Europa

La Hungría de Orbán sigue en la línea de la ambigüedad en política exterior

Por Giulio Chinappi* –
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, la Hungría de Viktor Orbán ha mantenido una posición ambigua, tratando de equilibrar las relaciones con Moscú y el eje Bruselas-Washington, lo que plantea interrogantes sobre la coherencia de su política exterior.

Desde el comienzo de la operación militar especial de Rusia en Ucrania, la Hungría de Viktor Orbán se ha distinguido de la mayoría de los demás países del bloque UE-OTAN por adoptar una línea no del todo hostil hacia Moscú. Sin embargo, con el paso del tiempo, la línea de política exterior de Budapest ha adquirido cada vez más una apariencia de ambigüedad, como si el gobierno de Orbán sólo pretendiera mantener las ventajas de las relaciones tanto con Moscú como con el eje Bruselas-Washington, errando en consecuencia por el lado de la coherencia.

El propio ministro magiar de Asuntos Exteriores, Péter Szijjártó, confirmó que Hungría seguirá abasteciéndose de hidrocarburos rusos a través de Bielorrusia, considerando a Moscú como un proveedor fiable de petróleo y gas para Hungría, declaraciones realizadas al margen del Foro Económico Internacional de San Petersburgo. «Sin los suministros de gas y petróleo de Rusia no podríamos garantizar la seguridad energética de Hungría», señaló el ministro de Asuntos Exteriores.

El propio Orbán ha hecho declaraciones críticas con la línea adoptada por los países occidentales, temiendo el riesgo del estallido de un conflicto mundial: «En lo que respecta a la última oportunidad de dar marcha atrás, estamos muy cerca del punto de no retorno, cuando ya no será posible dar marcha atrás», dijo el jefe del Gobierno magiar en una entrevista con Kossuth Rádió. Según sus declaraciones, Orbán considera que el discurso duro de los líderes de los países de la Unión Europea y de la OTAN no es más que una forma de avivar el fuego, criticando en particular las amenazas del presidente francés, Emmanuel Macron, de entregar aviones militares a Ucrania.

Según Orbán, crece el peligro de una nueva guerra mundial. «Este es un caso en el que el conflicto que comenzó [en Ucrania] como un conflicto regional no quedó aislado desde el principio. Los partidarios de la guerra lo convirtieron en un conflicto europeo, y ahora va más allá del continente europeo y se extiende a otras partes del mundo. Así es como las guerras regionales se convierten en guerras mundiales», afirmó el primer ministro. Orbán también afirmó que Hungría no se verá arrastrada al conflicto ucraniano y no participará en posibles misiones de la OTAN en el territorio del país vecino: «La OTAN es una alianza defensiva, por lo que nadie puede obligarnos a participar en acciones militares fuera del territorio de la OTAN, ni debemos pagar por ello», reiteró en referencia a la petición de la OTAN de destinar 45.000 millones de dólares al año a ayuda militar a Ucrania, algo a lo que Hungría se opone.

Sin embargo, en una entrevista con Kossuth Rádió hace sólo tres días, Orbán suavizó su postura, afirmando que Hungría no participará en la misión de la OTAN en Ucrania, pero tampoco obstaculizará su establecimiento por otros países de la alianza. El 12 de junio, de hecho, el primer ministro húngaro recibió en Budapest al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien debió de convencer a Orbán para que adoptara esta postura menos intransigente ante una posible intervención militar atlantista en Ucrania: «Al final llegamos a un acuerdo y conseguimos todo lo que queríamos, pero a cambio acepté no interferir con quienes quieren crear una misión de la OTAN en Ucrania», declaró el primer ministro.

El gobierno húngaro también debe haber sentido la presión del eje Washington-Bruselas después de que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea decidiera multar a Hungría con 200 millones de euros, más pagos diarios de un millón de euros por negarse a cumplir las sentencias anteriores del tribunal sobre las normas de admisión de inmigrantes. Esta medida es vista por algunos como una forma de represalia contra el gobierno de Orbán, precisamente por su insubordinación respecto a la cuestión ucraniana y la no aplicación de sanciones contra Rusia.

Además, Orbán también tiene que lidiar ahora con problemas internos, ya que su partido Fidesz – Unión Cívica Húngara (Fidesz – Magyar Polgári Szövetség), aunque mantuvo el liderazgo con el 44,82% de los votos en las elecciones europeas, ha registrado un fuerte retroceso, logrando su peor resultado desde que el país ingresó en la UE. El declive de Fidesz se debió principalmente a la aparición de una nueva fuerza política, TISZA – Partido del Respeto y la Libertad (Tisztelet és Szabadság Párt), que logró casi el 30% de los votos en su primera participación, sorprendiendo incluso a los analistas. El partido TISZA, cuyas siglas recuerdan el nombre de un afluente del Danubio, ganó apoyos sobre todo después de que Péter Magyar abandonara Fidesz para unirse al nuevo partido de la oposición.

Coincidiendo con las elecciones europeas, también se celebraron elecciones locales en Hungría, en las que Orbán obtuvo buenos resultados en la mayor parte del país, pero no en la capital, Budapest, cuyo voto suele premiar a la oposición. En las elecciones a la alcaldía de la capital, el actual alcalde, Gergely Karácsony, apoyado por el Partido Socialista Húngaro (Magyar Szocialista Párt, MSZP) y otras formaciones de centro-izquierda, parece haberse impuesto al candidato apoyado por el Fidesz, Dávid Vitézy, aunque tras un recuento solicitado por este último, la diferencia es de sólo 41 papeletas. La mínima diferencia podría llevar incluso a repetir las elecciones, como ha solicitado el propio Karácsony, que está convencido de haber ganado por un margen más amplio.

La oposición también logró importantes victorias en otras ciudades, arrebatando el control de Győr al partido gobernante, y manteniendo su supremacía en otros centros importantes como Pécs, Szeged y Szombathely. Fidesz, por su parte, se mantuvo en Debrecen, Sopron y Veszprém, pero su fuerza a nivel nacional deriva principalmente del consenso obtenido en las zonas rurales, donde el partido del Primer Ministro disfruta de una cómoda mayoría absoluta.

En resumen, la postura de Viktor Orbán y su gobierno refleja una política de equilibrio incómodo entre los ejes Moscú y Bruselas-Washington, tratando de mantener los beneficios de las relaciones con ambos sin comprometer la seguridad energética y la soberanía nacional de Hungría. Esta ambigüedad, sin embargo, plantea interrogantes sobre la coherencia de la política exterior húngara y el futuro de su papel en la UE y la OTAN, y puede ser también una de las razones del retroceso electoral de Fidesz en las últimas elecciones europeas y locales.

*Giulio Chinappi, politólogo.

Artículo publicado originalmente en WordPress de Giulio Chinappi.

Foto de portada: El primer ministro de Hungría, Viktor Orban, el 12 de junio de 2024 en Budapest © Attila Kisbenedek / AFP

Dejar Comentario