Colaboraciones Europa

La militarización de la Unión Europea

En el marco de la cobertura exclusiva que realizó el equipo de PIA Global en el XXVIII Seminario Internacional “Los Partidos y una Nueva Sociedad” organizado por el Partido del Trabajo de México, compartimos la ponencia presentada por Duarte Correa Piñeiro.

Introducción

El objetivo de esta ponencia es proceder a un acercamiento al proceso de militarización de la Unión Europea, sin entrar en otros aspectos que ya han sido tratados en ponencias presentadas en ediciones anteriores de este mismo Seminario.

Durante décadas la actual Unión Europea, y las estructuras y acuerdos que la precedieron (Tratado de Roma, CEE, Mercado Común…) fueron vistas por muchos segmentos de la izquierda política y social, como ejemplo a seguir, con el objetivo para conseguir un desarrollo y unas condiciones de vida dignas para la población de sus países. Extendiéndose la idea de que esa estructura creada en la “civilizada Europa” permitiría avanzar por un camino alternativo al que marcaban los dos bloques existentes después de la IIª Guerra Mundial, el bloque capitalista liderado por los Estados Unidos y el bloque socialista liderado por la extinta Unión Soviética.

La popularización del concepto “estado del bienestar” sirvió para construir el espejismo de que podía ser un modelo alternativo; pues ciertamente, las condiciones de vida eran aceptables para la clase trabajadora y el conjunto de las clases populares, en comparación con el capitalismo descarnado existente por ejemplo en América Latina o en otras latitudes. El estado del bienestar permitía en la Europa que había superado la posguerra disfrutar de importantes derechos individuales y ofrecía la posibilidad de acceder a la sociedad de consumo, dos de los emblemas del capitalismo idealizado; y al mismo tiempo incorporaba elementos propios de las democracias populares, como eran la garantía de los servicios públicos y sociales básicos (sanidad, educación, coberturas sociales…).

Siendo los estados europeos que se fueron integrando en lo que hoy es la Unión Europea estados capitalistas, el capitalismo que construían era muy diferente. Podríamos decir que estábamos delante de un capitalismo con rostro humano, en el que se garantizaba un nivel de vida, o siendo más correctos un nivel de consumo, a una población de Europa occidental que había salido de la IIª Guerra Mundial; evitándose de esa forma que buscara algo distinto y se organizara con el objetivo de construir una sociedad alternativa, una búsqueda que podría ser peligrosa si se fijaba en las sociedades que se estaban construyendo al otro lado del telón de acero.

Ese sistema, es cierto que garantizó durante varias décadas unas condiciones de vida aceptables en la llamada Europa occidental, pero no podemos olvidar que se edificó en base a:

  • dependencia de los EEUU, que por medio del Plan Marshall garantizaba el apoyo a la recuperación económica de determinados estados, siempre que asumieran las estructuras políticas, económicas y la actuación en el ámbito internacional diseñadas por la potencia capitalista.
  • la explotación colonial de importantes territorios especialmente en el continente africano, explotación que en muchos casos no finalizó con los procesos de independencia, sino que se transformó en neocolonialismo, siendo el caso de Francia el más representativo pero no el único.
  • asumir que la OTAN sería la encargada de la defensa de esa Europa.

El funcionamiento de ese capitalismo que llamamos civilizado, tuvo un punto de inflexión con la llegada de las políticas neoliberales, políticas que tenían como función preparar el terreno para la etapa de la globalización, y que buscaban la reducción al mínimo de la intervención del estado en la economía, y la primacía del dios mercado. Un neoliberalismo que empieza a poner en práctica Margaret Thacher en el Reino Unido, extendiéndose posteriormente al resto de la CEE; con consecuencias por todos conocidas, como son la pérdida de calidad del estado del bienestar, eliminación de derechos sociales por medio de la degradación de importantes servicios, desregulación de las relaciones laborales y privatización de empresas públicas en sectores estratégicos. Este proceso partía de la decisión de recuperar parte del lucro que se había dedicado a mantener los elementos constitutivos del estado del bienestar, proceso que se aceleró con la desaparición de la Unión Soviética y de los estados del llamado bloque del este; una desaparición que dejó al imperialismo norteamericano sin adversario, y permitió que este dictara las normas hasta hace muy poco. Desaparición que además provocó una grave crisis ideológica en gran parte de la izquierda, incluso en la que no era confesionalmente pro-soviética, al considerar que no había alternativa posible, y que el único camino era defender una mejor gestión del sistema capitalista.

El camino hacia la militarización

Frente a la idea muy extendida de una Europa de paz y de progreso, defensora de los derechos humanos y de la libertad de los pueblos, lo que hubo desde el primer momento fue un reparto de papeles entre la Unión Europea y la OTAN, y en ese reparto de papeles les correspondía al complejo industrial-armamentístico de los EEUU y la OTAN la responsabilidad de la cuestión militar.

Ese reparto de funciones solo tenía la oposición relativa de Francia, siempre recelosa a la pérdida de una independencia que le permitía seguir manteniendo su condición de potencia imperialista. Los estados europeos que participaban en la llamada construcción europea reconocían el liderazgo de los EEUU, dejando en sus manos la cuestión militar global, que se organizaba por medio de la OTAN; y como pago esos estados le compraban a los EEUU la mayor parte del armamento y del equipamiento militar de sus ejércitos. Tal acuerdo suponía un importante beneficio para los EEUU al garantizarle el ejercicio de su hegemonía en el ámbito político-militar y un gran negocio para su complejo militar-industrial; y en el caso de los estados europeos estos se consideraban protegidos por la primera potencia mundial sin tener que asumir un gran gasto militar

Pero la guerra fría finaliza y es necesario proceder a realizar cambios, resucitando la idea de contar con un sistema de seguridad y defensa propio, un debate puesto varias veces encima de la mesa pero que hasta ese momento no había ido más allá.

Las distintas cumbres y reuniones de alto nivel que tenían como función ir construyendo las estructuras y los acuerdos para la creación de la actual Unión Europea, fueron introduciendo distintos elementos que nos hacen ver que el objetivo era llegar a una situación como la actual. Así:

  • En 1993 el Tratado de Maastricht crea la Política Exterior y de Seguridad Común-PESC.
  • En 2007 en el Tratado de Lisboa, utilizando el lenguaje ampuloso habitual para ocultar lo que verdaderamente se busca, se manifiesta que debe ser objetivo de la Unión “preservar a paz, reforzar la seguridad internacional, promover la cooperación internacional y consolidar la democracia, el Estado de Derecho, los derechos humanos y las libertades fundamentales”.
  • En 2004 se crea la Agencia Europea de Defensa (AED) con la función de desarrollar los recursos militares conjuntos.
  • En 2016 se aprueba el Plan de Acción Europeo De Defensa.
  • En 2019 se crea el Fondo Europeo de Defensa para “fomentar una base industrial de defensa innovadora y competitiva”.
  • En 2021 se crea el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz para «prevenir conflictos, construir la paz y reforzar la seguridad internacional“.
  • En 2022 se aprueba la Brújula Estratégica con el objetivo de «dotar a la Unión Europea de un ambicioso plan de acción para reforzar la política de seguridad y defensa hasta 2030.»
  • En 2024 se aprueban la Estrategia Industrial de defensa y el Programa Europeo de Armamento.

A lo anterior debemos añadir

  • que desde 2003 la Unión Europea ha desplegado más de veinte intervenciones militares fuera de sus fronteras, la mayor parte de ellas en el continente africano.
  • la utilización de algunos de los mecanismos creados, como el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz, para un apoyo militar a Ucrania que supera ya los 32.000 millones de euros.
  • que desde febrero de 2022 ha aumentado en un 40% la producción de la industria militar europea.
  • un aumento del gasto militar que en 2023 situó a los estados miembros del UE como terceros del mundo con 286.000 millones, solo superados por los EEUU (880.000 millones) y China (309.000 millones)
  • La decisión adoptada en abril de 2024 de eliminar la norma que impedía al Banco Europeo de Inversiones (BEI) facilitar el acceso de la industria militar a préstamos públicos en condiciones muy ventajosas.

Como podemos comprobar, el proceso de militarización ha sido progresivo y no fruto de una respuesta urgente a un hecho concreto; no han sido ni la guerra de Ucrania ni el peligro de una invasión rusa, las que han provocado un cambio que llevara a la UE a abandonar la tradicional posición de dejar en manos de los EEUU y de la OTAN la cuestión militar global.

Fin de la tutela?

De atender exclusivamente a la propaganda que se ha hecho de la Brújula Estratégica, aprobada por el Consejo Europeo en marzo de 2022, podemos llegar a creer que la Unión Europea inicia el camino para dejar atrás su histórica dependencia de los EEUU y de la OTAN en materia de defensa, pero si vamos al contenido del documento podemos ver que lo único que hace es profundizar aún más en esa dependencia:

  • “…Estados Unidos sigue siendo el socio estratégico más firme e importante de la UE y son la potencia mundial que contribuye a la paz, la seguridad, la estabilidad y la democracia en nuestro continente.»
  • «Una UE más fuerte y capaz en el ámbito de la seguridad y la defensa contribuirá positivamente a la seguridad mundial y transatlántica y es complementaria de la OTAN, que sigue siendo la base de la defensa colectiva de sus miembros.»

Además el documento no se separa del diseño elaborado por los EEUU, atacando a Rusia y a China por no asumir obedientemente el mundo basado en las reglas impuestas por el imperialismo,

  • «China está cada vez más implicada y comprometida en las tensiones regionales, y trata de promover globalmente sus propias normas,(…) incluso utilizando herramientas cibernéticas y desplegando tácticas híbridas» ,
  • «Tanto Rusia como China están ampliando su arsenal nuclear y desarrollando nuevos sistemas de armamento.»
  • Responderemos con firmeza a la manipulación de la información y a las injerencias extranjeras, como hicimos con nuestra acción decisiva y coordinada contra la campaña de desinformación de Rusia en el contexto de su agresión militar contra Ucrania.»

La actuación de la UE ante la guerra en Ucrania debería buscar la distensión, teniendo en cuenta que es una guerra en suelo europeo y que Rusia es parte de Europa; pero sin embargo demuestra que solo hay sumisión a las decisiones de los EEUU. Las sanciones económicas están provocando graves prejuicios a los propios miembros de la UE, con un empeoramiento de las condiciones de vida de su población, debido al encarecimiento de los productos y al aumento de la dependencia de los EEUU en materia energética. La ausencia de reacción de Alemania ante la voladura de gasoducto Nord Stream, demuestra la nula capacidad para defender los intereses propios. Las lágrimas de cocodrilo ante el genocidio palestino y la actitud seguidista ante el acoso a Venezuela, son pruebas de que no hay política europea de acción exterior más allá del papel que le adjudiquen los Estados Unidos.

Cómo se ha llegado hasta aquí?

Europa occidental hace ya muchos años que ha dejado de ser el centro del mundo, pese a que las élites de la UE sigan impregnadas de ese eurocentrismo que tan bien caracterizó Samir Amin, y que sigue guiando las declaraciones y actuaciones de sus dirigentes.

En octubre de 2022, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell en el acto de inauguración de la Academia Diplomática Europea en Bélgica, pronunció unas palabras que son ilustrativas de la mentalidad imperialista de las élites de las instituciones de la Unión Europea:

«Europa es un jardín. Todo funciona. Es la mejor combinación de libertad política, prosperidad económica y cohesión social que la humanidad logró construir, las tres cosas juntas […] La mayor parte del resto del mundo es una jungla, y la jungla podría invadir el jardín. Los jardineros deberían cuidarlo, pero no podrán cuidar el jardín construyendo muros […] los jardineros tendrán que ir a la jungla. Los europeos tendrán que interactuar mucho más con el resto del mundo. Por el contrario, el resto del mundo los invadirán de diferentes maneras…»

A pesar de esa ensoñación en la que viven los dirigentes de la UE, está claro que en los últimos años, y sobre todo en la última década el eje ha basculado hacia el este, al situar los EEUU en China el blanco a abatir para intentar mantener su posición hegemónica. Para ello necesitan poner todos los focos en Oriente, moviendo gran parte de sus efectivos y poniendo a sus estrategas a diseñar actuaciones en ese marco geográfico.

Pero al mismo tiempo necesita que alguien se encargue de seguir alimentando la maquinaria ucraniana para empantanar a Rusia, y de forma indirecta dificultar el avance comercial de China. Ese papel se lo han adjudicado a una Unión Europea que en este momento no tiene escapatoria. Y para cumplir ese papel el imperialismo norteamericano necesita una Unión Europea con mayor capacidad militar.

Ese proceso de militarización de la UE sería muy difícil de llevar a cabo hace varias décadas; pues en los años 80 y 90 del siglo pasado había un importante movimiento pacifista articulado, que se movilizaba contra la OTAN, contra la instalación de los misiles norteamericanos, contra la carrera de armamentos y por la paz mundial. Y en los primeros años del actual siglo se produjeron gigantescas movilizaciones contra la guerra de Iraq.

Pero todo esto ha cambiado, las movilizaciones por la paz en Ucrania son escasas, perseguidas y calificadas de pro-rusas; y las importantes movilizaciones contra el genocidio palestino se enfrentan a una gran campaña propagandística de defensa del estado sionista de Israel como única democracia de Oriente Medio. Según el Euro-barómetro del Parlamento Europeo publicado el pasado mes de mayo un 70% de la población defiende aumentar la producción de armamento.

Son diversos los elementos que han favorecido este cambio en la percepción de la población, entre ellos:

  • la degradación de las condiciones de vida en los estados centrales de la Unión Europea, derivada del desmantelamiento del estado del bienestar.
  • no ver cumplidas las expectativas en el caso de los estados del sur y este de Europa, que en distintos momentos entraron a formar parte de este club, y comprobaron que hay diversas categorías de estados, y que son fundamentalmente Francia y Alemania quienes dirigen la política europea en función de sus propios intereses.
  • la constatación de que aquellos que tratan de buscar un camino distinto son apretados por la ortodoxia comunitaria hasta que desisten (la repetición de referendos en Dinamarca e Irlanda por haber votado incorrectamente sus poblaciones o el castigo a Grecia en 2015 son ejemplos).
  • la crisis económica de 2008 y sus consecuencias.
  • el envejecimiento y la política del miedo y de la inseguridad, que inocula en la población la impresión de que está asediada, provocando el aumento del racismo y la xenofobia.
  • la actual campaña anti-rusa, que supone el culmen de campañas anteriores para demonizar a quien defiende otro tipo de relaciones, y que con la guerra de Ucrania es muy difícil de combatir socialmente.

Todo esto produce un caldo de cultivo ideal para las nuevas extremas derechas, y en su avance es muy importante además el papel «…de los tradicionales medios sistémicos tanto escritos cómo audiovisuales que siguen cumpliendo un papel fundamental de diseminación propagandística cada vez más monócromo y autocensurado junto con la prohibición de determinados medios con una narrativa discrepante, y la rápida propagación por medio de las redes sociales permite al imperialismo llegar a un espectro de audiencia más amplio, y contar cada vez con más elementos para elaborar los perfiles de cada segmento social, consigue manipular las emociones y crear el ambiente social necesario…» para la adopción de medidas que restrinjan las libertades.

El ascenso de las extremas derechas y su blanqueamiento lleva a una derechización del tablero político, y a que importantes segmentos de la sociedad asuman las posiciones reaccionarias de una extrema derecha que presentándose como anti-sistema consigue condicionar al resto.

Cien años después, y con lógicas diferencias debidas a un marco histórico diferente, pero volvemos a tener una extrema derecha que es percibida como la única que no participa del juego político del sistema, y que presenta propuestas de solución a los problemas. Siendo su existencia la «…coartada empleada en reiteradas ocasiones por la socialdemocracia sistémica para sacar adelante políticas regresivas, antisociales o pro-imperialistas. Por eso es preciso no perder la perspectiva de que los aspectos esenciales del funcionamiento de la UE se articulan entre as fuerzas conservadoras y «progresistas», nucleadas en el Partido Popular Europeo y los Socialistas Europeos, como manera de garantizar una orientación de las políticas comunitarias en favor de los intereses del gran capital y el blindaje del papel sucursalista de la UE en términos geoestratégicos en relación con los intereses del imperialismo norteamericano».

En otras etapas históricas la clase trabajadora y la mayoría de la población contaban con un número importante de organizaciones, políticas, sociales y sindicales, que con mayor o menor acierto levantaban alternativas globales que ponían en el foco del debate los principales problemas. Pero en la actualidad esas organizaciones son escasas y mayormente han perdido el combate ideológico, al caer en la trampa de convertir en sus principales y a veces únicas banderas las reivindicaciones que no son las fundamentales para las clase populares.

Ese error se debe en gran parte a dos razones, la primera es la fuerte presencia que en esas organizaciones tienen los segmentos de la clase trabajadora que cuentan con unas mejores condiciones de vida y por ello pueden tener unas preocupaciones lógicas pero que no son las básicas; y la segunda que no se plantean una alternativa global para modificar el sistema imperante, como pueden ser la lucha por la Soberanía Nacional o por el Socialismo, convirtiéndose las luchas en una serie de particularismos y reivindicaciones sectoriales imposibles de unir, pues en muchos casos carecen de la perspectiva de que la lucha global no es unicamente una suma de luchas por reivindicaciones concretas, sino un camino para la construcción de algo nuevo.

Galicia; 14 de setiembre de 2024

*Duarte Correa Piñeiro, Máster y Licenciatura en Geografía e Historia por la USC. Profesor de Secundaria. Es Secretario de Relaciones Internacionales de la UPG.

Foto de portada: Partido del Trabajo.

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