«Sin ningún problema, cada ruso puede aprender cada pequeño detalle sobre los alemanes, franceses, ingleses, italianos, turcos y estadounidenses. Parece que solo los pueblos extraños viven en el extranjero. Sin embargo, muy lejos al oeste y suroeste de las fronteras del estado ruso, hay pueblos cuyo habla es comprensible para un ruso, cuyos antepasados fueron una tribu con los antepasados de los rusos, y que, en su mayor parte, son Los ortodoxos como nosotros y rezan a Dios en el mismo idioma de los rusos que nosotros. Estos pueblos son hermanos de rusos, y aman a los rusos como a hermanos, y se les llama eslavos… [1].
Alexander Hilferding , historiador y diplomático ruso.
Así planteó el historiador y diplomático ruso Alexander Hilferding, que había sido cónsul en Bosnia y Macedonia, hace 150 años el problema de estudiar los países y pueblos de la península balcánica. Siendo un defensor de la rama eslavófila del pensamiento público ruso, estaba, sin embargo, muy alejado de las construcciones idealistas y metafísicas, prefiriendo en cambio evaluar la situación en la región desde posiciones específicas y pragmáticas. Hoy, las reflexiones y valoraciones de Hilferding serían de gran utilidad para la nueva generación de diplomáticos y expertos interesados en el sudeste de Europa.
En 2016, se anunció el nuevo Concepto de Política Exterior de la Federación de Rusia. La ausencia de conceptos como «los Balcanes», «Serbia» y «Sudeste de Europa» en el texto del Concepto refleja claramente la influencia y las opiniones de Rusia sobre el tema. El Concepto solo menciona «Europa» y la «región euroatlántica». Calificar a los Balcanes como parte de la región euroatlántica no es del todo correcto, ya que en los últimos años, la influencia económica, política e ideológica de otros actores importantes de la región, incluidos los nuevos, ha crecido significativamente. Estos actores son principalmente China, pero también Turquía y varios estados del Medio Oriente.
La presencia de muchos actores con intereses divergentes en el fragmentado espacio balcánico posterior al conflicto demuestra que la situación en la región se evaluaría más adecuadamente no como parte del paradigma «Rusia-Oeste» o «Rusia-Oeste-China», sino dentro de el paradigma de la competencia multilateral que, en determinadas circunstancias, podría convertirse en la «condición natural de la humanidad» como la describe Thomas Hobbes.
Estas circunstancias motivan una consideración detallada de los actores presentes en esta complicada región y sus intereses. Este análisis es necesario tanto desde el punto de vista teórico como práctico, ya que nos permitirá delinear toda la gama de contradicciones en la región, determinar los puntos donde los intereses coinciden y divergen para el diálogo de expertos y reducir la probabilidad de que los conflictos se repitan en región. Desde el punto de vista de los intereses de Rusia, este análisis ayudará a evaluar la posición de Rusia en el sudeste de Europa con mayor precisión y ayudará a desarrollar una estrategia para interactuar con los países de la región.
Los Balcanes también son importantes para las relaciones Rusia-Europa, Rusia-UE y Rusia-OTAN. En el futuro, esta región puede ocupar un lugar importante en la arquitectura emergente de relaciones con dos de los vecinos de Rusia: China y Turquía. La gente de esta región es culturalmente cercana y políticamente comprensiva con Rusia, y no se concentra solo en Serbia , sino también en otros países [2] . En consecuencia, aquí es donde la postura de Rusia puede encontrar la mayor comprensión y apoyo.
Sin embargo, Rusia no tiene tanta influencia en los Balcanes como los medios occidentales tradicionalmente nos han hecho creer impulsando su narrativa de «amenaza rusa». La adhesión de Montenegro a la OTAN en 2017 y la expansión de la infraestructura militar y logística de la Alianza en Macedonia y Bosnia y Herzegovina reflejan los problemas y los inconvenientes de la política exterior de Rusia. Si en la década de 2000, la tarea de Rusia era «detener la expansión de la OTAN», entonces el país corre el riesgo de fracasar en esta tarea ahora. La inclusión de Serbia, socio estratégico de Rusia, en estos procesos complica aún más el panorama y convierte a Rusia en un «obstáculo» desde el punto de vista de la integración euroatlántica. Igualmente, la presencia cada vez mayor de Turquía, varios países árabes y China desdibuja la presencia «histórica» en la región, haciéndola menos significativa y más un fenómeno «cultural y folclórico», aunque también aquí la influencia de Moscú no es del todo clara [3].
Hoy en día, la estrategia rusa, que se basa en un enfoque reactivo y en la selección de socios exclusivos, solo puede proporcionar una respuesta limitada a estos desafíos. Esto requiere un enfoque inclusivo que se base en una visión amplia del desarrollo regional y la dinámica de los cambios que se están produciendo. Este documento está dedicado a desarrollar dicho enfoque.
Artículo publicado por RIAC (Consejo Ruso de Asuntos Internacionales).