¿Cómo está participando España militarmente en la tensión con Rusia con motivo de Ucrania?
El sábado 22 de enero zarpó desde La Coruña, con 190 militares, una de las fragatas más modernas de la Armada Española, la Blas de Lezo, con destino al mar Negro, para servir a la OTAN en el conflicto con Ucrania. Hará escala en Rota (base aeronaval estadounidense en suelo español), donde se sumarán unidades aéreas y de infantería marina antes de zarpar el 26 hacia el mar Negro en un operativo, al menos, de dos meses, aunque que no se descarta que dure más tiempo. Su lema, muy pacífico y diplomático no parece: «Mis arreos son las armas, mi descanso, la pelea«.
Ya antes, 17 de enero, partió el Buque de Acción Marítima (BAM) Meteoro de Las Palmas de Gran Canaria con rumbo al Mar Negro. Con 65 efectivos, hangar para helicóptero, un cañón y dos ametralladoras, lidera otra agrupación de cazaminas de la OTAN a la que se sumará la próxima semana, desde Cartagena, el Sella, con otros 45 integrantes.
España ya participaba en la operación «Policía Aérea en el Báltico», donde aviones de la OTAN realizan misiones de vigilancia y control del espacio aéreo de Estonia, Letonia y Lituania. España ha liderado esta misión, desde el 1 de mayo hasta el 31 de agosto de 2021, con siete Eurofighter del Ala 14 de Los Llanos (Albacete) y un total de 130 personas.
Además, desde 2017 España mantiene más de 330 militares, seis carros de combate y 15 blindados del Ejército de Tierra en Letonia. Se trata de la misión Enhanced Forward Presence, de la OTAN.
España ha ofrecido también a la OTAN el despliegue de cuatro cazas del Ejército del Aire Eurofighter por primera vez en Bulgaria como parte de la misión de vigilancia de su espacio aéreo a lo largo de la frontera con Rusia, igual que hace en los países del Báltico. El ofrecimiento fue realizado a finales de diciembre a los responsables de la Alianza Atlántica y ha sido confirmado el 21 de febrero por la ministra de Defensa, Margarita Robles, ante el recrudecimiento de la crisis ruso-ucraniana.
¿Y el resto de la UE y países de la OTAN, cómo participan?
Todos parecen tener un discurso similar de apoyo a su socio principal, EEUU, dureza contra Rusia y espectacularidad solidaridad y apoyo a un país que no es de la OTAN, como Ucrania. Sin embargo, no ha sido igual la movilización de tropas y armamento hacia el Este.
Francia ha anunciado que está dispuesta a enviar tropas a Rumanía y el conjunto de la frontera sudoriental de la OTAN pero, en su línea de marcar distancia con la hegemonía estadounidense de la OTAN, aboga por impulsar la vía diplomática con Rusia al margen de EEUU.
Incluso Macron reconoce tener su propia línea de comunicación con Rusia: «Yo he tenido dos conversaciones telefónicas largas con Putin en las últimas semanas y tendré más en los próximos días». Suecia, que no es miembro de la OTAN, ha enviado cientos de soldados a la isla de Gotland, en el mar Báltico.
En cuanto a Alemania, no solo no moviliza tropas sino que sigue manteniendo su política de no suministrar armas a Ucrania.
Italia, por su parte, no ha tomado ninguna medida ni decisión militar más allá de sus declaraciones de apoyo a la diplomacia y a la OTAN, suponiendo que sean compatibles.
Como era de esperar, Reino Unido es el Gobierno occidental más beligerante con Moscú y más solidario con Ucrania, al que ha enviado armamento al país.
Países Bajos ha enviado dos cazas F-35 a Bulgaria y unidades terrestres para respaldar al Grupo de Fuerzas de Seguimiento Inicial (IFFG) de la fuerza de respuesta rápida de la OTAN (NRF).
Polonia tiene frontera con Ucrania y su animadversión hacia Rusia es sobradamente conocida. El Gobierno ultraderechista polaco, que se ha mostrado firme y nacionalista frente a la UE cuando se le exigía cumplir las leyes comunitarias, se posiciona incondicionalmente al lado de Estados Unidos cuando se trata de Ucrania.
Por último Letonia y Lituania han prometido la entrega de equipamiento militar a Ucrania, si bien no tienen previsto desplegar tropas por el momento.
En conclusión, podemos decir que España se ha destacado por su diligencia y rapidez para enviar tropas y logística militar a la zona.
¿Está obligada España a implicarse por ser miembro de la OTAN?
Una de las preguntas que nos debemos plantear es si España, como miembro de la OTAN, está obligada a implicarse en este conflicto hasta el punto de enviar armas y tropas.
La OTAN se crea bajo la regulación del Tratado de Washington, los países que la integran deben ratificar y obligarse a cumplirlo.
El artículo 5 de este tratado fija el compromiso de las partes en caso de ataque a una de ellas siempre que tenga lugar en Europa o en América del Norte. Así, un «ataque armado» será considerado un «ataque dirigido» contra todos los miembros OTAN y, de producirse, cada uno de los miembros, auspiciándose en el ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectivo invocado en el artículo 51 de la Carta de la ONU, «ayudará a la Parte o Partes atacadas» adoptando las «medidas que juzgue necesarias».
Sin embargo, el artículo 5 no sirve para reafirmar la obligación española de enviar tropas a Ucrania.
En el artículo 6 se especifica cuándo se considera un ataque armado contra uno o varios miembros OTAN:
- Cuando se agreda a cualquiera de las partes en Europa o América del Norte; contra los departamentos franceses en Argelia, Turquía, o las islas de cualquiera de las partes situadas encima del Trópico de Cáncer.
- Cuando se agreda a las fuerzas terrestres, navales o aéreas de cualquiera de las partes en los territorios mencionados o en cualquier «otra región de Europa» en la que estuvieran estacionadas fuerzas de ocupación de alguna de las partes en la fecha de entrada en vigor del Tratado, o que se encuentren en el «Mar Mediterráneo o en la región OTAN al norte del Trópico de Cáncer».
Puesto que Ucrania no es parte de la OTAN, se podría decir que ni España ni la OTAN están obligadas, incluso en el caso de una hipotética intervención militar de Rusia en Ucrania, a enviar tropas ni se trataría de un asunto que les concerniese.
Le concierne lo mismo que las invasiones de Israel a Líbano, Egipto o Siria; las agresiones de Marruecos a Argelia o al Sáhara, o las de Arabia Saudí en Yemen, ante las cuáles ni España ni la OTAN han reaccionado. El ejemplo más parecido sería la invasión de Irak a Kuwait, que requirió la intervención del Consejo de Seguridad de la ONU.
¿Tuvo anteriormente España una posición así de belicista y seguidista de EEUU?
Es inevitable rememorar el papel de España en el llamado Trío de las Azores, aquella reunión en 2003 entre Bush, Blair y Aznar, que desembocó en la invasión de Irak. El entonces presidente español, José María Aznar, desmarcándose de otros líderes europeos y mundiales, abrazó las intenciones guerreristas de Bush con la falsa coartada de las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein.
Sin duda, la promesa de EEUU de que las petroleras y las constructoras españolas se enriquecerían con el crudo y la reconstrucción de Irak sería decisiva.
Aquella implicación supuso una de las mayores movilizaciones ciudadanas contra el Gobierno de la historia de España.
¿Qué posiciones tienen el resto de los partidos españoles?
La reacción del arco político español ante la crisis de Ucrania merece analizarse. El sector de Unidas Podemos del gobierno de coalición ha expresado su oposición a cualquier acción militarista y envío de tropas, especialmente desde el sector de Izquierda Unida y el PCE, que incluso han recuperado la consigna de «No a la guerra» de la guerra de Irak. Por ahora no sé sabe hasta dónde puede llegar la diferencia y en cuánto puede afectar al equilibrio del gobierno de coalición las distintas posturas.
También los partidos que apoyaron la investidura de Sánchez, pero no participan en el Gobierno, han expresado su rechazo a los envíos de tropas.
Por último, los partidos de la derecha, que son quienes más alardean y esgrimen el nacionalismo español, son los que apoyan la alineación de España a las directrices de Estados Unidos y la OTAN y se niegan a que España tenga voz propia en el conflicto.
¿Qué motivos o beneficios consigue España implicándose de esa manera?
La gran pregunta es qué mueve al Gobierno español a situarse en primera línea junto a Estados Unidos en un conflicto en el que no está obligada como miembro de la OTAN, sobre un país, Ucrania, situado en la otra punta de Europa y con quien no tiene ningún lazo ni histórico, ni geopolítico, ni económico.
No solo eso, a España el seguidismo europeo a las sanciones estadounidenses contra Rusia solo le ha traído problemas comerciales al no poder venderle productos agrícolas.
Los analistas parecen coincidir al señalar que el objetivo de España es ganarse la adhesión de Estados Unidos en su conflicto en el Magreb y en Cataluña.
Con respecto a esta última, el Gobierno español reza para que a EEUU no se le ocurra dar oxígeno a las demandas independentistas catalanas.
Pero lo principal es el problema que tiene España desde principios del siglo XX, que se llama Marruecos, y para el que tiene pocos socios.
El reino alauita supone para España un conflicto migratorio porque en sus manos está la colaboración o no para frenar la entrada de emigración africana; un conflicto colonial por las plazas de Melilla y Ceuta reivindicadas por Marruecos y el proceso de descolonización pendiente del Sáhara, colonia española semiocupada ilegalmente por Marruecos; y también un conflicto de recursos pesqueros y energéticos por el paso de gasoductos por el país africano.
España no ha encontrado muchos apoyos en Occidente a su posición. Francia siempre se ha situado más cerca de Rabat y, para mayor disgusto, los inteligentes movimientos de Marruecos consiguieron poner de su lado a Donald Trump en la cuestión del Sáhara a cambio de que Rabat reconociera a Israel.
España no consiguió la mínima solidaridad de EEUU cuando el pasado año Marruecos organizó un masivo éxodo de emigrantes a Ceuta en protesta por la asistencia sanitaria española a un líder del Frente Polisario del Sáhara, creando un caos migratorio y humano. A pesar de que eso sí que fue una acción hostil contra un país de la OTAN. Al igual que cuando Marruecos invadió en 2002 la isla de Perejil, bajo soberanía española.
Ahora con Biden, España intenta arañar apoyos estadounidenses. Este mes el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, se reunió en Washington con el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, y vino con su trofeo, una declaración conjunta que dice: «Uniremos esfuerzos para resolver un conflicto que ya dura demasiado [Sáhara Occidental]; que tiene que terminar y no puede prolongarse más décadas».
Y ahora en junio viene la asamblea general de la OTAN en Madrid, donde asistirá el presidente estadounidense y, si Pedro Sánchez sigue cumpliendo las instrucciones, hasta puede que Biden se pare a atenderle cuando el presidente español le persiga por el pasillo, no como pasó en Bruselas el año pasado.
De modo que ahí está Ucrania como moneda de negociación. Total, por una vez más que España sirva a Estados Unidos no cambiará respecto a la historia de los últimos cien años.
Para finalizar sería bueno recordar que el almirante Blas de Lezo y Olavarrieta (1689-1741), quien da nombre a la fragata que ha ido al mar Negro al servicio de la OTAN, volvió de una batalla sin pierna, de otra sin un ojo y de otra más sin la movilidad del brazo. Quién sabe si revisar el pasado puede ayudarnos a resolver el futuro sin pérdidas de miembros.
*Pascual Serrano, periodista español. Fundó en 1996 el medio alternativo digital Rebelion.org. Fue asesor editorial de la televisión latinoamericana Telesur. Premio de Periodismo de Derechos Humanos 2019 de la Asociación ProDerechos Humanos de España (APDHE). Especialista en medios y analista político. Colabora en Eldiario.es, Le Monde Diplomatique y La Aventura del Saber (TVE2). Dirige la colección de libros de actualidad A Fondo, en la editorial Akal.
Artículo publicado en Sputnik.
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