Los recientes llamamientos del ministro de Finanzas chino, Lan Foan, y del gobernador del Banco Popular de China, Pan Gongsheng, para profundizar la cooperación con la ASEAN, Japón y Corea del Sur, revelan una respuesta estratégica deliberada ante un panorama internacional cada vez más volátil e incierto.
Un sistema bajo presión
La economía mundial atraviesa una fase de profunda transformación. El sistema comercial multilateral, construido durante décadas con la Organización Mundial del Comercio (OMC) como piedra angular, enfrenta desafíos sin precedentes.
El resurgimiento de políticas proteccionistas, ejemplificado por los “aranceles recíprocos” impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump en abril de 2025, ha generado ondas de choque en las cadenas de suministro globales y ha puesto en entredicho la arquitectura económica internacional vigente desde finales del siglo XX.
En este escenario de creciente incertidumbre global, las declaraciones de los altos funcionarios chinos durante la 28ª Reunión de Ministros de Finanzas y Gobernadores de Bancos Centrales de ASEAN+3 en Milán adquieren una relevancia particular.
Como señaló explícitamente el ministro Lan: “En la actualidad, el panorama económico mundial está experimentando cambios profundos, la globalización está experimentando una contracorriente, el unilateralismo y el proteccionismo están en aumento con la inestabilidad y la incertidumbre claramente creciendo”.
Esta evaluación no es meramente retórica. Refleja una lectura objetiva de un entorno internacional donde la previsibilidad y las reglas establecidas están cediendo terreno a un enfoque más transaccional y unilateral en las relaciones económicas internacionales.
La imposición de aranceles por parte de Estados Unidos no solo ha afectado directamente a China, sino también a economías como Japón y Vietnam, que ahora buscan negociar acuerdos bilaterales con Washington para mitigar el impacto de estas medidas.

Regionalismo como solución estratégica
Ante este panorama, Beijing está apostando decididamente por la profundización de la integración económica regional como contrapeso a la incertidumbre global. Esta estrategia se articula en varios niveles complementarios.
El llamamiento del ministro Lan a “fortalecer la coordinación de políticas macroeconómicas” con los socios regionales responde a la necesidad de crear un entorno económico más predecible en Asia Oriental y Sudeste Asiático. En un contexto de volatilidad global, la armonización de políticas fiscales y monetarias puede proporcionar un anclaje de estabilidad para toda la región.
Esta coordinación no es solo una aspiración teórica sino una necesidad práctica. Las economías de ASEAN+3 (ASEAN más China, Japón y Corea del Sur) están profundamente interconectadas a través de complejas cadenas de valor regionales.
Una crisis en cualquiera de estas economías puede tener efectos en cascada sobre las demás, como demostró la crisis financiera asiática de 1997-1998. La coordinación macroeconómica sirve como mecanismo preventivo contra tales contagios.
China está reconociendo implícitamente que las cadenas de valor excesivamente extendidas y dependientes de mercados distantes son vulnerables a shocks externos, ya sean sanitarios, geopolíticos o derivados de cambios en políticas comerciales.
La apuesta por fortalecer las cadenas de suministro regionales representa un intento de crear un ecosistema productivo más resiliente y menos expuesto a factores externos incontrolables.
Las declaraciones del gobernador Pan Gongsheng sobre la Iniciativa Chiang Mai (CMI) reflejan la determinación de Beijing de robustecer la arquitectura financiera regional.
La CMI, establecida tras la crisis asiática como un acuerdo multilateral de intercambio de divisas entre los bancos centrales de ASEAN+3, representa un mecanismo de defensa colectiva contra crisis financieras.
El énfasis de Pan en “la introducción de un servicio de financiamiento rápido, financiado por monedas no estadounidenses de libre uso como el renminbi” es particularmente significativo.
Esta medida busca no solo ampliar los recursos disponibles bajo el CMI, sino también diversificar el sistema monetario internacional en la región, reduciendo la dependencia excesiva del dólar estadounidense.
Este paso hacia la internacionalización del renminbi se inscribe en una estrategia más amplia de China para aumentar su influencia en la arquitectura financiera internacional.
Al promover el uso de su moneda en acuerdos regionales, Beijing no solo refuerza su papel como potencia económica regional sino que también sienta las bases para un sistema monetario multipolar menos dependiente de decisiones tomadas en Washington.
Transformación del modelo económico regional: del triángulo al círculo
El modelo tradicional de relaciones económicas en Asia Oriental ha sido descrito acertadamente por el investigador Guo Hai como un “modelo de comercio triangular”: la ASEAN como proveedora de materias primas y componentes, China como centro de ensamblaje y Estados Unidos como mercado de consumo final.
Este modelo, que ha impulsado el crecimiento explosivo del comercio intrarregional en las últimas décadas, está siendo cuestionado por las tendencias proteccionistas actuales.
La sostenibilidad de este modelo depende fundamentalmente del acceso al mercado estadounidense. Si este acceso se ve restringido por barreras arancelarias, como sugieren las recientes medidas adoptadas por la administración Trump, toda la arquitectura económica regional podría tambalearse.
China parece consciente de esta vulnerabilidad y está promoviendo activamente una transformación del modelo. Como señala Guo Hai, “China tendrá que abrir más su mercado a los miembros de la ASEAN para compensar parcialmente la pérdida de la base de consumidores de Estados Unidos, así como trabajar más estrechamente con Japón y Corea del Sur para apoyar la industrialización de la ASEAN”.
Esta transformación implica pasar de un modelo triangular dependiente de mercados extrarregionales a un modelo más circular, donde el consumo regional juegue un papel más importante.
China, con su enorme mercado interno y creciente clase media, puede convertirse progresivamente en un destino más significativo para las exportaciones de ASEAN, mientras que la transferencia tecnológica desde China, Japón y Corea del Sur puede acelerar la industrialización de los países del Sudeste Asiático.

Navegando entre la autonomía regional y la rivalidad sino-estadounidense
La búsqueda de una mayor integración económica regional no puede disociarse del contexto geopolítico más amplio, marcado por la creciente rivalidad entre China y Estados Unidos. Sin embargo, lo notable en las declaraciones surgidas de la reunión ASEAN+3 es precisamente la ausencia de referencias explícitas a esta rivalidad.
Como observa Guo Hai, “el hecho de que la reunión evitara cualquier mención a Estados Unidos o las tensiones geopolíticas muestra que la ASEAN y las dos potencias del noreste asiático no buscan tomar partido en la rivalidad entre China y Estados Unidos”. Esta omisión no es casual sino deliberada, reflejando una preferencia regional por mantener un delicado equilibrio entre las grandes potencias.
Para la ASEAN, cuya centralidad en la arquitectura regional se basa precisamente en su capacidad para actuar como amortiguador entre potencias rivales, tomar partido explícitamente por China o Estados Unidos sería contraproducente.
La estrategia de “hedging” (cobertura) que han seguido históricamente estos países consiste precisamente en diversificar sus relaciones exteriores para no depender excesivamente de ninguna gran potencia.
China, por su parte, parece haber comprendido que cualquier intento de empujar a los países de ASEAN hacia una alineación explícita contra Estados Unidos sería contraproducente.
El énfasis en “asociaciones financieras regionales abiertas, inclusivas y cooperativas” sugiere un enfoque que busca construir confianza a través de beneficios económicos tangibles más que a través de alineamientos geopolíticos explícitos.
Los desafíos demográficos como telón de fondo
Un aspecto menos visible pero igualmente relevante en las declaraciones de los funcionarios chinos es la mención a “los desafíos del envejecimiento de la población”. Este reconocimiento apunta a una realidad demográfica que condicionará profundamente el futuro económico de la región.
China, Japón y Corea del Sur enfrentan un rápido envejecimiento poblacional y una contracción de su fuerza laboral. En contraste, varios países de ASEAN como Indonesia, Filipinas y Vietnam mantienen poblaciones jóvenes y crecientes.
Esta complementariedad demográfica ofrece oportunidades para una integración económica mutuamente beneficiosa: capital y tecnología desde el norte fluyendo hacia el sur, y mano de obra y mercados emergentes en la dirección opuesta.
La mención por parte de Lan a las “políticas fiscales de Beijing para equilibrar eficazmente el crecimiento económico con la sostenibilidad fiscal a mediano y largo plazo” debe entenderse en este contexto demográfico.
El envejecimiento poblacional ejerce una presión creciente sobre los sistemas de pensiones y salud, amenazando la sostenibilidad fiscal a largo plazo. La cooperación regional puede ofrecer vías para mitigar estos desafíos demográficos a través de una mayor integración de mercados laborales y sistemas de seguridad social.
El compromiso financiero como muestra de liderazgo
El anuncio de China de aportar 4 millones de dólares adicionales al Fondo Fiduciario de Asistencia Técnica AMRO (ASEAN+3 Macroeconomic Research Office) no es una cantidad particularmente grande en términos absolutos, pero tiene un importante valor simbólico.
AMRO, establecida en 2011, funciona como un organismo de vigilancia macroeconómica regional, proporcionando análisis independientes sobre las condiciones económicas de los países miembros y contribuyendo a la estabilidad financiera regional.
Al incrementar su contribución financiera a esta institución, China no solo demuestra su compromiso con la arquitectura financiera regional sino que también refuerza su posición como líder responsable en la gobernanza económica de Asia Oriental.
Este tipo de compromisos concretos ayudan a contrarrestar la narrativa de una China que busca simplemente la hegemonía regional, presentando en su lugar la imagen de un socio constructivo en la búsqueda de soluciones colectivas a desafíos comunes.

La diversificación monetaria como objetivo estratégico
Las referencias del gobernador Pan Gongsheng a la introducción de un “servicio de financiamiento rápido, financiado por monedas no estadounidenses de libre uso como el renminbi” merecen un análisis más detallado.
Esta iniciativa representa un paso significativo en la estrategia de internacionalización de la moneda china y en la búsqueda de una mayor autonomía financiera regional.
La dependencia del dólar estadounidense ha sido históricamente una vulnerabilidad para las economías asiáticas. Durante la crisis financiera asiática de 1997-1998, la escasez de dólares provocó severas tensiones financieras que exacerbaron la crisis.
La Iniciativa Chiang Mai surgió precisamente como respuesta a esta vulnerabilidad, estableciendo acuerdos de swap de divisas entre bancos centrales para proporcionar liquidez en momentos de tensión financiera.
La ampliación de este mecanismo para incluir financiamiento en monedas no estadounidenses, particularmente el renminbi, representa una evolución natural dada la creciente importancia de China en el comercio regional. Más del 25% del comercio de la ASEAN se realiza con China, superando a Estados Unidos y la Unión Europea.
En este contexto, la disponibilidad de financiamiento en renminbi puede reducir los costos de transacción y los riesgos cambiarios asociados a la intermediación a través del dólar.
Sin embargo, la internacionalización del renminbi enfrenta obstáculos significativos, principalmente relacionados con el control de capitales y la limitada convertibilidad de la moneda china.
A pesar de estos desafíos, iniciativas como la inclusión del renminbi en los Derechos Especiales de Giro del FMI en 2016 y su creciente uso en acuerdos bilaterales de comercio e inversión muestran un progreso constante hacia un mayor papel internacional de la moneda china.
La institucionalización de la cooperación regional
Un elemento destacable en las declaraciones tras la reunión es el acuerdo para “seguir explorando y mejorando el IMC, sobre la base del marco del FMI, una medida considerada como un paso hacia la institucionalización de la iniciativa y su mayor eficacia”. Esta referencia a la institucionalización refleja una tendencia más amplia hacia la formalización y profundización de los mecanismos de cooperación regional en Asia Oriental.
Durante décadas, la región se ha caracterizado por un enfoque pragmático y flexible hacia la integración económica. A diferencia de la Unión Europea, con su denso entramado institucional y su énfasis en la supranacionalidad, la integración en Asia Oriental ha avanzado principalmente a través de acuerdos voluntarios, redes informales y compromisos no vinculantes (el llamado “ASEAN way”).
Sin embargo, los desafíos actuales —desde la inestabilidad financiera hasta las disrupciones en las cadenas de suministro y las tensiones comerciales— están generando una presión creciente hacia una mayor institucionalización. La formalización de mecanismos como la Iniciativa Chiang Mai puede proporcionar mayor previsibilidad y eficacia a la cooperación regional, especialmente en momentos de crisis.
Este proceso de institucionalización plantea tanto oportunidades como desafíos. Por un lado, instituciones más sólidas pueden facilitar una cooperación más profunda y estable.
Por otro lado, el enfoque flexible tradicional ha permitido acomodar la diversidad de sistemas políticos y niveles de desarrollo económico en la región. El desafío consiste en avanzar hacia una mayor institucionalización sin sacrificar la flexibilidad que ha caracterizado históricamente a la cooperación regional en Asia Oriental.

Hacia un nuevo regionalismo asiático
Las declaraciones de los altos funcionarios chinos en la reunión de ASEAN+3 revelan una clara estrategia de respuesta ante un entorno internacional cada vez más incierto y volátil.
Frente a las tendencias proteccionistas y unilateralistas, China está apostando decididamente por profundizar la integración económica regional como mecanismo de estabilidad y crecimiento sostenido.
Esta estrategia no se limita al fortalecimiento de los vínculos comerciales, sino que abarca una amplia gama de ámbitos: desde la coordinación de políticas macroeconómicas hasta la estabilidad financiera, pasando por la restructuración de las cadenas de valor regionales y la diversificación monetaria.
El objetivo subyacente es claro: construir un bloque económico regional más resiliente, capaz de mantener su dinamismo incluso en un contexto global adverso.
Sin embargo, el éxito de esta estrategia dependerá de varios factores críticos, primero que nada la capacidad de China para abrir más ampliamente su mercado interno a los productos de ASEAN, compensando así la potencial pérdida de acceso al mercado estadounidense. Esto requerirá reformas estructurales significativas y la superación de intereses proteccionistas domésticos.
La habilidad de los países de la región para mantener su autonomía estratégica en medio de la creciente rivalidad sino-estadounidense. La ASEAN, en particular, deberá navegar cuidadosamente para evitar una polarización que podría fragmentar el bloque y socavar décadas de integración regional.
El progreso en la institucionalización de los mecanismos de cooperación regional. El equilibrio entre institucionalización y flexibilidad será crucial para adaptar la arquitectura regional a los desafíos emergentes sin sacrificar su carácter inclusivo.
La evolución de la internacionalización del renminbi y el desarrollo de una arquitectura financiera regional menos dependiente del dólar. Esto requerirá no solo reformas en China sino también una voluntad política sostenida por parte de todos los actores regionales.
El éxito de esta estrategia no solo transformaría la arquitectura económica de Asia Oriental sino que también podría tener profundas implicaciones para el orden económico global.
Un bloque económico asiático más integrado y resiliente podría acelerar la transición hacia un sistema internacional más multipolar, con múltiples centros de poder económico y diversos modelos de desarrollo.
Tadeo Casteglione* Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.
Foto de la portada: Global Times