A más de un año y medio de constante asedio israelí en Gaza, la campaña militar sionista ha dirigido sus tácticas detrás de una cartilla de movimientos “sutiles” y calculados, a fin de concretar la evacuación o la despoblación (porque no les interesa si salen vivos o muertos) de la Franja.
Hemos visto las imágenes más atroces de una guerra desigual, en la que un bando posee una de las mayores capacidades militares del mundo, y el otro es representado por una resistencia con armas del mercado negro, cohetes caseros, explosivos modificados, e incluso vehículos robados o abandonados. Sin embargo, para Tel Aviv no es Hamas su único enemigo: es toda la población palestina; esto la hace aún mucho más desigual.
Empero, las capacidades de autodefensa de Hamas, han sorprendido al mundo en su constante reinvención, rearme luego de la pérdida de líderes importantes y en su predisposición al diálogo y propuestas de pacificación reales que aporten beneficios para ambas partes.
Esta resistencia significa que la lucha armada no es suficiente para socavar la fuerza de un pueblo que pelea por su existencia. Por ello, el gabinete de Netanyahu, comenzó a presionar nuevas estructuras de acecho y aniquilación, a fin de concretar con mayor eficiencia su plan de colonización total.
¿Ayuda humanitaria?
Bajo el bloqueo israelí, desde mediados de marzo la Franja de Gaza no recibe ninguna ayuda o intermediación extranjera que pueda proporcionar alimentos, agua, insumos de salud o asistencia médica.
Esta campaña atroz logró elevar la hambruna, la desnutrición y las consecuencias en los cuerpos de quienes las padecen. Organismos internacionales señalan que muchas familias apenas consumen entre 1.000 y 1.200 calorías diarias, muy por debajo de las necesidades básicas de un adulto, que oscilan entre 2.100 y 2.500 calorías al día.
De esta forma, construyeron un nuevo relato. A través de la “Fundación Humanitaria de Gaza” (FGH), una institución creada por Estados Unidos e Israel, el régimen sionista se propuso encargarse de la repartija de alimentos para la gente de Gaza. Así, asegura enmascararse ante el mundo como un estado flexible, “accediendo” a reestablecer la ayuda humanitaria, cuando en realidad lo que está haciendo es continuar controlando la distribución de los bienes.
El primer director de la Fundación Humanitaria de Gaza, Jake Wood, renunció a su cargo un día previo al inicio de las actividades, el 25 de mayo. Su razón: reconocer que el sistema no respetaba los principios humanitarios. El ex presidente se disculpó por haber colaborado en la Fundación que más que ayuda, es una herramienta más para el sionismo.
El nuevo director es Johnnie Moore, un relacionista público de religión evangélica, muy cercano al presidente norteamericano, conocido por apoyar a Trump en su decisión de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén.
La GHF fue creada sin intervención de la ONU, de Médicos sin Fronteras, Cruz Roja o el Programa Mundial de Alimentos. Es clara su intención, ya que utiliza la distribución de alimentos como excusa para desplazar a los gazatíes del norte hacia el sur, cerca de la frontera con Egipto. Ese es el plan anunciado por el gobierno israelí, movilizar a la población hacia el país limítrofe a fin de lograr una expulsión permanente. El objetivo es hacinar a los palestinos en recintos fuertemente vigilados y deportarlos.
Además, desde el inicio de sus actividades, el caos y la desesperación se profundizaron. El ejército hebreo disparó y asesinó a los palestinos hambrientos que buscaban desesperadamente comida y agua.
En el mismo tenor, este domingo la entidad de ocupación interceptó la Flotilla la Libertad, un grupo de activistas que se dirigía hacia la Franja a fin de ofrecer su ayuda humanitaria y unos pocos insumos de alimentación.
El primer ministro israelí ordenó la detención y deportación de los 12 navegantes, entre los cuales se encontraba la joven militante Greta Thunberg.
Sembrar el caos
Otra de las acciones ejecutadas por la entidad sionista ha sido la demonización de la Resistencia palestina.
Hace meses, Netanyahu acusa a Hamas de hurtar la ayuda humanitaria. La Directora del Programa Mundial de Alimentos, Cindy McCain, ha expresado públicamente que esta acusación es falsa, asegurando que los mismos palestinos hambrientos y desesperados fueron quienes saquearon camiones.
Sin embargo, se constató que el estado israelí ha estado armando y protegiendo grupos rebeldes que fueron los verdaderos responsables de delinquir contra la ayuda humanitaria. Un grupo liderado por Yasser Abu Shabab, vinculado a redes extremistas y que ha participado en diversas actividades delictivas, recibe armas directamente de Tel Aviv.
Ha sido política sionista el desmantelimiento de cualquier liderazgo y representación democrática y política de la insurgencia palestina.
Petro-sueños
Una de las mayores razones que tiene Israel para anhelar las tierras palestinas, es la capacidad de recursos de gas que se encuentran en sus suelos.
Para Tel Aviv, el control absoluto de las reservas marítimas de gas natural de Gaza, acrecentaría su capital financiero, permitiéndole exportar aún mayores fuentes de energía.
Sin embargo, Israel no es el único estado que fantasea con su tierra “legítimamente prometida”. Estados Unidos expresa desde 1845 la idea de su “destino manifiesto”, en donde asegura que al país norteamericano le corresponde por la Providencia extenderse a lo largo de todo el continente, y luego hacia el mundo.
Este año Trump ha anunciado su plan de la Riviera de Medio Oriente, un concepto que se focaliza en la apropiación de la región de Gaza no para manos israelíes, sino para las de Washington.
Según Reuters, ya se han desarrollado reuniones secretas para la creación de una administración liderada por Estados Unidos.

El Pentágono busca dirigir la región bajo sus propias normas y condiciones, asegurando los recursos naturales para su beneficio. Este plan, es parte de un proyecto mucho mayor de la agenda anglosajona, el cual busca la militarización de toda la costa del Levante árabe (desde el Sinaí hasta Siria). La base de operaciones administrativas de este plan, es la embajada estadounidense en la capital libanesa de Beirut, la cual es su segunda embajada más grande luego de la de Irak.
Sin embargo, al mismo tiempo que Trump focaliza en la apropiación de los recursos de gas de Gaza, Netanyahu ya ha otorgado, a través de su Ministerio de Energía e Infraestructura, los permisos a empresas israelíes e internacionales para la explotación de las reservas de gas en zonas marítimas palestinas.
Se observará a futuro, cómo los reyes de la colonización se reparten estas reservas naturales, considerando la ambición de ambas partes de hacerse dueños de las mismas. Quizás podamos ver la reacción de Tel Aviv y Washington cuando deban repartirse los bienes que desean para su propio beneficio personal, y no para el mutuo, y deban delimitar el trabajo en conjunto que los trajo a ser quienes son el día de hoy.
Foto de portada: Salvatore Cavalli/AP