El 22 de noviembre, Holanda se vio sacudida por la inesperada victoria del populista de extrema derecha Geert Wilders y su Partido por la Libertad (Partij voor de Vrijheid, PVV), lo que supuso un cambio significativo en la política holandesa tras 13 años de gobiernos de derecha moderada liderados por Mark Rutte. Los resultados provisionales, basados en el 98% de los votos escrutados, muestran que el PVV obtuvo 37 escaños, lo que le convierte en el partido más votado en la Cámara de Representantes (Tweede Kamer der Staten-Generaal, o Segunda Cámara de los Estados Generales), según los datos publicados por los medios de comunicación holandeses.
Wilders logró la victoria gracias a una campaña electoral centrada en una retórica antieuropea y antiinmigración, pero el resultado electoral aún no le garantiza el gobierno, ya que se necesitan al menos 76 escaños de los 150 que componen la cámara baja para lograr la mayoría en la cámara baja. Por tanto, el líder ultraderechista tendrá que ir en busca de aliados, lo que le llevará inevitablemente a tener que transigir y matizar sus posiciones extremistas. Según los analistas, la formación del nuevo gobierno holandés podría llevar meses, durante los cuales Rutte seguirá al frente del ejecutivo.
Un análisis de los votos de los electores mostró que las cuestiones que llevaron a los holandeses a preferir el partido de Wilders son las relacionadas con la preocupación por la migración y los solicitantes de asilo, un tema que ha cobrado aún más actualidad en el último año debido a las peticiones de asilo procedentes de Ucrania. En la campaña electoral, Wilders prometió devolver Holanda a los ciudadanos holandeses, anunciando que «se limitará el tsunami de solicitantes de asilo e inmigrantes». A pesar de una retórica rayana en la xenofobia, Wilders declaró que no aplicaría medidas antiislámicas extremas, como la prohibición del Corán o el cierre de escuelas islámicas. De hecho, subrayó su compromiso con la Constitución y ya ha empezado a trabajar en la formación de una coalición, invitando a los demás partidos a encontrar puntos en común.
Además de las cuestiones de política interior, el programa electoral de Wilders también incluye la convocatoria de un referéndum sobre la salida de Holanda de la Unión Europea, el llamado Nexit. Según el PVV, la salida del país de la UE permitiría al gobierno ser más eficaz en la lucha contra la inmigración, ya que la salida del espacio Schengen permitiría más controles fronterizos. Sin embargo, la realización de tal referéndum parece poco probable, ya que es probable que Wilders tenga que apoyarse en las formaciones de la derecha moderada proeuropea para formar gobierno. Si, por el contrario, el PVV se niega a transigir, es posible que las fuerzas moderadas de derecha y centro-izquierda decidan formar un gobierno de gran coalición, o incluso volver a las urnas dentro de unos meses.
Si Wilders no consigue la mayoría, la pelota podría pasar a Frans Timmermans, líder de la coalición de centro-izquierda de ecologistas y laboristas, el GroenLinks-PvdA (Partij van de Arbeid). Ex comisario europeo del Clima, Timmermans espera devolver a los laboristas al gobierno más de 20 años después de Wim Kok, el último jefe del Ejecutivo de centro-izquierda. En comparación con Wilders, Timmermans tiene más posibilidades de conseguir el apoyo de otras fuerzas políticas, que podrían unirse precisamente con el objetivo de desbancar a la extrema derecha de las esferas de poder.
El gran perdedor de estas elecciones es Mark Rutte, que con el infausto final de su cuarto gobierno ha visto cómo su partido, el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (Volkspartij voor Vrijheid en Democratie, VVD) caía al tercer puesto, pasando de 34 a 24 diputados. También hay que destacar la hazaña de Nuevo Contrato Social (Nieuw Sociaal Contract, NSC), la nueva coalición centrista lanzada por Pieter Omtzigt, que obtuvo veinte escaños en su primera participación electoral.
Independientemente de cuál sea el resultado de las negociaciones para la formación del nuevo ejecutivo, la victoria de Wilders tiene su propio peso para la política europea en su conjunto. El ascenso de la derecha radical en Holanda llama la atención sobre la creciente preocupación por la inmigración y el asilo en Europa, mientras que otros líderes de la extrema derecha europea celebran el éxito de Wilders como señal de la creciente oposición al funcionamiento de la UE y a la gestión de la inmigración. Estas cuestiones, a la cabeza de las preocupaciones de los ciudadanos europeos, no pueden ignorarse, y la izquierda también debería asumirlas para contrarrestar el monopolio que los derechistas han construido en torno a ellas.
*Giulio Chinappi, politólogo.
Artículo publicado originalmente en giuliochinappi.wordpress.com
Foto de portada: extraída de giuliochinappi.wordpress.com