La profundización del conflicto entre Israel y Hezbollah se dio a partir de la intensificación de los ataques de la entidad sionista al territorio libanés, llegando a asesinar al líder del grupo de la Resistencia, Hassan Nasrallah. El 8 de octubre de 2024, Hezbollah lanzó ataques en solidaridad con Hamas en Palestina, e Israel no perdió oportunidad de continuar su asedio al país de los cedros.
El estado israelí demostró sus ansias de aniquilar al grupo chií, que se presenta como uno de sus grandes adversarios en la zona levantina. Hezbollah, simboliza la principal fuerza de resistencia libanesa, y se posiciona como gran apoyo para la resistencia también palestina. Además, el fuerte respaldo iraní le otorga aún más legitimidad en la región, aumentando la obsesión sionista de destruirlo.
A pesar de contar con uno de los sistemas de defensa más innovadores y costosos del mundo, el ejército israelí encuentra en Hezbollah una sólida oposición a sus tácticas colonialistas. Por ello, el conflicto iniciado en octubre del 2024 no logró el principal objetivo del gobierno de Netanyahu –la destrucción de la Resistencia-, y si bien la tregua denotó el debilitamiento de la fuerza hebrea, funcionó también como estrategia para mantener controlado al grupo libanés.
El 27 de noviembre de 2024, bajo la mediación de Estados Unidos y Francia, el gobierno libanés (bajo la aprobación de Hezbollah) y el gobierno israelí comenzaron un período de alto al fuego. Lo pactado fue:
- Retirada de las milicias de Hezbollah al norte del río Litani
- Repliegue progresivo de la Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ubicadas entre el río Litani y la Línea Azul durante los siguientes 60 días (con fecha límite el 25 de enero de 2025).
- Despliegue al sur del río Litani, durante esos 60 días, de la Fuerzas Armadas del Líbano (FAL).
- Llegado el 25 de enero, las Fuerzas Armadas del Líbano, las Fuerza Interina de las Naciones Unidas en el Líbano (FINUL) y las Fuerzas de Seguridad Libanesas, se harían cargo de la seguridad entre el río Litani y la Línea Azul.
- Pasado ese plazo, se iniciarían negociaciones entre Israel y Líbano para delimitar la frontera entre ambos países.
- El gobierno libanés se comprometería a supervisar la compra o fabricación de armas.
Este trato se caracterizó por ser especialmente conveniente para el estado de Israel ya que, en primer lugar, la fecha seleccionada para el cese al fuego, coincidió con la concreción del alcance del objetivo táctico del río Litani por parte de sus Fuerzas de Defensa. Por otro lado, se decidió determinar un período de tiempo para la retirada israelí, mientras que para el repliegue de Hezbollah, no se definió una fecha, dejando un vacío jurídico a la hora de justificar sus ataques al sur de Litani, asegurando que la presencia del grupo chií desobedece lo pactado.
El gabinete de Netanyahu aseguró que la firma del alto al fuego era para “poder centrarse en la amenaza iraní”, “aislar a Hamás y favorecer la devolución de los rehenes” y “permitir una reorganización y redespliegue de las FDI”.
Una falsa paz
Lamentablemente, el anuncio del cese al fuego llevaba detrás la construcción de una narrativa favorecedora para un régimen que ha demostrado no acatar los acuerdos internacionales. Ya conocemos la historia israelí de ocupación ilegal, anexión de territorios por medio de una colonización forzada, y sus estrategias violentas de desplazamiento.
En principio, al siguiente día del comienzo de la tregua, el ejército sionista ya se encontraba agrediendo residentes del sur libanés que comenzaban a reinstalarse en sus hogares de que habían sido evacuados.
El Proyecto de Ubicación y Datos de Eventos de Conflictos Armados (ACLED) ha registrado 330 ataques aéreos y bombardeos llevados a cabo por Israel entre los trece primeros días del alto al fuego, así como 260 eventos de destrucción de propiedad.
Tan solo en la última semana de febrero se registraron múltiples ataques. El 23 de febrero dos ataques aéreos israelíes se dirigieron hacia las ciudades de Qalila y Ansar en el sur del Líbano. El 26, drones militares azules y blancos atacaron la región de Jenta, asesinando a dos civiles y enviando a otros dos a recibir tratamiento de urgencia.
El viernes 28 del pasado mes, un avión de guerra disparó tres misiles contra un pequeño camión en la ciudad de Hermel, sumando dos muertes más. El miércoles, un ataque similar tuvo como objetivo un automóvil en el este del Líbano, matando a una persona que, según el ejército israelí, era miembro del grupo de resistencia libanés Hezbolá. En un asalto distinto, el ejército dijo que atacó un puesto de observación de Hezbolá en el área de Aynata en el distrito de Bint Jbeil. Y esto es solo por mencionar algunas ofensivas.
La vicejefa del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia en Líbano, Ettie Higgins, anunció números alarmantes en cuanto a las infancias libanesas.
UNICEF denunció el asesinato de 300 menores y heridas a más de 1500 en Líbano desde el 8 de octubre de 2024.
En las provincias de Baalbek y Bekaa, blancos de repetidos bombardeos, el 51% de los niños menores de dos años sufre desnutrición aguda severa, más del doble de la tasa registrada hace un año.
Cerca del 80% de las familias necesita urgente algún tipo de apoyo. La mitad de ellas están obligadas a reducir gastos en salud, mientras otra 30 parte recorta recursos destinados a la educación para cubrir necesidades básicas.
Además, el 31% carece de agua potable suficiente y quedan expuestas al riesgo de enfermedades.
El 33% de las casas no tiene acceso a medicamentos esenciales para sus hijos y el 22% no cuenta con calefacción para atravesar el invierno.
Sin embargo, todos estos datos no logran siquiera llamar la atención de los estados supuestamente “supervisores” de la tregua. Estados Unidos dio garantías de que el acuerdo se cumpliría, sin embargo no ofreció otro recurso ni sugirió sanciones en caso de que fuera violado.
El estado israelí, maneja esta situación tan a su favor, que decidió incluso posponer la fecha de su retirada para el 18 de febrero. Llegada esa fecha, anunció su permanencia en cinco regiones del sur libanés: las colinas de Al-Aziyya, desde donde domina el curso del río Litani; Al-Awaida, zona estratégica para vigilar el asentamiento de Metula; Al-Labouneh, rodeada de densos bosques; Al-Hamames en Khiam y el monte Balat, el cual permite controlar el sector occidental y central de la región.
Un frágil Estado
El Líbano atravesó el conflicto armado contra Israel de 2024 sin contar con un gobierno estable. Por ello, la acción de Hezbollah, representó la fuerza popular que combatió a la ocupación y matanza indiscriminada sionista. Recientes estimaciones indican que el Líbano necesita entre 6000 y 7000 millones de dólares para reconstruir la infraestructura y eliminar los escombros causados por la agresión israelí. Hasta ahora, Hezbollah ha proporcionado la mayor parte de la financiación, asignando unos 650 millones de dólares para viviendas y restauración en el sur de Beirut y las zonas del sur del país.
Sin embargo, las conceptualizaciones políticas de la Resistencia no fueron consideradas a la hora de nombrar a los nuevos mandatarios. Esto resulta poco beneficioso para el nuevo gabinete, ya que Hezbollah ha demostrado contar con un fuerte apoyo moral y político por parte del pueblo libanés, quienes asistieron masivamente a los funerales de los líderes asesinados meses previos.
Luego de más de dos años, el Parlamento, según el Acuerdo de Taif, eligió en enero como presidente a Joseph Aoun, quien no fue apoyado en principio por el Movimiento de Resistencia Islámica del Líbano (Hezbollah). Días previos a su nombramiento, Estados Unidos se había reunido con legisladores de Beirut para fomentar su apoyo a Aoun. A su vez, el electo mandatario designó a Nawaf Salam como primer ministro.
Sin embargo, ciudadanos libaneses denunciaron la falta de seguridad que les proporcionaron las Fuerzas Armadas del Líbano, quienes serían las encargadas de resguardar la zona sur del país a medida de que se retirara el ejército de ocupación. Las milicias respaldadas por el gobierno, dejan mucho que desear en cuanto a la contención y defensa de la población. Su silencio prolongado y su inactividad a la hora de proteger los territorios que aún se encuentran asediados, resguarda cierta posición ambigua en medio del conflicto.

Escasas declaraciones han realizado los nuevos mandatarios, quienes utilizaron redes sociales como X para expresar sus posturas. Así lo hizo el primer ministro, Nawaf Salam quien posteó “No hay estabilidad real y duradera sin la retirada total de Israel”, luego de realizar una visita al cuartel Benedict Barakat en Tiro donde elogió las acciones de las milicias árabes. Es deber del nuevo gobierno de Beirut garantizar la retirada israelí.
Ante la falta de un estado firme, legisladores como Hassan Fadlallah comenzaron a intimar al gobierno a prevenir nuevos ataques, así como asegurar la liberación de prisioneros y proteger la soberanía. “¿No se han dado cuenta de que nuestra soberanía, dignidad e identidad nacional están siendo socavadas?” acusó al Parlamento.
Foto de portada: REUTERS/Mohamed Azakir