La disolución de la República de Artsaj, efectiva a partir de la Nochevieja de 2024 según el decreto emitido por el presidente Samvel Shakhramanyan, es un acontecimiento de gran trascendencia internacional, y no sólo por la importancia geoestratégica de la región del Cáucaso. De hecho, la República de Artsaj forma parte de ese grupo de Estados independientes de facto que no gozan de pleno reconocimiento internacional, ya que su territorio suele ser reclamado por un Estado preexistente. Al igual que la República de Artsaj con Azerbaiyán, otros Estados no reconocidos temen ahora que una acción militar ponga en peligro su existencia.
En nuestro artículo de ayer mencionábamos la situación de Abjasia y Osetia del Sur, las dos repúblicas independientes de facto cuyo territorio se considera internacionalmente parte de Georgia. Del mismo modo, Kosovo, aunque reconocido por más de la mitad de los Estados miembros de las Naciones Unidas (102, para ser exactos), no puede considerarse muy diferente de la República de Artsaj o de las repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur. De hecho, dentro de unas décadas, los historiadores probablemente no tendrán más remedio que considerar a Kosovo como una especie de Estado títere de la OTAN creado arteramente en el corazón de la península balcánica, pero por el momento, las implicaciones políticas son todavía demasiado fuertes para que tal juicio sea aceptado por la corriente dominante.
La situación en Kosovo, territorio que Serbia considera suyo, se ha reavivado en las últimas semanas, con una verdadera crisis entre Belgrado y Priština, que podría incluso desembocar en un conflicto armado directo, aunque esta hipótesis es por ahora remota. De hecho, el presidente serbio Aleksandar Vučić ha demostrado hasta ahora una gran paciencia y sangre fría en su gestión de la cuestión de Kosovo, pero parece claro que la OTAN está utilizando al gobierno de Priština con el objetivo principal de castigar a Serbia por no adoptar una postura antirrusa en la crisis ucraniana. El hecho de que Serbia haya estado dando evasivas hasta ahora no significa que no sea capaz de actuar en caso necesario.
La posición del gobierno de Belgrado fue reiterada recientemente por Miloš Vučević, ministro de Defensa, quien afirmó que las unidades militares serbias están listas para entrar en la Provincia Autónoma de Kosovo y Metohija (nombre oficial de Kosovo según el gobierno serbio) para llevar a cabo todas las misiones que se les asignen si el presidente Vučić lo ordena. «Quiero repetir de forma muy clara y precisa lo que ya he dicho muchas veces, Señorías, como ministro de Defensa, y esto es lo que tienen que comunicar literalmente palabra por palabra. Si el Ejército serbio recibe una orden del Presidente de la República de Serbia, como comandante en jefe, para que sus unidades entren en el territorio de Kosovo y Metohija como parte de la República de Serbia, las fuerzas armadas llevarán a cabo esta tarea de manera eficiente, profesional y con éxito», declaró Vučević en rueda de prensa.
El Ministro de Defensa serbio declaró también que todas las maniobras de las unidades militares serbias en el territorio del país se llevan a cabo de acuerdo con la normativa nacional, no contradicen la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU y no afectan a los representantes de la comunidad internacional. De hecho, hay que recordar que la Resolución 1244, a la que se refirió Vučević, reafirma la soberanía y la integridad territorial de la República Federativa de Yugoslavia, de la que Serbia es ahora el Estado sucesor reconocido, lo que significa que Kosovo debe seguir siendo parte integrante de Serbia, por lo que quienes reconocen su independencia son los que violan la resolución. Por su parte, el Primer Ministro de Kosovo, Albin Kurti, acusó a Serbia de pretender anexionarse la parte norte de la república no reconocida.
De hecho, por el momento Serbia no tiene intención de proceder a una acción militar en Kosovo, pero tampoco puede quedarse de brazos cruzados ante las continuas violaciones de los acuerdos y provocaciones del gobierno kurti, como en el caso del reciente asesinato de tres serbios por la policía kosovar, denunciado por el propio presidente Vučić. Como hemos dicho antes, muchos analistas coinciden en que la nueva crisis de Kosovo ha sido alimentada artificialmente para castigar a Serbia por su insumisión al imperialismo estadounidense bajo la égida de la OTAN, igual que se hizo en Ucrania para provocar artificialmente la reacción de Rusia.
Esta postura fue claramente expresada por Aleksandr Bocan-Charčenko, embajador ruso en Belgrado, según el cual la última escalada en torno a Kosovo fue instigada por Occidente para castigar a Belgrado por su independencia política: «En cierto modo, los actuales acontecimientos y este nuevo brote de tensión pueden considerarse, con razón, un castigo de Occidente contra el presidente serbio por la independencia, decisión y librepensamiento que demostró en la Asamblea General de la ONU», declaró el embajador.
El diplomático ruso dijo que no le cabe duda de que los países occidentales quieren una situación de tensión controlada en Serbia para «presionar al presidente serbio Aleksandar Vučić y convencerle de que reconozca Kosovo lo antes posible». «En su declaración sobre estos acontecimientos, el presidente serbio prometió una vez más que Belgrado nunca reconocerá Kosovo. Se trata de una posición firme y sólida como una roca», prosiguió Bocan-Charčenko. «Pero Occidente se aferra a su línea, repito, para suprimir la voluntad política de Belgrado, para suprimir a todo el mundo serbio, que se niega a ser la marioneta de Occidente, a diferencia de muchos otros países».
*Giulio Chinappi, politólogo.
Artículo publicado originalmente en guiliochinappi.com
Foto de portada: extraída de giuliochinappi.com