Desde hace semanas se le nota muy relajado al presidente Putin, quien ha podido sortear las sanciones de EEUU y sus aliados, de la OTAN, y las malignas intenciones para aislar a Rusia del concierto internacional de las naciones.
Mucho tiene que ver con el exitoso despliegue de la diplomacia rusa que ha sumado triunfos internacionales donde destacan la próxima presidencia de Rusia a principios del 2024 —en unos cuantos días más— del cada vez más consolidado grupo geoeconómico de los BRICS que ha sumado a 5 importantes países en su seno —Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto y Etiopía—, pese a la negativa del nuevo Gobierno de Milei de incorporarse como había aceptado el anterior presidente Alberto Fernández, derrotado en las recientes elecciones.
La visita ya programada del presidente Putin a los Emiratos Árabes Unidos fue espectacular, donde fue recibido en Abu Dabi con los máximos honores por el mandatario Mohamed bin Zayed Al Nahyan, quien se refirió a su homólogo como su «amigo», en el marco de la Cumbre de la COP28 que se celebra en Dubái para el combate universal del cambio climático, lo cual, de paso, echa por la borda las intenciones de aislar a Rusia de temas fundamentales que han sido monopolizados por EEUU y sus aliados de la OTAN.
Cabe señalar que la delegación rusa fue nutrida y de mayor nivel, en la que destacó la presencia de Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores, Andrey Belousov (primer ministro); Aleksandr Novak (viceprimer ministro); Elvira Nabiullina (gobernadora del Banco Central); Denis Manturov (ministro de Comercio), además del director de Roscosmos (agencia espacial rusa), Yuri Borisov, y el director de Rosatom (agencia rusa atómica), Alexey Likhachev.
Pareciera que los BRICS+ y la OPEP+ —con la reciente incorporación espectacular de Brasil— se ajustan a la fase de post-Ucrania —donde el comediante jázaro Zelenski prácticamente ha aceptado su derrota en el terreno militar y, aún más, en el Senado de EEUU que acaba de bloquear su financiamiento— y más importante aún, empiezan a definir los contornos del inevitable nuevo orden mundial de carácter eminentemente multipolar, en detrimento de la unipolaridad anglosajona globalista.
No parece ser ociosa la inusitada presencia de la gobernadora del Banco Central ruso cuando los BRICS vienen preparando desde la icónica cumbre de Johannesburgo, la implementación de sus transacciones financieras mediante sus divisas nacionales, lo cual puede ser también extensivo a la OPEP+. Curiosamente, la agenda de los BRICS con sus nuevos miembros se traslapa cada vez más con varios miembros de la OPEP+.
Igualmente, la visita del presidente Putin a Arabia Saudita contó con una inusitada recepción de varios príncipes de la Casa Real. El presidente ruso se reunió informalmente con el príncipe heredero Mohammed Bin Salman, en un encuentro donde resaltó la profundización y la colaboración para apuntalar el precio del petróleo.
EEUU y sus aliados de la OTAN han fracasado en promover una baja del «oro negro» con sus otrora aliados árabes del Oriente Medio como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, quienes en forma gradual han adoptado los esquemas del nuevo orden multipolar y policéntrico.
Las visitas energéticas (en el doble sentido del asombroso ímpetu personal físico y de la producción de hidrocarburos) del presidente Putin a dos relevantes productores de oro negro, no se diga poseedores de pletóricos fondos de inversiones, sacudió el tablero de ajedrez geopolítico del Medio Oriente. A tal grado que el presidente iraní Ebrahim Raisi visitó inmediatamente un día después a su homólogo ruso y abordaron temas cruciales para ambos países, donde resaltó el contencioso de Gaza y, según otras fuentes, el impulso a concluir el famoso Corredor Internacional Norte-Sur que ligará San Petersburgo desde el mar Báltico, pasando por el mar Caspio/Irán, para llegar hasta Mumbai (India).
Este corredor ruso-iraní-indio, al unísono de las tres Rutas de la Seda de China —la terrestre, la marítima y la del ártico— forman parte de la nueva infraestructura logística del nuevo orden multipolar que despliega varios vectores multidimensionales.
En particular, Irán sería así el nodo de cruce de dos corredores geoeconómicos trascendentales: la Ruta de la Seda y el Corredor Internacional Norte-Sur, cuando el corredor, cuyo proyecto anunció el presidente Biden —y luego expuso el atribulado primer israelí Netanyahu en la Asamblea General de la ONU el 22 de octubre, que, a mi juicio, detonó la enésima guerra contra los guerrilleros palestinos de Hamás— ha sido descarrilado por el infanticidio de Israel en la Franja de Gaza.
Cabe señalar que el fracasado corredor geoeconómico estadunidense-israelí conectaba a la India con los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita e Israel.
Finalmente, los triunfos militares, geoeconómicos y diplomáticos del presidente ruso son la plataforma para su nueva candidatura presidencial en la próxima primavera donde Rusia vive ya la «Era Putin»
Fuente: Sputnik