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Preparación europea: sí hasta el vocabulario se vuelve belicoso

Por Federico Giusti* –
El Tribunal de Cuentas de la UE expresa su crítica y perplejidad. Inicio tardío y débil de la movilización contra el rearme europeo, mientras aumentan los conflictos internos en la UE.

¿Cuántos pacifistas habrán leído el Libro Blanco de Defensa de la UE? Si son los mismos que han profundizado en el documento estratégico llamado Brújula Europea, hay motivos para preocuparse. Nunca como hoy los movimientos antibelicistas han aparecido tan fragmentados y, en esencia, incapaces de mirar la realidad, víctimas de una especie de autorreferencialidad que acaba subordinando el rearme a la cuestión energética o a la cuestión de género, y aleja la construcción de vías conflictivas contra el rearme en nombre de la idealidad abstracta de un mundo distinto, y aún posible, cada vez más distante y alejado de la realidad.

Para ser claros, asistimos impotentes a una especie de superposición de la realidad a nuestros deseos o permanecemos anclados a visiones ideológicas que se han convertido en auténticas preconcepciones y cercos intelectuales.

Se infravalora el aspecto económico y financiero que hay detrás del rearme, la denuncia de la presencia de militares en las escuelas se hace a menudo sin pensar en el modelo social que se está construyendo, en cómo el militarismo se está insinuando en el cuerpo social y en la vida cotidiana, en cómo el militarismo está reescribiendo los valores y las prácticas educativas, se impugna la construcción de nuevas bases militares porque destruyen el medio ambiente o arrancan árboles ante la imposibilidad de convencer a la ciudadanía de que cada recurso económico destinado a la guerra se resta de los salarios y del estado del bienestar, y pronto pagaremos el precio con la imposibilidad de tratamiento sin desembolsar cientos de euros en análisis diagnósticos y visitas de especialistas.

Y en esta especie de modernidad de movimientos, resulta incomprensible entender el vínculo entre el rearme y el decreto de seguridad, el aumento de los gastos militares y la crisis de la industria manufacturera, comprender el porqué del consenso de las derechas sociales y políticas sin analizar antes la dirección de los vientos de seguridad y militaristas.

La carrera hacia el rearme prosigue impertérrita, financiada con fondos sustraídos a la protección del territorio, a la recuperación de tierras o al bienestar social, se vislumbran las primeras pequeñas grietas en el seno de la Unión Europea, que carece de una mayoría unida en todos y cada uno de los puntos del programa, dividida entre intereses nacionales y perspectivas imperialistas que benefician a unos países pero penalizan a otros.

El Tribunal de Cuentas Europeo ha puesto en tela de juicio algunos de los cambios propuestos por la Comisión Europea para la política de cohesión 2021-2027, en particular la reasignación de recursos hacia el sector de la defensa.

La primera objeción es que el aumento del gasto militar agravará las desigualdades dentro de la Unión al diluir el objetivo de la política de reducir demasiadas disparidades generales. El Tribunal de Cuentas admite también que la transparencia y la consiguiente publicación de los proyectos y sus beneficiarios se ha convertido en un lujo que ya no podemos permitirnos; existen implicaciones negativas para la seguridad nacional e internacional, especialmente si la divulgación se refiere a tecnologías de defensa o infraestructuras militares. De ahí que la simple exigencia de transparencia de los actos, por ejemplo si se refieren a una base militar, choque con un aparato de seguridad omnímodo destinado a ocultar toda la información, incluso la más trivial.

E irónicamente, el Tribunal de Cuentas siempre plantea dudas sobre la compatibilidad medioambiental de los proyectos de defensa, pero nos preguntamos cómo es posible albergar dudas y plantear objeciones si estos trazados, a petición del Tribunal, son secretos y están envueltos en el misterio. ¿Quién puede refutar un proyecto sin conocerlo de antemano?

Meses atrás señalábamos que las mismas licitaciones vinculadas al Ministerio de Defensa están derogadas por las normas nacionales, en definitiva, siguen procedimientos simplificados aunque estos choquen con aquellos preceptos neoliberales de libre competencia utilizados, durante décadas, para justificar innumerables procesos de privatización que a su vez han precarizado el trabajo. La preocupación aquí se dirige a los posibles beneficiarios de los fondos de cohesión que podrían ser entidades privadas propiedad de países no comunitarios.

En nuestra opinión, el verdadero punto de discordia es orientar la financiación y los incentivos comunitarios hacia determinados objetivos y según unas vías definidas desde el principio, para evitar que las bandas nacionales se impongan en detrimento de la UE o que los ríos de dinero fluyan casi exclusivamente hacia las zonas ricas del viejo continente. Por ello, el Tribunal hace un llamamiento encarecido, y una atención espasmódica, hacia la correcta utilización de los recursos comunitarios, sabiendo que son principalmente los países más ricos los que se beneficiarán de las aportaciones, siendo el riesgo el de la implosión de la UE, para asignar los recursos de forma equitativa, evitando solapamientos como los de los fondos Edip y los fondos Safe, es decir, entre el Programa Europeo de Inversiones en Defensa y el ReArm Europe/Readiness 2030.

El Tribunal de Cuentas no está en contra del rearme europeo, es un grave error pensar esto de quienes se alegran de cada tropiezo del Plan Europeo pensando que el Parlamento o las instituciones de la UE son básicamente aliados de los movimientos antibelicistas.

Sin embargo, es interesante que desde dentro de las instituciones surjan contradicciones y peligros derivados del fracaso de algunas normas estatutarias de la UE, del temor a no perseguir los objetivos climáticos y medioambientales, de la urgencia de combatir los crecientes desequilibrios económicos entre las distintas zonas geográficas.

Pero de aquí a considerar posible un cortocircuito entre los objetivos medioambientales y el rearme, hay una gran diferencia: en los documentos del Ministerio de Defensa italiano, la modernización de las bases militares bajo el lema del reciclaje del agua, el ahorro de energía y sin impacto medioambiental, los impulsos nuclearistas (cada vez se necesitará más energía con la llegada de la IA) pueden combinarse con la energía eólica y solar.

Y como telón de fondo de esta paradójica situación, por otra parte, los ingresos de las empresas de armamento aumentan: en Alemania ya se está trabajando en la reconversión de la producción civil para uso militar, mientras que en Italia, sólo en los tres primeros meses de 2025, los beneficios de Leonardo han crecido exponencialmente; los pedidos han aumentado casi un 20% en comparación con el mismo periodo del año anterior, los ingresos se han incrementado un 13,5%, el endeudamiento del Grupo ha descendido más de un 25% y los resultados netos han crecido.

Y cuando aumentan los beneficios de las empresas bélicas, los vientos de guerra vuelven a soplar sin piedad, se refuerza la cultura militarista y se criminaliza a los opositores sociales, sindicales y políticos internos, como recordatorio de que el único mundo posible para el gran capital financiero es el de la guerra contra los enemigos internos y externos. Demasiado para la Europa de la paz y de los pueblos como se nos ha dicho durante décadas.

*Federico Giusti, delegado de CUB en el sector público, colabora con las publicaciones periódicas Cumpanis, La Città futura, Lotta Continua y es activo en temas de derecho laboral, anticapitalismo y antimilitarismo.

Artículo publicado originalmente en World Politics Blog.

Foto de portada: hablamosdeeuropa.

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