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¿Qué sucede en Ucrania?

Escrito Por Fernando Esteche

Rusia no invade Ucrania para conquistarla. Rusia plantea líneas rojas de contención que no son sólo sus líneas rojas sino también de China, de Irán, de India.

Lo primero que es importante comprender es que no se trata del inicio de una guerra sino que es la continuidad y, eventualmente, una escalada militar de una guerra que fue implantada por la OTAN en 2013-4 a partir del derrocamiento dirigido por OTAN del presidente ucraniano Yanukovich del Partido de las Regiones (pro-ruso) por su negativa a firmar la asociación estratégica de Ucrania con la Unión Europea, porque Bruselas rechazó la posibilidad de que Ucrania mantuviera una relación comercial paralela con Rusia y con la Unión Euroasiática.

Ante el golpe de la OTAN las regiones del Este se rebelaron contra Kiev con el apoyo logístico y militar de Moscú.  En este contexto frente a un gobierno central usurpador y títere de la OTAN se proclaman, en el corazón siderúrgico y minero de importancia mundial, la República Popular de Lugansk y la República Popular de Donetsk, la región llamada Dombás.

Yanukovich fue sustituido por un gobierno provisional en el cual, por primera vez desde la posguerra en Europa, fue integrado por funcionarios neonazis como los miembros de la organización nacionalista Svoboda. Su primera decisión fue proponer una ley para eliminar el ruso como idioma oficial, desatando las protestas de la masiva y mayoritaria población rusoparlante, protestas que fueron salvajemente reprimidas.

La Federación Rusa eligió no dar excusas a la OTAN y construyó los Acuerdos de Minsk donde todas las partes; los independentistas, los prooccidentales del gobierno central usurpador y Rusia acuerdan la desmilitarización de la región y el respeto al autonomismo planteado en Dombás.

Más tarde Crimea lleva adelante un plebiscito donde el 97% de su población resuelve integrarse a la Federación Rusa y deplora al gobierne títere de Kiev.

El presidente ruso, Vladímir Putin (2d), une sus manos al primer ministro de Crimea, Serguéi Axiónov (izda), al presidente del Parlamento de Crimea, Vladimir Konstantinov, y al jefe de la administración de Sebastopol, Alexei Chaliy (dcha) / EFE/Ekaterina Shtukina

Ante el fracaso de los acuerdod, meses más tarde entre Francia y Alemania, junto a Rusia y Ucrania, y las dos repúblicas independientes del Dombas, firman el acuerdo Minsk II en un nuevo intento de pacificación de la región. Acuerdo que fue sistemáticamente violado por Kiev operando con bandas paramilitares como el Ejército de Azov, acosando a las repúblicas populares.

Allí el gobierno de Kiev se comprometía a respetar la autonomía de las regiones independientes, a las cuales se les debía otorgar un estatus especial y el control de las fronteras. A cambio, Kiev dejaría de atacar la región y Rusia dejaría de armar a los rebeldes. Kiev nunca cumplió los acuerdos.

Ese incumplimiento redundó en una guerra de ataque contra las repúblicas populares, de extermino sobre los ruso-parlantes, que cobró la vida de 14 mil personas. Bombardeos, pogrom de limpieza étnica y demás atrocidades que jamás fueron ni televisados ni condenados por ninguno de los botarates que hoy corren como tragodos dormidos a ocupar su lugar en la condena de “la comunidad internacional”.

Ya en los inicios de los 90 cuando la disolución de la URSS la OTAN se compromete con Gorbachov a no avanzar sobre lo que era espacio soviético para no militarizar la zona. Sucesivamente fue incorporando países ex soviéticos a la OTAN desde 2004 en adelante, primero los bálticos, luego lo demás, sumó 14 países a pesar de su compromiso. Esto, junto a la red de bases en el Cáucaso y la articulación del AUKUS, produjeron lo que se conoce como un anillo de contención militar sobre Rusia, pero también sobre China. Rodearon a los dos países con bases militares y armamento nuclear.

La ofensiva sobre Ucrania la provocan fundamentalmente el tándem atlantista de Biden – Jhonson con necesidades propias cada cual, pero funcionales en la misma estrategia. Llegan a plantear una plataforma de reclamo de recuperación de Crimea por parte de Ucrania.

Gran Bretaña con su estrategia de Global Britain se plantea recuperar o construir un liderazgo sobre Europa, después del Brexit. USA intenta revitalizar la inviable OTAN y afianzar su influencia y despliegue en el viejo continente. Intentos vanos de sostener su decadente hegemonía global. Países o gobiernos como Polonia o Hungría se prestan a esta maniobra con intereses particulares. Europa está siendo utilizada como teatro de operaciones remoto para beneficios de metrópolis distantes.

Francia teme por sus propios intereses ya violentados en el AUKUS que le hicieron perder a favor del complejo militar industrial norteamericano millonarios contratos de pertrechamiento a Australia, pero fundamentalmente intentando preservar su comercio exterior que es mayoritariamente con China. Alemania, todavía precalentando ante el cambio gobierno, pero a punto de concretar una alianza de cooperación energética con Rusia sin estados tapón mediando con el Nord Stream II.

Hay inercias que hacen que Europa tarde más o menos en reaccionar, pero lo que no se podrá negar es que Europa no va a marchar en contra de sí misma a pesar de Biden y Jhonson. Y que a Europa le es más cómodo el mundo que viene configurándose dese Asia con el multipolarismo que el decadente que propone el atlantismo de unipolarismo norteamericano.

Rusia finalmente reconoció a las repúblicas de Donetsk y Lugansk, luego de avances de las FFAA ucranianas en esas regiones con apoyo occidental. Ahora asegura su defensa y con bombarderos selectivos a los sistemas antiaéreos y bases aéreas ucranianas desarticula sus defensas, por pedido de auxilio de estas repúblicas que estaban en el punto de la evacuación de su población ante las agresiones masivas ucranianas sobre ellos.

Los objetivos de la Operación Especial que retoma la vieja estrategia rusa de la guerra en profundidad, son explicados por la TV por el propio Comandante en jefe de la operación, el presidente Vladimir Putin.

1) «proteger a las personas que han sido objeto de abusos y genocidio por parte del régimen de Kiev durante ocho años.

2) Para ello, nos esforzaremos por desmilitarizar y desnazificar Ucrania.

3) Y también para llevar ante la justicia a quienes han cometido numerosos y sangrientos crímenes contra la población civil, incluidos los ciudadanos de la Federación de Rusia».

Menos de 48 horas le tomó a Rusia definir la suerte en el terreno militar. La OTAN que tanto instigó la escalada de violencia permaneció impávida observando el espectáculo de su propia impotencia.

Los norteamericanos con su propia crisis política interna asumieron que sus bravuconadas llegaron a un límite.

Lo que parecía preanunciar una guerra estaría volviéndose una operación de pacificación y desmilitarización de la zona.

Es la primer gran derrota del atlantismo ante el multipolarismo; es la derrota del atlantismo frente al europeísmo y al euroasianismo; es la derrota de la vieja táctica de guerra económica en un mundo que mira hacia Asia despreocupado del dólar y de occidente. Es el primer gran capítulo del nuevo mundo.

Semanas antes Putin y Xi Jinping suscribieron un documento en el que ponen los límites tolerables de las provocaciones y la propuesta de nuevo mundo. El documento va a rechazar la idea de los Estados Unidos como gendarme global, quitándole además su argumento predilecto para sancionar gobiernos díscolos, así establece con firmeza que “una nación puede elegir las formas y métodos de implementar la democracia que mejor se adapten a su estado particular, en función de su sistema social y político, sus antecedentes históricos, tradiciones y características culturales únicas. Corresponde únicamente al pueblo del país decidir si su Estado es democrático.” Y ponen límites concretos en un apartado que se titulará “La Democracia y los derechos humanos no deben utilizase para presionar a otros países”.

Claramente el documento expresa la cristalización de una Nueva Era geopolítica mundial en la cual pretenden limitar la devastadora política hegemónica norteamericana que arrolla contra la posibilidad de realización de los estados en aras de sus propios intereses.

Es un documento contundente contra el imperialismo atlantista y específicamente contra el imperialismo norteamericano, anunciando además la voluntad de aportar a construir un mundo con desarrollo sostenible global y una comunidad de destino común para la humanidad.

El texto manifiesta firmeza respecto de lo que entienden como ataques del imperialismo atlantista contra su seguridad y contra la paz mundial. Señalan sin medias tintas los peligros del armamento biológico norteamericano; manifiestan los riegos de las aventuras militaristas de proliferación nuclear que expresa el acuerdo AUKUS con una advertencia; son claros al declararse como aliados en todos los terrenos ante eventuales ataques y advierten sobre la seguridad mundial puesta en jaque en cada aventura de Biden, esto en pleno proceso de provocación anglo-norteamericano en Ucrania. Fueron claros.

Esto es un aviso prístino a la OTAN sobre su expansionismo y la política de “anillar” militarmente las fronteras de ambos países. Por eso recuerdan su lugar fijo en Consejo de Seguridad de ONU en un gesto que pareciera advertir sobre la intolerancia a futuras aventuras de unilateralismo.

Afirman el statu quo de pos guerra, y se animan a reafirmar que a su entender no hay áreas de cooperación prohibidas ya que no hay cooperación pensada contra terceros países. Pero ese status quo si dejó de respetarse entonces tendrá que atender al nuevo equilibrio de fuerzas real.

Abordaron prácticamente todos los puntos donde Estados Unidos intenta bloquear o neutralizar los avances de China o Rusia, incluido el tema de la seguridad de la información internacional, sobre eso las partes creen que la Iniciativa Global sobre al sobre Seguridad de Datos, propuesta por China, es una propuesta que democratiza y resuelve las desigualdades sobre este tema tan sensible.

En conclusión, llegó la hora de la alianza estratégica que empezó a amasarse en las primeras reuniones del llamado Club de los cinco y avanzó con la Asociación de Cooperación de Shanghái para llegar con este documento al punto más alto de alianza total entre ambos países lo cual es un desafío abierto al feroz expansionismo del alicaído imperialismo anglo-norteamericano.

Rusia no invade Ucrania para conquistarla. Rusia plantea líneas rojas de contención que no son sólo sus líneas rojas sino también de China, de Irán, de India.

El atlantismo tendrá que ver cómo construye una digestión elegante de tan oprobioso momento.

Europa mientras tanto deberá medir los tiempos de la recuperación y consolidación de su autonomía y a sumisión de su polaridad independiente.

Notas :

Nota publicada en infonativa.com

Acerca del autor

Fernando Esteche

Doctor en Comunicación Social (UNLP)
Profesor titular de Relaciones Internaciones (FPyCS - UNLP)
Profesor de Historia Contemporánea de America Latina (FPyCS - UNLP)

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