Por su interesante e histórico relato doy paso al contenido de esta entrevista, entregada por un hombre cuyo papel en la defensa de nuestra Revolución, desde los estrados internacionales, y sus fuertes argumentos en las Naciones Unidas, contra la genocida política estadounidense contra Cuba y su brillante trabajo por la paz y las relaciones cordiales y fructíferas entre los Estados, fue y es un ejemplo para nuestro pueblo y nuestra juventud cuando se desempeñó como Canciller y Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
MCLI: ¿Cómo influyó en su formación patriótica y posterior su estancia en la Universidad?
Alarcón: La Universidad para mí, fue un elemento fundamental en mi vida, de hecho, desde un principio. Cuando matriculé en los años 50, esta era un hervidero de rebeldía, etapa de grandes manifestaciones. Recuerdo la FEU de José Antonio y de Fructuoso, en la que tuve el honor de participar en diferentes cargos, siendo candidato a la Vicepresidencia de la escuela de Filosofía, elección que perdimos.
La candidatura fue organizada por Fructuoso, con quien tenía estrecha vinculación, para mí, uno de los compañeros inolvidables. También estaba vinculado con otro compañero de la escuela de Derecho, gracias al cual ingresé en la facultad, sin que me hicieran “novatadas”; este era José Alberto Garcerán de Vall Vera (Pepe).
Era vecino del barrio, estudiamos juntos -él estaba por delante de mí, uno o dos años- en los Maristas, en la Víbora. Jugábamos de muchachos en el barrio, vivíamos a unas pocas cuadras uno de otro. Por él entré en el Movimiento 26 de julio, cuando este se organiza en 1955.
A Pepe lo nombran responsable de Finanzas, en la provincia de La Habana, otro compañero y yo éramos sus ayudantes. En aquella época se hicieron bonos-chequecitos así- que se le daba a la gente, como contribución a la causa, a las finanzas del Movimiento. Al mismo tiempo, Pepe Garcerán, era un ejemplo de la actitud comunitaria, en aquellos tiempos se trataba de mantener una relación entre el Movimiento 26 de julio y el Directorio Revolucionario.
De hecho, yo tenía una doble militancia, porque no estuve dentro de los fundadores del Directorio, porque ya en ese momento yo estaba en el 26, pero sí recuerdo cuando Fructuoso Rodríguez me dice que iban a crear el Directorio y me invita a formar parte de él, le digo -Fructuo el problema es que yo soy miembro del 26 de julio- a lo que me responde -es lo mismo, tú sigues en el 26 y aquí en la Universidad seguimos trabajando juntos- y así fue.
De manera de que a la Universidad debo mi formación, mi militancia, mi vínculo con la Revolución y con la lucha general de nuestro pueblo, creo que le debo mucho. Incluso aquella Universidad, es distinta a la actual, porque ya hoy -imagínate tú -lo que hay es un derroche de Universidades por todo el país.
Estamos hablando de una época en que había tres Universidades en Cuba: la de La Habana, (la bicentenaria, la más antigua), la Universidad Central de Las Villas, (Santa Clara) y la Universidad de Oriente; últimas dos creadas en los años 40, bastante reciente, pero en la Universidad de La Habana había 7000 o 12000 estudiantes en total -imagínate tú lo que significa la realidad posterior- , centenares de miles de gente de todas las Universidades de Cuba.
Sin embargo, hay algo que yo creo que es muy importante, debo decirlo, aquellos pocos miles de jóvenes que estábamos en la Universidad éramos realmente privilegiados, súper privilegiados; éramos una minoría dentro de una minoría.
Sin embargo, desde Mella, a lo largo de su historia, después con José Antonio; La Universidad, los estudiantes, la FEU luchaba por dejar de ser sectores privilegiados: porque qué significaba la Revolución, qué significaba ser una Universidad del pueblo, que dejabas de ser la minoría exclusiva. Yo creo que los jóvenes de aquella época tienen ese “detallito”, que fuimos una minoría, pero que fuimos capaces de luchar por acabar con ese privilegio.
CMLI: ¿Cómo usted concibe la Universidad antes de 1959 y posterior a 1959??
Alarcón: La Universidad antes de 1959 era, por un lado, un territorio donde había una minoría -con esas características- que ya dije, que sin embargo luchaba por abolir sus propios privilegios, y por otro, mucha actividad en la lucha social de Cuba, que tiene que ver con la estrategia de Mella, quien siempre abogó por la Revolución social.
Hablamos mucho de la Reforma Universitaria, que la veíamos como consecuencia, resultado, como efecto de la resolución del país. Para mí, esa lucha contra la tiranía de Batista fue una forma de educarnos, de formarnos políticamente, y a la vez de forjar la comunidad de aquella generación.
Cuando digo comunidad me refiero a las dos fuerzas fundamentales que existían y operaban en la lucha contra Batista: el Movimiento 26 de julio, al que tuve el honor de pertenecer, y donde tuve como jefe inmediato de ingreso a Pepe Garcerán y el Directorio revolucionario, al que estuve muy vinculado a través de Fructuoso Rodríguez Pérez.
CMLI: ¿Qué relación tuvo usted con las personalidades pertenecientes al Movimiento 26 de julio?
Alarcón: Éramos muy unidos. Toda la actividad revolucionaria era dirigida por Fructuoso, y mi militancia con Pepe. Ahora hay alguien a quien yo quiero mencionar, mejor dicho, tengo que mencionar porque me parece que es muy importante para las actuales y futuras generaciones: Gerardo Abreu Fontán. Este era un personaje absolutamente extraordinario, negro, muy pobre, tuvo que trabajar desde niño, -los trabajos que hacían los niños negros de aquella época- limpiando zapatos, vendiendo billetes; ese tipo de trabajo muy modesto, de la calle.
Por tanto, llegó a convertirse en el Jefe de las brigadas juveniles del Movimiento 26 de julio, movimiento creado por Fidel en 1955, al frente de estas brigadas estaba Ñico López, quien se va de Cuba para México para venir con Fidel en el desembarco y deja, entonces, al frente de la organización en Cuba a Gerardo. Mira, ese muchacho que no pasó de cuarto grado, que trabajó desde niño, un hombre extremadamente humilde, con una vida trabajosa, muy difícil, discriminado por negros, por pobres; sin embargo, llegó a convertirse en el jefe de todos nosotros.
Yo estaba en la Universidad de La Habana, -yo soy más o menos blanquito- y como yo muchos otros, que teníamos todos como jefe a Fontán. Lo admirábamos muchísimo, queríamos muchísimo y respetábamos.
Yo tuve el honor de hablar en un acto público que se realizó en febrero de 2008, a 50 años del asesinato de Gerardo y cuando me presentaron hicieron lo que tú acabas de hacer, toda la retaíla de cargos que ocupaba, pero de todos esos para mí el más importante, el que no lo sustituye nada, el honor más grande de mi vida, fue el día que Gerardo me encargó bajo su dirección, ser el responsable de las brigadas estudiantiles del Movimiento.
Ningún otro honor, ningún otro cargo, ni mi paso en la ONU, en el MINREX, es comparable con el tremendo honor de haber sido escogido por Fontán para dirigir el aparato estudiantil de las brigadas. Por cierto, recordar que Fontán tenía un prestigio y un cariño que se demostró el día que lo mataron (febrero de 1958).
Nosotros éramos absolutamente disciplinados, seguíamos sus orientaciones siempre; solo faltamos a su orientación un día, una vez, que fue la noche del día anterior que lo mataron, porque nos parecía indigno que nosotros, los más cercanos a Fontan, fuéramos para algún lugar, porque estábamos convencidos que lo iban a matar, porque jamás iba a delatarnos.
Al día siguiente, los restos de su cuerpo, aparecen en lo que en aquella época iba a ser el Palacio de Justicia, que se estaba construyendo, que es donde está ahora el Palacio de la Revolución. A la entrada, del Comité Ejecutivo, hay una pequeña tarja que recuerda el lugar donde mataron a Fontán. No delató a nadie, no dijo nada que supiera, ni siquiera el lugar donde él pernoctaba; hasta tal punto que se pudo ir allí -un cuartico del palomar, un cuartucho entre Centro Habana y Habana Vieja- donde había papeles, unos pocos pesos y cosas del Movimiento.
Para mí fue absolutamente inolvidable y algo que me ha guiado toda la vida: Fructuoso, Pepe, Gerardo. Cuando el 13 de marzo, Fructuoso se refugia en la casa de Garcerán. Otra personalidad lo fue José Antonio, a quien también apoyé en la Universidad, mi relación con Fructuoso es más personal.
Yo pienso que este es como el motor impulsor. En aquella época había una lucha fuerte por ver a la Universidad con ideas revolucionarias todo el tiempo. José Antonio fue la figura que se instala como dirigente revolucionario y Fructuoso como la punta de lanza, de ahí la vinculación. Hasta aquí la entrevista de la joven estudiante Carla María López Izquierdo
Muy interesante y reveladora conducta de la juventud cubana universitaria en la lucha contra la criminal dictadura de Batista, reconocida, honrada y admirada por nuestro pueblo, muy bien expuesta por uno de sus protagonistas. Hoy en medio de una lucha frontal contra una Pandemia que azota al mundo actual, esa juventud universitaria cubana heredera del ejemplo que dieron José Antonio, Fructuoso, Fontan y Pepe Garcerán, se destaca y crece a diario, cuando desafiando el riesgo que ello constituye, se han convertido en brigadas de apoyo al sistema de salud y combaten a esta mortal epidemia.
Pero así como se han organizado en Brigadas para combatir al virus, es también un ejemplo en sus acciones para denunciar la política genocida del bloqueo que Estados Unidos, desde hace más de 60 años aplica ilegalmente a Cuba, al igual que denuncian las desvergonzadas campañas con falsas informaciones sobre lo que sucede en Cuba. Tampoco la juventud cubana es la que acepta tranquilamente la burocracia y acciones corruptas de aquellos, que oportunistamente se desempeñan en responsabilidades y aprovechan para beneficiarse personalmente.
Todos nuestros jóvenes trabajan por fortalecer una democracia amplia, sin dogma, con debates y con criterios encontrados, aplicando la ley de unidad y lucha de contrarios, pero firmes y sin concesiones en defensa de la soberanía e independencia del país.
Como bien afirma el 90 por ciento de la Juventud Cubana, profesionales, médicos, artistas, intelectuales, estudiantes universitarios, secundarios y pioneros, trabajadores, campesinos, somos revolucionarios y defendemos a nuestra patria, condenamos los que piden invasiones, tanto los de allá como los de acá y apoyan la política yanqui contra Cuba. Y condenan los que utilizaron violencia y la promueven y los insultos verbales y consignas anexionistas.
Al final esos anexionistas unos, antisociales otros, no tienen ningún proyecto ni programa para hacer de Cuba mas prospera para todos, al contrario, todo es para retroceder y volver a convertir a Cuba en un burdel. Que les quede claro, nuestra juventud, tiene una firme y resuelta defensa de su Revolución y de la continuidad de su dirección revolucionaria. Y sí Patria y vida para el pueblo cubano y muerte al invasor.
O piensan que, en una hipótesis de cambio de sistema, todo va a cambiar para bien. No, no saben que lo que está establecido por la Ley Helms- Burton y la mafia de Miami, es designar un gobernador yanqui en Cuba por 3 a 5 años y en ese tiempo de unipersonal gobierno, anular todas las leyes revolucionarias cubanas y devolver a sus antiguos dueños sus propiedades, las que por cierto fueron indemnizadas.
O acaso creen que Estados Unidos va a intervenir pacíficamente en Cuba, no ni pensarlo, no tienen opción, es militarmente y a sangre y fuego, no será nada distinto a Irak, Afganistán, Panamá, Yugoeslavia, Kosovo, Serbia, Libia, Siria, Yemen. Todos estos países, hoy tienen millones de muertos y herido, desaparecidos y sus países destruidos.
Ese es el plan que desde hace 62 años tienen los gobernantes de Estados Unidos, hoy a merced de una mafia cubana americana con curules en el Congreso, que chantajean y los gobiernos y políticos por ambiciones electorales se dejan manipular, que es lo que hoy sucede con el gobierno del demócrata Joe Biden.
Ocupado el país, comenzaran a devolver el medio centenar de centrales azucareros, que eran propiedad de empresas gringas, las industrias, las tierras, las viviendas, son millones los que perderían sus casas, porque sus actuales moradores, tienen que devolverla o quedarse pagando un alquiler, y se privatiza todo, la salud, la educación, la cultura el deporte y las playas como era antes del triunfo revolucionario y con sus políticas discriminatorias y raciales. O sea, no quiero negro, ni mulato en mis playas, esa es la Cuba que quieren esos señores de Miami y los minoritarios grupos que aquí les apoyan.
Notas:
* Periodista, politólogo y analista internacional.
Fuente: Colaboración