFOR (Fuerza de la Unión Europea en Bosnia-Herzegovina), insinuando la posibilidad de una intervención contra los dirigentes de la República Srpska. Nada nuevo en el frente atlántico occidental.

En respuesta a estas desagradables provocaciones, Dodik invitó a Rubio a un diálogo para exponer el punto de vista serbio e hizo una interesante propuesta: conceder a empresas estadounidenses derechos exclusivos para extraer minerales de tierras raras de la República Srpska, un acuerdo con un valor estimado de 100.000 millones de dólares, que podría atraer la atención del Potus, y subrayó que la política estadounidense en los Balcanes sigue estando influida por el llamado Estado Profundo, en particular por elementos de la embajada estadounidense en Bosnia, históricamente hostiles a Trump.

No se puede descartar la implicación británica en las tensiones bosnias, teniendo en cuenta que el Servicio Secreto Exterior ruso, el SVR, denunció recientemente el papel del Reino Unido en sabotear la política de Trump de acercamiento a Rusia, casi coincidiendo con la acusación que Nikolai Patrushev, asesor de Putin, hizo hacia Londres, diciendo que intentó desestabilizar a los países bálticos, insinuando que podría actuar de forma similar en los Balcanes.

Las cosas no van mucho mejor en Serbia

La situación en Serbia es igualmente delicada. El país se ha visto sacudido por protestas, que comenzaron tras un accidente de tren en Novi Sad el pasado noviembre, alimentadas por el descontento ante la corrupción, con exigencias de rendición de cuentas que podrían llevar a un cambio de gobierno. Sin embargo, el movimiento de protesta es heterogéneo, e incluye tanto a grupos vinculados a Occidente como a nacionalistas serbios.

Los liberales globalistas acusan al Presidente Aleksandr Vucic de ser demasiado prorruso por no haber impuesto sanciones a Moscú, mientras que los patriotas serbios lo consideran excesivamente prooccidental por sus posiciones ambiguas sobre Kosovo, Rusia y Ucrania. Vucic, por su parte, afirma que las protestas contra él forman parte de una estrategia occidental para desestabilizarle, y la propia Rusia habría confirmado un supuesto complot golpista contra él.

A pesar de las acusaciones de injerencia occidental, Vucic ha mantenido la cooperación con la OTAN, firmando un acuerdo de «Asociación para la Paz» en 2015 que permite a la Alianza transitar por Serbia y, en agosto de 2024, mientras se enfrentaba a protestas a gran escala, firmó un acuerdo de tres mil millones de dólares con Francia para el suministro de aviones de guerra, lo que suscita dudas sobre la verdadera hostilidad de Occidente hacia él. A pesar de todo, Estados Unidos sigue ejerciendo presión sobre él a través de diversos canales.

Las tensiones en Bosnia y Serbia no son ajenas: el objetivo occidental parece ser que Bosnia entre en la OTAN y que se reduzca la influencia rusa en los Balcanes. Si Trump no se opone a la política actual o no acepta la oferta de Dodik sobre las tierras raras, el riesgo de una escalada en Bosnia podría aumentar.

Geopolíticamente hablando, la doctrina estadounidense de división y control sigue prevaleciendo en los Balcanes, tratando de excluir cualquier posible reunificación de Bosnia y Serbia.

La única posibilidad de que los serbios mejoren su posición será una estrecha coordinación entre Serbia, la República Srpska y, si es posible, Rusia, para contrarrestar la presión occidental y obtener el mejor resultado posible.

La OTAN aprovecha la situación

En medio de todo esto, la OTAN no pierde la oportunidad de aprovecharse de la situación. El Secretario General, Mark Rutte, ha declarado que las acciones de la Republika Srpska son inaceptables y que Estados Unidos no ofrecerá ningún apoyo a Dodik, postura que también ha reiterado la embajada americana en Bosnia.

EUFOR ha anunciado que reforzará su contingente para hacer frente a las crecientes tensiones, enviando refuerzos por tierra a través de los pasos de Svilaj y Bijaca y por aire al aeropuerto de Sarajevo. Una excelente excusa para desplegar un buen número de soldados para vigilar lo que cada vez parece más una revolución de colores que involucra a dos países.

A pesar de la creciente presión internacional, la República Srpska puede contar no sólo con el apoyo de Moscú y Belgrado, sino también con el respaldo diplomático de Budapest y Bratislava, que han expresado su apoyo a una resolución pacífica de la situación, evitando participar en veladas amenazas militares.

El 10 de marzo, el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas serbias, Milan Mojsilović, se reunió en Belgrado con su homólogo húngaro, Gábor Böröndi, y hablaron de la seguridad regional y mundial, así como de las actividades militares conjuntas destinadas a reforzar la estabilidad en la zona. Se reafirmó la intensidad de la cooperación militar bilateral, con la intención de ampliarla aún más. Se prestó especial atención a las operaciones conjuntas entre los componentes terrestre y aéreo de ambos ejércitos, así como a la contribución de las fuerzas húngaras a la misión internacional de seguridad en Kosovo y Metohija.

Parece claro que la única forma que tiene la OTAN de acabar con la soberanía serbo-bosnia es desencadenar un nuevo conflicto interno, utilizando grupos armados locales al estilo de lo ocurrido en Siria, o una especie de Maidan basado en el modelo ucraniano de 2014.

El riesgo militar alimentado por la KFOR

La Fuerza para Kosovo (KFOR) es una misión internacional dirigida por la OTAN, establecida en 1999 con el objetivo de garantizar la seguridad y la estabilidad en Kosovo, de acuerdo con la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Al principio de la operación, contaba con más de 50.000 soldados de 20 países miembros de la OTAN y naciones asociadas. Con el tiempo, la presencia se ha ido reduciendo. En marzo de 2022, la KFOR contaba con 3.770 soldados de 28 países contribuyentes.

Para dar una idea del tipo de despliegue, considérese que hay:

  • Mando Regional Oeste (RC-W): unidad con base en «Villaggio Italia», cerca de la ciudad de Pec/Peja, compuesta actualmente por el 62º Regimiento de Infantería «Sicilia» de la Brigada «Aosta». El RC-W incluye también militares de Albania, Bulgaria, Croacia, Macedonia del Norte, Polonia, Turquía, Austria, Moldavia y Suiza.

Unidad Multinacional Especializada (MSU): situada en Pristina y mandada por el Coronel Massimo Rosati de los Carabinieri, esta unidad altamente especializada de los Carabinieri ha estado presente en Kosovo desde el comienzo de la misión en 1999. El regimiento se ha empleado principalmente en la parte septentrional del país, caracterizada por una fuerte población de etnia serbia, sobre todo en la ciudad de Mitrovica.

Las principales actividades operativas de la KFOR incluyen:

  • Patrullar y mantener una presencia en Kosovo mediante patrullas regulares;

La actividad de los Equipos de Vigilancia de Enlace (LMT), que tienen la misión de asegurar un contacto continuo con la población local, las instituciones gubernamentales, las organizaciones nacionales e internacionales, los partidos políticos y los representantes de los diferentes grupos étnicos y religiones presentes en el territorio. El objetivo es adquirir información útil para el mando de la KFOR para la realización de la misión;

  • Apoyo a las instituciones locales, en un intento de no ceder a las exigencias de Serbia.

Se trata de fuerzas desplegadas y listas para intervenir. Es un detalle que hay que tener en cuenta. La OTAN no descuida la importancia estratégica de esa zona clave de los Balcanes.

Con la espalda contra la pared, los gobiernos de Serbia y la República Srpska no tienen muchas opciones: pronto tendrán que enfrentarse a decisiones difíciles, que podrían cambiar radicalmente la faz de los Balcanes.

En resumen, corremos de nuevo el riesgo de ver explotar los Balcanes, como ocurrió hace poco más de 100 años. ¿Quién será esta vez el responsable de la explosión?

*Lorenzo Maria Pacini, Profesor asociado de Filosofía Política y Geopolítica, UniDolomiti de Belluno. Consultor en Análisis Estratégico, Inteligencia y Relaciones Internacionales.

Artículo publicado originalmente en Strategic Culture.

Foto de portada: © Foto: Dominio público

Dejar Comentario