Múltiples acontecimientos revelan un cuadro político cambiante en el que se conjugan factores de corte económico, una confrontación política que tiene una miríada de aristas, y nuevas expresiones de la lucha ideológica entre la derecha neoliberal y la izquierda revolucionaria.
Para situarnos en el panorama actual es preciso tener un punto de partida: la declinación de la economía estadounidense, aún hoy, la primera del planeta, y la presencia de un hecho ineludible: estamos frente al fenómeno de la policrisis, como lo denominó el último Foro de Davos, que se reúne cada año para analizar las perspectivas y límites del sistema capitalista.
Cuando afirmamos que la economía de los Estados Unidos ya no es lo que era hace unas décadas atrás, sin dejar de ser lo que es, la primera economía del mundo, es porque el análisis cuantitativo nos lleva a determinar que ahora tiene un peso menor en la producción y el comercio internacional, enfrenta un agudo nivel de endeudamiento, lo que deriva en desbalances macroeconómicos de alta significación, el paulatino desplazamiento del dólar como moneda de referencia del comercio internacional, y la crisis política que se expresó el seis de enero de 2021, con la toma del Capitolio por las huestes de Donald Trump.
Toda esta nueva situación impacta el cuadro político planetario, y entre algunos hechos relevantes, cabe destacar en nuestra región latinoamericana y caribeña, la Cumbre de la Celac, en la que se reanima el proceso de integración, la reunión de los doce presidentes suramericanos en Brasilia, que fija una ruta de integración y cooperación, que luego tendrá una trascendencia mayor en la Cumbre que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños sostuvo en Bruselas con la Unión Europea. (Del 17 y 18 de julio de este año).
Un análisis particular requiere la Cumbre de los BRICS en Johannesburgo, Sudáfrica, (del 22 al 24 de agosto) donde no solo se decidió la ampliación del Grupo que hoy sintetiza el 31 por ciento del PIB mundial, sino que avanzó en convertir a la Carta de las Naciones Unidas, como el eje de su acción política a escala global.
A estas líneas habría que sumar que India, que es la quinta economía y el país más poblado del mundo, podría convertirse en la cuarta economía, desplazando a Alemania; que el 23 de marzo, se reanudaron las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán, con lo que cambia la geopolítica en el Oriente Medio; que el Presidente sirio Bashar Háfez al-Ássad es recibido en Emiratos Árabes y se anuncia la reincorporación de esa nación a la Liga Árabe; el 28 de julio, las agencias internacionales de noticias dan cuenta de la II Cumbre entre la Federación Rusa y África, un hecho sin duda importante, cuando está en pleno desarrollo la guerra en Ucrania.
La iniciativa venezolana es múltiple y de gran calado en este panorama internacional, el Presidente Maduro sostiene un encuentro de gran relevancia con el presidente de Turquía, Erdogan, y el 5 de junio, se entrevista con el Príncipe saudí, Mohamed Bin Salam Bin Abdulaziz al Saud, es decir, en la ciudad de Jeddad, se dieron cita los Jefes de Estado de los países con más del 50 por ciento de las reservas probadas de petróleo y gas del mundo.
Washington tomó nota de este hecho.
En apretada síntesis, se puede afirmar que la reunión del Presidente Maduro con el presidente Xi Jinping, y la intensa visita de Estado del mandatario venezolano a China, indican una nueva etapa en las relaciones entre ambas naciones y una oportunidad de singular importancia para acelerar el progresivo crecimiento de la economía venezolana, en condiciones de bloqueo, además de una amplia agenda de cooperación científica y tecnológica, de intercambio comercial y de unidad de criterios en el campo de la política internacional.
El Presidente Joe Biden intenta reaccionar a toda velocidad, propone una ruta comercial desde India a Europa, buscando competir con el proyecto de la Ruta de la Seda de China y otros cien países, intensifica las acciones políticas contra Rusia, mientras articula una ofensiva contra Rusia en la guerra de Ucrania, que fracasa estrepitosamente, presiona con fuerza a Taiwán y le abre un frente militar a China, además de poner en marcha la OTAN del Pacífico, que es el AUKUS, acuerdo militar entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos, que tiene como objetivo confrontar a China.
En el plano político, Estados Unidos y sus aliados unifican sus criterios en cuanto a la confrontación con Rusia, pero no así frente a China, en este sentido, guarda importancia lo que dijo Josep Borrell, ante el Parlamento Europeo, donde expresó que deben mantener una línea de acercamiento a China o, al menos, de no romper con esa nación de manera total, dado el vínculo de las economías europeas con China.
Temas como el cambio climático, el incremento de las desigualdades sociales, el alza de la inflación en Europa y Estados Unidos, y el agudo problema de las migraciones, forman parte de asuntos globales que requieren de acciones urgentes.
Acciones políticas como las de Andrés Manuel López Obrador en cuanto a una política común ante la inflación, la posición de Lula en todos los foros internacionales en cuanto a la necesidad de abordar el tema de las desigualdades sociales, la de Gustavo Petro ante la emergencia climática, y la proposición del Presidente Maduro en la Cumbre del Grupo de los 77 más China en La Habana, en la que llamó a formar un gran frente internacional contra las sanciones económicas.
Un nuevo mundo es posible, sin imperialismo.
Roy Daza* escritor y parlamentario, integrante de la comisión de asuntos internacionales del PSUV y diputado a la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela.
Este artículo fue publicado en la revista «Revueltas», revista de análisis y debate político del Partido del Trabajo de México, en su edición Número 51
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