África Colonialismo

Las disputas territoriales en África y su relación con el colonialismo

Por Celia Hernando*-
La mayoría de las reclamaciones tienen origen en el pasado colonial del continente, con una delimitación fronteriza arbitraria o inacabada

España abandonó el Sáhara Occidental en 1975, pero nunca llegó a descolonizarlo. Hoy, según la ONU, España sigue siendo la potencia administradora del territorio, uno de los 17 que faltan por descolonizar en el mundo. Y no solo por España. Desde la salida del país europeo de la región, el Sáhara Occidental ha vivido un nuevo proceso de ocupación y colonización por parte de Marruecos, que desde hace medio siglo impide el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.

Lejos de ser una anécdota, el conflicto en torno al Sáhara Occidental es una más de las numerosas las disputas territoriales que existen en África y que tienen origen en la colonización que impusieron sobre el continente las potencias europeas durante el siglo XIX.

Así, por ejemplo, las escisiones que ha vivido la actual Somalia, lastrada por el terrorismo y el desgobierno y considerada por muchos como un Estado fallido, son de herencia colonial. Su parte noroccidental, correspondiente a la antigua colonia Británica de Somalilandia, funciona de facto como un Estado independiente, aunque carece del suficiente reconocimiento internacional.

Somalilandia, junto con el Sáhara Occidental, son los territorios disputados más extensos de África, aunque existen muchos otros conflictos territoriales derivados de una delimitación fronteriza arbitraria e inacabada, sobre todo alrededor de pequeñas islas y enclaves fronterizos. Un ejemplo es la disputa entre Sudán del Sur y Kenia por el territorio del triángulo de Ilemi, cerca de la frontera de ambos países, o la que mantienen Tanzania y Malaui por el reparto de ciertas islas del lago Malaui.

Además, fronteras naturales como la que marca el río Congo entre el Congo y RDC, o la marcada por el río Akanyaru entre Burundi y Ruanda, también son motivo de confrontación.

Otras islas fluviales que también son objeto de reclamación son las que hay entre Zambia y Zimbabue, entre Kenia y Uganda o entre Uganda y RDC, en muchos casos debido a que su control daría acceso a recursos clave, sobre todo de tipo pesquero o turístico. Las islas disputadas en el río Zambeze, de hecho, se encuentran en la zona de las cataratas Victoria, uno de los principales reclamos turísticos del continente.

A pesar de todo, muchas de las disputas actuales en el continente no generan confrontaciones directas entre los Estados implicados, sino ciertos episodios de tensión y desacuerdo diplomático, como el vivido entre Tanzania y Malaui en 2011. Ese año, este último país decidió otorgar, sin permiso de Tanzania, una licencia para explorar yacimientos de petróleo en el lago Malaui a una compañía británica, con los riesgos medioambientales asociados que esto supone para los más de dos millones de personas (1,5 millones en Malaui y 600.000 en Tanzania) que dependen casi enteramente de los recursos del lago fronterizo.

Pese a esto, el trazado de las fronteras disputadas se va concretando de manera pacífica en la mayoría de los casos. Para este fin, y con la intención de evitar disputas mayores, la Unión Africana lanzó en 2007 el Programa para las Fronteras (AUBP, por sus siglas en inglés), que ofrece una plataforma para la resolución pacífica de los conflictos fronterizos en el continente.

Además, muchos países con problemas de este tipo han sometido sus disputas a la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia. Ejemplos de casos sometidos a arbitraje incluyen la disputa de la plataforma continental entre Túnez y Libia en 1982 o el caso entre Botsuana y Namibia en torno a la isla Kasikili de 1955.

En el canal de Mozambique, los territorios de ultramar franceses también son el origen de disputas con las naciones isleñas independientes de la zona, que los reclaman para sí. Madagascar reclama las islas de Juan de Nova, Europa y Bassas da Inda, además de las Gloriosas —que también reclaman Comoras o Seychelles—. La isla de Mayotte, a pesar del referéndum en 1972 en el que ganó la permanencia en Francia, es reclamada por Comoras y la Unión Africana lo considera como un territorio ocupado.

Las reclamaciones para lograr una salida al mar también están presentes en África. Es el caso de Esuatini, un pequeño reino sin litoral situado entre Sudáfrica y Mozambique que reclama, en base a la extensión histórica de la etnia suazi a principios del siglo XIX, un territorio que abarcaría lo que hoy es la parte norte de la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal, desde la frontera con Mozambique hasta el lago Sibaya.

Además del Sáhara, Marruecos también cuenta con otro buen número de reclamaciones, como las que mantiene sobre algunos territorios argelinos, entre ellos Béchar o Tinduf. El reino alauita también tiene aspiraciones sobre Ceuta, Melilla y otras plazas de soberanía españolas. Esta reclamación, base de la visión irredentista del “Gran Marruecos”, incluiría también, en su extensión completa, Mauritania y algunos territorios malienses.

En África también existen fronteras mucho más recientes, como la que separa Sudán y Sudán del Sur. Creada en 2005, cuando se otorgó autonomía a los diez estados sur sudaneses, fue confirmada en 2011 con la independencia total de Sudán del Sur. Allí, las áreas disputadas son dos: Abyei (rica en petróleo) y Kafia Kingi, ambas controladas aún  por Sudán.

Con Egipto, Sudán se disputa también el área del triángulo de Hala’ib, a orillas del mar Rojo. Ambos estados lo incluyen en sus mapas oficiales, aunque de facto se encuentra bajo control egipcio.

*Celia Hernando, graduada en Estudios Internacionales por la UAM y Máster en Geopolítica y Estudios estratégicos por la UC3M. Interesada en la geopolítica, la seguridad energética y el proceso de ampliación de la UE.

Artículo publicado originalmente en El Orden Mundial