Nuestra América

Medios comerciales y la tragedia brasileña: ¿por qué Bolsonaro sigue recibiendo atención?

Por Leonardo Attuch*. –
A punto de ser sentenciado, debería ser una nota al pie, pero aún es tratado como un candidato presidencial o un jefe de campaña de gobernadores obsequiosos.

En la trágica trama de la historia reciente de Brasil, el expresidente Jair Bolsonaro, que este domingo volvió a ocupar la Avenida Paulista con otra actuación populista, sólo debería aparecer como una nota a pie de página en la crónica política nacional, siempre asociada a sus crímenes contra la democracia, al negacionismo de la salud y a sumisión vergonzosa a intereses extranjeros. Sin embargo, los medios corporativos brasileños insisten en darle el papel principal en una ópera cómica que paraliza el debate público, bloquea las emergencias estructurales y sabotea el futuro del país.

Bolsonaro, que lideró una conspiración golpista ampliamente documentada, ya debería estar respondiendo ante el Departamento de Justicia y no ser tratado como un candidato presidencial para 2026 por los institutos de investigación o como el “gran votante” de gobernadores obsequiosos que luchan por su apoyo. El escándalo es doble: mientras la justicia avanza sobre la evidencia indiscutible del golpe, la prensa lo mantiene en el foco como si fuera un actor legítimo más de la política institucional. Ninguna democracia madura toleraría este tipo de validación pública para un político que ataca el régimen constitucional. En Brasil, sin embargo, los titulares y las entrevistas tratan sus pedidos de amnistía –e incluso de “ayuda exterior”– como si fueran los arrebatos de un patriota injustamente tratado, cuando, de hecho, son declaraciones de traición a la soberanía nacional.

La sumisión de Bolsonaro al presidente estadounidense Donald Trump es uno de los capítulos más humillantes de esta narrativa. El mismo Trump que ahora impone aranceles de hasta el 25% a productos industriales brasileños –como el acero y el aluminio– es celebrado por Bolsonaro como el líder de un supuesto proyecto civilizatorio y como su última esperanza de redención personal, como si Brasil fuera una república colonial. Es importante recordar que la guerra comercial lanzada por Estados Unidos no se limita a China: está dirigida contra el mundo. Se trata de una ofensiva proteccionista, imperialista y unilateral que busca contener el ascenso del Sur Global e implosionar el multilateralismo. Y Brasil está en la línea de fuego.

En este escenario, el país necesitaría un debate urgente y calificado sobre la reindustrialización, la soberanía productiva y la integración Sur-Sur. ¿Pero qué hacen los medios tradicionales? En lugar de profundizar en estas cuestiones decisivas, insiste en dedicar especial atención a la caricatura golpista de Bolsonaro y sus acólitos, transformando incluso al “peluquero de labios” en un personaje destacado de la crónica política.

Mientras el presidente Lula intenta formular una respuesta contundente a los desafíos globales –fortaleciendo las alianzas estratégicas con países asiáticos, como China, Vietnam y Japón, fortaleciendo el Mercosur y defendiendo siempre el multilateralismo en los foros internacionales–, el periodismo comercial todavía está ocupado especulando sobre los pasos de un personaje que ya debería haber sido descartado por el sentido común y por la Historia. Se trata de una lamentable degradación del debate público, que ignora las contradicciones centrales de un mundo que cambia rápidamente y mantiene al país atrapado en una agenda irrelevante y retrógrada.

La tragedia brasileña, por tanto, no se limita a la figura de Jair Bolsonaro. También reside en la conducta de los grandes medios de comunicación que, al negarle el juicio histórico y moral que merece, sabotean el proyecto de reconstrucción nacional que ha liderado el presidente Lula después de la destrucción causada por las protestas de junio de 2013, la Lava Jato, el golpe de 2016 y el shock neoliberal de la era Temer-Bolsonaro. Al normalizar lo que es, en esencia, una aberración democrática, el periodismo tradicional se convierte en cómplice del atraso, del oscurantismo y de la sumisión, no sólo a un futuro prisionero, sino a un proyecto de destrucción de Brasil como nación soberana.

Leonardo Attuch*. Periodista y editor jefe de Brasil 247

Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal Brasil 247

Foto de portada: Jair Bolsonaro em seu ato na Paulista (Foto: Reuters / Amanda Perobelli)

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