Asia

Pelosi en Taipéi y otros cuentos chinos

Por Omar Hassaan Fariñas*. Especial para PIA Global. Estados Unidos como Estado revisionista de su propio sistema internacional

La octogenaria señora presidenta de la cámara de representantes del congreso estadounidense y pilar del régimen estadounidense – liderado por el momento por la organización política denominada “demócratas” – decidió emprender una visita formal a la isla de Formosa – actualmente una entidad política-territorial que existe de forma autónoma de lo que debería ser una República Popular China completa e integral –, y producto de esta visita, se dieron una serie de declaraciones, maniobras militares, y preparaciones para potenciales futuros conflictos.

El breve texto que ofrecemos a continuación, espera demostrar muy sucintamente cómo este evento encaja en una realidad geopolítica mucho más amplia y compleja, realidad que nos permitirá contemplar el ahora acelerado proceso de transformación de Estados Unidos, desde el “guardián” del sistema internacional pos-guerra (1939-1945), a un Estado “Rouge” y Revisionista, y las implicaciones de esto para el sistema internacional, por lo menos a corto y mediano plazo.    

Ante todo, vamos a introducir unas cuantas categorías para poder avanzar un poco en nuestra concepción de este momento particular de la geopolítica global, y hacia donde nos lleva Estados Unidos y sus aliados.

Es importante comprender claramente qué significan términos como “Estados Canallas” (Rouge States) y “Estados Revisionistas”, expresiones que fueron inventadas justo por Estados Unidos y sus aliados, para calificar todo lo que a ellos no les gusta, pero que irónicamente ahora aplican perfectamente a ese mismo país.   

Un “Rouge State” Estado Canalla, o Estado Villano – es un término desarrollado por Estados Unidos, a ser aplicado a países que, si vamos al grano y sin pretensiones, simplemente poseen gobiernos que no cooperan con la política exterior estadounidense. Nada que ver con los eslóganes de siempre: la “democracia” y los “derechos humanos”, ya que varios gobiernos que violan estos sistemáticamente, nunca reciben dicha condena (Colombia, por ejemplo), mientras que todos los que la recibieron efectivamente fueron, de una manera u otra, un obstáculo para los dictámenes de Washington (la lista es larga).

El presidente Ronald Reagan fue el primero en emplear el término, pero para entonces el término estaba poco desarrollado, y solo durante la administración política del presidente William Clinton fue que se desarrolló una definición más precisa, y se le dio una utilidad política.

Presidente William Clinton y Anthony Lake

El diplomático estadounidense y asesor de Seguridad Nacional de Clinton – Anthony Lake – publicó lo siguiente en el año 1994, en Foreign Affairs:

…la realidad de los estados recalcitrantes y al margen de la ley que no solo eligen permanecer fuera de la familia de las naciones democráticas, sino que también atacan nuestros valores básicos…me refiero a estos cinco regímenes: Cuba, Corea del Norte, Irán, Irak y Libia…el comportamiento (de estos) era frecuentemente agresivo y desafiante; que los lazos entre ellos estaban creciendo; que estaban gobernados por camarillas coercitivas que reprimían los derechos humanos y promovían ideologías radicales; que exhibían una incapacidad crónica para relacionarse constructivamente con el mundo exterior; y que su mentalidad de asedio los había llevado a intentar desarrollar armas de destrucción masiva y sistemas de lanzamiento de misiles. (En este sentido), como la única superpotencia existente, Estados Unidos tiene una responsabilidad especial… de neutralizar, contener y, a través de la presión selectiva, quizás eventualmente transformar a estos malhechores (“miscreant”, fue la palabra empleada) en buenos ciudadanos globales.[1]

Amerita señalar que la política exterior del presidente Bush (padre) había empleado repetidamente las ideas de Lake – aunque aún sin emplear el término mismo – adoptando una estrategia de “dos guerras”, diseñadas para permitir que las fuerzas estadounidenses ganaran dos guerras regionales simultáneamente contra Estados “Canallas” (Rouge). La administración política del presidente Bush (hijo), enfatizó la necesidad urgente de desarrollar una defensa antimisiles nacional para proteger a Estados Unidos de las armas lanzadas por estos mismos “Estados Canallas”. Obviamente, este término estuvo presente durante una gran parte de la política exterior estadounidense, después de la primera Guerra Fría.

Lo importante es que Lake, – y junto a él la totalidad del departamento de Estado y muchos de los “Think Tanks” gringos -, habían definido a los “Rouge States” como Estados que desafiaban el sistema de normas internacionales y el orden internacional. Aparentemente, para ser clasificado como “rouge”, un Estado tenía que cometer cuatro transgresiones: construir/poseer armas de destrucción masiva, apoyar el terrorismo, abusar severamente de sus propios ciudadanos y criticar estridentemente a Estados Unidos. En realidad – y esto último no lo dice Lake, pero si lo confirma claramente las realidades históricas – solo el último criterio era suficiente, y los primeros tres solían ser construidos a través de narrativas creativas, como las de las armas de destrucción masiva de Irak, por ejemplo.

Este término cesó de ser empleado de manera formal por el departamento de Estado durante la primera década del Siglo XXI, pero en realidad solo cambiaron el vocabulario, empleando eufemismos que de todas maneras siguen reutilizando las mismas “etiquetas”, bajo nuevas expresiones.

A su vez, el término “Estado Revisionista” y su contraparte – “Estado Statu Quo” – son términos quizás más académicos y menos engendrados por el departamento de Estado, por lo cual suelen ser más útiles para el análisis, a pesar del pésimo legado de estar identificados con el realismo político, tanto el clásico como la variante “estructuralista” (el neorrealismo). De acuerdo con el estadounidense Davidson, en su libro “The Origin of Revisionist and Status Quo States” (el origen de los Estados revisionistas y statu quo), un Estado revisionista es uno que “busca transformar la distribución de los bienes en el sistema internacional: territorios, estatus, mercados, la expansión de su ideología, y la creación y transformación del derecho internacional y sus instituciones. Alternativamente, los Estados del Statu Quo son estos que buscan mantener la distribución de los bienes antes señalados”.[2]

Es importante no caer en la simplificación que insiste en que los Estados revisionistas son los que “causan las guerras”, mientras que los Estados del Statu Quo son las que preservan la paz, ya que efectivamente existe más de una manera para transformar el sistema sin tener que recurrir a las guerras,[3] mientras que ciertas potencias estarían dispuestas a ir a la guerra para preservar el orden imperante, como por ejemplo las múltiples coaliciones anti-napoleónicas del Siglo XIX.

Es igualmente importante entender que, en la práctica, todos los Estados suelen ser selectivos: son “revisionistas” de ciertos aspectos, pero desean preservar el statu quo en otros, dependiendo del tema, de las circunstancias e incluso del gobierno de turno y del momento geopolítico dado. Querer preservar el sistema pre-Revolución Francesa, no implicaba necesariamente la necesidad de descartar las nuevas maneras de hacer guerra, adoptadas por los enemigos del Emperador Francés, por ejemplo.   

Con estos términos ya propiamente conceptualizados,[4] podemos empezar a evaluar la situación geopolítica actual, tomando como uno de los puntos de interés, la visita de la Señora Pelosi a Taipéi, pero también ciertos desarrollos recientes en las batallas entre Rusia y la OTAN, en Ucrania.  

En artículos anteriores, hemos señalado repetidamente cómo las narrativas estadounidenses pretenden construir una matriz de opinión global en la cual sus provocaciones geopolíticas y estratégicas no existen, mientras que las acciones “bélicas, agresivas e injustificadas” de sus adversarios suelen ser irracionales y desprovistas de motivaciones más allá de la agresividad y el carácter de “canalla” de estos actores (principalmente, Rusia, China e Irán).

  Ebrahim Raisi- Xi Jinping –Vladimir Putin,

Hemos señalado repetidamente que no se trata de una guerra entre el pueblo y el gobierno Ucrania contra “Putin”, sino un conflicto geopolítico global entre Estados Unidos y sus aliados – por un lado – y la Alianza Pekín-Moscú, junto a sus respectivos aliados, por el otro, y la guerra en Ucrania es meramente una batalla en este conflicto. Señalamos, adicionalmente, que el rival principal de Estados Unidos es, efectivamente, el gigante asiático, y las provocaciones y eventual estimulación de guerra a través de “proxis”en este caso, Kiev – obedece a la necesidad de debilitar al socio principal de Pekín.[5]

Adicionalmente, en uno de nuestros artículos anteriores, habíamos indicado cómo la dedicación apasionada de Estados Unidos por la defensa de la soberanía de Ucrania se ha constituido en el pilar fundamental de su política exterior, si creemos y aceptamos acríticamente las narrativas que surgen desde Washington y desde sus tentáculos mediáticos.

Incluso, nos habíamos preguntado para entonces cómo es que la soberanía de ese país europeo ha logrado generar tanta pasión por parte de Washington, mientras que las soberanías de tantos otros países del mundo, no solamente han fallado en generar el mismo entusiasmo por parte de la Casa Blanca, sino por el contrario, fueron severamente afectadas por esa misma potencia anglosajona.

Pero quizás más preocupante es el hecho de que la guerra evidentemente es entre Estados Unidos y sus aliados contra dos potencias nucleares – Rusia y China – y la posibilidad del daño colateral para el resto del planeta, en el caso que el “Brinkmanship[6] gringo salga de las manos de los “decision-makers” en Washington, y todo el mundo tendrá que pagar por esa irresponsabilidad. Aunque las consecuencias del empleo de armas nucleares fueron exploradas muy brevemente en un artículo titulado “El Dr. “Biden”, o Cómo Aprendimos a Dejar de Preocuparnos y Amar la Bomba”,[7] nunca hemos explorado adecuadamente el tema de las consecuencias económicas de esta guerra OTAN/Alianza Pekín-Moscú, para el resto del mundo.

En ese artículo, esperábamos abordar muy brevemente el tema de las acciones antisistema de Estados Unidos – lo que efectivamente hace de esta una potencia revisionista – y a la vez contemplamos con aún más brevedad las consecuencias económicas de una potencial escalada del conflicto entre los verdaderos rivales: Estados Unidos y China.

Una serie de eventos recientes nos llama la atención, los cuales nos lleva a observar patrones más grandes y cada vez más claros y manifiestos de la naturaleza de esta guerra global que se desarrolla actualmente, y las posibilidades de su expansión hacia nuevos teatros de operaciones.

En primer lugar, Estados Unidos y sus elites mediáticas no paran de festejar la entrega del sistema de cohetes de artillería de alta movilidad denominado “HIMARS”, por sus siglas en inglés, a las fuerzas ucranianas. Supuestamente, este sistema ha causado gran daño a las tropas y el interior estratégico ruso, a la vez de drones que han atacado la flota rusa del Mar Negro en Crimea, junto a varios puentes estratégicos, etc. Estos han destruido una cantidad substancial de cazas rusos, y, sin duda alguna, con el cambio cualitativo de los ataques supuestamente “ucranianos” contra objetivos rusos, estos están recibiendo golpes fuertes, por parte de la OTAN.[8]

Aun cuando el daño causado ha sido exagerado – y de eso no podemos dudar, ya que se trata de Estados Unidos y sus tentáculos mediáticos – Rusia está sufriendo las consecuencias de estos fuertes golpes. No cesan los anuncios de nuevos recursos financieros y paquetes de armamentos desde Estados Unidos para Ucrania, mientras que Alemania sangra por su destrucción económica – por un lado – y su jefe de gobierno y su presidente son humillados descaradamente en su propio país por parte del embajador ucraniano y otros que están bajo la protección de Washington,[9] todo con la finalidad de que suministren aún más armas a Kiev – por el otro.

Otro golpe adicional para Rusia – este de seguridad e inteligencia, y no de carácter militar – es el asesinato de Darya Dugina, hija de Aleksandr Dugin.

Ya sabemos que, aunque las investigaciones del gobierno ruso indican que posiblemente fueron los servicios de seguridad ucranianos, los medios estadounidenses (Washington Post, por ejemplo), han indicado que “el origen [del ataque] es obviamente interno, no externo…Hay tantas facciones y guerras internas dentro de la propia sociedad rusa, dentro del gobierno ruso, todo es posible”.[10] Lo que nos preocupa no es el autor material, sino el verdadero autor intelectual, y lo que esto implica para el mundo.

Otro tema preocupante, es el de la central nuclear de Zaporozhie, la mayor central nuclear de Europa y la tercera del mundo, ubicada en el centro de Ucrania, y bajo control ruso desde el 28 de febrero o el 3 de marzo, dependiendo de cual versión aceptemos.[11] Varios portavoces de los países aliados a Estados Unidos han señalado recientemente (agosto de 2022), que cualquier tipo de fuga de radiación en la central nuclear de Zaporozhie – como consecuencia de cualquier tipo de bombardeo – será una razón para otorgarle un rol protagónico a la OTAN en Ucrania: “Dejémoslo claro ahora. Cualquier daño deliberado que provoque una posible fuga de radiación en el reactor nuclear ucraniano sería una violación del artículo 5 de la OTAN”, escribió este viernes en su cuenta de Twitter Tobías Ellwood, miembro del Parlamento del Reino Unido.[12]

Los vehículos del OIEA llegan este jueves a la central nuclear de Zaporiyia. ALEXANDER ERMOCHENKO (REUTERS)

El legislador estadounidense Adam Kinzinger, por su parte, indicó que “esto ni siquiera se puede debatir…cualquier fuga matará a la gente en los países de la OTAN, eso es el artículo 5 automático”.[13] Rusia, por su parte, y a raíz de los bombardeos recientes en agosto de 2022, ha solicitado repetidamente a la Agencia Internacional de Energía Atómica que envíe sus equipos a la central Zaporozhie para investigar la situación y acertar que los bombardeos son – efectivamente – ucranianos, y no rusos, pero como no le conviene a Estados Unidos, nada concreto se ha escuchado de la agencia atómica aún.[14]  

Estos elementos que acabamos de indicar, estos sucesos y declaraciones y asesinatos, todos nos indica un incremento cualitativo en las batallas que se están dando en Ucrania, entre la OTAN y Rusia. El incremento cualitativo es preocupante para quienes observan los hechos, porque el “ojo crítico”o quizá la mente cínica, no sé cuál sería más adecuado contemplar aquí –, que uno debe tener en estos ejercicios analíticos, nos indica que el incremento cualitativo que acabamos de señalar no obedece a una Ucrania “mejor preparada”, tanto como una OTAN “más involucrada”. Nos referimos aquí en particular a la calidad de golpes que Rusia ha sufrido recientemente en Crimea, más que todo, y a las amenazas abiertas de ciertos miembros de la OTAN de intervenir por un daño a una central nuclear que ellos mismos están instigando.

Esto último pudiera ser – lamentablemente – parte de una escalada que todos tememos se dé, por obvias razones, y que quizás se está dando a raíz de que los recientes avances rusos se han consolidado – aunque no se han dado nuevos avances – pues Rusia simplemente puede quedarse con lo que tiene y esperar que el invierno azote al resto de Europa.

A criterio del jefe de la OTAN, – Estados Unidos – ahora es el momento obligatorio para cambiar la ecuación estratégica en Ucrania a cualquier precio, y tememos que uno de estos “precios”, es abandonar las pretensiones que la OTAN no está involucrada directamente en la guerra.

En vista de estos puntos que acabamos de resaltar, quizás podamos recordar, una vez más, los sucesos del año 2021 y los primeros dos meses del año actual. Fueron Estados Unidos y la OTAN quienes llegaron “tocando” la puerta a Rusia, y no al revés.

Me llamó la atención una declaración reciente de la cancillería china, en la cual, y como una forma de protesta por la visita de la Señora Pelosi a Taipéi, (ya vamos a tocar ese tema) indicaron, que China no estaba tratando de instigar la separación de Alaska de Estados Unidos, sino todo lo contrario, es Estados Unidos la que ataca su soberanía, en su propio vecindario: literalmente, “fue una líder de Estados Unidos quien visitó la isla de Taiwán para apoyar a los ‘separatistas de Taiwán’. Nadie de China ha viajado a Alaska o alguna otra parte de Estados Unidos para apoyar a un movimiento separatista allí”.[15]

Esto último nos hace recordar cómo se había argumentado muy acertadamente a finales del 2021 – por quien suscribe y tantos otros – que Rusia no era quien estaba entregando armas ofensivas a México y ofreciendo alianzas militares hostiles y expansionistas al país latinoamericano para que se prepare para enfrentar a Washington, y que cuando algo semejante sucedió en un momento de la historia – la crisis de los misiles cubanos – Estados Unidos casi nos llevó a un Armagedón nuclear, sin preocuparse por la soberanía cubana, muy al contrario de la situación actual, pues por la defensa de la soberanía ucraniana, Estados Unidos estaría dispuesta a consumir el mundo entero en las llamas de guerras a través de su proxy.

Repitiéndose los sucesos a menos de un año, podemos ver cómo se reedita la versión de “Ucrania contra Rusia”, pero ahora para “Taiwán contra China”, resaltando los dos elementos más importantes que poseen en común: la metodología de provocación de “tira la piedra y esconde la mano” (combinado con una cara de “yo no fui”), y el mismo autor en ambos casos: Estados Unidos.   

Estados Unidos provoca a sus adversarios (y después habla de provocaciones chinas y rusas) con varias, pero separadas acciones hostiles, la cuales acumuladamente forman un peligro geopolítico de largo plazo para estos, luego la potencia anglosajona emplea su inmensa maquinaria global redactora y difusora de sus narrativas para simular que las provocaciones no son lo que efectivamente son, mientras que las reacciones de las contrapartes son meras “exageraciones” y “aberraciones”.

Nancy Pelosi aseguró en comunicado que su visita es para reconocer la democracia de Taiwán

Se dijo justo así de Irán con el acuerdo nuclear[16] y luego se dijo justo así de la operación especial de Rusia en Ucrania, y ahora, se repite la historia casi textualmente, condenando la controlada (si no fuera controlada, ya estaríamos en guerra) pero firme (la simulación de una invasión a Taiwán dejó claro lo que puede pasar si siguen las provocaciones) respuesta de Pekín a una agresión directa a su soberanía, mientras que las varias visitas de los congresistas estadounidenses a Taiwán buscan ofrecerle a Taipéi lo mismo que la OTAN estaba acumulando en Ucrania, el frente de la frontera con Rusia: armas gringas.

Oficialmente, la política estadounidense hacia Taiwán está guiada por los llamados “Tres Comunicados Conjuntos Estados Unidos – China” (The Three Joint Communiqués) emitidos entre los años 1972 y 1982, a la vez de la Ley de Relaciones con Taiwán (Taiwan Relations Act) de 1979 y las llamadas “Seis Garantías” (The Six Assurances) emitidas en 1982.

En el Comunicado de Shanghái de 1972, China afirmó que “la cuestión de Taiwán es la cuestión crucial que obstruye la normalización de las relaciones entre China y Estados Unidos”, declarando que “el Gobierno de la República Popular China es el único gobierno legal de China”, que Taiwán es una provincia de China, y que “la situación de Taiwán es un asunto interno de China en el que ningún otro país tiene derecho a interferir”.[17]

En 1979, Estados Unidos y China emitieron un comunicado conjunto (el segundo) sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas en el que el país norteamericano se comprometía a reconocer “al Gobierno de la República Popular China como el único gobierno legal de China”, señalando que, dentro del contexto de ese compromiso, “el pueblo de los Estados Unidos mantendrá relaciones no oficiales con el pueblo de Taiwán”.

La Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, supuestamente busca “preservar y promover relaciones comerciales, culturales y de otro tipo amplias, estrechas y amistosas entre el pueblo de los Estados Unidos y el pueblo de Taiwán, como también con el pueblo de la China continental…dejando en claro que la decisión de Estados Unidos de establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China se basa en la expectativa de que el futuro de Taiwán se determinará por medios pacíficos”, garantizando que “Estados Unidos proveerá a Taiwán con armas de carácter defensivo”.

En el tercer comunicado entre Estados Unidos y China de 1982, China subrayó que mantiene “una política fundamental para lograr una reunificación pacífica” con Taiwán, sobre la que reclama su soberanía. Por su parte, Estados Unidos declaró que “entiende y aprecia la política china de luchar por una resolución pacífica de la cuestión de Taiwán” y, tomando esto en consideración, Estados Unidos declaró que no busca llevar a cabo una política de venta de armas a largo plazo, y, por ende, reduciría gradualmente su venta de armas a la isla, mientras trabajaba por una resolución final para la reunificación.

Finalmente, y en respuesta a ciertas preocupaciones por parte de Taipéi sobre el tercer comunicado, Estados Unidos emitió sus famosas “Seis Garantías”, en el mismo año (1982):

  1. Estados Unidos no ha fijado una fecha para poner fin a la venta de armas a Taiwán;
  2. Estados Unidos no hace consultas previas con China sobre la venta de armas a Taiwán;
  3. Estados Unidos no ha aceptado ningún papel de mediador entre China y Taiwán;
  4. Estados Unidos no ha aceptado revisar la Ley de Relaciones con Taiwán;
  5. Estados Unidos no ha tomado una posición con respecto a la soberanía de Taiwán;
  6. Estados Unidos nunca presionaría a Taiwán para que negocie con China.

La garantía número cinco es de particular importancia, ya que contradice los alegatos del congreso estadounidense, en el que desde 1982, se insiste en que Estados Unidos nunca reconocerá formalmente la soberanía china sobre Taiwán y, por ende, se deben restituir las relaciones diplomáticas oficiales con la isla. En realidad, la garantía N.º 5 deja claro que no se ha asumido una postura sobre el tema, ni a favor, pero tampoco en contra. Con el tiempo, el congreso estadounidense ha declarado que estos instrumentos son la base de su relación con la isla, aunque progresivamente señalado cada vez menos los tres comunicados conjuntos, y colocando el énfasis en la ley de 1979 y las Seis Garantías de 1982.

El gobierno del Señor Joseph Biden decidió profundizar lo que efectivamente era una contradicción, elevándola a nivel de una noción diametralmente opuesta a sí misma. Por un lado, la nueva administración se comprometió – poco después de asumir el poder – a “disuadir la agresión china y contrarrestar las amenazas a la seguridad colectiva, la prosperidad y el estilo de vida democrático de Estados Unidos”, pero todo esto, supuestamente estaría “en línea con los compromisos estadounidenses de larga data”, lo que incluye la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, que supuestamente limitaba el apoyo militar estadounidense a Taiwán a armas de carácter defensivo, y reduciendo estas a lo largo del tiempo (efectivamente, fueron incrementando).

En línea con la política del anterior inquilino de la Casa Blanca, la administración política del Señor Biden incrementó severamente la postura agresiva de Washington hacia Pekín, aunque colocando el énfasis en la creación de crisis estratégicas, militares y diplomáticas, en vez de declararle la guerra a muerte a Huawei, como lo había realizado el Magnate Trump. 

El actual embajador estadounidense en China, Nicholas Burns, indicó que la política de “ambigüedad estratégica” de Washington permite un gran margen de maniobra para profundizar la asistencia de seguridad estadounidense a Taiwán, en supuesta concordancia con la Ley de Relaciones con Taiwán. “Nuestra responsabilidad”, dijo Burns, “es hacer de Taiwán un hueso duro de roer”. Esto obviamente es un abandono de la política estadounidense que ha sido forjada desde 1979, y sirvió como justificación para que el propio Señor Biden, en dos ocasiones, articulara como política el compromiso estadounidense de salir en defensa de Taiwán si China fuera a atacar. En las dos ocasiones, funcionarios de la Casa Blanca y el departamento de Estados han seguido las declaraciones de su presidente con una caradura de incoherencia ofensiva, al insistir en que no hay cambio del statu quo, y que sigue la política tradicional hacia Taiwán.[18] Entre mayo y agosto del 2022, se celebraron tres visitas del congreso estadounidense a Taipéi: La primera delegación, en mayo, estuvo encabezada por la legisladora Tammy Duckworth. AntesEntre mayo y agosto del 2022, se celebraron tres visitas del congreso estadounidense a Taipéi: La primera delegación, en mayo, estuvo encabezada por la legisladora Tammy Duckworth.

Más congresistas norteamericanos llegaron este domingo a dicha isla. 

Antes de arribar a Taipéi, Duckworth impulsó la “Ley de Fortalecimiento de la Seguridad de Taiwán” que, entre otras cosas, buscaba profundizar el trabajo conjunto de inteligencia entre su país y Taiwán y el desarrollo de planes para incrementar la provisión de armas en caso de un ataque chino, como también explorar la posibilidad de desplegar armas estadounidenses previamente entregadas para el uso de potenciales tropas estadounidenses que pudieran ser enviadas a Taiwán, en caso de una guerra con China. Como podemos ver, una verdadera señal de paz y cooperación pacífica.[19]

La segunda delegación fue la encabezada por la Señora Pelosi, ya famosa a raíz de lo que esta provocó con el Gigante Asiático, y las acusaciones burlonas de “exageración” contra Pekín, por parte de Washington. La prensa estadounidense y global, naturalmente, ignoró las protestas y declaraciones chinas, y continuó hablando de la necesidad de defender a Taiwán, justo como se debe realizar con una “nación soberana”. La visita del Senador Ed Markey a Taiwán fue la tercera, casi ya como una ocurrencia semanal, cada una de estas en búsqueda de hacer “ruido” en su distrito electoral, en vez de formar parte de una estrategia de largo alcance.

Estamos hablando aquí de obvias acciones que van prácticamente “in crescendo”, con la obvia finalidad de estimular la ruptura del statu quo, y la separación de la isla de la China continental, es decir, revertir en 180° la política estadounidense hacia China establecida desde 1979, mientras alegan al mundo – de la manera más descarada e insincera posible – que se sigue sosteniendo la política de 1979.

Es imposible defender la tesis de que Taiwán decida emprender acciones que conlleven a separarse completamente de China y declarar su soberanía, sin que esta reciba previamente garantías concretas de apoyo militar estadounidense, respaldadas estas por acciones que manifiesten claramente que la retórica es preludio de la acción. Las promesas de legislaciones que surgen de los demócratas en el Senado sobre armamentos es literalmente el contrario de las declaraciones conjuntas Estados Unidos – China, o, en otras palabras, es una indicación concreta de que se está abandonando el statu quo.

¿Qué implica esto para China? Pues simplemente, o se encuentra obligada a actuar, o sus inacciones terminarán con la primera de varias fragmentaciones de su territorio, seguida quizás por otras como Manchuria, Tíbet, etc.

Alternativa; China puede asumir una postura intermediaria, entre la complacencia total y sumisa a las agresiones de Washington, y el inicio de una guerra con potenciales nucleares. Tras la provocadora visita de Pelosi a Taipéi, la República Popular China desarrolló una serie de maniobras militares a gran escala, las cuales demostraron su capacidad para invadir y ocupar Taiwán en cualquier momento.

Encontrará resistencia, sin duda alguna, pero si fuera por la ecuación como existe en la actualidad y sin considerar terceros que intervengan, esta podrá someter la isla, aunque con costos elevados para ambos, muy lamentablemente. Naturalmente, quien está provocando no es Taipéi misma, sino Washington, por lo cual no es difícil imaginar el flujo de armas desde la OTAN y hacía la pequeña isla asiática. Tales acciones, si ocurren, serían destructivas en una escala mucho más allá de la que está experimentando Ucrania en la actualidad.

Quizás ahora podemos avanzar la siguiente pregunta: ¿A qué nos hace recordar las actuales acciones de Washington con Taipéi? Simplemente, para quienes no desean tapar el sol con su pulgar, son las mismas acciones – con pequeñas variaciones, naturalmente, pero de forma, no de fondo – que conjuntamente conforman la estrategia aplicada contra Rusia, empleando el espacio de Ucrania como el teatro militar, y la economía de los llamados “aliados” (subordinados) estadounidenses en Europa, como la reserva de “carne de cañón” para la arremetida estadounidense. Una diferencia aquí es que la intervención en Europa es para defender la “soberanía ucraniana”, la más sagrada de todas las soberanías, aparentemente, si nos guiamos por la cantidad de esfuerzos, gastos, y sacrificios que han asumido los países del G7, mientras que la intervención en Asía es literalmente para destruir la soberanía china, la que evidentemente es bastante despreciable, si nos guiamos por el silencio de los mismos países del G7. Ojo, la soberanía china es “despreciable” en estos momentos, pero antes fue igualmente “despreciable” la soberanía de Libia, Iraq, Afganistán, Siria, Venezuela, Turquía (golpe de 2016), Bolivia (golpe de Estado de 2019), y bueno, en realidad, la lista es bastante larga.

Seguirán los gringos “tirando la piedra y escondiendo la mano”, aunque en realidad ahora la mano cada vez es más visible, y tanto la piedra como a quien se le lanza, son cada vez más grandes. Vendrá el momento en el cual Pekín se encuentre absolutamente obligada a actuar de manera decisiva, o sufrirá una situación geopolítica catastrófica que destruye su capacidad para defenderse a largo plazo, como hubiera sido el caso con una Rusia “castrada” por una OTAN que la rodea por todos los lados. ¿Quién estaría llevando a estas dos potencias – la euroasiática y la asiática – a esta situación? El mismo actor internacional que eventualmente dirá que nunca ha provocado a alguien, y lo dirán para entonces con la misma cínica “caradura” que demuestra en la actualidad con sus insistencias de que no se ha transformado el statu quo entre Washington y Pekín sobre el tema de Taiwán.  

¿Qué debe preocupar sobre este asunto, a nosotros en América Latina (y en África, como también en Asia, o sea en el resto del planeta)? No pretendo analizar profundamente en este extenso documento las dimensiones económicas de la guerra entre la OTAN y la Alianza Pekín-Moscú, ni mucho menos los sectores económicos mundiales afectados por esta guerra. Para estos efectos, debe recomendar al lector que disfrute del artículo elaborado por Walter Formento y Wim Dierckxsens, una delicia de análisis (extenso, estos dos no fueron breves, tampoco) y que se puede encontrar publicada en PIA Global.[20]

Lo que si deseo ofrecer como elemento de reflexión y análisis para el lector es lo siguiente: Es poco controversial señalar que las llamadas “sanciones” (es decir, las medidas coercitivas unilaterales) aplicadas por el G7 contra Rusia, junto a la guerra misma, han causado parte de la devastación económica que todo el planeta actualmente sufre, y que se encuentra perfectamente articulada en el artículo de Formento y Dierckxsens.

Ahora bien, y tomando en consideración que, a pesar de su relevancia para la economía global, Rusia y Ucrania son “enanos” económicos comparados con el gigante asiático, tenemos que hacernos la siguiente pregunta: ¿Cuáles serán los efectos para la economía y la población mundial de una guerra entre Estados Unidos y sus siervos (Alianza “AUKUS”, Japón, etc.) contra la potencia económica más relevante del mundo, la cual naturalmente tendrá su fuerte y catastrófico componente de medidas coercitivas unilaterales, junto al chantaje y la obligatoria extorsión estadounidense en la cual TODO EL MUNDO debe asumir sola una de dos posturas: o estas con las “democracias” y la “civilización”, o estas con las dictaduras despóticas y el barbarismo?

Ahora regresamos a los términos de “Rouge States” y “Estados Revisionistas”. En su afán de tratar – a través de los pocos medios que le quedan disponibles – de revertir el carácter irreversiblemente multipolar del sistema internacional, Estados Unidos está colocando el planeta entero en un peligro mortal, pues de pobrezas y hambrunas devastadoras y globales, podemos fácilmente pasar a armagedones nucleares en un solo instante, cuando lo que soberbiamente se cree controlable, se haga humilladoramente incontrolable. El gringo Lake indica que:

“…el comportamiento (de un Estado Canalla) e(s) frecuentemente agresivo y desafiante; que los lazos entre ellos estaban creciendo; que estaban gobernados por camarillas coercitivas que reprimían los derechos humanos y promovían ideologías radicales; que exhibían una incapacidad crónica para relacionarse constructivamente con el mundo exterior; y que su mentalidad de asedio los había llevado a intentar desarrollar armas de destrucción masiva y sistemas de lanzamiento de misiles. ¿Qué tan lejos está esta descripción de los Estados Unidos de la actualidad? La agresiva expansión de la OTAN y el inicio de un proceso de destrucción de la soberanía de China, ambos suenan como comportamientos agresivos, mientras que los “lazos” entre Estados Unidos y los demás miembros de la OTAN y de AUKUS, suenan cada vez más como “lazos de esclavitud”, que supuestas “alianzas”. Alemania ve con sus propios ojos cómo ellos destruyen su propia economía, justo por estos “lazos de hermandad” con la OTAN (Estados Unidos).[21] Estos son los mismos países que tanto criticaron a Venezuela y a Cuba por los derechos humanos y la libertad de prensa, para después violar los derechos de sus propios ciudadanos y los demás, y ahora arrastrarán a Julián Assange a la hoguera en Estados Unidos para ejecutarlo en cámara lenta, por demostrarle al mundo cómo Washington violó sistemáticamente los derechos humanos de los iraquíes, mientras perdonan y cubren el vil e intencional exterminio de la periodista palestina Sheeren Abu Akla, por parte de los sangrientos sionistas.[22]

Adicionalmente, no es muy difícil ver un “radicalismo ideológico” en dividir arbitrariamente el mundo entre “democracias” y “civilización”, por un lado, y “dictaduras” y “barbarismo”, por el otro, y forzar democracias falsas a que encajen adonde no entran, y disculpar reales dictaduras en base a criterios netamente geopolíticos. Ya es crónico el carácter agresivo y extorsionista del relacionamiento estadounidense con el resto del mundo (Trump abrió el camino, y ahora Biden lo consolidó), tanto con sus aliados como con sus adversarios, y, más importantes, con los países que no caen en ninguna de estas dos categorías previas (como la India), quienes son la abrumadora mayoría de la población humana. Y lo de las “armas de destrucción masiva y sistemas de lanzamiento de misiles”, pues ya Washington tiene todo eso desde hace mucho tiempo, y ya empezaron a amenazar con el uso de estos. Su mentalidad no es de “asedio”, como dice Lake, sino de “si el mundo no es mío, entonces será de nadie”.  

Estados Unidos asumió, irónicamente, la posición de las potencias revisionistas del pasado: La Francia Revolucionaria y Napoleónica del Siglo XIX, la Alemania Imperial y el Imperio Austro-húngaro durante la Primera Guerra Mundial, y las potencias del eje durante la Segunda Guerra Mundial. Indicamos que es “irónico”, ya que, por lo general, las potencias revisionistas no son las que establecen el sistema internacional que desean “revisar”, y por lo general, potencias como las coaliciones antinapoleónicas del Siglo XIX e Inglaterra y Francia durante el Siglo XX no suelen ser revisionistas, sino potencias del statu quo. Entonces, ¿Cómo entender esta contradicción? Sencillamente, el sistema internacional de la pos-guerra (II GM) fue forjado por Estados Unidos con el objetivo de poder proyectar su poder imperial sin el obligatorio costo que implican los imperios clásicos, y con el otro objetivo de eventualmente desarticular y destruir el Pacto de Varsovia y apoderarse del mundo. Esto último implica literalmente lo que realizó Estados Unidos en el sistema internacional durante las presidencias de los 2 Señores Bush y el Señor Clinton.

La ironía que señalamos anteriormente es producto no del cambio del sistema pos-guerra – más bien ese se mantuvo más o menos como se esperaba – sino por el cambio drástico de las configuraciones internas de los componentes de este sistema, los propios Estados. La “malévola” Unión Soviética fue desplazada por la igualmente “malévola” Rusia de Putin, pero, aunque siguen siendo malévolas ambas, las relaciones de poder y de interacción en un sistema internacional altamente interdependiente, le permite a la Rusia del Siglo XIX tener ciertas ventajas estratégicas que la Unión Soviética no poseía, durante los años más intensos de la Primera Guerra Fría. Sin la pesada carga de mantener a sus Estados clientes, sin la necesidad de adherir a conceptos ideológicos que son imprácticos para proyectar el poder, con la capacidad de emplear más diplomacia e ingresos petroleros para compensar ciertas desventajas, el obvio debilitamiento de Estados Unidos y, simultáneamente, el surgimiento de un sistema multipolar, la Rusia de Putin puede desafiar a Estados Unidos de manera más eficiente y con menos costos, que la Rusia de Jrushchov y Brézhnev, pero solo en el sistema internacional que existe en la actualidad, tal cual como se encuentra configurado en este momento. Esto que indicamos es así, solamente porque el sistema internacional de la pos-guerra lo permite, y lo facilita.

A pesar de lo problemático que es lo antes indicado, la verdadera pesadilla no es la Rusia de Putin, sino la China de Deng Xiaoping. La china maoísta creció y se transformó bajo los propios ojos de Estados Unidos, paulatinamente desde una potencia minoritaria que, aunque limitó a Estados Unidos durante la Guerra de Corea, en realidad nunca representó un verdadero desafío político, económico, diplomático o estratégico para la potencia anglosajona, a un gigantesco e incontrolable monstro económico con quien Estados Unidos ya simplemente no puede competir. ¿Y adonde fue que se dio esta milagrosa transformación? En el mismo sistema pos-guerra engendrado por Estados Unidos, y para servir los intereses estratégicos de Estados Unidos.

El sistema de la pos-guerra fue diseñado justo para evitar el surgimiento de potencias como la Rusia de Putin, la China de Xiaoping y Xi, la Turquía de Erdogan, la Irán de Jomeiní, una Arabia Saudita más asertiva e independiente, y definitivamente una Venezuela Chavista. Al ser diseñado, el sistema internacional de entonces poseía a la Unión Soviética, poderosa pero poco adaptada para desafiar efectivamente a Estados Unidos, la China de Mao, encerrada al mundo, la Turquía de los regímenes militares leales a Estados Unidos, la Irán del Shah y su régimen pro-estadounidense y pro-sionista, y la Cuarta República venezolana, entre otras. Era también un momento histórico en el cual la globalización era limitada, y los países del Sur – los mal llamados “Tercer Mundo” – a penas poseían una presencia en el sistema. Era un tiempo de independencia económica y de una marcada presencia de dos polos (de poder desigual, en realidad), rodeados por constituyentes que obligatoriamente estaban o subordinados a uno de estos polos, o al otro.

Fueron las realidades internas de muchos de estos constituyentes del sistema, a la vez de las dinámicas de globalización e interdependencia, que erosionaron la capacidad del sistema de sostener la supremacía estructural de su creador. Tan complejo ha llegado a ser el sistema en la actualidad, que no existe una cantidad de reformas y reestructuras que permitirían degradar las potencias emergentes, y a la vez ascender de nuevo a la potencia anteriormente dominante.

Por estas realidades, a Estados Unidos no le queda otra que ser una potencia revisionista, si desea revertir la realidad irreversible de un mundo multipolar. Estados Unidos, efectivamente y como dice Davidson, busca transformar la distribución de los bienes en el sistema internacional: territorios (de los otros), (su) estatus, (sus) mercados, la expansión de su ideología (y las ideologías de sus aliados), y la creación y transformación del derecho internacional y sus instituciones (ahora el mal definido “rules-based international order” (sistema en base a reglas).

En el nuevo sistema que se pretende construir, las reglas surgirán de acuerdo con lo que logre Estados Unidos imponer, y si no lo logra imponer, caerá el privilegio de forjar estas nuevas reglas a otra (s) potencia (s).

En pocas palabras, el sistema internacional de la pos-guerra fue diseñado para sostener momentáneamente un sistema bipolar, el cual eventualmente debe ceder a uno unipolar, encabezado por su creador. Efectivamente, eso se cumplió – más o menos – entre los años 1989 y 1991. Pero en la actualidad, y cumpliéndose la brillante predicción del Comandante Hugo Chávez emitida en el año 1998, tenemos una tremenda anomalía en el sistema, una que no debería existir: un sistema multipolar en el cual hasta potencias previamente aliadas como Irán y Arabia Saudita, desafían abiertamente al triunfador de las tres grandes guerras del Siglo XX (Primera, Segunda y Fría): Estados Unidos.  

Los movimientos militares que Estados Unidos está realizando actualmente – en plena tercera década del Siglo XXI – son muy intensos en comparación con los movimientos políticos que se evidenciaban en otros momentos históricos, y que a menudo se limitan a construir alianzas y asociaciones internacionales para enfrentar a China y Rusia.

Como podemos ver, las acciones recientes poseen poco que ver con la posibilidad de detener la guerra en Ucrania, o idear soluciones políticas de compromiso, que evitan al mundo más crisis, víctimas y destrucción. Esto indica – más allá de cualquier duda razonable – que Estados Unidos se está preparando para la guerra, y que la guerra se ha convertido en un requisito estratégico para fortalecer la posición y el control de Estados Unidos en el mal llamado “sistema internacional basado en reglas”; reglas, cuyos detalles se anunciarán en su nueva encarnación, cuando sea el momento adecuado, que suele ser después de que termine la guerra misma. Estados Unidos, después de forjar soberbiamente el término “Rouge State” para aplicárselo a todos sus adversarios y elementos “desobedientes” del sistema internacional, ahora se ha

transformado literalmente en un “Estado Canalla”, listo para desarticular el sistema internacional existente, de imponer una guerra mundial destructiva, con la finalidad de exterminar militarmente a sus rivales, ya que no puede competir con ellos, y no puede controlar a los demás.

Si la receta ucraniana – en un artículo anterior la habíamos denominada una “trampa afgana”[23] – llegaría a ser aplicada en Taiwán y por la inmensa soberbia del mal llamado “Brinkmanship” estadounidense, en vez de otorgarle “dividendos” como ellos los llaman, le termina “saliendo el tiro por la culata”, quien pagará el precio serán los mismos que lo pagan en la actualidad: los pobres del llamado “Tercer Mundo”, los cuales ahora incluyen a los pobres de Europa, ya que las consecuencias de las medidas coercitivas unilaterales impuestas contra Rusia han convertido a la Unión Europea en “el tercer mundo del mundo occidental”, como lo indica el estadounidense Kenneth Rapoza, en su artículo en la revista “Forbes”.[24] Solo que este precio no será el mismo que pagamos todos en estos momentos, porque la economía china no es la de Ucrania y Rusia (puestas juntas), sino prácticamente el sustento de la actual economía global, y, por ende, la devastación será múltiples ordenes de magnitud por encima de lo que sufrimos en la actualidad. Eso, más armas nucleares. Muchas armas nucleares.  

En pocas palabras, porque el “bully” del momento ya no puede controlar el patio ni quiere aceptar que su momento de gloria pasó, ahora estaremos todos fritos.

Notas:

*Internacionalista y Profesor de relaciones internacionales en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Colaborador de PIA Global

Referencias:

[1] https://www.americanforeignrelations.com/O-W/Post-cold-War-Policy-Isolating-and-punishing-rogue-states.html

[2]https://books.google.co.ve/books?id=tbgYDAAAQBAJ&pg=PA1&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false

[3] Tenemos a la China de Mao y Xiaoping, por ejemplo, que ha causado cambios estructurales al sistema internacional sin tener que realizar esto a través de la guerra. Quizás esta realidad coloca al gigante asiático en la mira de Estados Unidos y su política exterior.

[4] En realidad, requieren una consideración mucho más amplia, pero el espacio de este documento no lo permite.

[5] Ver los artículos de este mismo autor en PIA Global en https://noticiaspia.com/?s=Omar+hassaan o en https://khosomoso.wixsite.com/website

[6] Política del Borde del Abismo: ver https://es.wikipedia.org/wiki/Pol%C3%ADtica_del_borde_del_abismo

[7] https://noticiaspia.com/kiev-taiwan-y-las-guerras-de-nuestro-tiempo/

[8]https://www.cnbc.com/2022/08/21/drone-hits-russias-black-sea-fleet-headquarters-in-crimea.html

[9] https://www.washingtonpost.com/world/2022/06/15/ukraine-germany-ambassador/

[10] https://www.washingtonpost.com/world/2022/08/21/alexander-dugin-daughter-daria-dugina-russia-ukraine-war/

[11] https://globalnews.ca/news/8658032/ukraine-russia-nuclear-plant-fire/

[12] https://actualidad.rt.com/actualidad/439106-occidente-condiciones-entrada-otan-conflicto-ucrania

[13] Se refiere aquí al artículo V del tratado de la OTAN que estipula que una agresión contra un miembro es equivalente a una agresión a todos los miembros de la alianza.

[14] Ibid.

[15]https://actualidad.rt.com/actualidad/438998-cancilleria-china-viajamos-alaska-apoyar-independencia

[16] Estados Unidos destruyó el acuerdo nuclear con la llegada del Señor Trump al poder en el año 2016, no tenía sustentación alguna ni existía acciones por parte de cualquiera de las partes para suspender el acuerdo. Naturalmente, Irán responde a estas provocaciones con tomar acciones fuera de ese acuerdo (ya que la contraparte principal lo violó, entonces Washington pretende que no instigó las acciones persas en primera instancia, y, en vez, denuncia a Irán como “irresponsable” por no seguir el acuerdo que ellos mismos abandonaron.

[17]https://sgp.fas.org/crs/row/IF11665.pdf

[18]https://www.rt.com/news/561182-china-taiwan-us-war/

[19]https://www.duckworth.senate.gov/news/press-releases/duckworth-introduces-bipartisan-bill-to-strengthen-taiwans-security-in-light-of-chinas-provocation

[20]https://noticiaspia.com/el-multipolarismo-ya-gano-la-guerra-economica/

[21] https://www.reuters.com/markets/europe/german-economy-stagnates-q2-2022-07-29/

[22] https://www.aa.com.tr/en/middle-east/palestine-rejects-manipulation-of-investigations-into-journalist-s-death/2630134#

[23] https://noticiaspia.com/el-sindrome-de-troya-y-la-soberania-ucraniana-parte-ii/

[24] https://www.forbes.com/sites/kenrapoza/2022/08/23/europes-markets-and-energy-security-disrupted-by-russia-sanctions/

Dejar Comentario