África Subsahariana Multipolaridad

La reorientación política de Mali hacia Rusia

Por Andrea Chamorro*-
Desde el primer golpe de Estado en Malí se sabía que en los siguientes meses habría una reorientación de las políticas exteriores del país con sus socios tradicionales. En las manifestaciones se podían ver pancartas en contra de la presencia francesa en el país y dando pie a una intervención rusa. La población no es la única que piensa de esta manera ya que determinados sectores de los militares malienses también lo hacen.

La idea de un futuro sin presencia de Francia en el país sahelino ha cobrado impulso con el anuncio por parte del Gobierno galo de desmantelar la Operación Barkhane, lo que significa un repliegue significativo de las fuerzas de seguridad que operan contra los grupos armados en el país y en la región.

En los dos últimos meses comenzaron a llegar rumores sobre que el Gobierno maliense se encuentra en conversaciones con Rusia para el despliegue de la empresa de seguridad Wagner. En un principio esta información fue desmentida por el Kremlin, pero el coronel y presidente de la transición maliense Assimi Goita insistía declarando “Mali ahora tiene la intención de diversificar sus relaciones para garantizar la seguridad del país. No hemos firmado nada con Wagner, pero estamos negociando con todos”. Durante varias semanas el Gobierno ruso se mantuvo al margen de hacer declaraciones, pero el 26 de septiembre el ministro de exteriores ruso, Sergey Lavrov, confirmaba que Malí había pedido ayuda a las compañías de seguridad privada rusas para luchar contra los grupos insurgentes.

Para comprender como se ha llegado a este punto es necesario conocer todo el contexto de los últimos casi 10 años y lo que se considera el nacimiento del islamismo y del yihadismo en el Sahel.

El punto en el que se suele empezar a narrar esta serie de acontecimientos es Argelia y el nacimiento del Frente Islámico de Salvación. Este grupo político obtuvo el 47% de los votos válidos en las elecciones de 1991 y era declarado ilegal un año después. El grupo islamista fue duramente perseguido por las autoridades argelinas, pero creo su propio brazo armado el “Ejército Islámico de Salvación” que contaba con una cantidad importante de retornados de la Guerra de Afganistán que había finalizado en 1989. Una parte de estos combatientes se refugiaron en los países sahelinos creando los primeros grupúsculos de islamismo.

Años después, las Primaveras Árabes sacudieron el norte de África. Uno de los países más afectados fue Libia ya que supuso la caída del dirigente Gadafi. Pero no solo ocurrió eso ya que los grupos armados obtuvieron un importante suministro de armamento mediante el saqueo de los almacenes libios o suministrado por actores externos que habían intervenido en el conflicto.

Posteriormente estos grupos armados, muchos de tinte yihadista, se trasladaron a la región del Sahel. En el caso concreto de Malí, se aliaron con los grupos tuareg y lograron independizar el norte de Malí que fue denominado como Azawad. En poco tiempo los comenzaron a surgir tensiones entre los tuaregs y yihadistas que acabó desembocando en la batalla de Gao y resultó en la derrota de los grupos tuareg. Desde ese momento el yihadismo en Malí se ha continuado expandiendo hacia el sur hasta llegar a Burkina Faso.

En relación a toda esta sucesión de acontecimientos podemos encontrar a Francia como uno de los actores más relevantes. El país galo participó en las misiones de la OTAN en Libia para derrocar a Gadafi y posteriormente se retiraron. Tras la independencia del Azawad, Francia decidió lanzar la Operación Serval en el año 2013. Su objetivo era acabar con la insurgencia en el norte de Malí y que el país volviese a recuperar el territorio. El Azawad fue disuelto, pero no por ello se terminó con el problema del yihadismo. Por ello Francia finalizaba la operación en el año 2014 y lanzaba la Operación Barkhane. La Operación militar centra la mayor parte de su presencia en Malí y de acuerdo con los datos del ministerio de Defensa francés, la operación cuenta con 5 bases en Malí, pero también cuenta con presencia en Níger, Chad, Mauritania y Burkina Faso. En total llego a desplegar 5100 efectivos, 6 drones, 7 aviones de combate, 20 helicópteros, entre 5 y 8 aviones de transporte militar, 280 vehículos blindados, 400 vehículos logísticos y 220 blindados ligeros.

Esta misión se diseñó para ser una herramienta de poder en uno de los países más importantes del Sahel a nivel geoestratégico y por la propia seguridad de Francia.

Malí es considerado uno de los países clave en la región sahelina por la cantidad de países con los que hace frontera y porque lo que ocurra en el país acabará afectando a los demás. El hecho de que un grupo yihadista tuviese una presencia tan fuerte en un país de tanta importancia e interconectado ha acabado siendo un problema de seguridad para Europa. Al mismo tiempo es un país con importantes reservas de oro y un buen punto para empezar si un país quiere expandir su influencia por toda la región. Al mismo tiempo, Francia partía con una ventaja en el país sahelino ya que hay vínculos idiomáticos y la influencia de Francia mediante otros mecanismos como la cultura o las ONG son muy importantes. Por estos motivos Francia optó por una intervención en Malí en solitario y al mismo tiempo participar en las misiones de la Unión Europea en el país.

Sin embrago, la realidad es que la Operación Barkhane no ha servido para acabar con el yihadismo en el Sahel sino que además se ha multiplicado. La Operación en el Sahel estaba suponiendo un desgaste de recursos y de opinión pública para el Gobierno galo. El 10 de junio de 2021, el presidente Emmanuel Macron anunciaba el fin de la Operación Barkhane lo que calificó como una profunda transformación de la presencia de Francia en la región del

Este movimiento no ha sido bien recibido por el Gobierno maliense que lo calificó como una “retirada unilateral”. En este momento la idea de legitimación para buscar nuevos aliados cobra fuerza y quedó cristalizada en la Asamblea General de Naciones Unidas en la que el primer ministro de transición maliense declaró que ante esta retirada unilateral está justificado que su Gobierno busque otros socios.

La noticia de que Malí estuviese buscando en Rusia un nuevo aliado para luchar contra los grupos armados tuvo repercusiones a nivel europeo. El primer país en hacer declaraciones fue Francia declarando que “Wagner es una milicia que ha mostrado en el pasado en Siria y en la República Centroafricana haber cometido abusos y violaciones que no se corresponden con ninguna solución y por eso es incompatible con nuestra presencia”. Al mismo tiempo la ministra de Defensa alemana declaraba que la participación de la empresa de seguridad privada rusa pondría en duda la participación del Ejército Alemán en las misiones de MINUSMA y EUTM Mali.

Francia deja un importante vacío con el fin de la Operación Barkhane pero no tardará mucho en llenarse debido a la importancia geoestratégica del país. Es importante tener en cuenta que tanto las grandes como las medianas potencias se han lanzado a una frenética carrera por ganar influencia en el continente africano. Rusia necesita recuperar la influencia que tenía la Unión Soviética durante la época de la Guerra Fría y desde hace años lleva implementando una estrategia basada en el comercio, la defensa, la seguridad y las materias primas. A pesar de que Rusia no posee los mismos vínculos que tiene el Sahel con Europa su estrategia está resultando ser muy eficaz y la retirada francesa es una ventana de oportunidades.

Los países del Sahel han sufrido importantes modificaciones a nivel interno en los últimos años y es casi inevitable que la situación política interna acabe afectando a la política exterior. Mali ha sufrido dos golpes de Estado en menos de un año y ya en el primer gobierno de transición se estaban dando signos de descontento con la presencia francesa en el país. En este segundo Gobierno, dirigido por los militares, se muestra abiertamente una actitud más crítica. El fin de la Operación Barkhane marca un punto de inflexión tanto para los países sahelinos como para Francia. Los estados en los que la Operación Barkhane tenía presencia han perdido un elemento importante en la lucha contra los grupos armados mientras que Francia tiene que encontrar el modo de reorientar su estrategia en el Sahel si ceder espacio a otros actores que se muestran interesados en entrar.

Ante esta situación, Malí ha comenzado a buscar nuevos aliados que le ayudan en la tarea de la lucha contra los grupos armados. El país sahelino se ha fijado en Rusia como uno de sus posibles socios, lo que ha provocado el rechazo de los países europeos. Sin embargo, la superpotencia ha visto una oportunidad de expansión que, de acuerdo con las últimas informaciones, no va a dejar escapar.

*Andrea Chamorro es estudiante de Ciencia política en la USAL. Especializada en Geopolítica, Relaciones y Terrorismo.

Artículo publicado en Descifrando la Guerra y fue editado por el equipo de PIA Global