Así que bueno, los compañeros de acapi y de NAC&POP te damos la bienvenida, te damos la palabra y te escuchamos con mucha atención, Gabriel.
Gabriel Merino: Bueno, muchas gracias Martín, un gusto estar entre amigos y amigas.
Un placer también porque bueno, vos ahí lo destacabas también, tiene mucha importancia este espacio en términos qué sujeto de la comunicación acá se construye y la potencia que tiene esta red de comunicación de perspectiva popular.
Es lo que hay que amplificar y potenciar así que un gustazo, un placer.
Mi idea era, parecido al otro día, más entre compañeros y compañeras, una charla menos descontracturada, sin tantas diapositivas y tantos cuadros y datos si no analizando o brindando algunas caracterizaciones generales y después algunas cuestiones específicas hacer una introducción y un mapeo de la situación del mapa del poder actual y algunos desafíos de América Latina.
El otro día en la charla me habían pedido especialmente hablar de Estados Unidos, de China, de la rivalidad que implicaba ese enfrentamiento y el impacto de es enfrentamiento para América Latina.
Hoy es el gran tema en boga.
La idea les propuse es terminar abordando varias cuestiones de la coyuntura, como qué implica el gobierno de Biden, qué implican algunas de las sanciones o medidas tomadas contra China, qué implica la reunión con Rusia, etc. pero empezando por un cuadro más general, para ir de aspectos más generales a más puntuales, hacer un análisis de coyuntura pero teniendo en cuenta elementos estructurales.
Lo primero arrancar y decir, es que cuando uno analiza correlaciones de fuerza y coyunturas en el sistema mundial uno tiene que observar primero y antes que nada si está en un momento de una hegemonía caracterizada por un dominio de un Estado, un conjunto de Estados o un Poder particular, una determinada forma de organizar la economía mundial y el capitalismo mundial, o determinadas visiones dominantes desde lo ideológico, simbólico, una geocultura diría Wallerstein más allá de las culturas generales una cultura dominante.
O si por el contrario, transitamos una situación de crisis de hegemonía o, en una tercera instancia, si nos encontramos en una situación de desorden global o caos sistémico. Cada una de esas situaciones implica dinámicas y tareas distintas.
Los ciclos de hegemonía, crisis de hegemonía y caos sistémico son procesos de largo plazo, que duran 100 años.
Y es útil esta primer caracterización macro de la situación para decir bueno dónde estamos parados. También para analizar de qué se trata la transición histórica que estamos viviendo en la actualidad, su naturaleza.
Nosotros sabemos también que esos períodos de desorden global o caos sistémicos son grandes oportunidades para los pueblos del Sur. Son momentos en donde conviven los grandes procesos de revolución y contrarrevolución mundial.
Son los momentos de las grandes transformaciones “orgánicas”, de aperturas de nuevas formas de vida, de insubordinación de los pueblos pero a su vez también donde surgen los grandes “monstruos” de la historia.
Si nosotros tenemos que caracterizar los últimos 200 años para también ver dónde estamos parados, observamos que la hegemonía británica se construye a partir de la derrota de Francia y de la subordinación de Holanda en Europa, eso se da entre 1780-89, 1815-1820.
Ese período implicó, además, que Occidente y sus imperios encabezados por Gran Bretaña, se expandiera definitivamente sobre Asia, subordinase a la India y derrotase finalmente a China en las guerras del opio entre 1830 y mediados del siglo XIX; es decir, subordinase a las dos grandes culturas y a las dos mayores civilizaciones históricas de Asia donde China representaba hasta 1830, el 30% o 35% de toda la riqueza mundial, del PBI mundial, un gigante que se había mantenido a la cabeza de la economía mundial durante 18 siglos.
Fue el triunfo de Gran Bretaña, cuyo punto clave es la derrota de Napoleón en 1815 y a su vez el desarrollo de la Revolución Industrial que combina capitalismo industrial en un Estado Nación Imperial, más militarismo y, entonces, la dinámica colonial pasa a ser distinta que las potencias anteriores.
Ese momento coincide con las grandes guerras en Hispano América contra el absolutismo, articuladas con las luchas en la península ibérica de las fuerzas republicanas liberales populares, que encabezan los procesos revolucionarios y que finalmente terminan siendo las grandes guerras de independencia en tanto y en cuanto las fuerzas absolutistas predominan en España.
Y ahí se define dos caminos, o el camino de Bolívar y San Martín y de la Patria Grande y de la independencia y autonomía y de la gran nación hispanoamericana o la neo dependencia y la neocolonialidad británica insertando América Latina como periferia primaria exportadora, pero ahora ya de un nuevo centro hegemónico.
Finalmente primó este último proyecto.
Esa hegemonía británica dura hasta fines del siglo XIX donde surge una nueva crisis de hegemonía y emergen nuevas potencias como Alemania, Japón, Estados Unidos.
A su vez, se producen transformaciones estructurales en el capitalismo mundial, el desarrollo del capitalismo monopólico, el capital financiero internacional.
Ese proceso deviene hacia el caos sistémico con la Primera Guerra Mundial como analiza Giovanni Arrighi, a esos 30 años de guerra que va de 1914 a 1945, que lo podemos extender a 1953 con la Guerra de Corea, que también la gran crisis económica del 30.
Se desarrolla una fuerte disputa en el sistema mundial, surgen nuevas escalas de poder con estado continental industrial estadounidense, con los grandes complejos financieros-productivos-militares continentales.
En ese proceso se produce un traslado de l núcleo de la hegemonía anglosajona para reconstituir un imperialismo angloamericano ahora con centro estadounidense.
Por otro lado, en esa transición se producen los grandes procesos de liberación nacional en el sur, como Revolución Mexicana en 1910 y la revolución Rusa en la semiperiferia avanzada de 1917.
No es casualidad que justamente la revolución republicana China la tengamos ahí, en Octubre de1911 a principios enero de 1912, a cargo de las fuerzas nacionalistas populares chinas, representadas en la figura de Sun Yat-Sen, muy importante en la historia China, fundador del Kuomintang, clave para entender que ahí comienza la revolución china, país que hoy emerge como gran potencia mundial.
Es también en ese período que en Argentina se desarrolla el Yrigoyenismo, primer movimiento nacional popular de masas con protagonismo de las emergentes clases medias que presionan por democratizar el régimen oligárquico agroexportador.
Finalmente, sobre el final de dicha transición, en China triunfa la revolución nacional y social de 1949 protagonizada por las masas campesinas, también se produce un hecho central como lo fue la revolución en la India en 1947 (una revolución nacionalista por la independencia en esa enorme entidad político-cultural de Asia) o el propio peronismo en Argentina que es parte de ese proceso.
Luego del 53 cuando se “divide” el mundo, Estados Unidos, Wall Street, inician la recuperación de su patio trasero junto con las elites locales semi-coloniales, y viene la sucesión de Golpes de Estado contrarrevolucionarios en una América Latina que, además, no logra ir hacia un principio de Estado continental que era el ABC (Argentina, Brasil, Chile). Argentina ahí se queda sin escala al no poder construir el eje Argentina, Brasil y Chile como unidad mínima para la consolidación del Estado continental que permita ir hacia una nueva escala y de ahí tener capacidad y dinámica y fortaleza para llevar adelante un proyecto nacional.
Luego vienen 20 años de fuertes luchas, y el período hasta el 70 que es de avance contra las fuerzas nacionales populares y revolucionarias en Latinoamérica, que se consolida con las dictaduras, los genocidios, los golpes de Estado de los proyectos financieros neoliberales y las oligarquías locales. Los años 80-90 constituyen todo un proceso de periferialización de América latina.
La hegemonía estadounidense angloamericana que se reconfigura en los 70’ y muestra signos de crisis y recomposición bajo el proyecto de globalización financiera neoliberal, a fines de los años 90’, en el esplendor globalistas, comienzan los signos de su crisis.
El año clave es 1999 o el período que va de 1997 a 2001 porque ahí tenemos como un primer momento una primera manifestación de cómo se va reconfigurar el escenario mundial y cómo se va reconfigurar este mundo para devenir en un mundo multipolar y cómo vamos a tener a partir de ahí, el inicio incipiente de una crisis de hegemonía del polo de poder angloamericano globalizado y transnacionalizado.
De hecho lo que se produce a partir del 97, 99, 2001 es una reacción contra el mundo unipolar, contra la globalización financiera neoliberal, contra el Consenso de Washington, y es una primer reacción que expresa una heterogeneidad de proyectos, de ideas, de sujetos, de actores pero lo que tienen en común es reaccionar contra el avance de eso.
Y no es casualidad que empiece en esa instancia porque es a partir del 97 y del 99 ya que en estos años, del seno d ese capitalismo financiero transnacionalizado, de esa globalización se constituye el globalismo como sujeto y como proyecto político para reconfigurar el orden mundial y avanzar fuertemente en profundizar en la desnacionalización de los Estados Nación, en la desnacionalización de las economías.
En Argentina y en la región lo vimos claramente con los procesos de la extranjerización de la economía y pérdida de soberanía en los 90’, que avanza con la crisis que se inicia en 1998, pero empieza en 1997 en el sudeste asiático, luego Rusia 1998, Brasil 1999, etc.
Son crisis en donde se producen grandes procesos de acumulación por desposesión y, junto con ello, el avance de una institucionalidad global, que va más allá de incluso el propio Estados Unidos, como Estado central.
Desde ahí tenemos la propuesta de Clinton del G20 en el 99, ya el G7 no alcanza hay que hacer un espacio multilateral más grande pero conservando el mundo unipolar.
Había que incluir a los territorios que en ese momento eran los “mercados emergentes”, China, Rusia, Brasil, Argentina entra ahí, no porque éramos parte de un mundo multipolar, era porque éramos un mercado importante dentro de los emergentes, por eso entramos al G20, porque entramos desde la perspectiva de este capitalismo financiero transnacional, de esta red global comandada por las fuerzas anglo-estadounidenses y el Norte Global, eso es lo que nosotros tenemos a fines de los años 90.
Pero en ese momento también empieza un conjunto de resistencias, es decir, emerge el contrario de esta nueva afirmación. No es casualidad que, por ejemplo, luego de la recuperación de Hong Kong en 1997 y Macao en 1999, China y Rusia comiencen a acercarse, modificando con ello una dinámica fundamental de quiebre que venía de los años 70 y que fue clave para el triunfo de Estados Unidos en la Guerra Fría.
Pero que también paradójicamente y contradictoriamente destrabó un conjunto obstáculos para el avance y ascenso de China, fortalecida estratégicamente luego de su revolución nacional y social.
Es la paradoja propia de la resolución de la crisis de los año 70’ y 80’, porque por u lado soluciona una crisis de hegemonía y de acumulación, y se avanza hacia la globalización financiera neoliberal, pero por otro lado, su surge su antítesis o expresión contradictoria de ese fenómeno, como la emergencia de la propia China y el desarrollo exponencial de Asia Pacífico bajo otros proyectos.
Hacia fines de los 90’, China no sólo deja de disputar con Rusia, sino que lanzan en conjunto hacia en el 2001 la organización para la cooperación de Shanghái, un entidad de cooperación en materia de seguridad que incluye a los países de Asia Central, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán.
Ello impide que ahí se meta justamente la OTÁN, Occidente, Estados Unidos que quería terminar de reconfigurar un mapa de poder post Guerra Fría, un mapa de poder unipolar y meterse en el centro euroasiático, en uno de los lugares centrales del corazón del Heartland Euroasiático, Asia Central, la retaguardia de China y el sur de Rusia.
No es casualidad que a tres meses de que se lance la reorganización para la recuperación de Shanghái Estados Unidos inicie, con el argumento del ataque a las torres gemelas, el Pentágono y a otros edificios, la Guerra de Afganistán, que es justamente la frontera sur de Asia Central.
Si observamos el mapa, Afganistán se encuentra al sur de Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán, en una región clave entre China, India, Irán y Pakistán.
En el siglo XIX fue un Estado tapón entre el imperio Ruso que avanzaba hacia al sur y buscaba una salida hacia los mares cálidos del índico y las colonias británica de la India.
Todo un indicador de la situación actual del declive de Occidente —ya que en Afganistán están todos los alíados fundamentales que constituyen el Norte Global— es el anuncio del retiro definitivo de las tropas de Estados Unidos y aliados de Afganistán.
Occidente perdió influencia en dicha posición, que quedó rodeada por un conjunto de alianzas y actores contra hegemónicos, contrapuestos a las fuerzas del norte global.
Pensemos que, me estoy adelantando un poco, Hillary Clinton en 2011, 2012 propuso hacer desde Afganistán la nueva ruta a la seda, pero la nueva ruta de la seda en versión yankee, o versión globalista.
Hoy, en cambio, sobre todo después del acuerdo China – Irán, el tremendo avance de las relaciones entre China y Pakistán, el avance de la ruta de la seda en Asia central, el fortalecimiento de la Organización para la Cooperación de Shanghai y las alianzas entre China y Rusia, quedó rodeada la posición Occidental en Afganistán y avanza la ruta de la seda con centro en Beijing, que en realidad se llama la Iniciativa del Cinturón y la Ruta o de la franja y la ruta.
Como dice Kissinger, el accionar estratégico de China se relaciona con el juego del Go: en lugar del Ajedrez como en occidente, va rodeando posiciones, envolviendo posiciones y desde ahí, ganando una posición.
Es otra lógica estratégica, distinta al imperialismo occidental capitalista…
Bueno, volviendo a ese punto de partida principal, 1997 – 2001 que se inicia con la crisis del sudeste asiático y sigue con la crisis rusa en el 98, la crisis brasileña en el 99, etc., son grandes crisis donde la resultante fue el avance de las fuerzas globalistas en dichos territorios, la desnacionalización de los Estados, la extranjerización de la economía, pero que, a su vez, son reacciones tanto de burguesías locales, de sectores trabajadores populares y de otros actores, sectores nacionalistas, sectores de izquierda.
Eso provoca una reacción, de hecho es en 1999 que acá en Argentina se forma el Grupo Productivo, una fractura de las clases dominantes encabezada por Techint en su momento y otros actores de la Unión Industrial Argentina, que después lanzan el Frente Productivo y el Movimiento Productivo Argentino, con Duhalde y Alfonsín en el 2001 y plantean un nuevo cambio de modelo, que era hacer un neo desarrollismo frente al neoliberalismo.
Ahí tenés las fracciones más concentradas como Techint, como también otras fracciones de un desarrollismo más nacional como las de Mendiguren u Osvaldo Rial y otros.
Osvaldo Rial presidente de la UIA en 2001 sacó un libro que se llama La Dictadura Económica, y a la dictadura económica se refiere a los bancos, los hipermercados y las privatizadas todas en manos de extranjeros que se apropiaban del excedente económico de los sectores productivos, de la producción y del trabajo, que imponían una estructura de precios relativos muy contrarias a los sectores de la producción, implicando una destrucción de la producción.
Que el presidente de la UIA publique en 2001 un libro que se llama La Dictadura Económica, indica el tremendo nivel de esa disputa y cómo golpeaba el modelo de neoliberalismo periférico, exacerbado por la crisis y la presión de los globalistas.
Pero es lo mismo que pasa en Brasil, la burguesía industrial brasileña o gran parte de esta, en el 99 post crisis, hace un giro neodesarrolista y eso lo que termina en la alianza entre Lula presidente y su vicepresidente José Alencar, un empresario que era Presidente de la Federación de las Industrias de Minas Gerais y Vicepresidente de la Confederación Nacional de Industria.
Esa es la alianza que se rompe hacia 2013 y 2014, entre otras cuestiones, por esas contradicciones propias de los proyectos nacionales entre las burguesías locales y los sectores más pequeños, los sectores trabajadores, los sectores populares en contextos de restricción externa.
Después están las tensiones políticas entre proyectos más nacionales más conservadores o más populares, contradicciones que tienen muchos aspectos.
Volviendo a la cuestión de este primero momento clave de la transición, es en 1999, por ejemplo, que el eje francoaleman lanza el Euro para avanzar haciaun Estado continental, o que aparece Putin en Rusia, representando un sector de las fuerzas nacionalistas rusas en detrimento de los neoliberales y las oligarquías pro-globalistas.
Ahí empieza una crisis de hegemonía y ello se expresa en nuestra región en una reacción o insubordinación, con capacidad de modificar el proyecto dominante en el Estado, en aquellos países en donde existen sujetos, donde existe movilización popular, donde existe organización contraria de los intereses neoliberales o los intereses oligárquicos, allí se iniciaron los procesos nacionales populares en América Latina.
De hecho, Chávez triunfa en el 98 y asume en el 99 como parte de ese mismo proceso o también se produce la guerra del agua en Bolivia en el 2000 y la guerra de gas en 2003, la crisis en Ecuador en 1998-1999, que después terminará en el «Correismo» en el 2005 es decir, se dispara todo ese proceso.
Los momentos de revolución y contrarrevolución en una crisis de hegemonía con distintas características, es parte de un proceso mundial y donde China y Rusia, los poderes emergentes, se vuelven fundamentales porque pasan de ser mercados emergentes de una globalización neoliberal que se institucionalizaba y construía una estatalidad globalista, a ser nuevos polos de poder que disputan, que disputan por democratizar la riqueza a nivel mundial y democratizar o re-distribuir el poder mundial.
Ahí confluyen, insisto, distintos actores, distintas culturas, distintos sujetos y proyectos, pero es necesario ver que ahí empieza un proceso que va tener, obviamente, en la crisis del 2008/2009 una bisagra, un punto de bifurcación fundamental, porque, a su vez, esa crisis del 2008-2009 consolida una cuestión fundamental que aparece en el libro que mencionaba Martín que se publicó en 2011, que es la fractura que ya venía del 99, al interior del propio Estados Unidos, de Inglaterra y de la territorialidad anglosajona.
La fractura entre globalistas y americanistas, que también es clave para entender este proceso.
Hay por lo menos seis tendencias estructurales para analizar de esta transición y después cruzarlas, con estos momentos clave en términos políticos estratégicos, o que en cierta medida se pueden observar como momentos geopolíticos clave, en donde se producen importantes transformaciones en el mapa del poder mundial.
La primer tendencias es la del ascenso de China y Asia pacífico versus el declive relativo de Occidente, del Norte global y de Estados Unidos en particular, en sus distintas fracciones y núcleos de poder.
Esa es una gran tendencia fundamental.
No sólo porque el nuevo espacio de acumulación económica mundial se está desplazando, cada vez mas, hacia Asia-Pacífico y, más allá, hacia el Indo-pacífico. No solo porque ya, por ejemplo, China tiene un PBI industrial de 4 billones de dólares que es igual a la suma del PBI industrial de Estados Unidos, Japón y Alemania.
No sólo por eso, o porque Asia representa el 52% del PBI industrial mundial, o porque desde China se exporte el 27% de la tecnología mundial, o por el hecho de que las fuerzas armadas chinas hayan acotado enormemente su distancia con respecto a la de Estados Unidos y Occidente y aliados, y además la alianza con Rusia haya quebrado el monopolio militar y la supremacía militar absoluta que tenía, hace algunos años ,el polo de poder anglo-estadounidense.
También porque surgen proyectos propios, autónomos, disruptivos.
Un dato clave de ese ascenso de Asia Pacífico es que dinamita algunos rasgos estructurales del sistema que surgió hace 500 años o 450 años y que se volvió hegemónico en el siglo XIX.
Que es un sistema, el sistema mundo moderno, anclado en el predominio de Europa o de Occidente, bajo la forma dominantemente capitalista e imperialista.
Lo que está emergiendo en Asia Pacífico, son justamente Polos de Poder Alternativos.
No expresiones de lo mismo, del globalismo descentrado, sino polos de poder alternativos que desglosan bajo otras forman culturales, visiones y relaciones sociales de producción de proyectos alternativos, otras lógicas en relación de acumulación de poder y de riqueza que, de hecho, expresan otros modelos de producción en transición.
Después podemos volver sobre el final en las preguntas pero, no es cierto uno pueda reducir a China a un modelo de capitalismo clásico occidental.
En China la propiedad de la tierra es colectiva, estatal y en China las empresas estratégicas son estatales, el núcleo de su económica es controlado por el sector público.
Por otro lado, el concepto «Capitalismo de Estado» es muy malo porque siempre que se desarrolló el capitalismo necesitó del Estado, el capitalismo significa que la burguesía se volvió dominante en el Estado y de ahí se desarrolló un modo de producción, etc..
No existe el capitalismo sin Estado, pueden existir capitalistas, pero el sistema capitalista implica que los capitalista se volvieron dominantes en el Estado, por eso necesitaron las revoluciones burguesa para hacerlo, por eso le cortaron la cabeza al Rey de Inglaterra para poder desarrollar el capitalismo inglés, especialmente desde Cromwell en adelante, porque es esa burguesía que devino en Estado, devino en esa fuerza dominante del Estado y organizó un sistema social para la acumulación de capital.
Había de hecho grupos capitalistas en el siglo XV en China, no sólo capitalistas comerciales, sino, incluso, algunos núcleos de relación capitalista del tipo semindustrial o manufacturero, más que industriales, pero estos no eran los grupos dominantes ni en el Estado ni en las relaciones de producción económica, entonces no se desarrolló el capitalismo.
Digo esto porque, me sirve incluso para definir justicialismo, porque justicialismo, no por nada se dice “no es un capitalismo”.
Ello no quiere decir que no existan capitalistas o que no exista mercado, porque mercado existe hace 8 mil años en la humanidad, ese fue un gran triunfo de los neoliberales, asociar la palabra mercado -una institución que existe hace 7 mil u 8 mil años y que puede ser un mercado de todo tipo, un mercado planificado, o un mercado controlado por los monopolios capitalistas, o lo que fuera- con capitalismo financiero neoliberal.
Vos podés tener mercado, podés tener capitalistas y no ser un sistema estatal capitalista, porque el Estado no está orientado fundamentalmente a la acumulación de riqueza, a una producción social apropiada por pocos, manejado por una minoría que lo impulsa en ese sentido.
Entonces, no tenés hoy en China un capitalismo, de hecho el 70% de la fuerza de trabajo se encuentra en relaciones de producción no capitalistas en sentido estricto, ya sea en empresas estatales o en empresas de pueblos y aldeas, que son los grandes empleadores chinos, bajo forma de propiedad colectiva. O incluso privados estrechamente conectados con el Estado, el partido y /o las fuerzas armadas.
Existe de todo ahí, después existe esa creciente burguesía china y las transnacionales, por lo que se da una combinación de modos de producción, una combinación, pero, en un orden.
Esto, a su vez, implica la disputa con China y dentro de China, y es la gran disputa que, en parte, va definir las correlaciones de fuerza globales: si el gran capital financiero transnacional y las grandes fuerzas globalistas logran subsumir a China y comerse China (en alianza con fracciones de burguesía china), solucionar ahí su crisis y reformular su expansión; o si por el contrario, ocurre otro proceso, como de hecho ocurre desde hace una década en donde cada vez tiene menor influencia estratégica en China las fuerzas del Norte Global.
Pero bueno esa es la gran discusión, pero insisto en eso, esta gran transición implica que eso que emerge es distinto y es un cambio completamente estructural de cinco siglos, es más, te cambia completamente, incluso, la situación de América latina, ya que nosotros siempre fuimos periferia de Occidente, sobre todo en los últimos 200 años, como se reconfiguró esa relación de periferia del imperialismo anglosajón primero, con centralidad británica y luego con centralidad estadounidense.
Este cambio es estructural, esta primer tendencia del declive relativo de Occidente, Estados Unidos y las fuerzas del norte global.
El ascenso relativo de Asia Pacífico y de China, en particular, es la primer tendencia estructural y clave, y que no hace más que avanzar.
Hasta ahora, como veremos después, los intentos por detener ese ascenso no han sido fructíferos.
Así como les comenté lo de la nueva ruta de la seda impulsada desde China, que hoy incluye a 65 países en el mundo, contrasta con lo sucedido la ruta de la seda propuesta por Clinton, que quedó completamente eclipsada y es más, nadie conoce, por otro lado, otra de las grandes iniciativas para contener a China era -no sé si se acuerdan- el tratado transpacífico, el TTP, que acá se correspondía el avance de la Alianza Pacífico con la que Macri quiso avanzar y destruir el bloque regional.
El TPP era uno de los grandes proyectos globalistas para imponer -como decía Obama- las reglas de juego del capitalismo del Siglo XXI, y que no las imponga China.
Y era un proyecto fundamental para que toda la Cuenca del Pacífico, la gran área de acumulación de riqueza mundial en la actualidad, quedara subordinada a las transnacionales globalistas, a Estados Unidos, etc.
Ese proyecto, el TTP, primero lo derrumbó el propio Trump, las fuerzas nacionalistas de Estados Unidos, ni bien asumió, expresando a aquellas corporaciones industriales retrasadas que no tienen ninguna intención de competir de igual a igual con los japoneses, con los alemanes, y que buscan imponer el bilateralismo para negociar desde una posición de fuerza.
Pero por otro lado, frente al TPP China propuso el RCEP, una iniciativa para crear una gran área de comercio y de inversiones, de nuevas reglas del juego, desde la mirada de Asia Pacífico, junto con la ASEAN y Japón.
Y esto fue lo que se firmó el año pasado, constituyendo la mayor área de comercio mundial.
Incluso entró Japón, un aliado clave de Estados Unidos, pero que tienen enormes intereses comunes con China y una profunda interdependencia.
Notas:
*Periodistas
Fuentes: ACAPI y NAC&POP