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Rebelión MAGA contra la injerencia israelí: El impacto del caso Epstein

Por Leila Bitar*. –
El manejo del caso del financista Jeffrey Epstein ha despertado un malestar creciente en la base de apoyo de Donald Trump, que empieza a cuestionar abiertamente la influencia del lobby israelí en la política estadounidense.

La democracia de los lobbies

No es novedoso que en Estados Unidos el dinero sea prácticamente el único factor que determine la arquitectura de poder político. Para ganar una elección en una de las “mayores democracias del mundo” hay que recaudar millones, lo que implica que cada candidato debe, antes que competir por el voto popular, asegurarse el respaldo financiero de intereses particulares. Es aquí donde entra en escena un aceitado mecanismo de lobbies que funciona a través de los conocidos “comités de acción política” (PAC por sus siglas en inglés).

Estas organizaciones privadas que buscan intervenir en las iniciativas del Congreso se convierten año tras año, en poderosas palancas de poder político. Pero hay una que da la nota por su crecimiento exponencial: El Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel (AIPAC). El principal lobby pro-Israel fundado en 1954, en un contexto marcado por hechos como la masacre israelí de Qibya, surgió en base a la necesidad del Estado hebreo de justificar sus actos ante la opinión pública norteamericana.

Pero fue recién en 2021 cuando la organización dio un paso decisivo que hasta el día de hoy está reconfigurando el sistema de poder político en Estados Unidos: dejó de ser un comité con influencia relativa, para convertirse abiertamente en un financista directo de campañas electorales. Es decir, pasó de tener capacidad de injerencia en la toma de decisiones de congresistas ya electos, a seleccionar casi de forma directa a quiénes ocupan las bancas en ambas cámaras.

El objetivo es evitar que lleguen al parlamento candidatos que hayan osado criticar el genocidio en Gaza o exhiban, aunque sea un mínimo atisbo de rechazo a la matanza indiscriminada de civiles palestinos.

No hace falta desarrollar una investigación exhaustiva para sostener lo hasta aquí expuesto, ya que es la propia AIPAC que se vanagloria en su página web del nivel de injerencia en el país: “Apoyamos a 361 candidatos demócratas y republicanos pro-Israel en 2024 con más de $53 millones en apoyo directo a través de AIPAC” (1). Una declaración que sugiere que al menos el 70 % de congresistas recibió su respaldo financiero, ya sea de forma directa o a través de sus socios.

En la misma línea, Opensecrets, reportó que la AIPAC fue por lejos el lobby con mayor capacidad de financiamiento en las últimas elecciones de 2024, a través del “Proyecto de Democracia Unida” (UDP); la organización “desembolsó casi 61 millones de dólares durante el último ciclo electoral. En 2023 y 2024, el UDP recibió sumas millonarias de más de un puñado de donantes multimillonarios. Gran parte de sus gastos se destinó a campañas publicitarias y mediáticas que no mencionaron el tema de Israel”. (2)

La estrategia en este escenario ya no es justificar lo injustificable ni hacer un lavado de cara de un gobierno aliado, sino financiar a candidatos que no obstruyan la injerencia israelí en la política interna norteamericana ni modifiquen la dinámica de dicha alianza.

Todo se reduce a evitar que lleguen a espacios de poder personajes incómodos para el gobierno israelí, ya sea porque cuestionan la ocupación o el envío de armamento. Por eso no es relevante si se financia a demócratas con agendas “woke” o a republicanos pro-armas y anti-migrantes, siempre y cuando nadie critique ni ponga el foco en la esencia del vínculo estratégico entre EEUU e Israel. La prioridad del lobby es proteger el consenso bipartidista de apoyo, por encima de cualquier posición ideológica.

La maquinaria de financiamiento israelí sigue expandiéndose justo cuando los crímenes en Gaza se vuelven cada vez más evidentes e indefendibles. Las imágenes desgarradoras de palestinos entre los escombros, ahora también mostrando signos claros de desnutrición por el bloqueo impuesto por Israel, se viralizan en redes sociales y empiezan a resonar entre los estadounidenses.

Por eso no es de extrañar que a medida que aumenta el rechazo, también se observe un incremento del dinero aportado por AIPAC a las campañas electorales en EEUU. Los datos indican que en 2022 (ciclo 2021–2022) el lobby gastó aproximadamente $17,2 millones, mientras que en 2023–2024 aumentó su presupuesto a alrededor de $44,7 millones. Los números reflejan un incremento de más del 160 % solo en donaciones directas a candidatos, entre ambos ciclos. (3)

A pesar de la millonaria inversión, las encuestas indican que la percepción generalmente positiva de Israel en la sociedad norteamericana empieza a caer; Según Pew Research en marzo‑abril 2025, un 53 % de los estadounidenses tiene una opinión desfavorable de Israel, frente al 42 % de marzo 2022; entre los demócratas ese porcentaje llega al 69 %, mientras que entre republicanos es del 37 %. El descontento es más marcado entre los jóvenes donde la tendencia crítica crece sostenidamente. (4)

Chicago Council on Global Affairs / Ipsos realizó un estudio entre abril‑mayo 2025, y arrojó resultados que marcan los mismos síntomas: “Los estadounidenses otorgan a Israel una tibia calificación de 50 en una escala de 0 a 100, donde 100 representa la calificación más favorable. Esta es la calificación más baja que Israel ha recibido en las encuestas del Consejo desde 1978”. En esa misma línea, el informe señala que “ahora, más estadounidenses afirman que Israel está desempeñando un papel negativo en la solución de los desafíos clave que enfrenta el Medio Oriente (61%) que hace un año (54%)”.

El caso Mamdani

Pero tal vez, uno de los indicadores más reveladores del humor social fueron las primarias del Partido Demócrata en Nueva York, que a fines de junio pasado dieron como ganador a Zohran Mamdani, un concejal de 33 años que se define como musulmán y progresista. Si bien su campaña se focalizó en brindar propuestas coherentes con las demandas de la clase trabajadora local, es, además, una de las pocas voces críticas a Israel dentro del partido demócrata.

Al respecto, César Vidal, periodista estadounidense español radicado en Florida, explicó que el resultado de las primarias fue una sorpresa para “la ciudad con la comunidad judía más grande del continente”. “Es un terremoto que un musulmán gane las primarias en Nueva York que en tono de burla es llamada por algunos como ‘Jew York’ por el enorme control que tienen los lobbies judíos sobre la ciudad y el estado neoyorkino; es algo absolutamente increíble”.

Y remarcó que Mamdani “ganó con el voto de la comunidad negra, hispanos y otros grupos que creen en el programa social que él presenta; habla de controlar el precio de los alquileres en una ciudad donde el mercado de la vivienda lo controlan los judíos”.

En ese sentido, aseguró que “a los lobbies israelíes les va a costar muchísimo más dinero estas elecciones si quieren apostar a que Mamdani pierda. En teoría, el demócrata podría reafirmar su triunfo [en las elecciones de noviembre] pero tiene en frente unos lobbies que gastan millones para evitar este tipo de candidatos. La evidencia está en que dentro del partido demócrata en elecciones internas han ido perdiendo candidatos que tenían una política critica de ciertas acciones del Estado de Israel. La maquinaria electoral a la que se han tenido que enfrentar los ha ido echando a casi todos”.

El caso Epstein

Pero el impacto no se limita al ala demócrata. Para la base nacionalista de Trump, agrupada en torno al movimiento MAGA (Make America Great Again), el genocidio contra el pueblo palestino no representa, por sí solo, un motivo de descontento tal que lleve a cuestionar la alianza con Israel. Sin embargo, el abordaje del presidente Trump sobre el caso Epstein empezó a cambiar ese panorama.

Jeffrey Epstein era un financista estadounidense que tomó notoriedad pública por haber operado una red de tráfico sexual de menores que involucraba a figuras poderosas del ámbito político, empresarial y del espectáculo.

Desde 2005, fue investigado en varias causas por delitos sexuales contra menores. En 2008 logró un acuerdo judicial que le permitió evitar cargos federales a cambio de una condena leve por prostitución, lo que tuvo una inmediata condena social. Más tarde, en 2019 fue arrestado nuevamente por tráfico sexual de menores, esta vez, a nivel federal.  Ese mismo año murió en una cárcel de máxima seguridad de Nueva York, en circunstancias que hasta hoy generan todo tipo de suspicacias. Oficialmente, se trató de un suicidio, pero circulan teorías que apuntan a un posible encubrimiento de un asesinato.

Estas hipótesis se sustentan en la extensa red internacional elaborada por Epstein, capaz de exponer a figuras poderosas. Se ha comprobado que el magnate tenía vínculos con personajes de la talla de Bill Clinton, el príncipe Andrés del Reino Unido, y hasta el propio Donald Trump.

De todas maneras, y a pesar de su relación con el empresario, Trump había prometido en plena campaña electoral, revelar la supuesta “lista de Epstein” en caso de llegar al poder, alegando que allí aparecerían implicadas grandes figuras demócratas.

 A seis meses de haber inaugurado su segundo mandato a cargo del país, el líder republicano no sólo no aportó novedades en el caso, sino que parece decidido a dejar el tema atrás cuanto antes.

“Están haciendo un gran alboroto por algo que no es gran cosa. Me centro en cerrar acuerdos, no en teorías conspirativas como ustedes. Los observo y me da mucha pena. Deberían hablar del éxito de nuestro país, en lugar de estas cosas sinsentido de las que hablan una y otra vez”, dijo al llegar esta semana a Escocia y visiblemente irritado por las preguntas sobre el caso.

Este retroceso no solo generó malestar en la base MAGA, sino que también abrió paso a críticas directas hacia Israel, lo que hasta entonces era casi impensado entre los republicanos. “¿Cuál es el problema? Que Trump, al volver a la Casa Blanca, se encontró con un panorama que lo llevó a replegarse en la mayoría de sus promesas. Lo que muchos estadounidenses sospechamos es que el poder real de los lobbies resultó ser mucho mayor de lo que Trump imaginaba para su segundo mandato. Ese retroceso, que ya vimos en su postura sobre Ucrania y otros frentes, ahora llegó también a la lista de Epstein”, sostuvo Vidal.

En ese sentido, resaltó los constantes vaivenes de Trump al respecto: “Primero dijo que iba a revelar la lista, luego que la lista no existe, luego que hay temas más importantes, luego que este tema lo mueve la línea izquierda del partido demócrata, aunque los demócratas como muchos focos de poder en EEUU no tienen ningún interés en que se siga hablando de Epstein”.

Rebelión MAGA

Lo que empieza a crujir al interior de MAGA no es tanto el vínculo Trump-Epstein, sino la sospecha de un supuesto chantaje israelí: “El gran problema de Trump no es tanto el que pueda aparecer dentro de esa lista, ya que él aparece en fotos con Epstein como mucha gente, tampoco es un problema que haya podido tener alguna correría erótica, que no sería ni el primero ni tan grave si uno ve el historial personal de Trump, sino las conexiones de Epstein y lo que esto significa”.

Y subrayó: “a estas alturas es indudable que era un ‘asset’ de la CIA, pero más importante y peligroso para Trump es que también era un ‘asset’ del Mossad. Esto explicaría además la manera en la que la política de EEUU ha sido tan benévola con Israel incluso ocultando casos de enorme gravedad en los que el Mossad intervino de forma intolerable”.

Esta mirada es compartida por grandes “influencers” MAGA que ya estaban desconcertados con la intervención de EEUU en el conflicto entre Israel e Irán. La evidencia de la presión israelí al gobierno estadounidense no cayó bien en una base que encontraba en Trump un líder que desafiaba al poder globalista y prometía llevar la paz en cada conflicto internacional para enfocarse en los problemas domésticos. El evidente avance de los “neocons” dentro del gobierno desencantó a muchos, y así lo expusieron diversas figuras trumpistas que no dudaron en cuestionar las acciones de su líder.

El periodista Tucker Carlson tras criticar el ataque estadounidense a Irán, apuntó contra lo que consideró injerencia: “Es extremadamente obvio para cualquiera que vea que este tipo (Epstein) tenía conexiones directas con un gobierno extranjero. A nadie se le permite decir que ese gobierno extranjero es Israel, porque de alguna manera hemos sido intimidados para pensar que eso es algo que no se puede decir.” dijo en la Cumbre de Acción Estudiantil de Turning Point USA en Florida.

Luego agregó: “Jeffrey Epstein estaba trabajando en nombre de servicios de inteligencia, probablemente no estadounidenses. Tenemos todo el derecho de preguntar en nombre de quién estaba trabajando”, remató, señalando que el tabú sobre Israel empieza a resquebrajarse incluso entre sectores antes incondicionales.

Otra figura de peso dentro de la base trumpista es Laura Loomer; la militante pidió públicamente la renuncia de la fiscal general Pam Bondi (respaldada por Trump), afirmando que su gestión era una “completa decepción” y advirtiendo que el escándalo de los archivos Epstein podría “consumir la presidencia” del republicano. (5)

Steve Bannon, antiguo asesor de Trump, dedicó parte importante de su podcast War Room a cuestionar la transparencia del caso y advirtió que se corre el riesgo de perder hasta un 10 % del movimiento MAGA si no se nombra un fiscal especial. (6)

Por su parte, la famosa influencer Candace Owens habló de chantaje y afirmó que la estrecha alianza entre Estados Unidos e Israel no se debe solo a valores compartidos, sino a que actores vinculados a Israel controlan informaciones sensibles que podrían involucrar a figuras poderosas. Esto, según ella, explica por qué no se publican archivos como los de Epstein o el asesinato de JFK: “cada vez que Israel está implicado, la verdad se entierra”, sostuvo.

Owens sostiene que Jeffrey Epstein operó como un agente para obtener material comprometedor (kompromat), un mecanismo de chantaje sexual usado por servicios de inteligencia para neutralizar a políticos. Incluso llegó a afirmar que “todo el Mossad asistió al funeral de Epstein”. (7)

Elon Musk, tras dejar su cargo gubernamental, se sumó a las críticas y recordó en X que Trump mencionó “Epstein” repetidamente mientras pedía dejar de hablar del tema: “Solo liberen los archivos como prometieron”, pidió el dueño de Tesla.

¿Trump pierde control sobre su base?

La lista de figuras influyentes dentro de la base trumpista que expresan descontento no deja de crecer, y muchas de ellas siguen cuestionando a su líder, resistiendo los intentos de disciplinamiento. El comportamiento errático de Trump —no solo en relación con el caso Epstein, sino también en varios frentes de su política exterior—, sumado a sus contradicciones y a la presión tanto interna como externa, está desgastando su imagen contestataria.

Aquella retórica incendiaria contra los globalistas y el “estado profundo” parece haber quedado en el pasado, dejando en su lugar a un personaje que, lejos de mantener su esencia rebelde, hoy actúa como un actor secundario frente a los grandes poderes que siguen manejando las riendas de Estados Unidos.

Es imposible pronosticar si la fragmentación se profundizará en el futuro inmediato. Tal vez, con el tiempo, el enojo que hoy observamos se diluya si la estrategia distractiva del gobierno logra imponerse. Aunque por el momento, no parece estar dando resultados.

Pero si Trump no reactiva la agenda que lo devolvió a la Casa Blanca, su base podría independizarse políticamente y mirar hacia nuevos referentes. Su retórica proteccionista centrada en los aranceles muestra signos de agotamiento frente a la falta de resultados concretos. La intervención militar en Irán y la continuidad del respaldo a Ucrania traicionan el “America Fisrt” que prometió. Quien supo venderse como el abanderado del fin de las guerras eternas, hoy aparece alineado con los mismos intereses geopolíticos del globalismo que tanto defenestró.

En este contexto, el anuncio de Elon Musk sobre la posible creación de un nuevo partido no es menor: revela el malestar latente y el deseo, en algunos sectores, de romper con estructuras políticas anquilosadas. La imagen de fortaleza que Trump quiso proyectar comienza a resquebrajarse cuando cede ante la presión del lobby israelí, dejando al descubierto la tensión entre sus concesiones exteriores y el sentimiento nacionalista que lo sostiene. Si esa fisura se profundiza, podría marcar el inicio de una nueva etapa.

Leila Bitar* Licenciada en Periodismo, especializada en Relaciones Internacionales. Periodista de la agencia internacional de noticias Sputnik y columnista internacional en Radio Gráfica.

Foto de portada: martenscentre.eu/

Referencias:

  1. https://www.aipacpac.org/
  2. https://readsludge.com/2025/01/24/here-is-all-the-money-aipac-spent-on-the-2024-elections/
  3. https://www.wrmea.org/congress-u.s.-aid-to-israel/unprecedented-pro-israel-pac-funding-floods-2024-elections.html
  4.  https://www.pewresearch.org/short-reads/2025/04/08/how-americans-view-israel-and-the-israel-hamas-war-at-the-start-of-trumps-second-term
  5. https://www.newsweek.com/maga-influencers-trump-epstein-backlash-2103693
  6. https://english.elpais.com/usa/2025-07-14/trump-tries-to-stem-the-maga-movements-rebellion-over-the-epstein-case.html
  7. https://jewishpostandnews.ca/rss/candace-owens-says-blackmail-jeffrey-epstein-behind-close-us-israel-relationship/

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