Es recurrente leer o ver en la prensa escrita, televisiva y digital hegemónica occidental ataques, arremetidas en contra de pueblos, gobiernos y líderes que no se subordinan a las llamadas reglas del juego impuestas, después de la segunda Guerra Mundial, por Estados Unidos. Países como Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, Rusia, China, Siria, entre otros, son blanco constante de falsedades, acompañadas de epítetos destructivos lanzados desde el entramado imperial-colonial-capitalista- comunicacional euro-estadounidense.
La razón de esto es simple, son países soberanos, que han decidido abordar sus procesos y mecanismos de desarrollo y bienestar, fuera de la lógica capitalista, lo que implica que tanto sus recursos, como sus esfuerzos humanos se conducen y destinan a favor de sus pueblos, de sus mayorías y no de unos cuantos, como lo han hecho las élites económicas globales y corporativas, que han fomentado las crecientes disparidades entre ricos y pobres, tanto al interior de los países como entre naciones.
Esa lógica dominante y subordinante de la que venimos hablando, está llegando a su fin, con los movimientos geopolíticos y geo-económicos promovidos por algunos países emergentes, hoy ya potencias globales, quienes acordaron asociarse, dando luz al término “BRIC”, acuñado por Goldman Sachs para designar a un grupo de economías emergentes (Brasil, Rusia, India y China) a las que luego se les sumó Sudáfrica.
Tiempo después, estamos asistiendo a cambios a escala global y latinoamericana. ¿Cómo juega nuestro continente y, en particular el hermano país centroamericano, al que hace alusión este escrito? Dos situaciones dan cuenta de ello: la mención especial que el Canciller ruso Sergei Lavrov hizo de Nicaragua y su inclusión en la gira que tiene programada para la segunda quincena de abril, que él mismo hizo público en un artículo publicado en la prensa brasileña y mexicana. Menciona también a Cuba, Venezuela y Brasil.
Ahora bien, las excelentes relaciones de Nicaragua con Rusia, China e Irán, es un asunto que constantemente los Estados Unidos, pone en el centro de mira de su política exterior agresiva, tratando de menoscabar la soberanía del hermano país, lo cual, no es posible debido a la coherencia y dignidad antiimperialista y nacionalista que ha caracterizado al Sandinismo. Ahí entra en juego el rol que Nicaragua desarrolla actualmente en lo relativo a la conformación del nuevo orden multipolar, asociado esto a su geografía privilegiada y a su fortaleza histórica y moral que hace del país un bastión esencial de política exterior que no se subordina a Estados Unidos, al contrario, va hacia caminos alternativos.
Mencionábamos las relaciones con China, potencia que se ha asociado en los últimos años, a la posible construcción del canal interoceánico por Nicaragua, lo cual vendría a quitarle la hegemonía del comercio marítimo a Estados Unidos en el hemisferio y acabar con el monopolio de tan importante mecanismo de control de la economía mundial. No obstante, fuera de este proyecto de envergadura global, la incorporación de Nicaragua a la Franja y la Nueva Ruta de la Seda y los proyectos que esto conlleva, entre ellos puertos, aeropuertos y otras conexiones, por la posición geográfica del país, podría convertirlo en una plataforma continental, donde empresas de China y otros países que forman parte de la Nueva Ruta de la Seda emplacen sus operaciones para, desde ahí, despacharlos al resto de las américas.
Es importante destacar que, a diferencia de Estados Unidos quien históricamente ha ofrecido proyectos condicionados y expoliadores y ocupación de nuestros territorios por medio de bases militares, China y Rusia, lo hacen sobre la base de la igualdad soberana de los Estados, la no injerencia en sus asuntos internos y el verdadero respeto al Derecho Internacional.
En este sentido, China, Rusia, Irán, la India, países pivotes de este nuevo orden que promueve un crecimiento igualitario, que pujan por acabar con la hegemonía del dólar, quieren trabajar con la región y, Nicaragua es un país esencial, para superar juntos las dificultades y construir una comunidad de futuro compartido, con un modelo de desarrollo centrado en los pueblos. No quiero dejar fuera en este tema en específico, el pensamiento del padre de la Revolución Sandinista, Augusto C. Sandino quien, a principios del siglo XX, mientras combatía al imperialismo estadounidense para expulsarlo de su tierra, reflexionaba refiriéndose al dólar, “¡Oh dólar maldito, eres la carcoma que mina los cimientos del imperialismo yankee, y tú mismo serás la causa de su derrumbamiento!” Cuanto atino, cuanta visión del General que propinó la primera derrota militar al ejército yanqui.
Ahora bien, pese a las maniobras de Estados Unidos, la subordinada Europa y su prensa corporativa que habla de “aislamiento” de estos países, el mundo está girando, precisamente debido al movimiento de estos países y, Nuestramérica, tiene un rol importante en el mismo. En el caso de la Nicaragua Sandinista, bien lo decíamos, su coherencia y firmeza, en lo que en geopolítica se conoce como elevar su umbral de autonomía, es decir, que no pide permiso a nadie, solo a lo que conviene al bienestar de su pueblo, más sus bondades geográficas y recursos, lo acreditan para ser protagonista regional significativo en la conformación de lo que veníamos vislumbrando desde hace décadas: que otro mundo es posible.
Oscar Rotundo* Analista político, editor de PIA Global.
Foto de portada: shutterstock.com