¿Por qué BlackRock, la mayor empresa de inversión del mundo con sede en Nueva York, está interesada en «reconstruir la Ucrania en bancarrota»? ¿Y por qué la mayoría de los gobiernos occidentales abogan por la «guerra hasta el último ucraniano»? Seguir el dinero… en este caso los activos rusos actualmente congelados que ascienden a cientos de miles de millones de dólares.
El saqueo de las reservas y riquezas rusas es el sueño húmedo de quienes hablan de la reconstrucción de Ucrania.
BlackRock ha sido descrita como la «cuarta rama del gobierno» porque trabaja en estrecha colaboración con los bancos centrales y les asesora. Su influencia es tan omnipresente que podría decirse que no sólo controla empresas privadas y grupos mediáticos, sino países enteros y sus gobiernos. Sus activos gestionados ascienden a 9 billones de dólares, cuatro veces el PIB de Italia y más que el producto interior bruto (PIB) de todos los países del mundo excepto China y Estados Unidos.
Entonces, una vez establecido que no se trata de una obra piadosa, ¿por qué muestra un interés tan descarado por un país fallido como Ucrania? En realidad, el interés radica principalmente en los activos rusos que planea «gestionar» para la «reconstrucción» de lo que quedará de Ucrania.
Siete países de la UE controlan el 90% de los activos rusos. Según el Servicio Federal de Finanzas del Reino de Bélgica, sólo en este país se han congelado fondos rusos por valor de 50.500 millones de euros. Estos fondos incluyen todo tipo de activos financieros (fondos en cuentas bancarias y valores) propiedad de personas físicas y jurídicas. Según algunas estimaciones, más de 300.000 millones de dólares en fondos y activos rusos han sido congelados en Occidente.
Cuando BlackRock, y los gobiernos que controla, hablan de reconstrucción con fondos rusos, podemos estar seguros de que lo que tienen en mente no tiene nada que ver con el futuro de Ucrania, sino que se trata estrictamente de su propio futuro.
*Laura RU, periodista.
Artículo publicado originalmente en L’AntiDiplomático.
Foto de portada: extraída de fuente original L’AntiDiplomático.