Johnson, saliendo hacia el Parlamento para explicar su plan nuclear –
En su búsqueda interminable (y hasta ahora infructuosa) de un lugar en el mundo con el imperio desmantelado y como una potencia política y económica de tamaño medio, el Reino Unido ha dado una nueva vuelta de tuerca: de la política de progresivo desarme tras el desmantelamiento de la Unión Soviética ha pasado a la decisión de aumentar en más de un cuarenta por ciento sus cabezas nucleares.
En la más exhaustiva reformulación de los principios de política exterior y seguridad británicos en los últimos tiempos, un documento de cien páginas, la Administración Johnson justifica el rearme en las “amenazas crecientes” que constituyen Rusia y China, superpotencias con las que mantiene una relación ambigua. Con Moscú, de aparente hostilidad al tiempo que alienta que la City de Londres sea la lavandería del dinero negro de sus oligarcas. Y con Pekín, a la vez un peligro contra los intereses británicos por sus ímpetus expansionistas, y un socio económico con el que se pueden hacer estupendos negocios (le dio un papel importante en el desarrollo de sus centrales nucleares y tecnología telefónica móvil hasta que Donald Trump protestó).
La política exterior británica post-Brexit ignora a Europa y traslada todo el interés a Asia y el Pacífico
A pesar de la crisis económica ocasionada por la pandemia –la mayor recesión en trescientos años– y el paupérrimo estado de sus servicios públicos, Gran Bretaña va a dedicar doce mil millones de euros a la renovación de su arsenal.
Y en vez de seguir deshaciéndose progresivamente de las cabezas atómicas para sus misiles Trident en la medida en que iban quedando obsoletos, va a aumentarlas de 180 a 260 para alegría de los militares. El número de soldados del ejército de Tierra se elevará al mismo tiempo en cien mil efectivos para estar en condiciones de responder a los posibles retos que se puedan plantear.
El informe no es optimista sobre el futuro, más bien todo lo contrario. Además de las amenazas geopolíticas que constituyen China y Rusia (Estados Unidos sigue siendo el amigo especial de los británicos), considera probable una nueva pandemia aún peor que la actual, catástrofes medioambientales y atentados terroristas de gran magnitud con armas químicas, biológicas y radioactivas antes del 2030.
Bajo el título de “La Gran Bretaña global en la era de la competencia”, el documento expresa la reticencia de Londres a “la progresiva militarización de China y la creciente afirmación de su fuerza en el tablero internacional”, y afirma que a este país no le temblará el pulso a la hora de defender sus valores “y proteger su red de infraestructuras tecnológicas y de comunicaciones, la red eléctrica, las comunicaciones y los suministros de agua”. Pero tras lanzar el palo ofrece la zanahoria, en forma de “una positiva relación económica, una mayor inversión y la profundización de los intercambios comerciales”. Esto último ha irritado al sector más duro del Partido Conservador, que exige una respuesta contundente al tratamiento de la minoría uigur y a los draconianos recortes de libertades en Hong Kong. A Rusia, con menos sutileza, se refiere como “una amenaza importante y activa”.
La oposición (laboristas, nacionalista escoceses y galeses, liberales y Verdes) han criticado la decisión de adquirir nuevas cabezas nucleares, tanto desde el punto de vista financiero (cuando todavía se ha de salir de la crisis y pagar las ayudas económicas de la pandemia) como por tratarse de un regreso a la carrera armamentista, que desde el punto de vista británico parecía ya una cosa del pasado.
Dentro de su nueva política exterior y de seguridad, Londres “intentará” volver a dedicar un 0,7% de su PIB a ayuda exterior “si las circunstancias lo permiten”, se compromete a aplicar sanciones económicas a regímenes corruptos y considera a la BBC un instrumento esencial para ejercer como superpotencia en términos de soft power . Pero, sobre todo, traslada el foco de su interés de Europa (a la que apenas menciona) a Asia y el Pacífico (India, Japón, Corea y Australia como contrapesos a China). Las 260 cabezas nucleares británicas seguirán muy detrás de las 3.800 de Estados Unidos y las 4.300 de Rusia.
Artículo publicado en La Vanguardia.