Entre el 6 y el 9 de junio se desarrollaron las elecciones al Parlamento Europeo, los únicos comicios en los que los ciudadanos de la Unión Europea (UE) votan de manera directa a sus representantes.
Los ciudadanos eligieron a los europarlamentarios para un mandato de 5 años y luego, a través de un proceso de voto secreto, los representantes elegirán la presidencia que cumplirá un mandato de 2 años y medio. Por lo que hay dos presidentes durante cada legislatura.
Uno de los primeros resultados para mencionar es la participación electoral. Este año llegó al 51 % la participación que, en comparación con elecciones anteriores, fue el mejor porcentaje. No obstante, podemos analizar que la mitad de la ciudadanía de la UE se abstuvo de votar por sus representantes. Incluso, para varios analistas, el gran ganador de estas elecciones fue la abstención de votos, no sólo por ese 51 % total, sino porque sólo en 11 países se superó el 50 % de participación que van desde el 89,82 % de Bélgica al 21,34 % de Croacia.
Se tratan de unas elecciones importantes para la Comunidad Europea, ya que de la composición del nuevo Parlamento Europeo saldrá el nuevo o nueva (o reelegida) presidenta de la Comisión Europea, uno de los principales cargos en la dirigencia de la Unión Europea.
Pero más en específico, la importancia radica en el contexto que atraviesa la región, muy distinto a las últimas elecciones en 2019, y que después de mucho tiempo podría significar el comienzo de un terremoto que sacuda la cúpula europea, o como otras veces, simplemente se adapte y responda al gran lobby europeo.
En 2019 aún no se sentían las consecuencias y estragos de las políticas contra la pandemia, y en especial, no se desarrollaba una guerra en pleno suelo europeo.
Elecciones y crisis generalizada en Europa
Estos comicios estuvieron atravesados por las múltiples crisis que atraviesa la Comunidad Europea como consecuencias de las decisiones que se han tomado dentro de las instituciones europeas. En estas elecciones se destacaron específicamente: la crisis de desplazados y refugiados, la guerra en Ucrania y el enfrentamiento con Rusia, el genocidio israelí sobre la población palestina, la crisis de divisas, económica, financiera y energética, la política de guerra, la desindustrialización, el desempleo, la hipermilitarización, el ejército europeo y el rol de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Unas elecciones que ya se preveían con un fuerte declive de la socialdemocracia liberal y el ascenso de las ultraderechas, marcado por la profundización de los discursos de odio que han llegado a calar tan profundo causando terribles ataques, por ejemplo, contra desplazados y refugiados, incluso contra la figura de un primer ministro como fue el caso de Robert Fico, en Eslovaquia.
Elecciones también atravesadas por el rol internacional de la Unión Europea en un mundo en guerra, de transición hacia la multipolaridad y de crisis de la hegemonía estadounidense, su gran socio y aliado, aunque sea el propio EE.UU. el principal promotor y beneficiario de las múltiples crisis que atraviesa la región europea.
La principal temática que ha dividido o agrupado a los partidos europeos es la guerra en Ucrania. Por un lado, podemos ver posiciones que promueven la continuidad de la guerra a través del envío de más armamento y ayuda financiera a Ucrania; y por otro lado, posiciones que rechazan el envío de más ayuda a Ucrania y en algunos casos también apuestan a la búsqueda de negociaciones.
La relación con Rusia también es tema de interés al momento de posicionarse para cada uno de los partidos europeos, para algunos actores Moscú representa un claro enemigo que busca avanzar su guerra más allá de Ucrania y para otros es necesario mantener sus vínculos con Rusia.
Las socialdemocracia, los verdes y la izquierda caen
Las primeras lecturas que nos arrojan estos resultados son el claro descenso de la socialdemocracia, la fuerte crisis en los partidos de izquierda, una especie de mantenimiento del status quo, el rechazo a las políticas verdes y el avance de las ultraderechas en territorios claves.
Los resultados de estos comicios dejan como ganador al Partido Popular Europeo, con Úrsula von der Leyen como candidata para su reelección, con 186 escaños, 10 lugares más que en 2019, lo que nos permite analizar cierto interés por mantener el status quo por parte de la ciudadanía. Le siguen los socialdemócratas de la S&D con 135 escaños totales, y unos 4 asientos menos en el Parlamento, volviendo más difícil e incompleta la posible alianza con el PPE ya que aún juntos no llegan a los 361 necesarios para lograr la mayoría absoluta.
Una de las mayores caídas se la lleva el grupo Renovar Europa, liderado por el presidente francés Emmanuel Macron, que no sólo quedó derrotado en el resultado a nivel europeo, sino también en la propia Francia. Renew Europe se quedó con 79 escaños, 23 lugares menos, y a muy pocos votos de ser alcanzados por el grupo liderado por la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, ECR.
Los Verdes han perdido 18 escaños, dejando un total de 53 puestos en el Parlamento y un duro mensaje de la ciudadanía contra las ‘políticas verdes’. La izquierda ha sufrido el descenso de un escaño mientras continúa ocupando una minoría.
Y como ya se preveía, las ultraderechas han avanzado y ganado nuevos escaños en estas elecciones. Por un lado, el partido de Identidad y Democracia, liderado por la francesa y gran opositora de Macron, Marine Le Pen, obtuvo un total de 58 escaños aumentando 9 lugares más en comparación con las elecciones en 2019, y en especial arrasó en su país posicionando a Agrupación Nacional en primer lugar con el 31,37 % de los votos.
Por otro lado, encontramos al grupo liderado por Meloni, ECR, quien ganó 4 escaños más que en 2019, logrando un total de 73 escaños para este nuevo mandato. Su partido, Fratelli d’Italia obtuvo el 28,76 % de votos en su país, consolidando su poder en el área local.
Pero el verdadero batacazo, y desde el cual debemos hacer una lectura más interesada sobre lo que sucede en Europa, se lo llevaron las (ex) grandes potencias europeas, aquellas que hasta el momento dirigían el proyecto europeo, la gran entente francoalemana.
Si bien no es noticia nueva el gran declive y confrontación que están atravesando ambos países y que afecta directamente al mantenimiento de sus actuales líderes en el poder, el resultado en cada país demuestra un estrepitoso fracaso de las políticas bélicas alineadas a los intereses de Estados Unidos que vienen desarrollando centradas en el apoyo a Ucrania, no sólo a nivel interno sino con fuerte repercusión en Europa en general, derrotados en ambos casos por sus opositores con posicionamientos muy críticos a las políticas de apoyo a Ucrania.
Macron y su realidad
Por un lado, para Macron los resultados no sólo implican la gran derrota de Renew Europe, su grupo político europeo, sino también en Francia ya que han posicionado a Marine Le Pen, la principal opositora a Macron, como la gran ganadora con el 31,37 % frente al 15,20 % que obtuvo la coalición de Macron.
El fracaso de Macron ha sido tal que se vio obligado a disolver el parlamento en su país y llamar a elegir autoridades el 30 de junio. Estas elecciones no determinarán el futuro de la presidencia de Francia, es decir, la continuidad de Macron, pero sí permitirá reconfigurar la composición de la Asamblea Nacional, la cámara baja del Parlamento francés, que son quienes legislan, aprueban leyes y supervisan al gobierno de turno, impactando directamente en la estabilidad política del país, tan frágil que se encuentra actualmente.
Otro duro revés para Macron se dió en las últimas horas, cuando el presidente de Los Republicanos (LR), Éric Ciotti, quien hasta ahora acompañaba a Macron, declaró que se encuentra analizando y casi a favor de constituir “una alianza” con el partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen para formar un “bloque nacional” en las próximas elecciones legislativas.
El resultado de estas elecciones europeas son otro gran fracaso para añadir a la lista de Emmanuel Macron, un actor que viene apostando por un fuerte posicionamiento belicista en Europa, que ha mostrado un gran apoyo hacia Ucrania, incluso ha protagonizado fuertes cruces con sus socios dentro del UE y de la OTAN tras sus escandalosas declaraciones insinuando que los países europeos debería enviar tropas a suelo ucraniano (un punto para analizar con más detalle porque parece que son más que ‘escandalosas declaraciones’, de acuerdo a los rusos, ya hay soldados franceses combatiendo en Ucrania, y oficialmente es de conocimiento público que hay una posta militar francesa ubicada en Moldavia).
Macron se encuentra con una grave y profunda crisis interna en su país, en donde hemos llegado a ver las movilizaciones del sector agrícola enfrentados a la policía. Pero en especial la influencia francesa en el mundo se ha perdido en manos de Macron. Por un lado, Francia ha dejado de ser un país potencia en Europa con peso sobre las decisiones, Macron ha querido liderar los procesos europeos pero resistidos por diversos sectores.
También ha intentado liderar los procesos de autonomía estratégica europea, que también ha sido resistido por los actores que apuestan por la dependencia a EE.UU. Esto le ha provocado llevarse algunos importantes golpes en el ámbito internacional, como la consideración por parte de sus principales socios y aliados en la creación y participación de la alianza militar AUKUS; la expulsión de Francia en el Sahel africano, sin contar con ningún tipo de ayuda por parte de sus aliados en dicha situación; o la actual crisis en Nueva Caledonia.
Alemania también sufrió reveses
Por otro lado, en Alemania si bien la CDU /CSU obtuvo el 30 % de los votos, el partido ultraderechista AfD quedó en segundo lugar con el 15,90 % quedándose con 15 escaños, 6 más que en 2019, y ubicando al SPD al tercer lugar con el 13,90 % y un total de 14 escaños al Parlamento Europeo, mientras los verdes de Die Grüne perdieron 9 escaños y obtuvieron un 11,90 % de los votos.
Este resultado demuestra un fuerte rechazo de las políticas belicistas encabezadas por Scholz que han repercutido muy negativamente hacia la política interior del país. El fuerte apoyo dado a Ucrania y el sometimiento a las directrices que le indica EE.UU., buscando erigirse como el representante de los intereses estadounidenses en la región con gran predominancia en la militarización ha provocado graves consecuencias en la población alemana y europea.
Por ejemplo, el sabotaje y voladura a los gasoductos Nord Stream cortaron los vínculos con Rusia y llevaron a Alemania a una fuerte desindustrialización como consecuencia de la crisis energética desatada por cortar con el suministro de energía barata y en cantidad que llegaba de Moscú. Esto provocó también desempleo y el aumento en el costo de vida en el país, pero también profundizó la crisis energética en toda la región europea, ya que los Nord Stream no sólo proveían de energía barata a Alemania, lo que ponía a Berlín en una clara posición de influencia en la región y hacía andar la locomotora europea.
El partido ultraderechista AfD es uno de los que, junto a la extrema izquierda, se posiciona como proteccionista de la industria alemana con foco en las fuentes de energías baratas. Esto resulta también en el posicionamiento, distinto al oficialismo, respecto a la relación con Rusia, con quienes no considera que deban enfrentarse, mientras que también se oponen al suministro de armamento a Ucrania, el despliegue de tropas de la OTAN en suelo ucraniano y a la utilización de armas alemanas para atacar a Rusia.
El mapa de los resultados finales en Alemania deja una clara muestra de todo esto.
Bien como analiza el especialista Gabriel Merino, “lo que está en crisis, para bien o para mal según quien lo mire, es el progresismo y la izquierda liberal (expresados por liberales, verdes y muchos socialdemócratas), que sostienen a la OTAN como núcleo del Occidente geopolítico, bajo la conducción globalista anglo-estadounidense. Para representar ese lugar político ya está la derecha conservadora tradicional (aunque se diferencia en la agenda progresista ‘woke’), que sigue siendo la primera fuerza”. Esto, en Francia y en Alemania se traduce en la victoria de partidos que se muestran como “antiglobalistas” o “antibelicistas”.
En el caso de Italia, el partido ECR conducido por la primer ministro, Georgia Meloni, ha arrasado obteniendo unos 24 escaños a nivel nacional, 14 más que en 2019, seguido por la S&D con 21 escaños. El partido nacional que la llevó a la victoria interna, Fratelli d’Italia, obtuvo el primer lugar con el 28,76 % y los 24 escaños todos obtenidos por este único partido.
Las ultraderechas tienen agendas diferentes
Los avances de las ultraderechas se hicieron evidentes en pocos años, en algunos casos se encuentran gobernando en su país. Pero OJO, que identifiquemos y caractericemos ciertos partidos como de extrema o ultra derecha no implica que todos estos actores persigan los mismos intereses ni posean la misma estrategia y proyección de poder. Por esto no necesariamente se puede esperar a que el avance de las ultraderechas se traduzca en una gran coalición de Partidos en el Parlamento Europeo.
Meloni es la gran disputada tanto por el PPE que lidera von der Leyen, como por ID de Marine Le Pen. Por su parte, Úrsula Von der Leyen, quien busca ser reelegida, ha sido clara al momento de exponer que existía una posibilidad de alianza con las ultraderechas, pero sólo con aquellas que no son ‘amigas de Putin’, haciendo alusión a Meloni, ya que a Le Pen se la asocia como ‘amiga de Putin’.
“He trabajado muy bien con Meloni en el Consejo Europeo, como con otros primeros ministros, es mi tarea. Es [Meloni] pro-europea, ha sido muy clara contra Putin y pro-Estado de derecho. Le ofrezco trabajar juntas”, declaró Von der Leyen en el debate oficial entre candidatos.
Para Meloni, una eventual alianza con el PPE implicaría poder ocupar puestos de comisarios en la Comisión Europea.
Pero Meloni también es buscada por Le Pen quien declaró que “es el momento de unirnos, no podemos dejar escapar esta ocasión única”, haciendo referencia a la unión de las ultraderechas, declaraciones que hizo luego de expulsar al partido AfD del grupo ID.
Ahora queda aguardar a que los partidos políticos negocien y formen las familias políticas para conformar los grupos políticos al Parlamento Europeo. De esas negociaciones dependen las alianzas y el futuro de la Comisión Europea.
La Comisión Europea posee gran importancia ya que es el único órgano con la capacidad de proponer nuevas leyes y normativas; cumple el rol de comisario y aplica procedimientos contra aquellos países o empresas que se encuentren violando la ley; administra y supervisa el presupuesto de la UE y las políticas comunes, como también la coordinación de programas de financiamiento de proyectos en toda la Comunidad Europea, como las políticas agrícolas, energéticas, de ampliación de la UE, ambientales, gestión de crisis (financiera en 2008, sanitaria con el COVID o de refugiados y desplazados) …Esto implica también, por ejemplo, encargarse de la implementación y cumplimiento de las sanciones contra Rusia.
Pero, uno de los puntos más importantes del rol de la Comisión Europea es que posee el papel de representación de la UE en el ámbito internacional en áreas esenciales como el comercio o las relaciones internacionales. Forma parte de la construcción de la presencia global de la Unión Europea como actor geopolítico, negocia acuerdos en nombre de la Unión Europea y sus países miembros con otros países u otros bloques comerciales y participa de distintos organismos y organizaciones internacionales. Esto le otorga un papel esencial en la estabilidad o desestabilización política y económica del continente.
Si bien ya conocemos los porcentajes de votos y la cantidad de escaños que arrojó la votación de la semana pasada, los resultados de estas elecciones al Parlamento Europeo aún están en proceso.
*Micaela Constantini, periodista y parte del Equipo de PIA Global.
Artículo publicado originalmente en Huele a Azufre.
Foto de portada: realizado por Micaela Constantini.
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