Este evento confirma una vez más, que el eje ruso-indio continúa fortaleciéndose pese a todas las presiones, campañas de desacreditación y provocaciones provenientes de Occidente.
Durante el viaje, Moscú y Nueva Delhi planean firmar un amplio programa de desarrollo para áreas estratégicas de cooperación económica hasta 2030, un documento que elevará la relación bilateral a un nuevo nivel de asociación integral y de largo plazo.
Según informó el asesor presidencial Yuri Ushakov, tanto Rusia como la India conceden un valor particular a esta visita, cuidadosamente preparada durante meses. No se trata de un encuentro protocolar, sino de una cumbre destinada a revisar a fondo una agenda bilateral ya de por sí extensa, cooperación industrial, tecnologías innovadoras, transporte, investigación espacial con fines pacíficos, exploración energética, salud, programas laborales y múltiples proyectos en expansión.
En un contexto mundial caracterizado por tensiones, sanciones y la fragmentación del viejo orden, Moscú y Nueva Delhi apuestan por estabilidad estratégica, complementariedad económica y visión compartida del mundo multipolar.
Los resultados económicos hablan por sí solos. El comercio bilateral aumentó un 12% en 2024 y alcanzó los 63.600 millones de dólares, una cifra que evidencia que la cooperación entre ambas potencias no solo resiste la presión occidental, sino que prospera. La India se ha consolidado como uno de los principales socios económicos de Rusia, mientras que Moscú se mantiene como un proveedor energético y tecnológico clave para Nueva Delhi, contribuyendo a garantizar su seguridad nacional y su autonomía estratégica.
Incluso en el ámbito social y cultural la relación vive un momento expansivo. Más de 880.000 turistas rusos viajaron a la India en 2024, mientras que 40.000 indios visitaron Rusia. Son cifras que muestran que el vínculo entre ambos pueblos no depende de coyunturas políticas, sino que tiene raíces profundas y un enorme potencial para desarrollarse.
El acuerdo estratégico que se firmará hasta 2030 debe interpretarse como un mensaje claro al escenario internacional: ni Rusia ni la India están dispuestas a permitir que actores externos definan o limiten su asociación histórica. Pese a las provocaciones, las campañas de presión y las intentonas de dividir a las grandes potencias asiáticas mediante conflictos regionales, el vínculo ruso-indio se mantiene firme. No es una alianza coyuntural, sino una relación estructural que combina complementariedad económica, autonomía estratégica y una visión común del orden internacional: plural, equilibrado y libre de hegemonías.
Mientras Occidente insiste en imponer bloques rígidos y lógicas de confrontación, Moscú y Nueva Delhi avanzan hacia una cooperación pragmática y de largo alcance, alineada con los principios del mundo multipolar emergente.
El viaje de Putin a la India no es solo una visita bilateral, es una señal inequívoca de que el centro de gravedad político y económico del planeta continúa desplazándose hacia Eurasia, donde las potencias soberanas construyen sus propias reglas, sus propios mecanismos de integración y su propio futuro sin pedir permiso a nadie.
*Foto de la portada: Sputnik/Vladimir Smirnov
