Sin embargo, en este contexto de caos y fragmentación, Rusia ha emergido como un actor clave con un enfoque diferente al de las potencias occidentales y los actores regionales.
Lejos de fomentar divisiones o imponer soluciones unilaterales, Moscú se ha posicionado como un mediador dialogante que busca construir puentes entre las diversas facciones enfrentadas. Este rol estabilizador se refleja tanto en su acercamiento al gobierno central de Salvación Nacional (huties) en Sana como en sus esfuerzos por reabrir su consulado en la ciudad portuaria de Adén en 2025, fortaleciendo el diálogo con el gobierno del sur.
El Rol Mediador de Rusia en Yemen
Desde el inicio del conflicto en Yemen en 2014, la guerra civil impuesta desde el exterior ha dejado una huella de destrucción en el país más pobre de la península arábiga. La guerra ha enfrentado al gobierno central de Salvación Nacional, controlado por los hutíes y apoyado por el eje de la resistencia, contra una coalición de actores respaldados por Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.
Entre estos actores se encuentran las fuerzas del Consejo de Transición del Sur, que buscan una mayor autonomía de Yemen del Sur, y el gobierno en exilio con sede en Riad. Este intrincado tablero ha dificultado cualquier esfuerzo por alcanzar una paz duradera.
En este contexto, Rusia ha optado por una diplomacia que prioriza el diálogo inclusivo. Moscú ha mantenido relaciones tanto con el gobierno de Salvación Nacional en Sana, liderado por los hutíes, como con el gobierno en el sur, además del gobierno en exilio apoyado por Arabia Saudí. Esta política de neutralidad ha permitido a Rusia evitar ser percibida como un actor parcial, lo que le ha brindado una oportunidad única para actuar como mediador en un conflicto que ha polarizado a la región.
La Reapertura del Consulado en Adén
Uno de los desarrollos más significativos en la política rusa hacia Yemen es la reciente anunciada reapertura de su consulado en la ciudad de Adén planificada para el año 2025. Esta ciudad, ubicada en el sur del país, es un bastión del Consejo de Transición del Sur y un punto estratégico clave en el conflicto.
La decisión de Moscú de restablecer su presencia diplomática en esta región refleja no solo su interés por mantener una relación fluida con todas las partes en el conflicto, sino también su reconocimiento de la importancia de Yemen del Sur en cualquier solución política futura.
La reapertura del consulado ruso en Adén subraya el compromiso de Rusia con el diálogo y la búsqueda de una solución pacífica que tenga en cuenta las aspiraciones de todos los actores yemeníes. En lugar de imponer una única visión para el futuro del país, Rusia busca facilitar un acuerdo consensuado que permita a Yemen transitar hacia la estabilidad sin la intervención militar o la injerencia externa que ha caracterizado el enfoque de otras potencias.

Las Visitas y Reuniones en Moscú
Durante el último año, Rusia ha recibido varias delegaciones de alto nivel de diferentes facciones yemeníes en Moscú. Estas visitas han sido un componente crucial de la estrategia diplomática de Rusia en Yemen, permitiendo a Moscú posicionarse como un interlocutor fiable para todas las partes en conflicto.
Tanto el gobierno central de Sana como representantes del gobierno del sur y del gobierno en exilio en Arabia Saudí han viajado a la capital rusa para participar en reuniones importantes con funcionarios rusos.
Estas reuniones reflejan el enfoque incluyente de Rusia, que reconoce que una solución pacífica en Yemen solo puede lograrse mediante la participación de todas las partes interesadas.
A diferencia de otras potencias que se han alineado estrictamente con una facción u otra, Rusia ha trabajado para construir una plataforma de diálogo que permita a los actores yemeníes llegar a un acuerdo común.
Rusia y su Papel en la Geopolítica de Oriente Medio
El conflicto en Yemen no puede verse de manera aislada. Está profundamente entrelazado con las dinámicas geopolíticas más amplias de Oriente Medio, donde las potencias regionales como Arabia Saudí e Irán buscan ampliar su influencia, y donde actores globales como Estados Unidos y Rusia tienen intereses estratégicos.
En este sentido, la intervención de Rusia en Yemen es parte de un enfoque más amplio que busca estabilizar la región mediante el fomento del diálogo y la cooperación.
Rusia ha logrado mantener relaciones estratégicas tanto con Irán como con Arabia Saudí, lo que le permite actuar como un intermediario creíble en el conflicto yemení.
Además, su apoyo al proceso de paz en Siria y su capacidad para dialogar con una variedad de actores en el escenario regional, desde Israel hasta los palestinos, refuerzan su imagen como una potencia que busca soluciones multilaterales en lugar de imponer su voluntad.
Un Enfoque Contrastante
Mientras las potencias occidentales continúan aplicando la vieja técnica del “divide y vencerás” en Asia Occidental, fomentando rivalidades entre facciones, promoviendo conflictos sectarios y exacerbando divisiones internas, Rusia y China están implementando un enfoque diametralmente opuesto.
En lugar de profundizar en las fracturas políticas y sociales que ya existen en la región, estas dos potencias emergentes están construyendo un modelo basado en el diálogo, la cooperación económica y el respeto a las soberanías nacionales. Este contraste no es solo una diferencia en tácticas, sino una divergencia fundamental en cómo estas potencias ven el futuro de la región y su propio papel en él.
El conflicto en Yemen es un ejemplo elocuente de este enfoque diferenciado. Mientras Occidente, encabezado por Estados Unidos y sus aliados regionales, ha respaldado coaliciones militares y ha fomentado la intervención armada, Rusia ha preferido actuar como mediador, manteniendo relaciones abiertas tanto con el gobierno central de Salvación Nacional en Sana como con el Consejo de Transición del Sur y el gobierno en exilio respaldado por Arabia Saudí.
Esta política de diálogo es consistente con la visión más amplia que Rusia y China han articulado para la región, una visión que promueve la cooperación, la integración económica y la estabilidad política como los pilares fundamentales para la paz duradera.
La posición de Rusia en Yemen, por tanto, no debe ser entendida como un acto aislado o una simple táctica diplomática. Es parte de un marco geopolítico más amplio en el que Moscú, junto con Pekín, busca fomentar la estabilidad mediante el desarrollo de rutas económicas y políticas inclusivas, como parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Corredor Norte-Sur y a través de acuerdos multilaterales que involucren a actores clave en la región.

El modelo ruso-chino (con sus claras diferencias internas) de cooperación regional contrasta de manera clara con las políticas occidentales que, desde hace décadas, se han basado en la fragmentación de los países árabes y musulmanes para asegurarse una influencia a largo plazo.
Esta estrategia ha sido utilizada en Irak, Siria, Libia y, por supuesto, Yemen, donde el conflicto se ha prolongado en gran medida debido a la intervención extranjera que ha buscado crear estados fallidos y dependientes. En contraste, Rusia y China han insistido en que la soberanía y la autodeterminación de los pueblos de la región son elementos clave para una paz duradera.
Por lo tanto, el rol de Rusia en Yemen no solo tiene que ser entendido como un esfuerzo por resolver un conflicto específico, sino como parte de un enfoque más amplio que desafía directamente el statu quo de dominación y manipulación que las potencias occidentales han aplicado en Medio Oriente.
La implicación de China en la región, especialmente a través de sus proyectos de infraestructura y rutas comerciales, refuerza esta visión. La Iniciativa de la Franja y la Ruta y la Operación Félix de reconstrucción, que abarca gran parte de Asia y Medio Oriente, busca integrar a los países de la región en una red de comercio y desarrollo que promueva la cooperación en lugar de la competencia destructiva.
Yemen, con su ubicación estratégica en el estrecho de Bab el-Mandeb, es una pieza clave en este tablero, y tanto Rusia como China reconocen la importancia de un Yemen pacificado y estable para el éxito de sus proyectos a largo plazo.
En este sentido, la política rusa hacia Yemen debe entenderse como parte de una estrategia de construcción de paz que involucra no solo a actores yemeníes, sino también a actores regionales clave, como Arabia Saudí e Irán, que han tenido roles antagónicos en el conflicto.
Mientras que Estados Unidos y sus aliados han fomentado alianzas militares que prolongan el conflicto, Rusia ha trabajado para acercar a estos actores a la mesa de negociaciones, reconociendo que solo un acuerdo inclusivo puede garantizar una paz duradera.
Este enfoque no solo busca solucionar el conflicto inmediato en Yemen, sino también sentar las bases para un orden internacional más equilibrado y multipolar, donde las potencias regionales puedan desarrollarse sin la injerencia destructiva de actores externos.
La región de Asia Occidental se encuentra en un punto de inflexión. Las potencias occidentales continúan utilizando las herramientas del pasado —la división, el conflicto sectario y la intervención militar— para mantener su hegemonía. Sin embargo, el enfoque de Rusia y China, centrado en el diálogo y la cooperación con el llamado Sur Global, ofrece una alternativa que podría reconfigurar el panorama geopolítico de la región. Yemen, como uno de los conflictos más sangrientos y prolongados de los últimos tiempos, es un campo de prueba crucial para este nuevo enfoque.
El éxito del rol de Rusia en Yemen dependerá de su capacidad para seguir construyendo consensos entre las diversas facciones yemeníes y sus patrocinadores regionales, así como de su habilidad para integrar a Yemen en los proyectos económicos más amplios que China está desarrollando en la región.
Si Rusia logra mediar una solución inclusiva y pacífica en Yemen, no solo contribuirá a la estabilidad de este país devastado por la guerra, sino que también consolidará su posición como una potencia estabilizadora en Asia Occidental, desafiando el modelo de dominación y división que Occidente ha aplicado durante décadas.
Esta diplomacia amplia y sustantiva, basado en el diálogo y el respeto a las soberanías nacionales, es el único camino viable hacia una paz duradera en Yemen y en la región en general.
Tadeo Casteglione*. Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.
Foto de portada: The Cradle
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