De acuerdo a los boletines estadísticos de la Unidad de Política Migratoria en 2021, fueron repatriadas de Estados Unidos a México, 23 mil 609 personas de entre 0 y 17 años. Esto representa un aumento de 88.1% con respecto a la cantidad que tuvo lugar durante los mismos meses de 2020, dio a conocer la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).
En ese mismo año, el gobierno mexicano realizó 75 mil 594 detenciones de migrantes de entre 0 y 17 años, un aumento de 571.2% respecto a 2020. Además, presentó un conflicto con el derecho a la “no privación de la libertad por motivos migratorios”, enunciado en la reforma al capítulo 6 de la Ley de Migración del 11 de noviembre de 2020.
Así mismo, 17 mil 711 personas en el mismo rango de edad, fueron deportadas por el estado mexicano. Es decir, un aumento de 103.3% a lo observado un año anterior. El 97.9% de las Niñas, Niños y Adolescentes (NNA) deportadas fueron repatriados a países de América Central, en especial Guatemala, Honduras y El Salvador.
De 2010 a 2020, las entidades en las que se reportaron más repatriaciones de personas desde los Estados Unidos fueron Oaxaca, Guerrero, Tamaulipas, Sonora y Michoacán. En estas se concentraban cuatro de cada 10 repatriaciones. Señaló que los estados eran diferentes para cada sexo, entre las mujeres las más destacadas fueron Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Puebla y Chiapas. Mientras que el caso de los hombres fue Tamaulipas, Sonora, Oaxaca, Guerrero y Michoacán.
La REDIM realizó un informe sobre la niñez migrante en la frontera norte y en la frontera sur, esta última colinda con Guatemala y Belice, tiene una extensión de mil 149 kilómetros (km). Comprende los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, solo la línea fronteriza con Guatemala es de 956 km y de estos, 654 corresponden a Chiapas.
El área identificada como la que concentra mayor actividad económica y fronteriza, es la que corresponde a Chiapas y guatemalteco, a los departamentos de San Marcos y Huehuetenango. Esta dinámica es histórica, la región del Soconusco ha sido relevante en las relaciones laborales y comerciales que se producen entre México y Centroamérica desde finales del siglo XIX, consolidándose en el XX y adquiriendo nuevos matices XXI, como por ejemplo la incorporación de nuevos flujos migratorios.
Dicho informe, distingue aquellos que pretenden cruzar el territorio mexicano hasta llegar a la frontera norte. El incremento de los flujos migratorios en la frontera sur, se comenzó a hacer más evidente en la década de 1990, destacando la presencia de migrantes menores de 20 años. Dentro de esta cifra, se clasificaron los flujos migratorios en varios grupos: quienes pretenden llegar a Estados Unidos, tienen familia en ambos lados de la frontera y buscan oportunidades laborales en el sur de México, especial en la agricultura, servicios domésticos y trabajo sexual.
En lo que respecta a NNA pertenecientes a este grupo que permanece en el sur de México, se dedican a hacer trabajos agrícolas, ayudantes, cargadores o lustradores de zapatos, son principalmente de nacionalidad guatemalteca.
Tapachula es calificada como “la meca” de la migración fronteriza, tiene un considerable significado a nivel de relaciones entre México y Guatemala, además es el centro administrativo de las gestiones migratorias para el sureste de México, contando con la estación migratoria más grande de la región latinoamericana.
La mayoría de NNA que trabajan en Tapachula, lo hacen de manera informal. La tasa de inmigración total, en 2017 era de 3.7% de los 350 mil habitantes registrados por las autoridades. Aunque han existido dificultades para registrar la cantidad de personas trabajadoras activas, según datos del Instituto Nacional de Migración (INM), para 2012 se emitieron casi 30 mil formas migratorias de trabajo fronterizo, y para 2015, el gobierno mexicano emitió 109 731 Tarjetas de Visitante Regional (TVR), el 97% a personas guatemaltecas.
Por último, fueron extendidas 14 mil 587 Tarjetas de Visitante Trabajador Fronterizo (TVTF) a personas guatemaltecas, un 12% más que en 2013, aunque el subregistro es considerable porque buena parte de las personas que cruzan la frontera lo hacen de manera irregular.
Ante este panorama la REDIM ha recomendado propiciar la articulación de procesos de monitoreo del fenómeno migratorio de la niñez y la adolescencia, generar modelos de abordaje diferenciados en los países de Centroamérica en los que se unifiquen las recomendaciones de los diferentes organismos internacionales.
Así como, invertir en la generación de institucionalidad, a partir del principio del interés superior del niño, y una oportunidad para atender este desafío es la creación del Mecanismo Transnacional de Protección Integral para la Niñez Migrante, Refugiada y sus Familias.
*Yessica Morales es periodista de Chiapas Paralelo, donde fue publicado originalmente este artículo.