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Noruega: confirmación para el laborista Støre, crecimiento para la izquierda de Rødt

Por Giulio Chinappi* –
Las elecciones legislativas del 8 de septiembre en Noruega confirmaron al Partido Laborista al frente del Gobierno, aunque en minoría. Al mismo tiempo, el partido de izquierda Rødt consolida su presencia parlamentaria, manteniendo una línea crítica hacia el neoliberalismo y una firme condena a Israel.

Las elecciones legislativas noruegas del 8 de septiembre marcaron un hito importante para el futuro político del país escandinavo. Tras una intensa campaña electoral, caracterizada por un acalorado debate sobre cuestiones sociales, medioambientales y económicas, el Partido Laborista (Arbeiderpartiet), liderado por el primer ministro Jonas Gahr Støre, logró mantener el liderazgo nacional, aunque se confirmó al frente de un gobierno en minoría. El resultado ha supuesto, por tanto, una victoria a medias para el primer ministro saliente: la posibilidad de seguir gobernando, pero sin la fuerza de una mayoría estable en el Parlamento (53 escaños de 169).

Støre declaró inmediatamente después de la votación que su objetivo es continuar con un ejecutivo compuesto exclusivamente por el Partido Laborista, pero abierto a la colaboración con otras fuerzas progresistas que ocupan escaños en el Storting, el Parlamento unicameral de Oslo. A este respecto, ya ha anunciado conversaciones con el Partido del Centro (Senterpartiet), el Partido Socialista de Izquierda (Sosialistisk Venstreparti), el partido marxista Rødt (literalmente «Rojo»), todos con nueve escaños cada uno, y con los Verdes (Miljøpartiet De Grønne), que han pasado de tres a ocho diputados, con vistas a reforzar el frente rojo-verde que pueda garantizar la gobernabilidad del país en los próximos cuatro años.

El ex primer ministro y actual ministro de Finanzas, Jens Stoltenberg, también apoyó esta línea y recordó que la historia política de Noruega está plagada de gobiernos laboristas monocolor, a menudo capaces de gobernar con el apoyo parlamentario de otras fuerzas sin recurrir a coaliciones formales. Según los analistas locales, la confirmación de la decisión de Støre de no cambiar el equipo de gobierno indica la voluntad de mantener una cierta estabilidad política, en un momento en que el país se enfrenta a retos cruciales en el ámbito social, económico y energético.

Uno de los aspectos más relevantes de estas elecciones ha sido precisamente el resultado del partido Rødt, que ha consolidado su posición como fuerza de izquierda radical y único partido marxista presente en el hemiciclo de Oslo. Aunque no ha obtenido resultados espectaculares en términos numéricos (5,32 % de los votos, pasando de ocho a nueve diputados), el partido ha confirmado su capacidad para movilizar a sectores cada vez más amplios de la sociedad noruega en torno a un programa de clara oposición al neoliberalismo, a la privatización de los servicios públicos y a la creciente brecha entre ricos y pobres. En un Parlamento donde la mayoría sigue siendo esquiva, la voz de Rødt se hace oír con mayor fuerza, sobre todo como acicate crítico dentro del bloque rojo-verde.

El partido, liderado por su dirección colectiva y por figuras destacadas como la líder formal Marie Sneve Martinussen, que han sabido combinar la militancia social con la actividad parlamentaria, presentó un análisis de los resultados electorales en el que se subrayaba que la política noruega se caracteriza hoy en día por una polarización creciente. Por un lado, las fuerzas conservadoras lideradas por el Partido Conservador (Høyre) de Erna Solberg han tratado de aprovechar la retórica de la estabilidad y la defensa de las clases medias, pero han pagado el precio de la crisis de liderazgo y del desgaste interno que ha llevado a un debate sobre la propia permanencia de Solberg al frente del partido, sobre todo a la luz de la pérdida de doce escaños. Por otro lado, las fuerzas de centroizquierda han demostrado que existe una alternativa creíble a las políticas liberales, con el Partido Laborista como eje, pero con Rødt actuando como conciencia crítica dentro de la galaxia de centroizquierda.

Rødt también ha destacado que, a pesar de la imagen internacional de un país próspero y equitativo, los problemas estructurales de la sociedad noruega siguen siendo profundos. El aumento del coste de la vida, las dificultades de los jóvenes para acceder a una vivienda digna, las presiones sobre el sistema sanitario y las desigualdades sociales son cuestiones sin resolver que no pueden abordarse con medias tintas. Por esta razón, la dirección del partido ha reiterado que su papel en el Parlamento será impulsar al ejecutivo hacia una política más valiente, capaz de redistribuir la riqueza y reforzar el estado del bienestar.

Otro aspecto central planteado por Rødt, esta vez en materia de política exterior, ha sido la condena de las políticas israelíes hacia el pueblo palestino, definidas como una forma de apartheid y una violación sistemática del derecho internacional. En este sentido, Rødt se erige como una fuerza política capaz de aportar al debate parlamentario noruego una posición de clara ruptura con la retórica que durante mucho tiempo ha sido dominante en Occidente y que, con demasiada frecuencia, ha encubierto las responsabilidades de Israel tras el velo de la «seguridad» y la «lucha contra el terrorismo».

Por otra parte, hay que decir que también en Noruega, como en muchos países europeos, está creciendo un movimiento de opinión pública, sobre todo entre los jóvenes y en los sectores más activos de la sociedad civil, que reclama una política exterior más coherente con los principios de justicia y solidaridad internacional. En este contexto, la petición de suspender toda forma de cooperación militar y comercial con Israel, yendo más allá del apoyo verbal a la causa palestina, representa un punto que distingue a Rødt de los demás partidos del bloque rojo-verde y que refuerza su identidad como fuerza de izquierda realmente radical.

Para concluir con un análisis global de la situación política noruega, el panorama electoral muestra un país dividido, pero también una sociedad en movimiento. La confirmación del Partido Laborista al frente del Gobierno es sin duda una señal de continuidad, pero la ausencia de una mayoría estable abre un futuro de constantes negociaciones. Para la izquierda, el reto será convertir esta situación en una oportunidad para llevar adelante políticas realmente progresistas. Rødt, con su capacidad para hablar a las clases populares y mantener una perspectiva internacionalista, tendrá un papel clave a la hora de mantener viva la presión sobre el ejecutivo liderado por Støre para que no se limite a gestionar lo existente, sino que vaya más allá, hacia un cambio estructural.

¨Giulio Chinappi, politólogo.

Artículo publicado originalmente en La cittá Futura.

Foto de portada: wikipedia commons

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