Desde hace ya una semana que estamos analizando, revisado y haciendo todo tipo de conjeturas alrededor del golpe de estado en Níger. Lo que podemos señalar desde una mirada histórica es que este golpe es el quinto que se produce desde que Níger lograse su independencia formal respecto de Francia en la década del sesenta. Lo que significa que no es algo novedoso para el país. Pero si debemos señalar que lo novedoso radica en el sentido que tiene hoy este proceso, no es un golpe más para afianzar las políticas foráneas en el país, justamente es todo lo contrario, el golpe tiene un marcado sentimiento anti colonial y anti francés.
La inestabilidad política ha sido una constante en este país del oeste africano, además de ser uno de los países más pobres del mundo. Niger tiene una población de 25 millones de personas, entre las que el 60% vive en situación de pobreza, se ubica en el cuarto lugar con un pobrísimo 0,4 puntos en el índice de desarrollo humano, que es un indicador compuesto, que relaciona tres dimensiones: longevidad, educación e ingresos para dar cuenta del grado de oportunidad efectiva que tienen las personas de expandir sus capacidades.
La corrupción, el hambre, y la inseguridad ante los grupos terroristas yihadistas son los problemas principales de la población. Y también las causas que esgrime occidente para intervenir y “colaborar” en su lucha. Las fuerzas francesas expulsadas de la vecina Burkina Faso o Malí, encontraron en Niger un lugar para asentarse y seguir apoyando la lucha por la seguridad en el Sahel africano.
También debemos mencionar, en esta contextualización, es que las últimas elecciones se celebraron en el año 2021, y estuvieron empañadas por acusaciones de fraude, en un clima de gran tensión. Ya entonces hubo un intento de golpe de Estado que no salió adelante. Se considera a Níger una de las pocas “democracias” existentes en el cinturón del Sahel, aunque habría que analizar qué entendemos por democracia y quién establece ese criterio. Es muy fácil, para algunos analistas extrapolar los términos “democracia” o “golpe de Estado” en su significancia occidentalista, donde claramente se dejan por fuera todas las particularidades que marcan, en este caso a Niger, pero que también es aplicable a todo el continente africano como a otros lugares del mundo. Hecha esta aclaración contextual, vamos a señalar que el proceso en el que hoy se encuentra Niger, es bajo nuestra subjetiva mirada, un proceso claramente anticolonial, revolucionario y profundamente nacionalista, que además está basado o fundamentado en otros momentos históricos que marcaron a fuego la realidad africana a pesar de haber sido derrotados materialmente, la idea primigenia de Lumumba y Thomas Sankara vive en la memoria de estos militares, muchos de ellos muy jóvenes, que hoy se enfrentan al poder occidental europeo y atlantista.
Es por ello que desde la perspectiva occidental, la junta militar que ha tomado el poder debe ser “derrocada” cueste lo que cueste y por supuesto al precio que fijen muy lejos de las tierras africanas. Desde los movimientos sociales, sindicatos y partidos que luchan por la soberanía del país, frente al expolio continuo de potencias extranjeras, sin embargo, respaldan a la junta militar y consideran que se está produciendo una revolución popular. Pero esto a la Francia colonial o a los intereses imperiales de EE.UU poco le importa. De hecho solo fogonean una guerra entre hermanos para volver al poder al depuesto, Mohamed Bazoum, presidente de Niger y aliado estratégico de occidente en el Sahel.
Niger, intereses creados y estratégicos
Antony Blinken, el secretario de Estado de EEUU, hace uso meses tuvo palabras de elogio hacia el gobierno de Níger en una visita oficial, lo puso como un «ejemplo de democracia» en la región africana de Sahel. Entre países como Mali y Burkina Faso, en donde se vivieron golpes de Estado desde el año 2020, Níger era sin duda, a comparación de sus vecinos, una excepción para el hombre de la Casa Blanca. Claro que si hilamos un poco más fino en estos elogios podremos entender la importancia que tiene Niger en los intereses occidentales.
Según datos de la Asociación Nuclear Mundial (WNA), Níger es el séptimo mayor productor de uranio del mundo, un metal utilizado sobre todo en la energía nuclear, aunque también en tratamientos contra el cáncer o en la industria marina. Otros países con importantes reservas de uranio son Kazajistán -que ocupa el primer puesto representando el 43% total de uranio en el mundo-, Canadá y Namibia.
De acuerdo a los informes de la WNA, el país del Sahel produjo 2.020 toneladas métricas de uranio tan solo en 2022, lo que representa entre el 4% y el 5% de la producción minera mundial. El año anterior, 2021, la producción fue todavía más alta, alcanzando las 2.991 toneladas de uranio. Aunque estas cifras estén muy alejadas de los datos de producción de, por ejemplo, Kazajistán -21.227 toneladas en 2022-, tienen una importancia clave para Europa, ya que el viejo continente es uno de los principales clientes de Níger en este mercado. Dentro de Europa, el mayor “cliente” para el uranio nigerino es Francia, de hecho varias minas del país, como las situadas cerca de la ciudad de Arlit son explotadas por la empresa gala Orano, de la que el estado francés posee el 45% de su capital. Francia es la principal potencia energética nuclear en Europa y la segunda del mundo, después de Estados Unidos. De hecho, más de la mitad de la producción, un 64,67% del total de su electricidad, procede de la energía atómica. Aquí radica uno de los principales escollos que se platea para las potencias occidentales a partir del derrocamiento del presidente nigerino a manos del autodenominado Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria liderado por el general Abdourahamane Tchiani.
Pero el interés francés y occidental en mantener controlado a Níger va más allá del vínculo económico y de abastecimiento de uranio. Este país saheliano representa el último gran aliado occidental en la región, después de que las juntas militares de Mali y de Burkina Faso, como ya hemos mencionado, hayan expulsado a la política francesa de sus países, incluidas las fuerzas militares que allí prestaban “ayuda” en la lucha contra el terrorismo yihadista, una dinámica que se repite en otros lugares de África. Níger había sido hasta ahora el país donde se recluían estos militares, y donde Francia seguía operando en buena sintonía con el gobierno.
Es quizás por esto último que las reacciones internacionales al golpe de estado en Níger han sido mucho más agresivas. Mientras que los tres países de África Occidental víctimas de un levantamiento similar, Malí, Burkina Faso y Guinea, quedaron formalmente suspendidos de la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental), en el caso de Níger han dado una semana a los golpistas para “restaurar el orden constitucional”.
Otro punto sobresaliente en el conflicto desatado en Níger está directamente relacionado con el nuevo tablero geopolítico del gas desencadenado a partir de la guerra en Ucrania, donde la UE se ha encaminado en la misión de buscar nuevos socios y rutas alternativas de gas para garantizar su suministro a las capitales europeas. Una de estas opciones se encuentra en el continente africano. Se pensó en reflotar un viejo megaproyecto que llevaba más de 50 años sin materializarse, el gasoducto transahariano (TSGP), una construcción de 4.000 kilómetros que comenzaría en el sur de Nigeria, atravesaría Níger y llegaría a la localidad argelina de Hassi R’Mel, donde se conectaría con otros gasoductos encargados de transportar el gas hasta el Viejo Continente. Las dificultades saltan a la vista: sería una distancia mayor que la de Madrid a Moscú, e incluye un tramo de 2.000 kilómetros bajo el desierto del Sáhara. Con un coste estimado de 13.000 millones de euros, el ducto, según sus impulsores, tendría la capacidad de transportar hasta 30.000 millones de metros cúbicos anuales de gas natural, lo que equivale al consumo total de España en 2021, por ejemplo.
De hecho hace exactamente un año, el 28 de julio de 2022, Argelia, Níger y Nigeria habían firmado un memorándum de entendimiento para acelerar el inicio de la construcción de este gasoducto. “La reactivación del proyecto TSGP se produce en un contexto geopolítico y energético particular, marcado por una fuerte demanda de gas y petróleo”, había indicado Mohamed Arkab, ministro de Energía de Argelia.
A pesar de que hoy este proyecto sea más una utopía que una realidad concreta, el estado de cosas en Níger agrega un condimento más para que el TSGP, siga quedado solo en un ambicioso proyecto europeo para continuar con el expolio de los recursos africanos. Sin embargo el proyecto permanece aún latente, lo que agrega cierto grado de iteres en mantener a Níger bajo el control neocolonial.
Rusia y su influencia en el Sahel
A las dudas que hoy se le imponen a occidente a partir del pasado 26 de julio sobre las decisiones que se tomarán en Níger y cuál será la evolución del golpe de estado liderado por Tchiani, también se suma la presencia rusa en la región y el apoyo popular que tiene en las calles como respuesta al colonialismo francés. Rusia gana popularidad en el Sahel en contra de Occidente. Ya es habitual ver a manifestantes ondeando banderas rusas y quemando banderas francesas.
El levantamiento militar en Níger se dio junto con el comienzo de la segunda Cumbre Rusia-Africa, en San Petersburgo. Al llamado de Vladimir Putin acudieron 49 delegaciones africanas, incluidos cerca de 20 gobiernos presidentes africanos. La cumbre es el escenario elegido por el líder ruso para afianzar su compromiso con el continente africano. Tras la caída del acuerdo de granos con Ucrania, Putin garantizaría la provisión gratuita de cereales a al menos a seis naciones africanas. Los entre 25 y 50 mil toneladas de grano ruso llegarían a los puertos africanos para suplir así la dependencia que África tiene con Europa y sus proveedores. También cuestiones en torno a la seguridad territorial y a la lucha anti terrorista se pudieron oír en la cumbre.
Con respecto a esto último podemos señalar como un momento más que interesante la intervención del presidente en ejercicio de la junta militar de Burkina Faso, el capitán Ibrahim Traoré, quién pronunció delante del presidente ruso Putin y altos mandatarios del continente, un discurso claro y contundente, convocando al resurgimiento de África y a romper con las cadenas que imponen los esclavizadores. Además dejó claro su alianza con Rusia en las actuales circunstancias.
“¿Cómo puede ser que con la riqueza que tenemos seamos el continente más pobre?”, se preguntaba Traoré ante Vladimir Putin.
Ibrahim Traoré, el presidente más joven del mundo, además de fomentar un sentimiento profundamente revolucionario, panafricanista y anticolonial a imagen y semejanza del otrora líder asesinado por la CIA, Thomas Sankara, parece además haber aprendido de las derrotas y ha sabido formar un gobierno civil que recoge nombres históricos de la revolución sankarista como el primer ministro y abogado Apollinaire Joachim Kyélem de Tambèla, que creó un Comité de Defensa de la Revolució. O Bassoloma Bazié, ministro de la Función Pública y de Trabajo, y sindicalista histórico que hace apenas un mes se reunió con el Fondo Monetario Internacional, al que acusó de “enfermar nuestras sociedades”.
En Burkina Faso, contestar a los mayores es un insulto. La jerarquía, sea por edad o por posición militar, es sagrada. Traoré comienza su discurso en Rusia pidiendo disculpas antes de hablar. Sabe que es el más joven de la sala y que sería irrespetuoso no hacerlo. «Hay líderes africanos que son títeres de Occidente», sentenciaba en San Petersburgo, allí no le tembló la voz por más que todos allí fueran mayores y consagrados líderes africanos.
El golpe de estado en Níger ha movido las piezas del juego en la esfera internacional y geopolítica sin dudas, y ello supone una oportunidad para Rusia de contrapesar a occidente en el continente africano.
Algo que se desprende desde nuestro análisis es que, hay que tener algo claro, estas rebeliones que señalamos en este artículo remiten más a la emancipación africana y al auge del sentimiento anticolonial, reforzado por las nuevas juntas militares, que a la demanda de una intervención militar rusa en el territorio. Dicho de otro modo, pesa más el movimiento antifrancés y, por tanto, anticolonial, que la simpatía hacia Moscú, al que ven, eso sí, como una opción por descubrir.
CEDEAO ¿de qué lado se encuentran estos africanos?
“Debemos mantenernos firmes en la democracia. No hay gobernanza, libertad ni Estado de Derecho sin democracia. No volveremos a aceptar un golpe tras otro en África Occidental. La democracia es muy difícil de gestionar, pero es la mejor forma de gobierno”, estas son algunas de las definiciones de Bola Tinubu, presidente electo recientemente en Nigeria y líder de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental. A partir de aquí podremos ir entendiendo la posición adoptada por esta organización africana.
El golpe en Níger ha sido condenado rotundamente por Estados Unidos, Francia, la UE y las Naciones Unidas. Desde la Casa Blanca, que tiene tropas en Níger desde hace más de una década asesorando al ejército del país en la lucha antiterrorista, se emitieron declaraciones haciendo hincapié en que “tomaría medidas” para restaurar el gobierno democrático en el país, al tiempo que el 30 de julio, la CEDEAO emitió un ultimátum de siete días en el que prometía utilizar la fuerza para desalojar a la junta si no restituía a Bazoum en la presidencia. La CEDEAO también cerró las fronteras de sus países con Níger, y estableció una zona de exclusión aérea, además de congelar los activos del país y los de los implicados en el golpe y sus familias. Además de todo esto, Nigeria, al mando de Tinubu, tomó la extrema medida de interrumpir el suministro de electricidad a Níger, lo que provocó apagones en sus principales ciudades. Todas medidas tomadas a pedido de las potencias coloniales de occidente. Además se sigue instando a Nigeria a liderar la fuerza militar ante una posible incursión en territorio nigerino.
La presión de la comunidad internacional sigue aumentando sobre los líderes de la rebelión nigerina, a horas de que se cumpla el ultimátum de la CEDEAO, que afirma estar dispuesta a una intervención militar para restaurar el orden constitucional y al presidente derrocado, Mohamed Bazoum. En esta misma dirección se oyó a la ministra de Exteriores de Francia, Catherine Colonna, quien advirtió a la junta militar que debe tomarse “muy en serio” la posibilidad del envío al país de una fuerza regional. Sobre una posible participación francesa, Colonna afirmó: “no estamos allí”, pero sí aseguro que París apoya “plenamente” los esfuerzos de los países de la región para restaurar la democracia en Níger. La presión sobre la CEDEAO viene desde el otro lado del Mediterráneo, donde los interese, esos que ya hemos mencionado, hacen tambalear la hegemonía colonial sobre África.
Lo concreto, al día de hoy es que, los jefes militares de África occidental anunciaron un plan de cara a una «posible intervención» contra la junta que tomó el poder en Níger, tras una reunión en Abuja, la capital de Nigeria. «Se definieron todos los elementos de una posible intervención, incluidos los recursos necesarios y el cómo y cuándo vamos a desplegar esa fuerza», dijo el comisionado de Asuntos Políticos y de Seguridad de la CEDEAO, Abdel-Fatau Musah. Estos Ministros de Defensa, los de los países de África Occidental muestran una clara influencia de Francia y la OTAN. Por su parte, el presidente de Nigeria, Bola Tinubu, le dijo a su gobierno que se prepare para los distintos escenarios posibles en Níger, incluido el despliegue de personal militar en su vecino del norte, en una carta al Senado.
Ante esta situación los gobiernos de transición de Burkina Faso y Malí expresan su solidaridad fraterna al pueblo de Níger, que ha decidido con plena responsabilidad asumir la plenitud de su soberanía, confirmaron los gobiernos militares de los dos países, con Guinea Ecuatorial apoyando la decisión, pero sin poner la firma. “Cualquier intervención militar contra Níger sería considerada una declaración de guerra contra Burkina Faso y Malí“, advirtieron los líderes militares, que también agregaron que tal medida podría tener “consecuencias desastrosas” que “podrían desestabilizar toda la región”.
El escenario de una segunda guerra “mundial” africana es una realidad que atemoriza a propios y extraños, pero sin embargo poco se está haciendo para evitarla. En respuesta, el nuevo gobierno militar de Níger afirmó que contratacarían frente a cualquier interferencia militar externa.
Debemos recordar que la CEDEAO ya ha cumplido en otras oportunidades sus promesas intervencionistas ante otros episodios similares al de Níger. La CEDEAO envió tropas a Gambia cuando Yahya Jammeh, que gobernaba el país desde hacía mucho tiempo, se negó a dimitir tras perder las elecciones. Después de que unos 7.000 miembros de una fuerza multinacional respaldada por la CEDEAO y liderada por Senegal se concentraran en la frontera con Gambia, Jammeh acordó rápidamente un acuerdo para dimitir y exiliarse. Unos 2.500 soldados, de Senegal, Ghana, Malí, Togo y Nigeria, siguen participando en operaciones de apoyo a la paz en el país.
La CEDEAO también tiene una fuerza de precisión en Guinea-Bissau, donde redesplegó unos 600 efectivos de Nigeria, Senegal, Costa de Marfil y Ghana tras un intento de golpe de Estado en febrero de 2022. En el pasado, el bloque regional estableció la misión de mantenimiento de la paz ECOMOG para ayudar a restaurar el orden en Liberia y Sierra Leona, y también desplegó fuerzas en Costa de Marfil en 2003.
La paz sí, pero no a cualquier precio
Como hemos podido ver a lo largo de este artículo, la situación a partir de la destitución del presidente de Níger, a manos su propia guardia presidencial y que además fue vista con muy buenos ojos por una parte de la población nigerina que salió a vitorear el cambio de mando en el país aduciendo que ya era hora de poner fin al yugo colonial francés que mantiene bajo su órbita cómplice a todos los presidentes democráticos que sumieron luego del asesinato de Thomas Sankara, quizás el último grito de libertad y descolonización que se había oído en el continente africano, claro, al menos hasta este nuevo surgimiento de estos militares que expresan un claro sentimiento anti francés y anti colonial y apoyados en un nacionalismo panafricanista, que si bien es una concepción occidentalista expresa lo mejor de la unidad africana en pos de la segunda independencia.
Los días venideros serán convulsionados, seguramente, allí se estará jugando la paz. El tema será ver cuál es el precio a pagar por ella y quien pone la sangre en la tierra y a pedido de quién se lucha.
Una pelea en territorio africano, con los intereses puestos muy lejos del continente. Una guerra proxy. Otra guerra proxy, esta vez con África como escenario.
*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política, FPyCS UNLP.
Foto de portada: «Francia asesina en Níger», «Por un nuevo Níger», «Viva la CNSP», son los mensajes que se pueden leer en los carteles de los manifestantes, quienes también aportaron banderas rusas el domingo 30 de julio, en Niamey. AP – Sam Mednick