La noche electoral de la segunda vuelta francesa ha dejado un campo fraccionado, una izquierda más fuerte, unida y renovada que nunca, con 142 diputadas y diputados, pero que no ha logrado su objetivo de máximos, hacer a Jean Luc Mélenchon primer ministro de Francia. Aún así, la derrota del campo macronista es asumida por el presidente, que evoca la “parálisis total” y vaticina una legislatura corta por su incapacidad legislativa de gobernar de forma estable.
Los electores han trasladado la tripolarización entre un bloque neoliberal, un bloque de ultraderecha y un bloque de izquierda rupturista, expresada en las elecciones presidenciales, en forma de diputados para constituir la nueva Asamblea Nacional. Sin embargo, no hay que olvidarse de que el gran protagonista de la noche ha sido el 54% de inscritos que ha decidido abstenerse, lo que confirma que las elecciones legislativas, como las europeas, pasan a segundo rango para los franceses.
Francia consolida la tripartición del espacio político
Por su parte, la coalición de las fuerzas de izquierda, la Nouvelle Union Populaire Écologique et Sociale (NUPES), irrumpe con fuerza y se instala como el gran bloque opositor, aunque está por ver su capacidad de mantener la unidad y ampliar el campo del cambio social ecologista. Hay un largo camino por delante en el que tendrá que evitar su desmembramiento antes de la cita clave: las elecciones presidenciales de 2027, donde la coalición de izquierdas puede por fin jugar un papel protagonista, pasando a segunda vuelta y disputando la jefatura de La République.
La Agrupación Nacional (RN) de Le Pen es la verdadera sorpresa de la noche, con 89 diputados, multiplicando por más de diez su número en relación a 2017, en unas elecciones que le son históricamente desfavorables. Tendrá la oportunidad de formar grupo propio y de generar una estructura política en la Asamblea Nacional de la que carecía hasta ahora. Además, ante una eventual desunión de la izquierda, Le Pen y el RN podrían encarnar la principal fuerza de la oposición en Francia. Dependerá del pulso social y de la inteligencia estratégica de ambos bloques para ver quien es capaz de liderar las protestas por venir, históricamente un terreno de movilización hostil para la ultraderecha y donde las fuerzas de izquierda están habituadas a una construcción unitaria desde la lucha en la calle.
En cualquier caso, lo más destacado de la jornada es que se confirma el fin de la mayoría del presidente Macron, pasando a ser una amplia minoría de 245 diputados que deberá negociar, con figuras relevantes como algunos ministros y ex ministros que han perdido su acta de diputados, forzando una recomposición del ejecutivo que dependerá de una negociación con la derecha tradicional (Les Républicains, con 64 diputados) para formar una mayoría capaz de gobernar. El presidente Macron evita lo peor, pero se evidencia su peor expectativa públicamente asumida, insólita desde el establecimiento de los quinquenios en 2002, pero sin llegar a la ansiada cohabitación buscada por Mélenchon.
La NUPES de Mélenchon consigue su primer objetivo
El éxito de la NUPES ha sido táctico, ya que la coalición se ha adaptado al sistema de circunscripciones uninominales de las legislativas, consiguiendo evitar las eliminaciones mutuas en primera vuelta. La izquierda ha pasado de tener 61 diputados en la Asamblea a tener más del doble: 142. Sin embargo la NUPES, que apelaba a “la tercera vuelta de las presidenciales”, no ha logrado hacer de las legislativas unas elecciones plebiscitarias y generar una dinámica electoral sobre movilizadora.
Por sectores de la población, los mayores (jubilados), con más títulos escolares y con ingresos altos, son de nuevo los más fieles a las urnas, algo que beneficia a La République en Marche (LREM) del presidente Macron o a Los Republicanos (LR), ya que este es su electorado principal. Mientras el 50% de los electores de izquierda se han abstenido en las legislativas, “solo” lo ha hecho un cuarto de los electores de derecha. El problema de que la mayoría del apoyo a la NUPES provenga de los más jóvenes es, entonces, que estos son los que más se abstienen. La algo errática campaña comunicativa de Mélenchon para convencerlos durante los últimos días no parece haber dado sus frutos. Alrededor del 70% de los menores de 34 años se han abstenido en las dos vueltas. En los barrios populares, que votaron en las elecciones presidenciales fuertemente por La Francia Insumisa (LFI, la plataforma que lidera ahora la coalición de izquierdas), tres cuartos de los inscritos se han abstenido en las legislativas. Si la NUPES logra los mejores resultados a medida que los ingresos son más bajos, esto no debe ocultar que también son los individuos con menos ingresos los que más se abstienen. Hay entre diez y 15 puntos de diferencia en la participación de alguien que gana menos de 1.250€ al mes y alguien que gana más de 3.000.
Lejos de la izquierda obrerista, pero también del voto interclasista que recibió LFI en las presidenciales, en las legislativas el voto NUPES lo sobrerrepresentan las profesiones intermedias (como enfermeras o profesores de colegio) y las clases superiores. Los obreros que votan lo han hecho mayoritariamente por la Agrupación Nacional de Le Pen. Otro problema al que deberá hacer frente la coalición es el de fidelizar a los electores más moderados, como los verdes, ya que solo uno de cada dos vota por la NUPES. Mélenchon ha recordado en el discurso ante sus bases en París que “Francia es un gran país que nunca ha sido tan rico ni contado con una población tan formada”, lo que permite tener esperanza en que se pongan en marcha las soluciones climáticas y sociales necesarias. “Hay que hacer algo, o nos unimos o cedemos al principio de cada cual por su lado”, ha recordado. El líder insumiso ha contextualizado su programa en la sequía de la última semana y afirma que “el desafío actual lo encaramos más fuertes que nunca”, avivando el estado de alegría que reina en sus filas. “Este movimiento de insumisión es una manera de estar en el mundo, de liberarnos de la dominación para emprender el camino de la emancipación, hay que liberarnos de los prejuicios y del desprecio reinante”, ha concluido ante la militancia congregada en la calle.
El frente republicano tocado y la vuelta al parlamentarismo
En un contexto de tripartición del espacio político, en los duelos de segunda vuelta parece que el frente republicano no funciona a nivel local. La NUPES ha sido además la fuerza que menos segundas vueltas ha ganado, el 37% de las 389 en las que se había clasificado, frente al 42% de las propias en las que se han impuesto las candidaturas de Le Pen y el 56% para la coalición de Macron respecto a las que estaban presentes. Siendo un dato para la reflexión, muestra los límites de la movilización frente a un sistema de voto pensado para primar la moderación y evitar las salidas rupturistas a favor de las que aseguran la continuidad del statu quo. Pero ese no ha sido el principal problema, dado que en la mecánica electoral a doble vuelta juega un papel crucial la consigna de voto de quienes han quedado eliminados.
En este aspecto, los macronistas han mantenido una estrategia ambivalente y equidistante que situaba a la NUPES como fuerza “antirepublicana” o “extrema” al mismo nivel que el RN, contribuyendo con esa campaña del miedo contra la izquierda a dar alas a los de Le Pen en la Asamblea Nacional. Donde LREM se ha negado a posicionarse con claridad ante los duelos entre la NUPES y el RN, el 72% de los votantes de Ensemble (coalición presidencial de LREM, Modem y otros) se ha abstenido, solo el 16% votó a la NUPES y el 12% al RN. Entre los votantes de LR, el 58% no votó, el 30% votó a RN y el 12% a la NUPES. Otro dato interesante de la noche es que si la mayoría de los electores de la Agrupación Nacional se abstiene en las segundas vueltas NUPES-Ensemble, un 30% vota a NUPES frente al 18% que lo hace por Ensemble, confirmando así el fuerte odio anti-Macron que existe entre la base electoral de la ultra-derecha. Son, en parte, “les fachés pas fachos” (población descontenta no facha) a la que Mélenchon ha hecho llamamientos en los últimos meses.
En términos generales, lo más importante que vamos a ver a partir de ahora, si Macron no disuelve la Asamblea, es la necesaria parlamentarización de la vida política francesa, desencadenado por su recomposición: la vuelta de la correlación de fuerzas izquierda-derecha y un fuerte altavoz para La Francia Insumisa pero también para el RN. La República en Marcha no está acostumbrada al parlamentarismo y considera que todo lo que no sea gobernar con mayoría absoluta, lo que la mayoría de los países de nuestro entorno conocen, es una anomalía democrática. Así lo ha confirmado el ex primer ministro Edouard Philippe que había considerado que obtener una mayoría relativa con la NUPES como segunda fuerza sería “una locura” que haría de Francia un “desorden político”, o un “desorden nacional” dijo después Emmanuel Macron, un país “ingobernable”.
¿Qué hará el gobierno de Elisabeth Borne frente a sus proyectos más polémicos como la reforma de las pensiones? En esta ocasión, a diferencia del quinquenio que acaba de terminar, cualquier medida anti-social del macronismo tendrá enfrente a una fuerte y verdadera oposición de izquierdas, ya que el movimiento social y su fuerte capacidad de respuesta unitaria en la calle contará ahora con un sólido altavoz político.
*Aldo Rubert, investigador doctoral y docente en sociologia política.
*Jon Bernat Zubiri Rey, doctor e investigador en economía. Profesor universitario de Relaciones Laborales.
Artículo publicado en El Salto.
Foto de portada: extraída de artículo original en El Salto.