Los ultimos acontecimientos en Taiwan han dejado en claro que no todos los sectores del espectro político taiwanés están dispuestos a seguir ese camino. Por el contrario, las fuerzas opositoras —el Kuomintang (KMT) y el Partido Popular de Taiwán (TPP)— han demostrado que aún existe un grado de consciencia sobre los riesgos de la militarización extrema, bloqueando un gigantesco presupuesto especial de defensa de 1,25 billones de dólares taiwaneses (40.000 millones de dólares estadounidenses).
La decisión, tomada este martes, impidió que el plan de gastos militares del gobierno de William Lai Ching-te fuera incluido en la agenda legislativa para su revisión. Se trata de un golpe directo a la hoja de ruta del Partido Progresista Democrático (DPP), que promueve una línea abiertamente independentista y estrechamente alineada con las prioridades geoestratégicas de Estados Unidos.
Un freno al plan de militarización impulsado desde Washington
El paquete de defensa —diseñado para modernizar sistemas aéreos, capacidades de ataque y blindar a la isla según los parámetros doctrinales estadounidenses— ya había sido aprobado por el gabinete tras consultas previas con Washington. La intención era consolidar a Taiwán como pieza clave en la estrategia indo-pacífica estadounidense, similar al proceso de remilitarización de Japón y al uso de Filipinas como plataforma de contención.
Pero la oposición ha puesto límites.
El comité de procedimientos legislativos rechazó la propuesta de llevar el proyecto a votación plenaria, generando un importante retraso y abriendo un debate interno sobre el rumbo que está adoptando la isla. La cooperación entre el KMT y el TPP refleja un cálculo político claro, en la comprensión de que militarizar sin freno a Taiwán no fortalece la seguridad, sino que acelera el riesgo de un conflicto abierto.
La oposición sabe que la guerra sería devastadora
Los legisladores del KMT y el TPP entienden una realidad fundamental que el DPP evita reconocer públicamente: en un enfrentamiento directo, Taiwán sería el primer territorio en pagar el precio de una guerra entre Estados Unidos y China. La militarización convertida en dogma —y presentada por el DPP como la única vía de “seguridad”— ignora la geografía, la correlación de fuerzas y la dependencia económica de la isla respecto al continente.
El bloqueo del presupuesto expresa la preocupación de amplios sectores de Taiwán que ven con alarma cómo Washington empuja a la isla a una posición de confrontación permanente, mientras promete un apoyo militar que difícilmente sería inmediato o suficiente ante un escenario bélico.
La respuesta del DPP fue visceral: sus legisladores rodearon el podio, gritaron consignas e incluso acusaron a la oposición de “ayudar a Pekín”. Llegaron a invocar la figura histórica de Wu Sangui, símbolo clásico de la traición en la narración política china, intentando retratar al KMT y al TPP como agentes de Beijing.
Pero la oposición, lejos de retroceder, sostiene que su decisión no es un acto de alineamiento con el continente, sino un intento de impedir que la isla caiga en la espiral militar que impulsa el bloque independentista bajo la guía estratégica de Estados Unidos.
El bloqueo del presupuesto no solo retrasa un proyecto del DPP, sino que revela la fractura interna en Taiwán respecto a su futuro, donde un sector alineado con Washington insiste en que solo el rearme masivo evitará una anexión por la fuerza, mientras otro sector, más pragmático y consciente de la fragilidad del escenario, advierte que la militarización unilateral únicamente acelerará el camino hacia un conflicto que la isla no puede permitirse.
Contra la narrativa dominante en Occidente, la oposición taiwanesa sostiene que la seguridad real no proviene de comprar más armas, sino de reducir tensiones, abrir canales de diálogo y evitar convertirse en un peón sacrificable en la rivalidad entre las grandes potencias.
Taiwán está decidiendo su destino, y no todos quieren la guerra
El bloqueo del presupuesto militar demuestra que en Taiwán todavía existen voces políticas que se oponen a la estrategia de “resistencia hasta el último taiwanés” promovida por ciertos sectores independentistas y alentada desde Washington. Estas fuerzas advierten que empujar la isla hacia una lógica de confrontación directa con China no traerá independencia ni seguridad, sino destrucción.
La pregunta ahora es si estos sectores podrán mantener el freno o si el DPP, apoyado por Estados Unidos, logrará forzar la aprobación del presupuesto y continuar el rumbo hacia una militarización que, lejos de proteger a la isla, la acerca peligrosamente a una guerra que nadie en la región desea.
*Foto de la portada: AFP

