Colaboraciones Europa

Portugal: abril como memoria, pero sobre todo como futuro

Por Duarte Correa*. – En la tarde de 25 de abril bajamos la Avenida da Libertadade, hasta desembocar horas después en la Plaza del Rossio, acompañando a una grande multitud que participaba en el tradicional desfile conmemorativo de la Revolución de los Claveles en Lisboa.

En 2010 ya había tenido oportunidad de participar en el desfile, y recuerdo de aquel año sobre todo su carácter festivo del Día de la Libertad.

Al cumplirse 50 años de aquel abril de 1974, en el que la unión de militares, Grândola, claveles rojos y pueblo, puso fin a la dictadura fascista, Lisboa y todo Portugal están llenos de actos conmemorativos de muy distinto tipo; pero tanto en la manifestación celebrada en Lisboa como en las de otras ciudades y pueblos, el elemento conmemorativo quedó en un segundo plano; destacando sobre todo una actitud combativa y reivindicativa, que nos dice que el espíritu de abril está vivo. La realidad política portuguesa con el importante ascenso de la derecha, y sobre todo de la extrema derecha en las elecciones del pasado 10 de marzo, pienso que sirvió de estímulo para que muchas las personas que, no participando habitualmente, hubieran decidido movilizarse en esta ocasión, saliendo a la calle y gritando 25 de abril Siempre. ¡Fascismo Nunca Más!

Ese ascenso electoral de la extrema derecha en Portugal, fue tardío en comparación con otros estados europeos, e incluso algunos entre los que me incluyo, llevados por un optimismo irreflexivo, llegamos a considerar durante un tiempo que la revolución de los claveles había actuado como vacuna, y que por tanto ese ascenso en Portugal no iba ser tan significativo. Pero el ascenso llegó, y fueron más de un millón de personas las que dieron su apoyo hace mes y medio al Chega (partido de extrema derecha portugués), convirtiéndolo en el tercer grupo parlamentario con 50 diputados y diputadas; que el mismo 25 de abril por la mañana, en la sesión solemne de la Asamblea de la República demostraron cuál es su idea de lo que supuso la revolución, al abandonar el salón de plenos cuando se empezaba a entonar el Grândola Vila Morena.

¿Pero dónde estaban?

No es objeto de este artículo proceder a un análisis profundo sobre el origen de los apoyos a la extrema derecha en Portugal, y no sirve emplear el argumento simplista de que son votantes habituales de los partidos de derecha, pues PSD y CDS (ahora en la coalición Aliança Democrática) aumentaron en apoyos al respecto de 2022. Escribía hace un par de años el historiador portugués Manuel Loff en un trabajo colectivo sobre las extremas derechas, que entramos en un nuevo ciclo histórico, caracterizado cómo el de la neuropolítica, y en este ciclo «…ansiedad colectiva, recesión económica sin precedentes y financiarización global que la gestión política de la pandemia ha venido a acentuar, parece, de hecho, tener todo para facilitar transiciones autoritarias…». Si atendemos el discurso del Chega y de sus homólogos, todos introducen como un elemento definitorio el concepto autoridad, diciendo que no existe y que son ellos quienes vienen a poner orden, delante de la grave situación provocada por los excesos: corrupción de la política, inmigración ilegal, destrucción de la familia y de las referencias tradicionales con las políticas de igualdad…

De ese miedo, de esa ansiedad, salen muchos de los apoyos a la extrema derecha, que con discursos demagógicos e incendiarios ofrece soluciones fáciles y radicales; supuestas soluciones que son muy bien recibidas por amplios sectores de una sociedad que se informa cada vez más a golpe de titular o de redes sociales, una sociedad que por falta de práctica está cada vez menos acostumbrada al razonamiento y a la reflexión. La mayor parte de esos apoyos no pueden ser calificados directamente como de personas partidarias del fascismo o del neo-fascismo, pero con su voto hacen crecer opciones políticas que sí lo son.

Cultivar el futuro

Cultivar el 25 de abril no es un gesto de melancolía, es todo lo contrario; pues cultivar la memoria de la revolución portuguesa es cultivar el camino para avanzar, adquiriendo conciencia de que los derechos nunca fueron un regalo, sino conquistas fruto de una lucha, en la que como en todo proceso dialéctico hubo y hay victorias y derrotas. Cultivando el 25 de abril en un momento tan delicado como el actual, los portugueses y portuguesas recuerdan, y enseñan a las nuevas generaciones, que el pueblo convirtió un extraño y por tanto contradictorio movimiento militar en una revolución, y lo hizo en el momento en que decidió coger el futuro en sus manos; futuro que sigue perteneciéndole.

Duarte Correa*. Profesor de historia y analista internacional.

Este artículo fue publicado originalmente en Galicia, en el portal nosdiario.gal/

Foto de Portada: Escena de la película ‘Capitanes de abril’.

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