En diversas entrevistas y pronunciamientos, que recogimos meses antes del evento electoral, la militancia popular denunciaba y advertía la hábil maniobra con la cual el mandatario podría concretar un trabajo que venía realizando desde hacía varios años, al principio como “aliado” del FMLN y luego de consagrarse alcalde de San Salvador como denunciante “aséptico” de la supuesta “corrupción” del gobierno del Frente Farabundo.
La izquierda salvadoreña, en su momento y en su fuero interno, profundizará sobre los pormenores de este fenómeno que concluye con la irrupción absoluta en la institucionalidad política, de este arribista que no dejo nada librado al azar.
Este megalómano que desde el 2019 se erige como paladín de la democracia y la justicia social, en corto tiempo ha desmontado paulatinamente 13 de los 40 programas sociales; que desarrollaron los gobiernos del FMLN.
Con la complicidad de importantes medios de comunicación, emprendió una campaña de persecución y hostigamiento contra dirigentes del FMLN basados en noticias falsas o acusaciones no comprobadas y con elementos afines en la justicia, articuló el Lawfer que en tiempos de campaña electoral tiene un efecto distorsionador sobre la realidad cotidiana de la población.
Al estilo de Lenin Moreno de Ecuador, atacó a la dirigencia del frente con la que compartió gobierno, tratando de victimizar su gestión al frente del ejecutivo, esgrimiendo qué, a causa de no poder contar con Asambleístas propios, no tenia la fuerza que le permitiera tener el camino libre para desarrollar sus planes políticos y económicos.
Manipuló a la opinión pública hasta convencer a mucha gente de que la Asamblea Legislativa trababa su gestión presidencial, aunque, esa Asamblea le aprobó el 95% de las iniciativas que envió desde el Ejecutivo y 9,500 millones de dólares del presupuesto y de préstamos para la Emergencia.
Ahora, con el poder absoluto en el congreso, controlará todo el Estado y podrá articular un paraguas legal que le permita poner a su gente en puestos claves para ejecutar un proceso económico y social acorde a los requerimientos del Fondo Monetario Internacional.
El iceberg, en esta etapa ascenderá en total plenitud, mostrando sus proporciones.
Nayib Bukele con el poder institucional pleno, intentará, privatizar selectivamente a su antojo, flexibilizar y precarizar el trabajo de los salvadoreños, importar desmedidamente sin tener en cuenta a la industria nacional, fundamentalmente a las medianas y pequeñas empresas, acorralar a la clase media y a los pequeños propietarios con impuestos expropiatorios y se endeudarse para fugar capitales al mejor estilo Mauricio Macri en Argentina.
El pueblo salvadoreño, que tiene una historia de lucha ejemplar, no permitirá ser sometido por un ambicioso encantador de serpientes, que más allá de sus actuaciones mediáticas, tendrá que dar cuenta con prontitud de la acuciante situación de los sectores más vulnerables de la sociedad.
¿Cuándo las luchas populares se incrementen, retrotraerá este señor, la historia a los momentos mas oscuros de la vida salvadoreña? Esos momentos que él califica como una farsa.
¿Recurrirá a la guerra sucia y el paramilitarismo para contener los justos reclamos de la población? O simplemente con sus arcas rebosantes por la aplicación de su política neoliberal, ¿huira del país dejando un Estado quebrado, como sus compinches golpistas de Bolivia?.
No lo sabemos, pero de lo que estamos convencidos es de que cuando su manipulación se diluya y la realidad transite las calles y los campos salvadoreños, habrá un pueblo preparado para hacerlo rendir cuentas.
*Analista político del equipo de Periodismo Internacional Alternativo PIA Global