El Perú ha sido durante muchos años emblema del terrorismo de estado y la corrupción a manos de las fuerzas oligárquicas aliadas al imperialismo norteamericano y a la oligarquía chilena.
El contubernio entre ambas castas andinas se remonta a la época colonial y en la Guerra del Pacífico se manifestó de manera inescrupulosa; sólo la valentía y entrega de Avelino Cáceres y un puñado de patriotas junto al heroico pueblo ancestral, pudieron retrotraer la calamitosa situación en la que se encontraba el país a manos de la fuerza invasora.
Hoy esa misma clase política arremete contra la voluntad y soberanía popular tratando de imponer sus intereses de cualquier manera mostrando una vez más que no reparan en formalidades.
Castillo, como los héroes de la independencia y la soberanía vuelve a enfrentarse a estos temerarios irresponsables que conforman la derecha peruana, hoy está montada en un proceso destituyénte, antidemocrático y criminal.
Con la participación de militares retirados encuadrados en una asociación ilícita denominada “Arica no se rinde” que dice representar a oficiales en actividad y que despliega en su discurso el odio anticomunista típico de fuerzas paramilitares de otros países como Colombia, Argentina y Venezuela, estos mercenarios de la oligarquía están llamando a derrocar al presidente Castillo.
Para esta aventura cuentan con los multimedios de desinformación tradicionales como “El Comercio”, el “Expreso”, «Perú 21», con personajes como Vergas Llosa y con los periodistas Milagros Leiva, Beto Ortiz y Jaime Bayly entre otros.
Como no podía ser de otra manera la avanzada de este proceso cuenta con partidos políticos como Fuerza Popular del clan Fujimori, la centroderechista Alianza Para el Progreso, el conservador Podemos y el liberal Avanza País, que conforman la mayoría parlamentaria y cuyo objetivo sería no otorgar el voto de confianza al Gabinete Ministerial, necesario para su ratificación y cuya negación escalaría la crisis política que también se intenta instalar en las calles y en los cuarteles para conformar una situación que provoque la salida del ejecutivo.
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El próximo 26 de agosto se votará en el congreso la confianza al gabinete que selecciono el presidente Pedro Castillo, este gabinete es la herramienta con la que el nuevo gobierno pretende un cambio histórico en este bicentenario.
Cambio fundamental ya que el país andino cuenta con la mayor desigualdad de Nuestra América, sólo el 10 % de los peruanos concentra el 53 % de los ingresos a nivel nacional según el BID; es el país con menor inversión en educación de acuerdo al porcentaje del PIB; existe un 18% de jóvenes sin empleo y un 70% de trabajo informal, la tasa de desocupación es del 9.4% según datos del INE, la tasa de mortalidad infantil es del 12.5% y existen 10 millones de pobres en Perú.
Esta realidad es producto del comportamiento del minoritario sector oligárquico que concentra la mayoría de las riquezas, de la clase política corrupta y de la brutal represión fascista que ha hecho del Perú una calamidad para los trabajadores y los sectores vulnerables de la sociedad.
Hoy se abre un espacio de lucha política en el cual se enfrentan dos proyectos bien marcados, el proyecto histórico de liberación y justicia social y el proyecto neoliberal fascista anclado a la dependencia de la geopolítica estadounidense.
La gobernabilidad y la democracia solo se podrán consolidar con la lucha popular y con la solidaridad internacional, es por ello que este 26 de agosto las miradas de Nuestra América deben estar depositadas en los destinos del pueblo peruano combatiente, que respaldara en las calles el triunfo en las urnas.
Para que no vuelva a pasar en nuestra región lo que ocurrió con Zelaya en Hondura o con Evo Morales en Bolivia, nuestros esfuerzos deben acompañar al proceso peruano, así como acompañamos a la indómita Cuba y cada una de las conquistas logradas en Nicaragua, México, Venezuela, Bolivia y Argentina, porque somos la esperanza emergente ante el decadente presente capitalista que no finalizara su derrotero de muerte y miseria sin que la voluntad de los pueblos le de un golpe de gracia popular democrático y antimperialista.