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La última “maniobra agresiva” de Rusia es… una proposición de paz‎

Por Manlio Dinucci* –
Por el momento, la parte estadounidense hace silencio, y la OTAN espera las órdenes de Washington.

Hace meses que los dirigentes de la alianza atlántica claman a voz en cuello que Rusia ‎está preparándose para invadir Ucrania. Moscú desmiente esas alegaciones y explica ‎lógicamente sus movimientos de tropas. En este momento el Consejo de Seguridad de Rusia ‎acaba de aclarar públicamente su posición y publica un proyecto de tratado de paz ‎capaz de satisfacer a cualquiera con algo de sentido común. Pero ahora es Washington ‎quien no responde porque la proposición rusa pone en evidencia la duplicidad de la ‎posición estadounidense.‎

La Federación Rusa entregó a los Estados Unidos de América –el 15 de diciembre– un proyecto ‎de Tratado de Paz y de Acuerdo tendiente a poner fin a la creciente tensión entre ambas partes. ‎Los dos documentos fueron publicados, el 17 de diciembre, por el ministerio ruso de Exteriores ‎‎ [1]. ‎

El proyecto de tratado prevé en su artículo 1 que las dos partes «no emprendan acciones que ‎puedan incidir en la seguridad de la otra parte». Y el artículo 2 precisa que cada parte ‎‎«buscará garantizar que todas las organizaciones internacionales y alianzas militares en las cuales ‎participa se adhieran a los principios de la Carta de las Naciones Unidas». ‎

En el artículo 3 ambas partes se comprometerían a «no utilizar los territorios de otros Estados ‎con el objetivo de preparar o de efectuar un ataque armado contra la otra parte». El artículo 4 ‎prevé, por consiguiente, que «Estados Unidos no establecerá bases militares en el territorio de ‎los Estados de la ex URSS que no son miembros de la OTAN» y que «evitará la adhesión de ‎Estados de la ex URSS a la OTAN, impidiendo una subsiguiente expansión hacia el este». ‎

En el artículo 5 se señala que «las partes se abstienen de desplegar sus fuerzas armadas y su ‎armamento, incluso en el marco de alianzas militares, en las áreas donde tales despliegues pueden ‎ser percibidos por la otra parte como una amenaza para su propia seguridad nacional». Así que ‎‎«se abstienen de hacer volar bombarderos equipados con armamento nuclear o no nuclear y de ‎desplegar navíos de guerra en las áreas, fuera del espacio aéreo y de las aguas territoriales ‎nacionales, donde pudieran atacar objetivos en el territorio de la otra parte». ‎

En el artículo 6 ambas partes se comprometerían a «no utilizar misiles terrestres de alcance ‎intermedio o corto fuera de sus territorios nacionales ni en las zonas de sus territorios donde ‎tales armas puedan atacar objetivos en el territorio de la otra parte». ‎

Para terminar, el artículo 7 prevé que «las dos partes se abstendrán de desplegar armas ‎nucleares fuera de sus territorios nacionales y traerán de regreso a sus territorios las armas ya ‎desplegadas fuera de estos» y que «no entrenarán personal militar y civil de países no nucleares ‎en el uso de armas nucleares ni realizarán maniobras que incluyan el uso de armas nucleares». ‎

En el proyecto de Acuerdo se estipulan los procedimientos para el funcionamiento del Tratado. ‎Esos procedimientos se basan en el compromiso de que las dos partes «resolverán todas las ‎controversias en sus relaciones por medios pacíficos» y «utilizarán los mecanismos de consulta e ‎información bilaterales, incluyendo líneas telefónicas directas para contactos urgentes». ‎El ministerio ruso de Exteriores comunicó que la parte estadounidense recibió explicaciones ‎detalladas sobre la lógica del enfoque ruso y que espera que, en un futuro próximo, ‎Estados Unidos inicie con Rusia conversaciones serias sobre esta cuestión crítica. ‎

Por el momento, la parte estadounidense hace silencio. La que sí está hablando es la Voz de los ‎Estados Unidos o Voz de América (VOA), el “megáfono” multimedia que Washington usa para ‎divulgar su propaganda en más de 40 idiomas, y lo que dice es que «numerosos expertos están ‎preocupados por esta maniobra de Rusia, que quiere explotar el fracaso de la negociación como ‎pretexto para invadir Ucrania». ‎

Por el momento, la OTAN también se calla, en espera de las órdenes de Washington.

También ‎guarda silencio Italia, que, aunque no es destinataria directa de la proposición rusa, se ve ‎cuestionada ya que entre las armas nucleares que Estados Unidos tiene desplegadas fuera del ‎territorio estadounidense están las bombas nucleares B-61 que se hallan en Ghedi y Aviano ‎‎(Italia) y que serán reemplazadas próximamente por las más mortíferas B61-12, para cuyo uso ‎se entrena personal militar italiano, aunque Italia es oficialmente un país “no nuclear”. Además, ‎Estados Unidos está preparando también la instalación en Italia de nuevos misiles nucleares de ‎alcance intermedio. ‎

Mientras que los grandes medios de difusión sepultan la proposición rusa bajo una espesa capa de ‎silencio, los partidos representados en el parlamento italiano también la ignoran, como si esa ‎proposición no tuviese nada que ver con Italia, país actualmente expuesto a crecientes peligros ‎debido a su estatus de base avanzada de las fuerzas nucleares de Estados Unidos en Europa.‎

Sería fundamental que los parlamentarios italianos encontrasen al menos unos minutos para ‎leer la proposición que Rusia ha entregado a Estados Unidos en aras de abrir la negociación, y que ‎tuviesen además la valentía política de expresar públicamente su opinión al respecto. Y, si esa ‎opinión fuese negativa, tendrían que explicar por qué se oponen a nuestra Constitución [2] y a nuestra seguridad. ‎

*Manlio Dinucci, geógrafo y politólogo.

Artículo publicado en Voltaire.

Foto de portada: Vladimir Putin preside el Consejo de Seguridad realizado por videoconferencia el 17 de diciembre ‎de 2021. Al término de esa reunión, el ministerio de Exteriores publicó la proposición rusa de tratado ‎de paz ruso-estadounidense. ‎

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