Este miércoles los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Brasil, Jair Bolsonaro, se reunieron en Moscú. En medio de las tensiones en el este europeo por las constantes advertencias de Occidente acerca de una invasión rusa a Ucrania que finalmente no sucedió, Bolsonaro viajó a Moscú tras ignorar los esfuerzos de la embajada norteamericana en el país para que desistiera de la visita.
La agenda había sido marcada meses atrás y la intención era discutir cuestiones de cooperación agropecuaria y fertilizantes. Rusia es un líder mundial en este campo, y la pandemia interrumpió las cadenas de producción, elevando los precios internacionales. Consultado acerca del motivo del viaje, Bolsonaro dijo que el interés de Brasil eran los fertilizantes rusos utilizados en el país y que cuestiones relacionadas a las tensiones en la frontera rusa con Ucrania no serían abordadas en el encuentro, a menos que Putin introdujera el tema.
Al llegar a Rusia, Bolsonaro prestó homenaje en el monumento Tumba del Soldado Desconocido, en el Jardín de Alejandro, junto al Kremlin, visita protocolar de cada mandatario que hace una visita oficial al país. El monumento recuerda a los soldados soviéticos que murieron durante la Segunda Guerra Mundial.
En los momentos previos a la reunión, Putin destacó que pese a todas las restricciones que supuso la pandemia de covid-19, el intercambio comercial con Brasil creció en un 87 %, y señaló que Brasil es «uno de los principales, incluso se puede decir que el principal socio comercial y económico» de Rusia en Latinoamérica.
Tras un encuentro de dos horas, ambos mandatarios afirmaron que las negociaciones transcurrieron «en un ambiente de cordialidad y confianza mutua». «Durante el intercambio de opiniones sobre asuntos globales y regionales se constató que las posturas de Rusia y Brasil son cercanas o coinciden en muchos temas», indicó Putin en una rueda de prensa después del encuentro.
Los dos reiteraron su intención de reforzar la cooperación estratégica, ampliar el diálogo político y aumentar el nivel de las relaciones bilaterales «sobre la base del respeto a la soberanía, el derecho internacional y los principios del Estado de derecho», destacando «el desarrollo dinámico» de la colaboración bilateral en materia de la agricultura, energía, defensa, medioambiente, ciencia, tecnologías, educación y cultura.
Presión de EEUU
El encuentro entre Putin y Bolsonaro tuvo varios detractores tanto en Brasil como en Estados Unidos. Figuras como el ex ministro de Relaciones Exteriores de Brasil Ernesto Araujo criticaron el momento de la visita del mandatario brasileño. A su vez, hubo presión de parte de Estados Unidos, que actualmente aparece enfrentado a Rusia por el avance de la OTAN hacia el este europeo e insiste en una invasión rusa a Ucrania que hasta el momento no se concretó.
Las presiones se dieron ante la lectura de que el viaje de Bolsonaro a Rusia podría enviar un mensaje al mundo de que Brasil respalda a Putin en relación a la situación en Ucrania y que el gobierno brasileño es indiferente a las amenazas de invasión fogoneadas por Estados Unidos.
Brasil es actualmente un aliado militar extraoficial de la OTAN, un estatus garantizado por Estados Unidos en la administración del republicano Donald Trump. El año pasado, bajo el mandato del demócrata Joe Biden, los estadounidenses aprobaron que Brasil se convirtiera en socio global de la alianza, lo que aumentaría aún más el acceso de las Fuerzas Armadas brasileñas a las armas y al entrenamiento.
En declaraciones a la BBC News, el ex embajador estadounidense en Brasil Melvyn Levitsky afirmó que «no es posible que Brasil ignore el significado simbólico de este viaje. No es el momento de discutir las relaciones bilaterales con Rusia mientras amenazan con invadir a su vecino. Por supuesto que Estados Unidos no está contento con el plan, y los europeos tampoco, porque sugiere una falta de respeto por las reglas del juego internacional, que Brasil solía defender históricamente»,
Si bien el gobierno de Bolsonaro desde sus inicios ha demostrado una sumisión a la voluntad de Estados Unidos, con la llegada al poder de los demócratas y la negativa del presidente norteamericano Joe Biden de reunirse personalmente con Bolsonaro, las relaciones entre ambos países no pasan por su mejor momento. El hecho de que el brasileño apueste en la tesis de Trump de que las elecciones de 2020 fueron fraudulentas y que él habría vencido, es uno de los motivos de dicha distancia.
Algunos analistas evalúan que la falta de un gesto diplomático de parte de Biden hacia la figura de Bolsonaro, facilitaron la decisión del brasileño de buscar aliados incluso entre los enemigos de occidente.
La visita a Putin también puede ser vista en el marco de la alianza que el ruso tenía con el ex presidente norteamericano Donald Trump. Por ser Bolsonaro un reconocido admirador del norteamericano, la inclinación a estrechar relaciones con Rusia en un momento de aislamiento internacional que sufre el país resultó en una buena estrategia que también supo capitalizar políticamente entre su electorado.
En su llegada a Moscú, el presidente brasileño posteó en sus redes la noticia acerca de la decisión de Rusia de retirar algunas de sus tropas de la frontera con Ucrania. Posteriormente en conferencia de prensa, Bolsonaro llegó a deslizar que “por coincidencia o no”, el hecho ocurrió tras su llegada, dando a entender que su presencia podría haber influido en la decisión del presidente ruso.
Dicho gesto ganó una gran repercusión entre los simpatizantes del brasileño, quienes comenzaron una campaña de divulgación de noticias falsas acerca de la intervención de Bolsonaro para impedir la tercera guerra mundial, algo que llegó a ser negado por las principales cadenas de noticias de Brasil. Algunos ex ministros, como Ricardo Salles de Medio Ambiente, replicaron la noticia y luego salieron a explicar que se trataba de una broma.
Tras la visita a Putin, Bolsonaro pasó por Hungría, donde se encontró con su par, el ultraderechista Victor Orban, a quien llamó hermano por “compartir valores comunes”.
El encuentro entre Bolsonaro y Putin no dejó grandes definiciones pero sirvió a ambos mandatarios para sus diferentes objetivos. Por el lado del brasileño, el viaje oficial a Rusia ayudó a construir una imágen de estadista entre su base más radicalizada de cara a un año electoral que hasta el momento lo aleja de un segundo mandato. Por el lado de Putin, la visita de Bolsonaro ayudó a mostrar una fuerte presencia de Rusia en América Latina donde ya existen acuerdos con Nicaragua, Cuba y Venezuela.
Sin grandes definiciones y con poca relevancia internacional, el encuentro entre ambos líderes sirvió fundamentalmente para incomodar a Estados Unidos en medio de las tensiones en el este europeo y los intentos de Occidente de aislar a Rusia.
*Ana Dagorret es periodista de política internacional y parte del equipo de PIA Noticias con base en Río de Janeiro. Es co-autora del Manual breve de geopolítica.