Europa

LA UE TIENDE LA MANO A TURQUÍA EN MEDIO DE LA TENSIÓN CON RUSIA Y CHINA

Por Nacho Alarcón* – Los jefes de Estado y de Gobierno abren la puerta a un acercamiento con Ankara en distintos ámbitos como el económico si Turquía se comporta hasta junio.

El vecindario de la Unión Europea no para de moverse y Bruselas y los Veintisiete necesitan estabilidad. El tablero geopolítico global se está sacudiendo, Moscú y Pekín se muestran combativos y el bloque comunitario necesita asegurarse una cierta calma en su círculo más cercano. Por eso los jefes de Estado y de Gobierno han ofrecido este jueves a la Turquía de Recep Tayyip Erdogan el palo y la zanahoria, una vía para acercarse a la UE a cambio de que se convierta en un socio algo menos desagradable.

Desde hace algunos meses Turquía ha rebajado el nivel de tensión en el mar Egeo con Grecia y ambos países han vuelto a sentarse a la mesa de la negociación. La Comisión Europea ha identificado un cambio de actitud desde diciembre. Son buenas noticias para la Unión Europea, una muestra de que se está avanzando en una dirección correcta. Pero hay muchas otras malas noticias por parte de Ankara: la salida de la Convención de Estambul sobre la violencia contra la mujer o la decisión de prohibir uno de los principales partidos de la oposición son solo algunas muestras de la deriva del régimen que dirige Erdogan.

Pero la Unión Europea tiene que intentar atraer de alguna forma a Ankara, uno de los principales socios de la OTAN y una de las fuerzas militares más activas del Mediterráneo que puede dar dolores de cabeza continuos a Bruselas. Lo saben en el Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea que dirige Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad. Lo saben la mayoría de las capitales europeas. Y Grecia y Chipre están dispuestas a facilitar el diálogo si hay beneficios tangibles.

Nicosia espera que uno de los momentos de la verdad sea el arranque de las negociaciones sobre la división de Chipre. Entre el 27 y 29 de abril se celebrarán en Ginebra unas conversaciones que definirán parte del éxito de esta operación europea para intentar volver a atraer a Turquía a su órbita.

Ahora los jefes de Estado y de Gobierno intentan hacer una oferta más o menos concreta a Ankara: si se comporta y confirma su tendencia, la UE revisará en junio poder ofrecerle zanahorias después de muchos palos. Porque eso es lo que quiere Erdogan: saber qué ofrecen exactamente Bruselas, Berlín y París. En las conclusiones aprobadas por los líderes se señala que “siempre que la dinámica de la desescalada actual se mantenga”, la Unión Europea estará dispuesta a relacionarse con Turquía “de manera más progresiva y proporcionada” con el objetivo de “mejorar la cooperación en una serie de áreas de interés común”.

Pero, ¿cuáles son los incentivos? Los Veintisiete marcan distintas áreas. Una de las que más interesa a Turquía es la económica y aquí la oferta es más o menos concreta: “invitamos al Consejo a trabajar en un mandato para la modernización de la unión aduanera que garantice su aplicación efectiva a todos los Estados miembros e invitamos en paralelo a la Comisión a iniciar conversaciones con Turquía para abordar las dificultades actuales en su aplicación”. También se comprometen a dialogar sobre otros asuntos como salud pública, clima y lucha contra el terrorismo.

La relación con Turquía es difícil, y lo va a seguir siendo. La Unión Europea asume que no va a ser idílica, y que en tiempos turbulentos, en los que China y Rusia empiezan a acercarse cada vez más y Pekín se muestra más agresiva con la Unión Europea, el realismo tiene que ocupar un lugar primordial. Eso se traduce en que a pesar de que Bruselas, Berlín y París detestan muchos de los pasos dados por Erdogan, para los socios comunitarios ha llegado la hora de asumir tragos amargos para poder estabilizar un vecindario que la Unión Europea no se puede permitir que siga ardiendo.

 

*Nacho Alarcón, corresponsal en Bruselas.

Artículo publicado en El Confidencial.