Tal política encaja en el plan “anaconda”, que implica el control y estrangulamiento del territorio del Heartland. En consecuencia, la integración de los países del Rimland en la OCS es la formación de un cinturón de Estados amigos.
El 4 de julio de 2023 se celebró prácticamente bajo la presidencia del primer ministro indio Narendra Modi la 23ª cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). El tema principal de esta cumbre fue la entrada oficial de Irán en la OCS, así como la firma por parte de la República de Bielorrusia de un memorando de compromiso de adhesión a la Organización, lo que de hecho puso en marcha el procedimiento para su entrada en la OCS en un futuro próximo. Al mismo tiempo, en 2022, se firmaron memorandos sobre la concesión del estatus de socios de diálogo de la OCS a tres países árabes: la República Árabe de Egipto, el Reino de Arabia Saudí y el Estado de Qatar. Tras los resultados de la cumbre de Samarcanda, se concedió este estatus a otros cinco países: el Reino de Bahréin, la República de Maldivas, el Estado de Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos y Myanmar. ¿Qué atestigua tal expansión y qué estatus espera obtener la OCS en el sistema del orden mundial multipolar emergente?
Nuevos límites de la alianza
Al analizar las nuevas fronteras de la OCS, uno se encuentra involuntariamente con la idea de que encajan cada vez más en el mapa geopolítico del mundo conceptualizado por el científico inglés Halford Mackinder, tal y como se describe en sus obras El pivote geográfico de la historia (1904) Ideales democráticos y realidad (1919). Los contornos actuales de la alianza cubren por completo el territorio del llamado Heartland, que controla las cuencas fluviales del océano Ártico, así como el mar Caspio y el histórico corredor comercial de la Seda. Sin embargo, la anunciada expansión de la OCS alcanza las fronteras de la “Media Luna Interior”, un territorio capaz de controlar las principales rutas marítimas, incluidos el Canal de Suez y el Nuevo Canal de Suez, que conectan los mares Rojo y Mediterráneo. En otras palabras, se están formando los contornos de una nueva macrorregión en el espacio de la OCS, con corredores internacionales “Norte-Sur” y “Este-Oeste”, así como arterias fluviales clave.
La importancia de tal expansión desde el punto de vista de la geopolítica clásica está relacionada con la combinación del poder de las potencias terrestres y marítimas; el control de la tierra y el mar. Es a Mackinder a quien pertenece la famosa fórmula de la geopolítica, que se convirtió en la base de muchos conceptos posteriores, incluidos los de Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski: “Quien domina el Heartland manda en el World-Island; quien domina el World-Island manda en el mundo”. Sin embargo, si Mackinder analizó más bien el equilibrio del Heartland y el Outer Crescent en el mapa geopolítico del mundo, su seguidor, el científico estadounidense Nicholas Spykman, derivó una fórmula geopolítica actualizada, haciendo hincapié en la especial importancia de los países del Inner Crescent, denominados en su concepto Rimland: “Quien controla el Rimland gobierna Eurasia, quien gobierna Eurasia controla los destinos del mundo”. La expansión de la OCS hacia el Rimland tiene una importancia estratégica, ya que desde la Guerra Fría, la estrategia de la política exterior estadounidense hacia el Heartland ha consistido en ubicar bases militares estadounidenses en el Rimland y fomentar la aparición de regímenes leales allí. Tal política encaja en el plan “anaconda”, que implica el control y estrangulamiento del territorio del Heartland. En consecuencia, la integración de los países del Rimland en la OCS es la formación de un cinturón de Estados amigos.
Por supuesto, los conceptos clásicos de la geopolítica pueden tratarse de forma diferente: algunos investigadores de política internacional los consideran anticuados. Sin embargo, la historia del siglo XX y principios del XXI demuestra que Eurasia sigue siendo el centro de los procesos políticos mundiales y que el mapa geopolítico del mundo depende de la alineación de fuerzas en el continente.
El camino hacia una OCS SEGURA
Éste es precisamente el tema principal de la pasada cumbre. A pesar de que en la cumbre de Nueva Delhi se trataron más temas económicos que en las anteriores, las cuestiones de seguridad siguen siendo prioritarias para los países miembros de la Organización. Así lo demuestra la Declaración de Nueva Delhi firmada al término de la cumbre.
Al igual que en la anterior Declaración de Samarcanda, las cuestiones de seguridad se reducen a cinco aspectos clave:
la lucha conjunta contra el terrorismo, el separatismo, el extremismo y el narcotráfico; impedir la injerencia exterior en los asuntos internos de los Estados con el pretexto de luchar contra el terrorismo y el extremismo
mantener el espacio exterior libre de armas de cualquier tipo y el uso exclusivamente pacífico del espacio exterior;
la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y tóxicas y su destrucción como uno de los pilares de la arquitectura de la seguridad mundial;
la prohibición del desarrollo, la producción, el almacenamiento y el uso de armas químicas y su destrucción como herramienta eficaz en el ámbito del desarme y la no proliferación;
la resolución de la situación en Afganistán como uno de los factores más importantes para mantener y reforzar la seguridad y la estabilidad en la OCS;
la seguridad digital y la igualdad de derechos de todos los países para regular Internet, el derecho soberano de los Estados a gestionarla en su segmento nacional.
A pesar de que la mayoría de los puntos de la Declaración sobre cuestiones de seguridad repiten las decisiones de la cumbre del año pasado, en 2023 tienen una nueva “plenitud”. En los últimos diez meses, la mayoría de los miembros de la OCS se han enfrentado a desafíos internos que afectan a la estabilidad general de la región. Por ejemplo, el líder chino Xi Jinping, en su discurso al margen de la cumbre, mencionó los intentos de organizar “revoluciones de colores” entre las amenazas a la seguridad regional. Baste recordar que China se enfrentó a técnicas de “revolución de colores” en noviembre de 2022, cuando estalló una gran huelga en una fábrica de Zhengzhou, afiliada a la empresa estadounidense Apple, provocada por retrasos salariales. Rápidamente, las consignas socioeconómicas se transformaron en consignas políticas, exigiendo la dimisión de Xi Jinping, reelegido en octubre de 2022 para un tercer mandato.
El vector económico de la OCS
El programa económico de la OCS en la Declaración firmada hace hincapié en el compromiso de aumentar gradualmente la participación de las monedas nacionales en los acuerdos mutuos. Una política similar de desdolarización es también característica de los BRICS, que incluyen a Rusia, India y China entre los países de la OCS. Sus principales resultados demuestran un aumento de la cuota de la moneda rusa en las transacciones de exportación con los países de la OCS: a partir de 2023, más del 40% de las transacciones se realizarán en rublos. La parte de las transacciones exteriores rusas en dólares y euros disminuyó del 90% al 48% en 2022.
En la última cumbre también se abordó la necesidad de formar instituciones financieras representadas por el Banco de Desarrollo y el Fondo de Desarrollo de la OCS. A pesar de que esta iniciativa no es nueva (fue anunciada por primera vez por China y Rusia hace más de 10 años), la demanda de creación de instituciones financieras propias en el seno de la Organización ha adquirido hoy un significado diferente. Así, en el marco de la última cumbre, los miembros de la OCS constataron la ausencia de grandes proyectos realizados bajo los auspicios de la Organización. Por supuesto, tales declaraciones auguran en realidad la transformación de la alianza y un alejamiento de las tareas originales de garantizar la seguridad en la región. Sin embargo, la alineación de los proyectos de la Unión Económica Euroasiática, la iniciativa “Belt and Road” y la OCS, anunciada en 2022, demuestra la intención de desarrollar la vía económica de la Organización.
Al mismo tiempo, la anunciada Estrategia de Desarrollo Económico de la OCS para el periodo hasta 2030 ha resultado ser un escollo para los miembros de la Organización. Este documento no ha sido firmado por India. A pesar de la ausencia de declaraciones públicas, la razón más probable es el fortalecimiento de la posición de China en la OCS y la promoción activa de las iniciativas chinas. El tema más agudo podría ser la cuestión de la promoción del corredor económico China-Pakistán en el marco de la iniciativa “Belt and Road”. No olvidemos la escalada del conflicto en la frontera sino-india en 2020. ¿Significa esto que las contradicciones internas desestabilizan la OCS o amenazan con provocar su colapso?
Por supuesto, la OCS, como cualquier otra organización, tiene contradicciones internas, porque reúne bajo sus auspicios a países que tienen reivindicaciones históricas entre sí. Tampoco se puede contar con que las contradicciones internas puedan limarse por la fuerza, ya que en la OCS no hay un país-líder ni un esquema vertical rígido. Más bien podemos hablar de los países que constituyen el núcleo de la Organización.
Al mismo tiempo, al analizar la composición actual de la alianza y la expansión anunciada, se puede caracterizar a la OCS como una organización paraguas, bajo cuyos auspicios los países se unen para representar intereses en aquellas áreas y a un nivel en el que la actividad conjunta resulta más eficaz.
La expansión anunciada de la OCS es una prueba de la solidaridad política de los futuros miembros de la alianza respecto a la revisión de las “reglas del juego” globales y la formación de un orden mundial justo y multipolar. Sin embargo, hay un punto interesante que se hizo patente tras la decisión anunciada por Arabia Saudí: no sólo los centros de poder no occidentales, sino también aquellos que no están satisfechos con su estatus dentro de la coalición occidental o pretenden revisarlo están empezando a unirse a la alianza. En otras palabras, la expansión de la OCS y los BRICS hacia actores como Arabia Saudí en medio de las actuales turbulencias demuestra la división política entre los países occidentales y el deseo de algunos actores de reconsiderar su estatus o diversificar sus activos políticos. Entre otras cosas, el aumento de las liquidaciones en monedas nacionales encaja en la propuesta expresada por Vladimir Putin en el marco de la VI Cumbre de la Conferencia sobre Interacción y Medidas de Fomento de la Confianza en Asia (CICA), celebrada el 13 de octubre de 2022, de revisar el sistema financiero mundial. Es decir, se prevé una reestructuración clásica de la arquitectura del orden mundial, que incluye no sólo una transformación o sustitución de las instituciones internacionales, sino también un cambio en los centros financieros. En este sentido, la OCS, que aglutina una cuarta parte del PBI mundial y el 15% del comercio mundial total, puede contribuir al debilitamiento del dólar en el mercado financiero global.
No olvidemos que la arquitectura de cada nuevo orden mundial se forma durante un periodo de turbulencias, ya que además de la batalla en el campo de batalla, las partes acuerdan las reglas del nuevo mundo. Por ejemplo, los contornos del sistema de relaciones internacionales de Yalta-Potsdam empezaron a perfilarse en 1944, con la Conferencia de Bretton Woods, que sentó las bases del orden financiero. Los actuales procesos de expansión de la OCS y los BRICS en el contexto de la crisis de la ONU y el G7 conforman la arquitectura del nuevo orden mundial. Además, la expansión hacia los países de la Alianza Occidental demuestra el paradigma del nuevo mundo: la base de la interacción será el comercio mutuamente beneficioso y el compromiso con los principios de un mundo multipolar.
*Daria Osinina es Vicedecana de Cooperación Internacional, Asistente del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Financiera.
Artículo publicado originalmente en el Club de Debate Valdai.
Foto de portada: Sputnik