El Sahel se mueve, evoluciona y nos enseña cada día una nueva historia. Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Argelia, Níger, Nigeria, Chad, Camerún, Sudán y Eritrea son los países que componen esta vasta región africana que va de costa a costa, de occidente a oriente. Hoy, de estos once países, nos vamos a ocupar de uno en particular. Mali será nuestro objeto de estudio y a través de ello podremos establecer alguna relación entre la historia, no tan reciente, y la actualidad. Una actualidad que no solo concierne a Mali, sino a una serie de países que se han empecinado en darle pelea al colonialismo, al imperialismo y al intervencionismo de las potencias extranjeras que los han subyugado a lo largo, por lo menos, de parte de la historia reciente.
Para poder contextualizar algo de este presente nos vamos a remitir a casi 800 años atrás en la rica historia de Malí. Al año 1235 y a un hecho en particular que lo marcó hasta estos días. Hablamos de la Batalla de Krina o Kirina.
La Batalla de Kirina en Mali es un evento histórico significativo que tuvo lugar en el siglo XIII y es fundamental en la historia del Imperio de Malí.
En la Batalla de Kirina, que se cree que ocurrió alrededor del año 1235, el rey Sundiata Keita y sus fuerzas del Imperio de Malí enfrentaron y derrotaron al rey Sumanguru Kanté y su reino de Sosso. Esta batalla es especialmente importante porque marcó el establecimiento del Imperio de Malí como una potencia dominante en la región y consolidó el liderazgo de Sundiata Keita quien se convirtió en el primer emperador de Malí después de la batalla, y su reinado es recordado por su expansión territorial, su fomento de la paz y la prosperidad dentro del imperio, y por su apoyo al comercio y la cultura.
La Batalla de Kirina es vista como un evento crucial en la historia de África Occidental y sigue siendo recordada por su impacto en la configuración de la política y la cultura de la región en los siglos posteriores.
Las implicancias de la Batalla de Kirina
La Batalla de Kirina en la historia de Mali tiene varias implicaciones que pueden relacionarse con la actualidad del país. En principio podemos mencionar que este acontecimiento le dio al país su identidad nacional y un acervo en el patrimonio cultural, ya que la batalla es un evento central en la historia maliense y contribuye a la identidad nacional del país. En la actualidad, Mali continúa siendo un país con una rica herencia cultural y una diversidad étnica notable, reflejada en su música, arte, y tradiciones, que se remontan a períodos como el Imperio de Malí.
También en el sistema de gobernanza y estabilidad política. En este sentido vamos a resaltar que en un período de grandes imperios y reinos, el de Malí, que se destacó por su organización política y gobernanza relativamente efectiva. En la actualidad, Mali enfrenta desafíos significativos en términos de gobernanza, incluidos conflictos internos, problemas de seguridad y cuestiones de desarrollo económico.
El actual gobierno militar de Mali, que tomó el poder en un golpe de estado en agosto de 2020, no necesariamente se apoya políticamente explícitamente en la historia de la Batalla de Kirina o en el Imperio de Malí de manera directa. Sin embargo, es importante considerar que la historia y la cultura de Mali, incluidos eventos históricos significativos como el que estamos desandando, son parte integral de la identidad nacional y del orgullo patriótico de muchos malienses.
El gobierno de transición en Mali, encabezado por el coronel Assimi Goita, ha enfrentado críticas tanto internas como externas por su legitimidad y su capacidad para resolver los desafíos políticos, económicos y de seguridad que enfrenta el país. En este contexto, es posible que algunas figuras o narrativas dentro del gobierno de transición utilicen referencias a la historia y la cultura maliense, incluida la época imperial, para legitimar sus acciones o para fortalecer el apoyo popular.
Sin embargo, es crucial entender que la situación política en Mali es compleja y que el gobierno de transición también está bajo presión internacional para restaurar el orden constitucional y democrático en el país aunque sí debemos resaltar el profundo sentido anticolonial que tiene este proceso, sobre todo si lo pensamos como un proceso regional y no solo como algo individual. Hoy la Alianza de los Países del Sahel es representativa de un proceso mucho más grande e importante que solo un golpe de Estado y es allí donde podemos hacer una relación histórica.
La influencia directa de la historia de la Batalla de Kirina en las políticas y decisiones del gobierno actual puede ser limitada, pero la historia sigue siendo un aspecto importante de la identidad nacional y puede jugar un papel en la narrativa política y en la legitimación del gobierno.
Por otra parte, nos vamos a referir al actual liderazgo, que se sustenta en un profundo sentido anticolonial y además expresa la unidad nacional que luego de la Batalla de Kirina catapultó la figura de Sundiata Keita, quien emergió como líder tras la batalla y simboliza el liderazgo fuerte y la capacidad para unir a diversos grupos étnicos y regionales bajo un solo imperio. En el contexto contemporáneo, Mali se esfuerza por mantener la unidad nacional y superar divisiones étnicas y regionales para promover la estabilidad y el desarrollo.
Además La Batalla de Kirina también puede interpretarse como un momento de resistencia contra la dominación extranjera o interna. En la actualidad, Mali enfrenta desafíos de insurgencia y presencia de grupos armados en ciertas regiones, donde la población local busca proteger su territorio y autonomía. La historia de Mali, incluida la Batalla de Kirina, ofrece lecciones sobre la gestión de la diversidad étnica, la promoción del comercio y la importancia de la paz interna para el desarrollo sostenible. Estas lecciones históricas pueden ser relevantes para los esfuerzos contemporáneos para abordar los desafíos sociales, políticos y económicos en el país.
Kirina y su actual influencia en el Sahel
En aquel 1235, los poetas griot proclamaron la Carta de Manden o Kurukan Fuga. Quizás sea el documento más antiguo en la historia del país y el ordenador de la vida posterior de los malienses. Aunque el imperio que se formó posteriormente tenía sus raíces en una segmentación de clases que dependía de trabajadores esclavizados y creencias patriarcales, estaba muy adelantado a su época. El artículo 5 establecía que «Toda persona tenía derecho a la vida y a la conservación de su integridad física». Pidió a los líderes que rindieran cuentas basándose en su responsabilidad de garantizar el bienestar, la protección social y el trato humano de todos en la sociedad, desde los nobles hasta los pastores y los esclavos. Promovió la educación para todos y la responsabilidad colectiva. Incluso ordenó que no se debería humillar a los enemigos.
Durante casi ocho siglos, el llamamiento a la humanidad en Manden fue pisoteado repetidamente por la Carta Magna británica (algunas décadas anteriores a la batalla de Krina) y sus legiones que vendrían a dividir el mundo en Norte y Sur. Pero la búsqueda de soberanía y dignidad nunca fue eliminada por completo. Incluso casi 800 años después, el pueblo de Malí honra el llamado de sus antepasados. Mali, Burkina Faso, Níger y Guinea han experimentado una ola de golpes de estado con apoyo popular que han repelido y expulsado activamente la dominación y la interferencia occidentales, parte de una marea cambiante en el Sur Global donde cada vez más naciones buscan firmemente la soberanía.
Cada vez más personas ven cómo el Norte Global opera en beneficio de sus propios intereses, incluso cuando esto pone en peligro los intereses a largo plazo de sus ciudadanos. La represión y violación de los pueblos del mundo la lleva a cabo en gran medida el bloque militar integrado del Norte Global. Estados Unidos controla el 74,3% de todo el gasto militar en todo el mundo a través de la OTAN y otros medios.
Burkina Faso, Malí y Níger han rechazado la presencia neocolonial de Francia en el Sahel y han destituido a sus líderes políticos alineados con Occidente. Han establecido la Alianza de Estados del Sahel (AES), con el objetivo de lograr la cooperación económica y militar y potencialmente profundizar el intercambio político. Sin embargo, la situación en el Sahel sigue siendo inestable y los países individuales están luchando por garantizar su independencia real de las potencias imperialistas. Se enfrentan a condiciones materiales desafiantes que no son su propia creación.
En la Unión Africana Malí permanece suspendida desde el “Golpe de Estado” y su participación en las decisiones del organismo que nuclea a los países del continente no es tenida en cuenta, sin embargo, durante la celebración del Día de África último, el Primer Ministro de Malí, Choguel Kokalla Maïga, dijo lo siguiente qué, “…siempre hemos escrito con letras de oro que Malí está dispuesto a abandonarlo todo en aras de su soberanía en nombre de la construcción de la unidad africana. Hoy somos parte de todas las organizaciones que tienen como objetivo unir a los africanos para formar una gran entidad geopolítica que pueda pesar en el mundo”, en estas palabras podemos observar aquel legado de unidad que ochocientos años antes eran escritos en la Carta de Manden.
Los Estados del Sahel están rechazando la letárgica cultura política y diplomática dominante. La formación de la Alianza de Estados del Sahel (AES) refleja una frustración con los marcos y procedimientos organizativos prevalecientes que siguen sin alcanzar ni siquiera las aspiraciones más básicas de la Carta de Manden. La AES representa un nuevo apetito por organizaciones que representen no sólo sus intereses nacionales sino también sus realidades regionales. Aunque aún no se conocen los resultados de los procesos políticos que se desarrollan en el Sahel este deseo renovado de soberanía que tiene su linaje en los procesos iniciados por los antepasados es palpable.
Entonces podemos observar que la Batalla de Kirina y el establecimiento del Imperio de Malí marcan un período de transformación política y cultural en África Occidental, contribuyendo a la consolidación de territorios bajo un solo liderazgo y estableciendo las bases para una entidad política y cultural duradera que influyó significativamente en la historia posterior de la región, tal como queda demostrado en la actualidad del Sahel y los países que lo componen.
*Beto Cremonte, docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.