Esta nueva iniciativa, confirmada por el secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, marca un nuevo capítulo en la estrategia de contención frente al ascenso chino en la región, colocando al archipiélago filipino en el centro de la creciente tensión en el Mar de China Meridional.
Durante una reunión de alto nivel celebrada en el Pentágono con el presidente filipino Ferdinand Marcos Jr., Hegseth dejó en claro que la apuesta de Washington es fortalecer una “barrera real de disuasión” ante la expansión militar y política de China.
Esta declaración se produjo justo antes de la reunión bilateral entre Marcos Jr. y el presidente Donald Trump en la Casa Blanca, subrayando la importancia estratégica que Manila ha cobrado para la seguridad regional desde la perspectiva estadounidense.
Subic, nuevo epicentro militar
El plan incluye la construcción de un gran centro de almacenamiento y manufactura de municiones en la antigua base naval de Subic, que podría transformarse en uno de los nodos logísticos militares más importantes del Indo-Pacífico.
Trump, en declaraciones a la prensa desde el Despacho Oval, lo calificó como un proyecto “muy importante” para la defensa de los intereses estadounidenses y para garantizar que sus aliados “tengan municiones de sobra”.
“Vamos a tener todos los misiles rápidos, los lentos, los precisos y hasta los menos precisos. Tendremos más municiones que ningún otro país jamás haya tenido”, aseguró el presidente.
Este arsenal, según las autoridades, permitiría a Filipinas contar con un respaldo logístico sin precedentes en la historia de su relación bilateral con Estados Unidos, ampliando además su capacidad para reaccionar ante cualquier eventualidad en el Mar de China Meridional.
Marcos Jr y la dependencia estratégica
El presidente filipino defendió el proyecto y los acuerdos militares con Washington como parte del programa de modernización de las Fuerzas Armadas del país, en un contexto que él mismo calificó como “desafiante” por las disputas territoriales con China.
“Lo que consideramos parte de nuestra modernización militar responde directamente a las circunstancias actuales que rodean la situación en el Mar de China Meridional”, afirmó Marcos Jr., destacando que se trata de una cooperación dentro del marco de su Self-Reliance Defense Program, es decir, una estrategia que busca dotar al país de mayor autonomía defensiva con ayuda técnica y material de EE.UU.
El mandatario subrayó que el acercamiento con Washington no es una casualidad, sino una necesidad ante la creciente presión regional: “La razón por la que hemos fomentado una mayor interacción con Estados Unidos es porque es necesario”, expresó.

Un escudo geopolítico con costo regional
La creciente presencia militar de EE.UU. en Filipinas, incluyendo el acceso ampliado a bases militares y los futuros sistemas de armamento, ha generado preocupación en Beijing, que considera esta maniobra como parte de un cerco estratégico contra sus intereses.
Mientras tanto, el Congreso estadounidense también presiona para institucionalizar esta alianza. El Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes ya ha solicitado al Departamento de Defensa que estudie la viabilidad del centro de municiones conjunto en Subic, citando la falta de una instalación de producción avanzada en la región Indo-Pacífica.
Desde Manila, las autoridades filipinas han comenzado a discutir el proyecto, aunque aún no han recibido una propuesta formal por parte del gobierno estadounidense. No obstante, el secretario de Defensa filipino, Gilberto Teodoro, manifestó que la iniciativa sería bienvenida, no solo por motivos estratégicos, sino también por su potencial para generar empleo y fortalecer la industria de defensa local.
Un paso más hacia la polarización del Indo-Pacífico
La reactivación militar de Subic y la entrega de armamento de alta tecnología a Filipinas refuerzan la idea de que el Indo-Pacífico ya no es solo una zona de disputas territoriales, sino el centro de una nueva Guerra Fría.
Washington busca consolidar un escudo defensivo en el arco sur de Asia, mientras que Pekín responde con su propia expansión y alianzas estratégicas. Filipinas, en el medio, parece optar por el amparo del viejo aliado occidental, aunque a costa de su margen de autonomía geopolítica.
La militarización acelerada del Mar de China Meridional pone en evidencia que los equilibrios de poder están mutando rápidamente. El nuevo eje Manila-Washington podría generar una mayor presión sobre China, pero también convierte a Filipinas en una potencial línea de frente ante cualquier escalada regional.
En esta nueva etapa de la confrontación, lo que está en juego ya no es solo territorio o influencia: es la arquitectura misma del futuro del Indo-Pacífico.
*Foto de la portada: Andrew Caballero-Reynolds, AFP