La propuesta de Vladímir Putin de una Gran Cooperación Euroasiática es un ambicioso proyecto destinado a integrar económica, política y militarmente a las naciones de Eurasia.
Este concepto tiene como objetivo armonizar las diversas dinámicas y organizaciones regionales que convergen en Asia Central, construyendo un espacio de estabilidad, seguridad y desarrollo, mientras se aísla la influencia desestabilizadora de Occidente.
Asia Central es un punto neuralgico de conexión entre Europa y Asia. Sus vastos recursos naturales, su ubicación estratégica como cruce de rutas comerciales y su diversidad cultural la convierten en un área de alta relevancia geopolítica. Rusia, consciente de esta importancia, ha trabajado para consolidar su influencia en la región, promoviendo un modelo de cooperación regional basado en el principio de “seguridad indivisible”.
Para Moscú, la estabilidad de Asia Central es esencial no solo para evitar conflictos que puedan afectar su periferia sur, sino también para contrarrestar los intentos de fragmentación interna promovidos por actores externos. En este sentido, las palabras de Putin han sido claras: “La cooperación entre Eurasia debe ser armoniosa, evitando competencias innecesarias y creando una arquitectura estratégica basada en beneficios mutuos”.

La visión estratégica detrás de la Gran Cooperación Euroasiática
En el centro de esta visión está Asia Central, una región clave debido a su ubicación geográfica, que conecta Europa, Asia del Este y el subcontinente indio. Este cruce de rutas comerciales, combinado con la riqueza en recursos naturales y su relevancia cultural, hace de Asia Central una prioridad para Moscú.
Para Rusia, garantizar la estabilidad de esta región no es solo un imperativo económico, sino una necesidad de seguridad nacional. La inestabilidad en Asia Central podría tener efectos adversos directos en las fronteras rusas, especialmente a través de fenómenos como el terrorismo, el extremismo religioso y el tráfico de drogas todas ellas herramientas comunes de occidente que tienen como fin el debilitamiento del estrato social y por ende la caída de la base de todo estado el pueblo.
Por este motivo, Putin plantea que la cooperación entre los estados de Eurasia debe ser integral y orientada a evitar competencias internas que puedan ser aprovechadas por actores externos hostiles.
La idea de una Gran Cooperación Euroasiática también está diseñada para abordar un desafío histórico: la fragmentación y rivalidad que tradicionalmente han caracterizado las relaciones entre las potencias de Eurasia.
Desde Moscú, se busca establecer un marco en el que las iniciativas regionales –como la Unión Económica Euroasiática (UEEA), la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y el proyecto de la Franja y la Ruta liderado por China– no compitan entre sí, sino que se complementen y refuercen mutuamente.

La exclusión de actores hostiles y la consolidación de un espacio multipolar
Un aspecto clave de la Gran Cooperación Euroasiática es la exclusión de influencias externas consideradas hostiles, particularmente las de Estados Unidos y la Unión Europea. Desde la perspectiva rusa, estas potencias han utilizado históricamente a Asia Central como un espacio para erosionar la influencia de Moscú, ya sea mediante la promoción de cambios de régimen, la financiación de movimientos opositores/terroristas o la creación de tensiones entre los países de la región.
Para contrarrestar estas tácticas, Rusia propone un modelo de cooperación ganar-ganar que fortalezca la soberanía de los estados de Asia Central. Este enfoque no solo busca limitar la injerencia occidental, sino también evitar que las potencias regionales, como China o India, perciban las iniciativas rusas como un intento de hegemonía.
De hecho, la clave del éxito de esta estrategia radica en su capacidad para equilibrar los intereses de múltiples actores, promoviendo la integración sin socavar la autonomía de ninguno de ellos.
En la política exterior rusa, la exclusión de actores hostiles en Asia Central no es solo un objetivo estratégico, sino una necesidad para garantizar la estabilidad de una región clave en el tablero geopolítico mundial. Este enfoque sumamente importante parte de la percepción de Moscú de que Estados Unidos y sus aliados occidentales han buscado, desde el colapso de la Unión Soviética, influir en Asia Central para debilitar a Rusia y fragmentar su entorno de seguridad.
La consolidación de un espacio multipolar en Eurasia, libre de la intervención de potencias extranjeras, es esencial para contrarrestar estas dinámicas y construir un orden regional basado en la cooperación, la soberanía y el desarrollo mutuo.
Desde el punto de vista ruso, la política de Estados Unidos y la Unión Europea hacia Asia Central ha sido sistemáticamente desestabilizadora. A través de diversas tácticas, como el apoyo a organizaciones no gubernamentales, la promoción de cambios de régimen y el fomento de conflictos internos, Washington y Bruselas han intentado socavar la seguridad de Rusia en esta región estratégica.
Un ejemplo paradigmático de esta estrategia es el uso de revoluciones de colores en el espacio postsoviético, como las ocurridas en Ucrania y Georgia, que en el contexto de Asia Central podrían ser replicadas para instalar gobiernos prooccidentales.
Para Rusia, estas acciones no solo son una amenaza directa a su influencia, sino también un peligro para la estabilidad regional. Asia Central, con su diversidad étnica, religiosa y política, es particularmente vulnerable a las tensiones internas que pueden ser exacerbadas por la injerencia extranjera.
Por ello, Moscú ha trabajado para fortalecer las estructuras de gobernanza en los países de la región, promoviendo la estabilidad y reduciendo las posibilidades de intervención externa.
Uno de los mecanismos clave para contrarrestar la influencia occidental ha sido la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una alianza militar liderada por Rusia que incluye a varios países de Asia Central. A través de la OTSC, Moscú ha podido coordinar ejercicios militares conjuntos, compartir inteligencia y establecer un marco de cooperación en seguridad que limita la capacidad de intervención de actores externos.
Además, Rusia ha reforzado su presencia militar en países como Tayikistán y Kirguistán, utilizando bases estratégicas para garantizar la seguridad regional frente a amenazas externas e internas.
Seguridad y desarrollo como pilares fundamentales
La seguridad y el desarrollo económico son los dos pilares fundamentales sobre los que se construye la Gran Cooperación Euroasiática. En términos de seguridad, Rusia ha fortalecido su cooperación con los estados de Asia Central a través de mecanismos como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
Estas alianzas permiten abordar amenazas comunes, desde el terrorismo hasta la inestabilidad en Afganistán, mediante esfuerzos conjuntos que incluyen ejercicios militares y el intercambio de inteligencia.
En cuanto al desarrollo, Moscú ha utilizado la UEEA para promover la integración económica, facilitando el comercio y la inversión entre sus miembros. Al mismo tiempo, Rusia trabaja en coordinación con iniciativas como la Franja y la Ruta de China para desarrollar proyectos de infraestructura que conecten a Asia Central con otros mercados globales. Esto no solo refuerza la estabilidad regional, sino que también proporciona a Rusia una plataforma para consolidar su liderazgo en Eurasia.
La Gran Cooperación Euroasiática representa una apuesta estratégica de Rusia para transformar a Asia Central en un pilar de estabilidad y prosperidad en Eurasia. Mediante la armonización de intereses y la exclusión de actores hostiles, Moscú busca no solo proteger sus propios intereses, sino también construir un modelo de integración que sirva como ejemplo de cooperación multipolar en el siglo XXI.
La exclusión de actores hostiles no implica un aislamiento de Asia Central, sino la construcción de un sistema de alianzas regionales que refuercen la independencia y soberanía de los países de la región. En este sentido, Rusia ha promovido la integración económica y política a través de iniciativas como la Unión Económica Euroasiática (UEEA) y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
La UEEA, liderada por Moscú, busca crear un espacio económico común que facilite el comercio y la inversión entre sus miembros, reduciendo la dependencia de mercados externos y fortaleciendo las economías locales. Este enfoque ha permitido a los países de Asia Central diversificar sus economías y reducir su vulnerabilidad a las presiones de actores externos.
Por su parte, la OCS, que incluye a potencias como China e India, proporciona un marco multilateral para abordar problemas comunes, como el terrorismo, el narcotráfico y la inestabilidad política. La cooperación en seguridad dentro de la OCS complementa los esfuerzos de la OTSC, creando un sistema de seguridad integral que refuerza la estabilidad regional.

El concepto de seguridad indivisible
La exclusión de actores hostiles y la consolidación de un espacio multipolar también están fundamentadas en el concepto ruso de seguridad indivisible. Este principio sostiene que la seguridad de un país no puede lograrse a expensas de la seguridad de otro. Aplicado a Asia Central, esto implica que las iniciativas de cooperación deben beneficiar a todos los países de la región y no generar tensiones o rivalidades internas.
Para Moscú, la seguridad indivisible es esencial para prevenir la fragmentación de Asia Central, un objetivo clave de las potencias occidentales. La inestabilidad en esta región no solo afectaría a Rusia, sino también a otros actores como China, Irán y Turquía, socavando la construcción de un orden multipolar en Eurasia.
Por ello, Rusia ha promovido el diálogo y la cooperación entre los países de Asia Central, trabajando para resolver disputas fronterizas y fomentar relaciones de confianza.
Por lo cual la exclusión de actores hostiles en Asia Central y la consolidación de un espacio multipolar están diseñadas para crear un orden regional estable y autosuficiente. Este modelo no solo beneficia a Rusia, sino también a los países de la región, que pueden desarrollar sus economías y fortalecer su soberanía sin las presiones externas de potencias occidentales.
La propuesta de Putin de una Gran Cooperación Euroasiática es un reflejo de este enfoque, buscando integrar a todos los actores relevantes en un sistema de cooperación que priorice la estabilidad y el desarrollo.
Al excluir a actores hostiles y promover la armonización de intereses, Rusia no solo asegura su influencia en Asia Central, sino que también sienta las bases para un modelo de gobernanza multipolar que podría servir de ejemplo para otras regiones del mundo.
La estrategia de exclusión de actores occidentales y la construcción de un espacio multipolar en Asia Central representan un pilar fundamental de la política exterior rusa.
Al fortalecer las alianzas regionales, promover la seguridad indivisible y trabajar en cooperación con actores como China, Moscú busca transformar a Asia Central en un bastión de estabilidad y desarrollo en el siglo XXI, alejándola de las injerencias desestabilizadoras de Occidente.
Tadeo Casteglione*. Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.
Foto de portada: Atlantic Council