Este pronóstico se explica porque el FMI estima que una tercera parte de la economía mundial estará en recesión este 2023. Esta estimación se funda en que las tres mayores economías del mundo: Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y China están disminuyendo simultáneamente su ritmo de crecimiento. Pero cada una de estas economías presenta una situación diferente. De modo que el impacto en el resto del mundo será diferenciado.
El FMI estima que Estados Unidos puede evitar la recesión, mientras la UE ha sido duramente golpeada por la guerra en Ucrania y ya están en recesión la mitad de los países de esa Unión. China enfrenta una situación particularmente difícil: en 2023, por primera vez en 40 años esta economía crecerá igual o incluso menos que la economía global. La combinación de las circunstancias específicas de las tres mayores economías genera oportunidades para México que, de concretarse, pudieran resultar en un año bueno para nuestra economía. En nuestro caso importa particularmente la situación en Estados Unidos.
De estas tres grandes economías, Estados Unidos es en estos momentos la más resistente: su mercado laboral se mantiene fuerte, lo que señala que la actividad económica sigue aumentando. Sin embargo, esta fortaleza pudiera convertirse en un riesgo si la Reserva Federal (Fed) decide mantener su política monetaria restrictiva para alinear la inflación a su objetivo de 2 por ciento. Por lo pronto, la Cámara de Representantes aprobó la semana pasada 1.7 mil millones de dólares, el paquete verde de Biden, para impulsar su economía. Las inversiones en infraestructura que arrancaron ayer constituyen un estímulo relevante que apoya que esa economía siga creciendo, aunque a ritmos menores.
Para México, que la industria estadunidense sostenga su crecimiento permitirá que nuestras exportaciones mantengan, a su vez, su crecimiento. Ante las dificultades chinas y la política que Biden ha mantenido para controlar a esa economía, México es desde hace dos meses el principal socio comercial de los estadunidenses y lo seguirá siendo en los meses próximos. Además, las remesas de nuestros compatriotas a sus familias, los más de 11 millones de envíos mensuales de por un monto mensual promedio de 360 dólares, significan una enorme inyección de recursos que llega a los deciles de menores ingresos. Por esto el peso mexicano mantiene su paridad con el dólar y lo seguirá haciendo en este 2023.
Por las razones expuestas, es posible que el consenso de analistas de la economía mexicana que señalan que el PIB crecerá 0.9 por ciento este año sea incorrecto. Tampoco parece posible que logremos crecer 3 por ciento, como lo ha señalado AMLO, pero sí estaremos en el rango entre 1.5 y 2.5. Un resultado de este tipo, en el marco de una economía global que enfrentará un año difícil sería muy bueno. Sin embargo, del mismo modo que la Fed pudiera descarrilar a la economía estadunidense, las decisiones del Banco de México constituyen un riesgo al crecimiento. Hasta ahora, la junta de gobierno mantuvo sus decisiones en línea con las del banco central estadunidense. De modo que, si allá se mantienen aumentos de medio punto porcentual en las siguientes reuniones, es posible que acá hagan lo mismo.
El punto de diferencia es la base: la tasa de referencia en México es de 10.5, de modo que podríamos llegar a una tasa de 13 por ciento que, sin duda, resultaría desestimulante de eventuales decisiones de inversión. La posible ventaja es que se espera que la inflación reduzca su ritmo de crecimiento paulatinamente y pudiera cerrar 2023 con un dato de 5 por ciento. Necesariamente esta circunstancia llevaría a que el Banco de México, aún sin Gerardo Esquivel, empezara un ciclo de relajamiento monetario que permita disminuir las tasas de interés en los diferentes instrumentos de crédito.
México tiene a su favor, además, dos cuestiones: una situación fiscal controlada, con un déficit acotado, y un endeudamiento externo igualmente cómodo. De modo que hay margen de maniobra en caso de que el panorama externo se complique en el curso del año. Así las cosas, un año que será indudablemente difícil para la economía global y para muchas economías, entre ellas algunas relevantes como Alemania, Gran Bretaña y, por supuesto, muchas economías emergentes, pudiera no serlo para la economía mexicana. Depende, por supuesto, de que se sepan aprovechar las condiciones favorables.
Orlando delgado Selley* Profesor – Investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Miembro Academia de Ciencia Política y Administración Urbana.
Este artículo fue publicado en el diario La Jornada de México
Foto de portada: Fotoarte: Cristian Laris