Resumen de la intervención de Manolo Monereo en La Mesa de El ViejoTopo TV.
A partir de Maastricht se produce una inflexión en la Unión Europea. Pero, ¿Cómo entender la Unión Europea después de Maastricht?: Como el modo específico de consensuar el nuevo orden internacional unipolar dirigido por los Estados Unidos. Se trató de concretar el nuevo orden internacional que emergía con la derrota de la Unión Soviética bajo el modelo y la hegemonía norteamericana, que es lo que hemos llamado neoliberalismo y que luego se fue concretando en eso que se llamó globalización neoliberal o globalización capitalista neoliberal.
¿Cuál es el centro de esta construcción? El centro, a mi juicio, es básicamente una reacción contra el modelo social y político que se implantó en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Es decir, la idea fundamental de este nuevo orden es poner fin a eso que se llamó los 30 años gloriosos, poner fin a una experiencia política y social, a una forma específica de relacionar política estado, sociedad y conflicto social, donde el protagonismo era de las clases trabajadoras y su peso estructural en la economía y en la política. El objetivo real era derrotar ese modelo, y hacerlo en un proceso político.
La clave fue desmontar el Estado nación y su específica concreción después de la Segunda Guerra Mundial, lo que se ha llamado el constitucionalismo social, que fue un intento de embridar al capitalismo en base a procesos sociales con un control social y estatal independiente por la dominación de los grandes poderes económicos.
Se aprovechó el momento para desmontar los fundamentos de ese conflicto de clase surgidos después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuáles fueron sus concreciones fundamentales? Tres, básicamente.
La primera concreción fue, de facto, la constitucionalización del modelo neoliberal. O sea, a partir de Maastricht solamente había un pensamiento único, una clase política única y modelo económico único, obligatorio para cada Estado y límite a cualquier proceso de soberanía popular. Ese era, a mi juicio, el primer rasgo.
El segundo rasgo fundamental era lo que podíamos llamar la desterritorialización del poder democrático. Y la democracia empezó a dejar de ser un modelo político enraizado en la sociedad y se convirtió en un modelo más o menos ambiguo, una especie de norteamericanización de la vida pública que al final lo que consiguió fue debilitar, fragmentar la soberanía popular. Es una vieja historia. Es un proceso muy conocido. Ya lo defendió Von Hayek en el año 38 del siglo XX, aquello que se llamó el federalismo económico.
Todo el centro del modelo neoliberal es muy simple, es quitarle a la soberanía popular la dirección de la vida económica, de la vida pública y por lo tanto despolitizar la economía imponiendo un modelo económico único donde la soberanía popular no pueda controlar la vida económica limitando los grandes poderes económicos. Este es el dato fundamental del modelo de construcción.
Y hay un tercer elemento, pero nunca se comenta porque parece tan evidente que lo damos por supuesto y es la subordinación estructural de la Europa que nace con Maastricht al orden internacional que impuso Estados Unidos. Es decir, Maastricht lo que hace fundamentalmente es desmontar el modelo político social de los Estados nacionales construidos después de dos guerras mundiales.
En conclusión, se subordina estructuralmente la Unión Europea a los intereses estratégicos de Estados Unidos y a partir de ahí, hay un doble proceso que nunca se debe de olvidar. La integración europea está ligada a la ampliación y el desarrollo de la OTAN. Y no son dos cosas distintas, es un mismo proyecto político, un modo de organizar el mundo según los intereses estratégicos de Estados Unidos.
Explicar esto es importante porque estamos ante la crisis de la hegemonía norteamericana porque vivimos una transición a un mundo multipolar y eso significa una gigantesca redistribución del poder político a nivel mundial. Por lo tanto, estamos viviendo una transición que va a ser dramática, con elementos de conflicto, de guerras, de revoluciones y de contrarrevoluciones. Vamos a “vivir peligrosamente”.
En este proceso de transición aparecerá aquello que los teóricos llaman La trampa de Tucídides. Es decir, ¿cómo se va a resolver la crisis hegemónica?,¿con una guerra o sin ella? o ¿con qué tipo de guerra? Con conflictos es seguro, ya lo estamos viendo.
Todas las costuras del orden internacional norteamericano están saltando por los aires y estamos en un mundo radicalmente nuevo con muchos elementos dramáticos.
La segunda cuestión que nunca hay que olvidar es que la clave de lo que estamos viviendo es la crisis de la Unión Europea y específicamente de la democracia de cada uno de los Estados singularmente considerados.
Es una crisis profunda de la democracia que se debe a un elemento fundamental, al peso cada vez más determinante de los grandes poderes económicos, financieros y corporativos. Si algo caracteriza la situación económico y social europea en el marco de la Unión, es el predominio prácticamente sin contrapoderes de los grandes monopolios financieros y empresariales, que son los que dirigen la vida pública.
Y luego hay un tercer elemento decisivo. El papel asignado por la OTAN a la Unión Europea. En esta crisis hegemónica la clave es derrotar a China y según la doctrina-OTAN, el elemento clave para derrotar a China es derrotar previamente a Rusia. Como la Federación Rusa en este caso es la retaguardia estratégica de China su derrota obligaría China a negociar de una manera subalterna con la potencia supuestamente vencedora que sería Occidente dirigido por Estados Unidos.
Esa era la estrategia que aplicó Biden. ¿Por qué aceptó ese papel la Unión Europea? Primero, porque estaba de acuerdo; o sea, las élites europeas siempre han estado de acuerdo que el problema era Rusia y que había que seguir trabajando para arrinconarla, con el objetivo de poner fin al equipo dirigente de Putin y provocar una crisis político-estatal
Para eso son las sanciones y un hipotético triunfo de la guerra en Ucrania. Ambos factores serían el detonante de una crisis de régimen que permitiría el reparto de los grandes recursos que tiene Rusia. Esto es lo que había detrás del proyecto OTAN. Esto es lo que, de una u otra manera, teníamos por delante.
Lo que ha ocurrido es que no ha funcionado. ¿Y por qué? Como siempre, se ha subestimado a Rusia y se han subestimado los profundos cambios que ya hay en la economía internacional. Se ha subestimado que la multipolaridad está avanzando y, sobre todo, el potencial político militar de Rusia. Creo que es ahí donde estamos en este momento.
Y algo fundamental. Partimos de la idea que la Unión Europea y la democracia singularmente individualizada de cada uno de los Estados vive en un momento de crisis; en este escenario la existencia de un enemigo externo es decisivo para superar la crisis. Es decir, en un momento determinado la presencia de un enemigo que tiene una vieja resonancia histórica, un enemigo supuestamente agresivo que estaría dispuesto a atacarte. Ese miedo a un enemigo externo propicia naturalmente la unión de los “amenazados”, propicia que en las mayorías sociales gane la inseguridad, el miedo y eso siempre ha beneficiado a los países que lo promueven.
La Unión Europea ha hecho del miedo a Rusia un instrumento para superar su propia crisis y para propiciar una nueva centralización del poder en torno a Bruselas, en torno a la creciente autonomización de la Comisión Europea. Y eso se consigue en gran parte con la política del rearme. Sin embargo, creo que esto no va a funcionar porque con esta política no se va a superar el estancamiento económico de la Unión Europea; quieren superarlo por una salida militar, por una especie de economía de guerra que ni es economía de guerra y ni siquiera llega a un Keynesianismo militar.
Una cuestión en la que debemos pensar. Si hay paz en Ucrania, si se toman en cuenta los intereses de Rusia, eso pondrá en peligro la Unión Europea, podrá en peligro su propia existencia, por eso se manifiestan opuestos a cualquier política de paz, por eso sabotean cualquier intento de paz.
Pero, ¿por qué? Porque de acuerdo a la estructura que han creado no puede prosperar un acuerdo de paz que, tarde o temprano, significaría una nueva arquitectura de seguridad en Europa y eso pondría en cuestión la Unión Europea que conocemos y la existencia de la OTAN.
Por otra parte, creo que estamos delante de lo que yo llamaría una sublevación de los pueblos europeos a medio plazo. Sé que esto hoy parece seguramente descabellado, pero creo que hay condiciones cada vez más evidentes de una insurrección de los pueblos europeos, un levantamiento frente a unas élites que nos llevan a la guerra, que nos llevan al rearme y a nuevas políticas de austeridad.
Estamos ante una coyuntura muy complicada que se va a ir agudizando conforme las conversaciones de paz avancen. No soy muy optimista con respecto a estas conversaciones de paz y no lo soy porque las élites europeas están muy comprometidas con el modelo OTAN, con el modelo norteamericano, con la estrategia Biden y están haciendo un trabajo sistemático de boicot, sabotaje a cualquier intento de paz entre Ucrania y Rusia. Les va en gran parte su vida política en ello y también sus proyectos personales y económicos. Estamos en un momento dramático.
¿Cuál es la contradicción básica? Saben que solos no pueden ganarle a Rusia, que necesitan a Estados Unidos, que necesitan a Donald Trump, pero tienen que crear un escenario donde Donald Trump desista de llegar a acuerdos con Putin. Y para eso tienen consenso con la élite dominante en el gobierno ucraniano y obviamente con Zelensky. Él sabe que se juega la vida, y cuando digo esto, lo digo en serio, la vida de Zelensky depende en gran medida que la guerra continúe.
¿Dónde estamos? ¿A dónde vamos? Creo que vamos hacia una nueva situación donde las poblaciones empiezan a separarse de las élites nacionales y de la Unión Europea. Los europeos van a reclamar nuevas opciones, nuevos argumentos, nuevos instrumentos, nuevas demandas.
Creo que está llegando el momento de plantearse en serio un nuevo tipo de Europa, lo que podíamos llamar convertir a Europa como un sujeto político internacional no alineado, independiente, sobre todo de los Estados Unidos. Y esto será poniendo fin a la existencia de la OTAN.
La OTAN no es solo una alianza militar, es algo más, es la estructuración de la fuerza armada según los intereses determinados por los Estados Unidos. No es una simple alianza entre Estados, es parte de un ejército dirigido por los Estados Unidos. Es decir, ha sido una manera de pérdida de soberanía en un elemento central como son las fuerzas armadas.
Por lo tanto, la primera idea es que hace falta una Europa que sea un sujeto político independiente y que pueda actuar con autonomía estratégica.
¿Qué significa eso en la práctica? A mi juicio, tres cosas fundamentales.
La primera, debemos ir hacia una Europa confederal. El federalismo que se ha creado en Europa, el federalismo neoliberal, ha construido una democracia oligárquica que limita los derechos de los trabajadores, que limita los derechos sociales y que, sobre todo, pone en crisis a la propia democracia en cualquiera de las excepciones que puede tener ese término. Por lo tanto, hace falta darle un giro serio a esta Europa, hacia una Europa confederal, donde los Estados y los pueblos sean instrumentos reales de construcción de una nueva Europa y que, por tanto, hay que comprometer a las poblaciones con un nuevo proyecto económico, político y social avanzado.
Segunda cuestión, no es posible la seguridad europea sin un tratado de paz y cooperación con Rusia. La condición previa de cualquier autonomía estratégica europea pasa por un tratado de cooperación reforzada entre Rusia y Europa.Es lo que siempre las potencias anglosajonas han intentado evitar.
Hace falta un acuerdo entre Alemania y Rusia, y el acuerdo entre Europa y Rusia eso debe ser concretado en un tratado de paz y cooperación que estoy convencido beneficiará no sólo a Rusia , sobretodo beneficiará a la autonomía estratégica de Europa.
Y la tercera cuestión fundamental es comprometer a esta nueva Europa democrática y socialmente avanzada, comprometerla con el nuevo orden internacional que está emergiendo. Un orden multipolar. democrático y justo, que es donde está la gran tarea del momento. Es decir, Europa no puede seguir siendo un instrumento más, un actor subalterno en manos de Estados Unidos que se opone a un mundo que está cambiando.
Dicho de otra manera, Europa tiene que escoger de qué mundo quiere ser parte. ¿Quiere ser, con Estados Unidos, un freno político militar a la multipolaridad?, ¿quiere ser un dispositivo que impida la multipolaridad? o ¿quiere ser un instrumento en positivo, de paz, participando en el nuevo orden económico internacional , en un mundo que emerge, que es un mundo multipolar donde los pueblos del sur global luchan por tener voz, protagonismo y reconocimiento?
Creo tarde o temprano este es programa que van a exigir los pueblos y la cuestión de la paz entre Ucrania y Rusia va a dilucidar el futuro de la Unión Europea y de la OTAN.
*Manolo Monereo, abogado y politólogo español.
Artículo publicado originalmente en Observatorio de Crisis.
Foto de portada: Extraída de Observatorio de Crisis.