La vieja Ruta de la Seda se construyó en el siglo I a. C como un conjunto de redes comerciales que comunicaban Asia y Europa. Su recorrido comenzaba en China y atravesaba todo el continente asiático hasta llegar al europeo. En esa ruta también transportaban para su venta diversas piedras preciosas y minerales, tejidos y otros productos muy requeridos en el continente europeo. No sólo eso, la Ruta de la Seda fue una puerta abierta al intercambio cultural entre distintos imperios.
Desde occidente se sostiene que China fue el extremo oriental de la antigua Ruta de la Seda, pensando en Rusia y Asia Central en la actualidad; en realidad, China (que en ese tiempo era parte del Imperio Mongol) ocupó el “lugar central”. Ese imaginario de China como la “sección media” de la Ruta de la Seda se dirige de alguna manera a apreciar la posición de este país hoy sostenida en Asia Central y cómo ahora se está acercando para conectarse con ella.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta
Este proyecto fue anunciado por el presidente Xi Jinping en el año 2013 y aunque en el imaginario colectivo el nombre Ruta de la Seda quedó, la denominación oficial de este proyecto chino es llamado en inglés BRI, que significa Iniciativa de la Franja y la Ruta. Se trata de la creación de dos grandes rutas comerciales, una marítima y otra terrestre, que comuniquen al gigante asiático con Asia central que está pensada para trascender Europa y así llegar a África y a Nuestramérica.
Algunos discursos internacionales, sobre todo desde Estados Unidos y parte de Europa, sostienen que el acuerdo es una estrategia geopolítica que atrapa a los países en una deuda insostenible y permite a China crear una influencia mundial. Incluso plantearon la posibilidad de crear un proyecto similar desde occidente, en Marzo pasado durante una conferencia de prensa Joe Biden expresó que desde los Estados Unidos «deberíamos tener una iniciativa similar que se originara de los Estados democráticos, para ayudar a esas comunidades en el mundo que, de hecho, necesitan ayuda».
La gran diferencia con los norteamericanos es que el sistema de financiación del desarrollo de China está demasiado fragmentado, por lo que, la negociación entre los países es bilateral y no como forma de bloque, aunque haya bloques asiáticos que sí formen parte de la “Ruta de la Seda” como lo es ASEAN, la CEI y la Organización para la Cooperación de Shangai (OCS), entre otros. Cada uno de los gobiernos de los países que acuerda con China expone sus intereses políticos y económicos y eso determina la naturaleza de los proyectos de la BRI en su territorio.
En la actualidad, la BRI está compuesta por 44 países de África, 42 de Asia , 29 de Europa , 20 de América Latina y el Caribe, y 10 de Oceanía. En todos estos países China ha firmado acuerdos de cooperación en materia económica, sanitaria, cultural, digital y medioambiental, entre otras áreas. El último país en sumarse fue Argentina que acaba de firmar su adhesión al proyecto y promete, en este caso una inversión total de 23.700 millones de dólares para infraestructura.
Un escenario multipolar
Como era de esperarse, desde occidente vienen planteando la posibilidad de “frenar la ofensiva china”, la administración de Joe Biden hace cada vez más evidente su estrategia anti-china. Luego de declarar el fin de la ocupación bélica en Afganistán, la estrategia militar estadounidense se corrió hacia el mar del Este de Asia (o Asia Pacífico) se creó una alianza militar en ese territorio, AUKUS, un acuerdo de seguridad entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia para contrarrestar la presunta amenaza a la libertad de navegación en el Mar Meridional de China.
Aún así, la BRI y la libertad de navegación son tan sólo una excusa para la presencia militar estadounidense en el Pacífico. Occidente reclama por la situación de la provincia china de Xinjiang, de mayoría musulmana, donde se denuncian presuntas violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno chino. Y también incluyen a la isla de Taiwán y a Hong Kong en el reclamo, tres hechos que son internos de la política china. Razones que dieron, además, para hacer un “boicot diplomático” en los Juegos Olímpicos de Beijing 2022.
China y Rusia representan un bloque potente en la región de Asia, aún así, Estados Unidos continúa ideando nuevas estrategias porque no quiere perder poder en el territorio. La Iniciativa de la Franja y la Ruta, Aukus, el Mar Meridional de China serán espacios de disputa de cara al futuro.
Foto de Portada: Diario Jurídico