Vamos a intentar algunas ideas complementadas con información y análisis sobre la situación actual que enfrentamos como humanidad a partir de la irresponsabilidad temeraria de Netanyahu y Trump. Sin embargo, no lo hacemos desde el lugar del intelectual aséptico sino con una definida toma de posición. No podemos permitirnos el análisis desde la mirada del “forastero” y cultivar la posibilidad de exponer situaciones sin tomar partido. Estamos del lado de los humillados, vilipendiados, ofendidos, bombardeados; estamos del lado de Palestina e Irán.
Las palabras del Papa Francisco sobre una tercera guerra mundial fragmentada cobran dimensión siniestra cuando observamos los acontecimientos actuales. Los bombardeos estadounidenses contra tres instalaciones nucleares iraníes —Fordow, Natanz e Isfahan— ejecutados con bombarderos B-2 y bombas antibúnker GBU-57, representan la primera intervención militar directa de Estados Unidos en el conflicto Israel-Irán. Trump declaró que “las instalaciones nucleares de Irán han sido completamente destruidas” y se entusiasmó escribiendo “Fordow gone” en redes sociales.
No obstante, la ausencia de explosiones secundarias y radiación detectada, junto al contundente informe de la Agencia iraní de energía atómica, revela una realidad más compleja y perturbadora.
El poder real detrás del trono presidencial
La administración Trump 2025 presenta una estructura de poder fragmentada donde múltiples centros de decisión compiten por el control de la política exterior. Mientras figuras como Ratcliffe en la CIA definen prioridades estratégicas contra China y Rusia, un entramado de fuerzas paralelas modifica, bloquea o redefine las decisiones presidenciales desde las sombras.
El aparato de seguridad nacional opera con dinámicas propias que frecuentemente chocan con los anuncios presidenciales. Esta desconexión entre retórica y acción sugiere una maquinaria gubernamental donde el ocupante de la Casa Blanca tiene el micrófono pero no necesariamente el control efectivo de las operaciones.
En este contexto, la influencia del lobby israelí sobre la política estadounidense hacia Asia Occidental trasciende los mecanismos tradicionales de presión. A través de organizaciones como AIPAC, este entramado de poder ha logrado institucionalizar un sistema donde la crítica a Israel equivale a suicidio político. La organización distribuye análisis legislativos que llegan a cada congresista, estableciendo marcos interpretativos que condicionan el debate público y las decisiones de política exterior.
Este aparato de influencia mantiene listas de legisladores considerados problemáticos, desplegando recursos millonarios para neutralizar voces críticas. La efectividad de este sistema se mide en la ausencia de debate real sobre la política estadounidense hacia Israel, convirtiendo el apoyo incondicional en dogma incuestionable.
La trampa de Fordow y el teatro de la destrucción
Contrariamente a las declaraciones triunfalistas de Trump, la destrucción parcial de Fordow no afecta significativamente el programa nuclear iraní. La instalación subterránea, aunque era la más protegida, representaba solo una fracción de las capacidades de enriquecimiento iraníes. La evidencia sugiere que Irán había evacuado previamente material estratégico, incluyendo uranio enriquecido y centrifugadoras de las instalaciones atacadas.
La inteligencia militar estadounidense no podía desconocer esta situación. Por tanto, esto plantea dos escenarios igualmente inquietantes: o la inteligencia militar estratégica le tendió una trampa a Trump, desinformándolo sobre el verdadero estado de las instalaciones, o Trump fue informado correctamente y decidió ejecutar un ataque simbólico para proyectar poder global.
La ausencia de radiación detectada y la falta de explosiones secundarias confirma que las instalaciones eran, en gran medida, estructuras vacías. Trump no bombardeó capacidades nucleares reales; bombardeó la apariencia de capacidades nucleares para justificar una escalada que Israel necesita desesperadamente.
Irán puede procesar sus reservas actuales de uranio enriquecido al 90% en sitios pequeños no declarados distribuidos por todo el país. Incluso si el ataque hubiera tenido éxito completo, Irán tiene una industria establecida de fabricación de centrifugadoras y puede reconstruir rápidamente las instalaciones dañadas. Más importante aún, Irán anunció la apertura de una tercera planta de enriquecimiento cuya ubicación permanece desconocida.
La guerra cognitiva
El análisis superficial presenta a Israel como un aliado protegido por Estados Unidos. La realidad es inversa: Washington ejecuta órdenes emanadas desde centros de poder sionista incrustados en las estructuras fundamentales del poder estadounidense. Los bombardeos contra Irán ilustran perfectamente esta dinámica. Israel no está ganando su guerra a varios frentes en Gaza, Líbano y Siria. Su situación es tan delicada que necesita el involucramiento efectivo de Estados Unidos para evitar el colapso de su proyecto expansionista.
Gaza se ha convertido en el laboratorio donde el sionismo perfecciona sus técnicas de exterminio mientras mide la capacidad de resistencia moral de la comunidad internacional. Cada bomba que cae sobre escuelas, hospitales y refugios no es solo barbarie: es un experimento para calibrar hasta dónde puede llegar la impunidad sin provocar reacción internacional efectiva.
En consecuencia, Occidente controla el algoritmo y las grandes corporaciones mediáticas, relatando una situación que no existe sobre la realidad de la guerra. Esta hegemonía narrativa opera mediante la inversión sistemática de la realidad: las víctimas se convierten en agresores, los ocupados en ocupantes, los resistentes en terroristas. Sin embargo, no todos los discursos tienen la misma circulación, sino que son regulados según un orden que selecciona, organiza y legitima determinadas narrativas.
En un ensayo de 2007 escribía que la invasión israelí al Líbano y Palestina fue minimizada por los grandes medios televisivos globalizados. La primera técnica que utilizan las grandes cadenas es la descontextualización del lenguaje, la deformación significante de los hechos. Así, la prensa internacional sustituye la palabra invasión por “conflicto” o “crisis”, quitándole a Israel su carácter de potencia agresora y poniendo a los países invadidos en igualdad de condiciones que las fuerzas invasoras.
Estados Unidos enfrenta su crisis terminal
La subordinación de la política exterior estadounidense a los intereses sionistas está llevando a Estados Unidos hacia la aceleración de su crisis multidimensional. Trump enfrenta un debilitamiento del pacto confederal, ha desmantelado agencias que conformaban el estado profundo, y confronta situaciones graves de pre-insurgencia migratoria, además de una pérdida de consenso producto de la creciente instalación de un estado policial.
Estados Unidos enfrenta una crisis política interna de proporciones históricas. Elon Musk anunció su salida del Gobierno tras liderar la Comisión de Eficiencia Gubernamental, criticando duramente el proyecto presupuestario de Trump como “abominación repugnante”. Esta fractura expone las tensiones internas del proyecto MAGA y la incapacidad de Trump para mantener cohesión en su círculo de poder.
El sector fanático de Bolton celebra la salida de Musk pero debe seguir conviviendo con otros tecno-oligarcas incluyendo la creciente figura del vicepresidente. UN día después del divorcio con Musk la red X se volvió fundamental en la sobreexposición de la crisis migratoria y de desobediencia civil que aqueja al gobierno.
Paralelamente, Trump ha experimentado rupturas con figuras clave de su círculo de seguridad e inteligencia. Estos conflictos sugieren que el aparato de seguridad nacional mantiene agendas independientes, potencialmente en conflicto con las decisiones presidenciales, especialmente luego de haber emprendido descabezamientos en CIA, FBI y otros dispositivos de inteligencia estratégica, Además del cierre de la agencia emblemática de soft power USAID.
En consecuencia, la guerra contra Irán que Israel necesita será devastadora para Estados Unidos. Los gastos militares harán explotar cualquier plan de austeridad fiscal, las bajas estadounidenses generarán crisis políticas internas, y las disrupciones económicas derivadas del cierre de rutas comerciales críticas amenazan los equilibrios internos.
Trump prometió eficiencia gubernamental y reducción del gasto público, pero una guerra prolongada contra Irán requiere recursos masivos. Esta contradicción entre objetivos de política interna y demandas de política exterior militar genera tensiones significativas, especialmente con las fracturas ya evidentes en su círculo de colaboradores.
Irán y la resistencia estratégica
Por su parte, la respuesta iraní revela una sofisticación estratégica que trasciende la lógica militar convencional. La evidente evacuación previa de material sensible sugiere que Teherán anticipó esta escalada y adoptó medidas de protección de sus activos nucleares más críticos.
Además de esto, el verdadero poder de disuasión iraní no radica únicamente en su capacidad nuclear, sino en su capacidad de cerrar los puntos de estrangulamiento críticos del comercio energético global: el Estrecho de Ormuz y Bab al-Mandab. El cierre de estas rutas comerciales tendría un impacto económico global inmediato y devastador, particularmente para los aliados estadounidenses en Europa y Asia Oriental. Consciente de esto ya Estados Unidos esta habiendo ingentes esfuerzo sobre China para condicionar esa posible medida de arte de Irán.
Irán no se rinde ni está perdiendo ninguna guerra. La moral del pueblo iraní permanece alta, con la noción de estar ganando una confrontación existencial contra el imperialismo occidental. Trump no es Truman y Khamenei no es Hirohito. Los puntos de estrangulamiento cerrados y saboteados serán más dolorosos para el imperialismo que cualquier bomba nuclear.
El choque entre el viejo orden decadente y el emergente nuevo orden global
Lo que realmente está en juego trasciende la guerra palestina-israelí o la confrontación estadounidense-iraní. Estamos presenciando el choque entre un orden mundial decadente que se aferra al poder mediante el guerrerismo, y la emergencia de un nuevo orden global basado en la multipolaridad y la soberanía nacional, con el sur global como un actor fundamental.
Quienes se ilusionaban con la declinación fatal del unipolarismo y del globalismo financiero, esperando que esta transición resultara más o menos armónica, abrigaban una ilusión infundada. Lo que hoy sucede son los espasmos lógicos de esa hegemonía declinante que hará lo que sea por sostenerse, incluso quemar Roma si fuera necesario.
La emergencia del nuevo orden se materializa en proyectos concretos como la red ferroviaria desde Xi’an que se inauguró recientemente y funciona efectivamente, colocando a Irán como plataforma fundamental de la nueva Ruta de la Seda. Esta infraestructura no es solo un proyecto comercial: representa la columna vertebral de un sistema económico alternativo que prescinde del control financiero occidental y que plantea nuevas vías de circulación.
Ucrania fue el ensayo para poner a prueba a Rusia y Europa oriental está concebida como carnada para el oso. Taiwán permanece como plataforma posible de provocación contra la paciencia estratégica china. Asia occidental es el teatro donde se batalla a cerca de si el mundo será multipolar o seguirá sometido a la hegemonía occidental decadente.
El eje de la resistencia (Irán, Hezbollah, los hutíes, las milicias iraquíes) no representa solo una alianza militar: encarna un modelo alternativo de relaciones internacionales basado en la reciprocidad, la dignidad nacional y la resistencia al imperialismo.

La advertencia del Sur Global
El intelectual vietnamita Soni Thang, rescatado por Duguin, escribe que “los países del Sur Global siguen cometiendo el mismo error: creen que lo que ocurre es una crisis gestionable, no un sistema que debe ser destruido. Las conferencias internacionales, las declaraciones diplomáticas y las resoluciones de organismos multilaterales han demostrado su impotencia total frente a la máquina de guerra sionista.”
Continúa: “Aquí no hay un conflicto gestionable. Aquí hay un depredador y una presa. Occidente libra una guerra total y continua, incluso cuando la llama ‘paz’. El Sur Global responde con vacilación, incluso cuando llama a su respuesta ‘resistencia’. La descolonización no es posible sin poder. El mundo se equilibrará cuando el imperio occidental deje de sentirse seguro en su interior, cuando sus fronteras sientan lo que sienten nuestras fronteras.”
Los bombardeos estadounidenses marcan potencialmente el fin de la era de supremacía occidental incuestionada. Por primera vez desde 1945, Estados Unidos enfrenta un adversario que combina capacidades de resistencia prolongada, activos estratégicos críticos para la economía global, y una voluntad política de confrontación que no puede ser quebrada únicamente a través de la superioridad tecnológica militar.
La confrontación definitiva
Para los del lado bueno de la vida, nadie ha sido vencido. La guerra era inevitable, tarde o temprano. Llega un tiempo aún más trágico y doloroso, pero que pondrá las cosas en su lugar, y lo que tenga que ser, será.
La tercera guerra mundial fragmentada no es una guerra entre naciones: es la guerra entre un orden mundial agonizante que recurre al salvajismo para perpetuarse, y los pueblos que luchan por un mundo donde la dignidad humana no sea negociable.
Por tanto, hay que neutralizar la amenaza de Taiwán. Las ex regiones soviéticas y luego ucranianas deben integrarse definitivamente a Rusia. Palestina debe ser un estado soberano. Las derechas neoliberales deben ser expulsadas de Nuestra América. No como consignas de agitación, sino como imperativos morales de una humanidad que quiere seguir siendo humana.
Se trata de una confrontación definitiva entre la dignidad humana y el poder financiero. Y la historia, como siempre, la escribirán los pueblos que tuvieron el coraje de resistir cuando la resistencia parecía imposible.
Dr. Fernando Esteche* Dirigente político, profesor universitario y director general de PIA Global
Foto de portada: Euronews