La falta de transparencia y responsabilidad política se convierten en tendencia
El Instituto Alemán de Seguridad y Asuntos Internacionales ha publicado recientemente un informe sobre la crisis de los mecanismos de gobernanza de la UE. Dado que esta estructura lleva años fallando, resulta útil analizar este estudio para comprender las debilidades de la burocracia de Bruselas y las posibles actuaciones futuras.
El informe señala que la Unión Europea lleva más de una década en «modo crisis»: desde la crisis del euro y la llamada crisis migratoria hasta el Brexit y la lucha por el Estado de Derecho, la lucha contra la pandemia del Covid-19 y la guerra en Ucrania, el modo crisis se ha convertido en el estado normal de la política europea. Bajo la presión de estas crisis, la Unión ha tomado decisiones de gran alcance y ha introducido nuevos instrumentos que, al menos explícitamente, no estaban previstos en los tratados de la UE.
Sin embargo, cuanto más dure este régimen de crisis y cuanto más profundas y permanentes sean las medidas para superarla, más se plantea la cuestión de la legitimidad democrática. Esto es especialmente cierto en el caso de la UE, ya que su sistema político aún está evolucionando y los instrumentos de gestión de crisis a menudo determinan la estructura y/o sirven de precedente para futuras acciones.
Durante la pandemia de Covid-19 se tomaron decisiones para crear nuevos instrumentos comunitarios.
- En primer lugar, la adquisición conjunta de vacunas. Por primera vez, la UE asumió la responsabilidad en el sector sanitario de la adquisición, distribución y disponibilidad de un producto farmacéutico que desempeñaba un papel central en la salud pública, pero indirectamente también contribuía a la recuperación económica y las libertades individuales.
- Un segundo ejemplo es el «Instrumento Europeo de Apoyo Temporal para Reducir los Riesgos de Desempleo en Situaciones de Emergencia» (SURE), concebido para mitigar el impacto económico y social de la pandemia. A través de él, la UE apoyó a los Estados miembros con 100.000 millones de euros en préstamos.
- El tercer instrumento, el Fondo de la UE para la Recuperación de la Próxima Generación (NGEU), es aún más sustancial, con un total de más de 800.000 millones de euros, incluidas subvenciones directas a los Estados miembros con condiciones limitadas. A pesar de sus diferencias, los tres instrumentos se han definido al menos jurídicamente como medidas temporales de crisis.
Los tres instrumentos se basaban en la cláusula de emergencia del artículo 122 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE), que hasta ahora se utilizaba en contadas ocasiones. Esta cláusula se ha reutilizado varias veces en 2022, por ejemplo para permitir la contratación conjunta de gas -siguiendo el modelo del proceso de contratación conjunta de vacunas- y para adoptar objetivos de ahorro de gas y electricidad. Al mismo tiempo, la UE debatió si debían introducirse nuevos instrumentos inspirados en SURE para hacer frente a las consecuencias financieras de la guerra en Ucrania. También se decidió adquirir conjuntamente munición para Ucrania como parte del proceso de adquisición de vacunas. Así pues, la experiencia de la pandemia de Covid ya está ayudando a configurar nuevos instrumentos de la UE.
En cuanto a la legitimidad de los resultados, aún no se ha determinado la eficacia de los propios instrumentos. Cabe señalar que el marco jurídico elegido en las tres vías permitía incluso la toma de decisiones por mayoría cualificada y, por lo tanto – especialmente en los casos de la adquisición de vacunas y el SURE – condujo a un proceso de toma de decisiones muy rápido, en el plazo de unas pocas semanas. El establecimiento del NGEU llevó mucho más tiempo debido a la vinculación con el Sistema Financiero Plurianual (MFP) y a la necesidad de procedimientos de aprobación nacionales. Así pues, el NGEU no es adecuado como modelo para los instrumentos de crisis a corto plazo debido al proceso de toma de decisiones. Y, lo que es igual de importante: los tres procesos muestran una falta de transparencia en el Consejo y la Comisión, así como una falta de apropiación política clara de la aplicación de los nuevos instrumentos.
Dado el carácter de precedente de estos nuevos instrumentos, en teoría la UE debería reforzar la legitimidad democrática de su gestión de crisis para evitar una expansión sigilosa de poderes que no serían suficientemente legítimos. Pero, ¿ocurrirá esto realmente? Es probable que bajo el pretexto de la necesidad de defenderse de la «agresión rusa», las instituciones de la UE sigan tomando decisiones antidemocráticas. Especialmente en vísperas de las elecciones al PE y de la creciente ola de euroescepticismo.
Artículo publicado originalmente en Katehon.
Bajada a cargo de PIA Global.
Foto de portada: extraída de Katehon.